Novedades

03.03.2023 18:01

Apiano fue un historiador del siglo II d.c. que escribió una historia de Roma, como no, también narró sobre Iberia, aquí viene lo que escribió sobre las guerras lusitanas y Viriato.

La guerra lusitana.

56¬. "Por este tiempo otra tribu de los iberos autónomos, los llamados lusitanos, bajo el liderazgo de Púnico, se dedicaron a devastar los pueblos sometidos a Roma, y después de haber puesto en fuga a sus pretores Manilio y Calpurnio Pisón, mataron a seis mil romanos y, entre ellos, al cuestor Terencio Varrón. Púnico, envalentonado por estos hechos, hizo incursiones por toda la zona que se extendía hasta el océano y, uniendo a su ejército a los vettones, puso sitio a una tribu vasalla de Roma, los llamados blastofenicios. Se dice que Aníbal el cartaginés había asentado entre ellos algunos colonos traídos de África y que, a causa de esto, reciben el nombre de blastofenicios. Púnico, golpeado en la cabeza por una piedra, murió y le sucedió en el mando un hombre llamado Césaro. El tal Césaro entabló combate con Mummio que venía desde Roma con otro ejército y, al ser derrotado, huyó. Pero, como Mummio lo persiguió de manera desordenada, giró sobre sí mismo y haciéndole frente dio muerte a nueve mil romanos, volvió a recuperar el botín que le había sido quitado y su propio campamento, al tiempo que también se apoderó del de los romanos y cogió armas y muchas enseñas que los bárbaros pasearon en son de burla por toda Celtiberia."

57¬. "Mummio se dedicó a hacer ejercicios de entrenamiento dentro del campamento con los cinco mil soldados que le quedaban, temeroso de salir a campo abierto antes de que los soldados hubieran recobrado de nuevo su coraje. Esperó allí a que los bárbaros pasaran con una parte del botín que le habían arrebatado, cayó sobre ellos de improviso y, tras haber dado muerte a muchos, recobró el botín y las enseñas. Los lusitanos del otro lado del río Tajo y aquellos que ya estaban en guerra con los romanos, cuyo jefe era Cauceno, se pusieron a desvastar el país de los cuneos que estaban sometidos a los romanos y tomaron Conistorgis, una ciudad importante de ellos. Atravesaron el océano junto a las columnas de Hércules y algunos hicieron incursiones por una parte de África y otros sitiaron a la ciudad de Ocilis. Mummio los siguió con nueve mil soldados de infantería y quinientos jinetes, mató a unos quince mil de los que estaban entregados al saqueo y a algunos otros, y levantó el asedio de Ocilis. Después se topó, casualmente, con los que llevaban el producto de su rapiña y los mató a todos, de tal manera que ni siquiera logró escapar un mensajero de esta desgracia. Tras haber entregado al ejército el botín que podían llevar consigo, el resto lo quemó como ofrenda a los dioses de la guerra. Y Mummio, una vez que finalizó su campaña, regresó a Roma y fue recompensado con el triunfo."

58¬. "Le sucedió en el mando Marco Atilio, quien realizó una incursión contra los lusitanos, dio muerte a setecientos de ellos y se apoderó de Oxtraca, su ciudad más importante. Después de sembrar el pánico entre los pueblos vecinos, firmó tratados con todos. Entre éstos había algunos vettones, limítrofes con los lusitanos. Sin embargo, cuando Atilio se retiraba para pasar el invierno, todos cambiaron de parecer de repente y asediaron a algunos pueblos vasallos de Roma. Servio Galba, el sucesor de Atilio, les apremió a que levantaran el cerco. Tras recorrer en un día y una noche una distancia de quinientos estadios, se presentó ante los lusitanos y entabló combate de inmediato con el ejército cansado. Por fortuna logró romper las filas enemigas, pero se puso a perseguir al enemigo con poca experiencia en la guerra. Razón por la cual, al hacerlo de forma débil y desordenada debido a la fatiga, los bárbaros, al verlos diseminados y que se detenían a descansar por turnos, se reagruparon y atacándolos dieron muerte a unos siete mil. Y Galba, con los jinetes que estaban a su lado, huyó a la ciudad de Carmona. Aquí recuperó a los fugitivos y, después de reunir aliados hasta un número de veinte mil, marchó hacia el territorio de los cuneos y pasó el invierno en Conistorgis."

59¬. "Lúculo, que había combatido contra los vacceos sin autorización senatorial y, a la sazón, se encontraba invernando en Turdetania, al darse cuenta de que los lusitanos hacían incursiones contra las zonas próximas, envió a sus mejores lugartenientes y dio muerte a cuatro mil lusitanos. Mató a mil quinientos cuando atravesaban el estrecho cerca de Gades, y a los demás, que se habían refugiado en una colina, los rodeó de una empalizada y capturó a un número inmenso de ellos. Entonces, tras invadir Lusitania, se puso a devastarla gradualmente. Galba llevaba a cabo la misma operación por el lado opuesto. Cuando algunos de sus embajadores vinieron a él con el deseo de consolidar los pactos que habían hecho con Atilio, el general que le había precedido, y que habían quebrantado, los recibió, firmo una tregua y mostró deseos de entablar relaciones amigables con ellos, ya que entendía que se dedicaban a la rapiña, a hacer la guerra y quebrantar los tratados por causa de la pobreza: "Pues¬ les dijo¬ la pobreza del suelo y la falta de recursos os obligan a esto, pero yo daré una tierra fértil a mis amigos pobres y os estableceré en un país rico distribuyéndoos en tres partes"."

60¬. "Ellos, confiados en estas promesas, abandonaron a sus lugares de residencia habituales y se reunieron en donde les ordenó Galba. Este último los dividió en tres grupos y, mostrándoles a cada uno una llanura, les ordenó que permanecieran en campo abierto hasta que, a su regreso, les edificara sus ciudades. Tan pronto como llegó a la primera sección, les mandó que, como amigos que eran, depusieran sus armas. Y una vez que lo hubieron hecho, los rodeó con una zanja y, después de enviar a algunos soldados con espadas, los mató a todos en medio del lamento general y las invocaciones a los nombres de los dioses y a las garantías dadas. De igual modo también, dándose prisa, dio muerte a la segunda y tercera sección cuando aún estaban ignorantes de la suerte funesta de los anteriores, vengando con ello una traición con otra traición a imitación de los bárbaros, pero de una forma indigna del pueblo romano. Sin embargo unos pocos de ellos lograron escapar, entre los que estaba Viriato, quien poco tiempo después se puso al frente de los lusitanos, dio muerte a muchos romanos y llevó a cabo las más grandes hazañas. Pero estas cosas, que tuvieron lugar después, las referiré más adelante. Entonces Galba, hombre mucho más codicioso que Lúculo, distribuyó una parte pequeña del botín entre el ejército y otra parte pequeña entre sus amigos, y se quedó con el resto, pese a que ya casi era el hombre más rico de Roma. Se dice que ni siquiera en tiempos de paz dejaba de mentir y cometer perjurio a causa de su ansia de riquezas. Y a pesar de que era odiado y de que fue llamado a rendir cuentas bajo acusación, logró escapar debido a su riqueza."

61¬. "No mucho tiempo después, todos los que consiguieron escapar a la felonía de Lúculo y Galba lograron reunirse en número de diez mil e hicieron una incursión contra Turdetania. Gayo Vetilio vino desde Roma contra ellos con otro ejército y asumió, además, el mando de las tropas que estaban en iberia, llegando a tener en total diez mil hombres. Éste cayó sobre los que estaban buscando forraje y, después de dar muerte a mucho, obligó a los restantes a replegarse hacia un lugar en el que, en el caso de permanecer, corrían el riesgo seguro de morir de hambre, y en caso de abandonarlo, el de morir a manos de los romanos. Tal era, en efecto, la dificultad del lugar. Por este motivo enviaron emisarios a Vetilio con ramas de suplicantes, pidiéndole tierra para habitarla como colonos y prometiéndole que desde ese momento serían leales a los romanos en todo. Él prometió entregársela y se dispuso a firmar un acuerdo. Pero Viriato, que había escapado a la perfidia de Galba y entonces estaba con ellos, les trajo a la memoria la falta de palabra de los romanos y cuántas veces habían violado los juramentos que habían dado y cómo todo aquel ejército estaba formado por hombres que habían escapado a tales perjurios de Galba y Lúculo. Les dijo que no había que desesperar de salvarse en aquél lugar, si estaban dispuestos a obedecerle."

62¬. "Encendidos sus ánimos y recobradas las esperanzas, lo eligieron general. Después de desplegar a todos en línea de batalla como si fuera a presentar combate, les dio orden de que, cuando él se montara a caballo, escaparan disgregándose en muchas direcciones como pudiesen por rutas muy distintas en dirección a la ciudad de Tríbola y que le aguardaran allí. Él eligió sólo a mil y les ordenó colocarse a su lado. Una vez efectuadas estas disposiciones, escaparon al punto, tan pronto como Viriato montó a caballo, y Vetilio, temeroso de perseguirles a ellos que habían escapado en muchas direcciones, dio la vuelta y se dispuso a luchar con Viriato, que permanecía quieto y aguardaba a que llegara el momento de atacar. Viriato, con caballos mucho más veloces, lo mantuvo en jaque, huyendo a veces y otras parándose de nuevo y atacando, y consumió aquel día y el siguiente completos en la misma llanura cabalgando alrededor. Y cuando calculó que los otros tenían ya asegurada su huida, entonces, partió por la noche por caminos no usados habitualmente y, con caballos mucho más rápidos, llegó a Tríbola sin que los romanos fueran capaces de perseguirlo a causa del peso de sus armas, de su desconocimiento de los caminos y de la inferioridad de sus caballos. De esta manera, de modo inesperado, salvó a su ejército de una situación desesperada. Cuando esta estratagema llegó al conocimiento de los pueblos bárbaros de esta zona, le reportó un gran prestigio y se le unieron muchos desde todos los lugares. Y durante ocho años sostuvo la guerra contra Roma."

La guerra de Viriato.

63¬. "Es mi intención insertar aquí la guerra de Viriato, que causó con frecuencia turbaciones a los romanos y fue la más difícil para ellos, posponiendo el relato de cualquier otro suceso que tuviera lugar en Iberia por este tiempo. Vetilio, en su persecución, llegó hasta la ciudad de Tríbola. Pero Viriato, habiendo ocultado una emboscada en una espesura, continuó su huida hasta que Vetilio estuvo a la altura del lugar y, entonces, volvió sobre sus pasos y los que estaban emboscados salieron de su escondite. Por ambos lados empezaron a dar muerte a los romanos, así como a hacerlos prisioneros y a arrinconarlos contra los barrancos. Incluso Vetilio fue hecho prisionero. El soldado que lo capturó, al ver que se trataba de un hombre viejo y muy obeso, no le dio valor alguno y le dio muerte por ignorancia. De los diez mil romanos lograron escapar unos seis mil y llegar hasta Carpessos, una ciudad situada a orillas del mar, la cual creo yo que se llamaba antiguamente Tartessos por los griegos y fue su rey Argantonio, que dicen que vivió ciento cincuenta años. A los soldados que habían huido hasta Carpessos, el cuestor que acompañaba a Vetilio los apostó en las murallas llenos de temor. Y tras haber pedido y obtenido de los belos y los titos cinco mil aliados, los envió contra Viriato. Éste los mató a todos, así que no escapó ni uno que llevara la noticia. Entonces, el cuestor permaneció en la ciudad aguardando alguna ayuda de Roma."

64¬. "Viriato penetró sin temor alguno en Carpetania, que era un país rico, y se dedicó a devastarla hasta que Gayo Plaucio llegó de Roma con diez mil soldados de infantería y mil trescientos jinetes. Entonces, de nuevo Viriato fingió que huía y Plaucio mandó en su persecución a unos cuatro mil hombres, a los cuales Viriato, volviendo sobre sus pasos, dio muerte a excepción de unos pocos. Cruzó el río Tajo y acampó en un monte cubierto de olivos, llamado monte de Venus. Allí lo encontró Plaucio y, lleno de premura por borrar su derrota, le presentó batalla. Sin embargo, tras sufrir una derrota sangrienta, huyó sin orden alguno a las ciudades y se retiró a sus cuarteles de invierno desde la mitad del verano, sin valor para presentarse en ningún sitio. Viriato, entonces, se dedicó a recorrer el país sin que nadie le inquietase y exigía a sus poseedores el valor de la próxima cosecha y a quien no se lo entregaba, se la destruía."

65¬. "Cuando en Roma se enteraron de estos hechos, enviaron a Iberia a Fabio Máximo Emiliano, el hijo de Emilio Paulo, el vencedor de Perseo rey de los macedonios, y le dieron el poder de levar por sí mismo a un ejército. Como los romanos habían conquistado recientemente Cartago y Grecia y acababan de llevar a feliz término la tercera guerra macedónica, él, a fin de dar descanso a los hombres que habían venido de estos lugares, eligió a otros muy jóvenes y sin experiencia anterior alguna en la guerra, hasta completar dos legiones. Y, después de pedir otras fuerzas a los aliados, llegó a Orsón, una ciudad de Iberia, llevando en total quince mil soldados de infantería y dos mil jinetes. Desde allí, y puesto que no deseaba entablar batalla hasta que tuviese entrenado a su ejército, hizo un viaje a través del estrecho hasta Gades para realizar un sacrificio a Hércules. En este lugar, Viriato, cayendo sobre algunos que estaban cortando leña, dio muerte a muchos de ellos y aterrorizó a los restantes. Cuando su lugarteniente los dispuso de nuevo para combatir, Viriato los volvió a vencer y capturó un botín abundante. Cuando llegó Máximo, Viriato sacaba continuamente el ejército en orden de batalla para provocarle, pero aquel rehusaba un enfrentamiento con la totalidad de su ejército, pues todavía estaba ejercitándolos, aunque, en cambio, sostuvo escaramuzas muchas veces con parte de sus tropas para tantear al enemigo e infundir valor a sus propios soldados. Cuando salía a forrajear, colocaba siempre alrededor de los hombres desarmados a un cordón de legionarios y él mismo con jinetes recorría la zona, como había visto hacer cuando combatía junto a su padre Paulo en la guerra macedónica. Después que pasó el invierno, con el ejército entrenado, fue el segundo general que hizo huir a Viriato, aunque éste combatió con valentía; saqueó una de sus ciudades, incendió otra y, persiguiendo en su huida a Viriato hasta un lugar llamado Bécor, le mató a muchos hombres. Pasó el invierno en Córduba, siendo éste ya el segundo año de su mando como general en esta guerra. Y Emiliano, después de haber realizado estas campañas, partió para Roma, recibiendo el mando Quinto Pompeyo Aulo."

66¬. "Después de esto, Viriato no despreciaba ya al enemigo como antes y obligó a sublevarse contra los romanos a los arevacos, titos y belos que eran los pueblos más belicosos. Y éstos sostuvieron por su cuenta otra guerra que recibió el nombre de "numantina" por una de sus ciudades y fue larga y penosa en grado sumo para los romanos. Yo agruparé también los concernientes a esta guerra en una narración continuada después de los hechos de Viriato. Este último tuvo un enfrentamiento con Quintio, otro general romano, en la otra parte de Iberia y, al ser derrotado, se retiró de nuevo al monte de Venus. Desde allí hizo de nuevo una salida, dio muerte a mil soldados de Quintio y le arrebató algunas enseñas. Al resto lo persiguió hasta su campamento y expulsó a la guarnición de Ituca. También devastó el país de los bastitanos, sin que Quintio acudiera en auxilio de éstos a casusa de su cobardía e inexperiencia. Por el contrario, estaba invernando en Córduba desde mitad del otoño y, con frecuencia, enviaba contra él a Gayo Marcio, un ibero de la ciudad de Itálica."

67¬. "Al año siguiente, Fabio Máximo Serviliano, el hermano de Emiliano, llegó como sucesor de Quintio en el mando, con otras dos legiones y algunos aliados. En total sus fuerzas sumaban unos dieciocho mil infantes y mil seiscientos jinetes. Después de escribir cartas a Micipsa, el rey de los númidas, para que le enviase elefantes lo más pronto posible, se apresuró hacia Ituca llevando el ejército por secciones. Al atacarle Viriato con seis mil hombres en medio de un griterío y clamores a la usanza bárbara y con largas cabelleras que agitaban en los combates ante los enemigos, no se amilanó, sino que le hizo frente con bravura y logró rechazarlo sin que hubiera conseguido su propósito. Después que le llegó el resto del ejército y enviaron desde África diez elefantes y trescientos jinetes, estableció un gran campamento y avanzó al encuentro de Viriato, y tras ponerlo en fuga, emprendió su persecución. Pero, como ésta se hizo en medio del desorden, Viriato, al percatarse de ello durante su huida, dio media vuelta y mató a tres mil romanos. Al resto los llevó acorralados hasta su campamento y los atacó también. Sólo unos pocos le opusieron resistencia a dura penas alrededor de las puertas, pero la mayoría se precipitó en el interior de las tiendas a causa del miedo y tuvieron que ser sacados con dificultad por el general y los tribunos. En esta ocasión destacó en especial Fanio, el cuñado de Lelio, y la proximidad de la noche contribuyó a la salvación de los romanos. Pero Viriato, atacando con frecuencia durante la noche, así como a la hora de la canícula, y presentándose cuando menos se le esperaba, acosaba a los enemigos con la infantería ligera y sus caballos, mucho más veloces, hasta que obligó a Serviliano a regresar a Ituca."

68¬. "Entonces, por fin, Viriato, falto de provisiones y con el ejército mermado, prendió fuego a su campamento durante la noche y se retiró a Lusitania. Serviliano, como no pudo darle alcance, invadió la Beturia y saqueó cinco ciudades que se habían puesto de parte de Viriato. Con posterioridad, hizo una expedición militar contra los cuneos y, desde allí, se apresuró, una vez más, hacia los lusitanos contra Viriato. Mientras estaba de camino, Curio y Apuleyo, dos capitanes de ladrones, lo atacaron con diez mil hombres, provocaron una gran confusión y le arrebataron el botín. Curio cayó en la lucha, y Serviliano recobró su botín poco después y tomó las ciudades de Escadia, Gemela y Obólcola, que contaban con guarniciones establecidas por Viriato, y saqueó otras e, incluso, perdonó a otras más. Habiendo capturado a diez mil prisioneros, les cortó la cabeza a quinientos, y vendió a los demás. Después de apresar a Cónnoba, un capitán de bandoleros que se le rindió, le perdonó sólo a él, pero le cortó las manos a todos sus hombres."

69¬. "Durante la persecución de Viriato, Serviliano empezó a rodear con un foso a Erisana, una de sus ciudades, pero Viriato entró en ella durante la noche y, al rayar el alba, atacó a los que estaban trabajando en la construcción de trincheras y les obligó a que arrojaran las palas y emprendieran la huida. Después derrotó de igual manera y persiguió al resto del ejército, desplegado en orden de batalla por Serviliano. Lo acorraló en un precipicio, de donde no había escape posible para los romanos, pero Viriato no se mostró altanero en este momento de buena fortuna sino que, por el contrario, considerando que era una buena ocasión de poner fin a la guerra mediante un acto de generosidad notable, hizo un pacto con ellos y el pueblo romano lo ratificó: que Viriato era amigo del pueblo romano y que todos los que estaban bajo su mandato eran dueños de la tierra que ocupaban. De este modo parecía que había terminado la guerra de Viriato, que resultó la más difícil para los romanos, gracias a un acto de generosidad:"

70¬. "Sin embargo, los acuerdos no duraron ni siquiera un breve espacio de tiempo, pues Cepión, hermano y sucesor en el mando de Serviliano, el autor del pacto, denunció el mismo y envió cartas afirmando que era el más indigno para los romanos. El senado en un principio convino con él en que hostigara a ocultas a Viriato como estimara oportuno. Pero como volvía a la carga de nuevo y mandaba continuas misivas, decidió romper el tratado y hacer la guerra a Viriato abiertamente. Cuando ésta se hizo pública, Cepión se apoderó de la ciudad de Arsa, abandonada por Viriato, y a éste que había huido destruyendo todo a su paso, le dio alcance en Carpetania con fuerzas mucho más numerosas. Por esta razón, Viriato no juzgó conveniente entablar un combate con él, dada la inferioridad numérica de sus tropas, y ordenó retirarse al grueso de su ejército por un desfiladero oculto; al resto lo puso en orden de batalla sobre una colina y dio la impresión de que deseaba combatir. Y cuando se enteró de que los que habían sido enviados previamente se encontraban en un lugar seguro, se lanzó a galope en pos de ellos con desprecio del enemigo y con tal rapidez que ni siquiera sus perseguidores se percataron de por donde se había marchado. Y Cepión se volvió hacia los vettones y calaicos y devastó su país"

71¬. "Como emulación de los hechos de Viriato, muchas otras bandas de salteadores hacían incursiones por Lusitania y la saqueaban. Sexto Junio Bruto fue enviado contra éstos, pero perdió la esperanza de poder perseguirlos a través de un extenso país al que circundaban ríos navegables como el Tajo, Letes, Duero y Betis. Consideraba, en efecto, que era difícil dar alcance a gentes que, como precisamente los salteadores, cambiaban de lugar con tanta rapidez, al tiempo que resultaba humillante fracasar en el intento y tampoco comportaba gloria alguna en el triunfo en la empresa. Se volvió, por tanto, contra sus ciudades en espera de tomarse venganza, de proporcionar al ejército un botín abundante y de que los salteadores se disgregaran hacia sus ciudades respectivas, cuando vieran en peligro a sus hogares. Con este propósito se dedicó a desvastar todo lo que encontraba a su paso, las mujeres luchaban al lado de los hombres, y morían con ellos, sin dejar escapar jamás grito alguno al ser degolladas. Hubo algunos que escaparon también a las montañas con cuanto pudieron llevar. A éstos cuando se lo pidieron los perdonó Bruto e hizo lotes con sus bienes."

72¬. "Después de atravesar el río Duero, llevó la guerra a muchos lugares reclamando gran cantidad de rehenes a quienes se le entregaban, hasta que llegó al río Letes, y fue el primer romano que proyectó cruzar este río. Lo cruzó, en efecto, y llegó hasta otro río llamado Nimis e hizo una expedición contra los brácaros, que le habían arrebatado las provisiones que llevaba. Es éste un pueblo enormemente belicoso que combate juntamente con sus mujeres que llevan armas y mueren con ardor sin que ninguno de ellos haga gesto de huir, ni muestre su espalda, ni deje escapar un grito. De las mujeres que son capturadas, unas se dan muerte a sí mismas y otras, incluso, dan muerte a sus hijos con sus propias manos, alegres con la muerte más que con la esclavitud. Algunas ciudades que entonces se pasaron al lado de Bruto se sublevaron poco después y Bruto las sometió de nuevo."

73¬. "Se dirigió contra Talábriga, ciudad que con frecuencia había sido sometida por él y que volvía a sublevarse causándole problemas. También en aquella ocasión le solicitaron el perdón sus habitantes y se rindieron sin condiciones. Él les exigió, en primer lugar, a los desertores romanos, a los prisioneros, todas las armas que poseían y, además de esto, rehenes; después les ordenó que abandonaran la ciudad en compañía de sus hijos y mujeres. Cuando también le hubieron obedecido en esto, los rodeó con todo su ejército y pronunció un discurso reprochándoles cuántas veces se habían sublevado y habían renovado la guerra contra él. Después de haberles infundido miedo y de dar la impresión de que iba a infligirles un castigo terrible, cesó en sus reproches y les dejó volver a su ciudad para que la siguieran habitando en contra de lo que esperaban, pues les había quitado sus caballos, el trigo, cuanto dinero poseían y cualquier otro recurso público. Bruto, después de haber realizado todas estas empresas, partió hacia Roma. Yo he unido estos hechos a la narración de Viriato, puesto que fueron provocados por otros salteadores al mismo tiempo y por emulación de aquél."

74¬. "Viriato envió a sus amigos más fieles, Audax, Ditalcón y Minuro, a Cepión para negociar los acuerdos de paz. Éstos, sobornados por Cepión con grandes regalos y muchas promesas, le dieron su palabra de matar a Viriato. Y lo llevaron a cabo de la manera siguiente. Viriato, debido a sus trabajos y preocupaciones, dormía muy poco y las más de las veces descansaba armado para estar dispuesto a todo de inmediato, en caso de ser despertado. Por este motivo, le estaba permitido a sus amigos visitarle durante la noche. Gracias a esta costumbre, también en esta ocasión los socios de Audax aguardándole, penetraron en su tienda en el primer sueño, so pretexto de un asunto urgente, y lo hirieron de muerte en el cuello que era el único lugar no protegido por la armadura. Sin que nadie se percatara de lo ocurrido a causa de lo certero del golpe, escaparon al lado de Cepión y reclamaron la recompensa. Éste en ese mismo momento les permitió disfrutar sin miedo de lo que poseían, pero en lo tocante a sus demandas los envió a Roma. Los servidores de Viriato y el resto del ejército, al hacerse de día, creyendo que estaba descansando, se extrañaron a causa de su descanso desacostumbradamente largo y, finalmente, algunos descubrieron que estaba muerto con sus armas. Al punto los lamentos y el pesar se extendieron por todo el campamento, llenos todos de dolor por él y temerosos por su seguridad personal al considerar en qué clase de riesgos estaban inmersos y de qué general habían sido privados. Y lo que más les afligía era el hecho de no haber encontrado a los autores."

75¬. "Tras haber engalanado espléndidamente el cadáver de Viriato, lo quemaron sobre una pira muy elevada y ofrecieron muchos sacrificios en su honor. La infantería y la caballería corriendo a su alrededor por escuadrones con todo su armamento prorrumpía en alabanzas al modo bárbaro y todos permanecieron en torno al fuego hasta que se extinguió. Una vez concluido el funeral, celebraron combates individuales junto a su tumba. Tan grande fue la nostalgia que de él dejó tras sí Viriato, un hombre que aun siendo bárbaro, estuvo provisto de las cualidades más elevadas de un general; era el primero en todos en arrostrar el peligro y el más justo a la hora de repartir el botín. Pues jamás aceptó tomar porción mayor aunque se lo pidieran en todas las ocasiones, e incluso aquello que tomaba lo repartía entre los más valientes. Gracias a ello tuvo un ejército con gentes de diversa procedencia sin conocer en los ocho años de esta guerra ninguna sedición, obediente siempre y absolutamente dispuesto a arrostrar los peligros, tarea ésta dificilísima y jamás conseguida fácilmente por ningún general. Después de su muerte eligieron a Tántalo, uno de ellos, como general y se dirigieron a Sagunto, ciudad que Aníbal, tras haberla tomado, había fundado de nuevo y le había dado el nombre de Cartago Nova, en recuerdo de su patria. Cuando fueron rechazados de allí y estaban cruzando el río Betis los atacó Cepión y, finalmente, Tántalo exhausto se rindió con su ejército a Cepión, a condición de que fueran tratados como un pueblo sometido. Los despojó de todas sus armas, y les concedió tierra suficiente, a fin de que no tuvieran que practicar el bandidaje por falta de recursos. Y de este modo acabó la guerra de Viriato." 16-VIII-02 Apiano, Historia de Roma, Sobre Iberia (Para continuar, ver "Apiano sobre Iberia IV" en la Biblioteca, en la sección de " Escritos antiguos" o pulsar abajo en "más información en otro artículo de celtíberia.net")

 https://www.celtiberia.net/es/biblioteca/?id=336

15.03.2018 11:53

Túrbula, la Requena romana.

Túrbula en la Geographia de Claudio Ptolomeo (S II d.C.)

Es muy relevante, es de gran importancia la Geographia de Claudio Ptolomeo para conseguir aclarar cuál fue la ciudad u oppidum hispano romano que sostuvo el cerro de La Villa de Requena.

Es la mejor descripción de la localización de ciudades hispano romanas que se guarda de la antigüedad, aunque son transcripciones posteriores las que conocemos.

Aunque las posiciones que marcan las coordenadas de esta obra no tienen la precisión de los mapas actuales, sí que nos ofrece un posicionamiento de las ciudades hispanas en el S II d.C. con una aproximación que nos permite ubicarlas en un área ligeramente concreta. Si a estos datos les ayudamos cruzando los conocidos de otras fuentes de la época y los de los estudios arqueológicos modernos, lograríamos en bastantes casos certificar una posición real de estas ciudades nombradas por Ptolomeo.

Túrbula aparece en el libro II de esta obra, en la parte correspondiente a Europa, dentro de las ciudades de los bastitani, entre los lobetani, los oretani y los contestani.

Ciertamente, no todas las ciudades hispanas que aparecen en la Geographia tienen su ubicación correcta o exacta, pero, según hemos estudiado, la mayoría si la tienen, salvando los márgenes de error de una tecnología poco minuciosa, debido a su elaboración con aparatos rudimentarios o bien a “ojo de buen cubero”.

Por lo tanto, vamos a ser permisivos con la información que nos ha llegado de la obra de Ptolomeo, e incluso podríamos decir que muy agradecidos por la labor que hizo, ya que si no, ignoraríamos muchos datos. Y nos vamos a permitir darles difusión pública, ya que los derechos de autor hace ya casi un par de milenios que han caducado.

Nos hemos dedicado a investigar las correctas localizaciones de bastantes de estas ciudades, pero éste no es el lugar donde exponer las conclusiones concretas a las que hemos llegado, así que hablaremos en tono general de este asunto.

Vamos a ser exigentes y expondremos ciertos fallos que en ella observamos al estudiarlo hoy en día:

- Algunas ubicaciones debido a posibles malas transcripciones posteriores, quizás medievales. Por ejemplo la ubicación de Segóbriga en el límite este de los celtiberi, cuando estaba en el oeste; o bien la repetición de dos ciudades de los berones, Varea por Varra, y Oliba por Iliba, cuyas ubicaciones son próximas pero distintas, e incluso entre los berones localizan Seguvia cuando debería estar entre los carpetani. Hay varios casos más, que son fácilmente identificables, pero a la mayoría las coordenadas las conducen a su lugar verdadero.

- Se basó Ptolomeo en por lo menos dos versiones de fuentes distintas, una que claramente describe las costas peninsulares, y otra de todo el interior. Eso se observa en la distorsión de la ubicación de los puntos geográficos costeros y de algunas ciudades al dibujarlas sobre papel en un mapa, donde se vislumbra que no encajan correctamente entre ellos. Ejemplos de esto los observamos en la desembocadura del Pallantia que, comparada con la ubicación de la cercana ciudad de Saguntum, aparece alejada de ésta prácticamente en medio del mar Mediterráneo; o el Portus Ilicitanus (seguramente Santa Pola) que aparece más al norte de la desembocadura del río Saetabis (Serpis) que desemboca por Gandía, cuando en realidad es a la inversa.

- Otro error, o más bien una distorsión debida a la antigüedad de la obra, se observa en que las coordenadas de longitud son más anchas cuanto más al norte están; y también en que éstas, conforme suben hacia el norte tienden a girarse hacia el este en el sentido de las agujas del reloj. La consecuencia de esto es que, si se plasma en un mapa, la Península Ibérica aparece inclinada hacia el este y más ancha al norte que al sur. De forma que si comparamos un mapa de España actual con uno de las coordenadas de la Geographia de Ptolomeo, se ve claramente que la correlación de ciudades de la obra está inclinada dependiendo del lugar geográfico entre 15 y 30 grados sexagesimales.

- Y tendremos también en cuenta las distintas opiniones que en la actualidad se vierten sobre la interpretación de todos estos datos donde, por supuesto, la cierta siempre será la nuestra.

 

Geographicae enarrationis libri octo. (1541). Transcripción de la Geographia de Claudio Ptolomeo (S II d.C.) Ciudades que son de los bastitanos.

 

Situación de Túrbula en una mapa realizado según las coordenadas de la Geographia de Claudio Ptolomeo

 

Podríamos convenir que la Geographia de Ptolomeo tiene importantes aciertos en sus definiciones, y que tiene perdonables errores en sus apreciaciones.

Sobre la zona que nos interesa, el entorno de la ciudad de Túrbula, se puede observar que el acierto es más prominente que el error, y para comprobarlo describimos los siguientes aspectos:

- Tenemos dos sistemas montañosos bien identificados, los Mons Idúbeda (Sistema Ibérico) y los Mons Orospeda (Sistema Bético). Ptolomeo identifica con coordenadas los dos extremos de ambos elementos orográficos, de una manera bastante precisa. La confluencia de estos dos sistemas montañosos recogen el norte de las ciudades bastitanas, envolviéndolas, ciudades que se corresponden con Túrbula (La Villa, Requena), Pucialia (Enguídanos), Salaria (Iniesta), y un poco más al sur, Bigerra (Las Eras, Alcalá del Júcar) y Saltiga (Chinchilla). En un mapa actual podemos observar que es el territorio que envuelven el Sistema Ibérico y el Sistema Bético. En este punto el Sistema Bético se corresponde con la Sierra Martés, Sierra de las Cabrillas, Sierra de Malacara, Sierra del Tejo, Sierra de los Bosques y Sierra de Utiel. Y del Sistema Ibérico la Sierra Calderona y la Sierra de Javalambre. Estas cadenas montañosas coinciden con la separación entre los territorios bastitanos y sus vecinos. Al norte, a partir de los Mons Idúbeda, los edetanos de Edeta (Liria), Saguntum (Sagunto) y Etobesa (Segorbe). Al este, tras los Mons Orospeda, Menlaria (La Carencia, Turís) y Saetabis (Castillo de Játiva).

Ejercieron de elementos orográficos que separaban territorios delimitados geográficamente por la administración romana de Hispania. Estos montes nos certifican la posición que ocuparon las ciudades del norte de los bastitanos al sur del río Turia, entre los ríos Cabriel y Júcar, es decir, entorno a la medieval Tierra de Requena.

 

Líneas montañosas entorno a Túrbula. Sistema Ibérico (Mons Idúbeda) y Sistema Bético (Mons Orospeda), y las sierras que las conforman.

- Podemos fijar como puntos de referencia para identificar la posición de Túrbula las ciudades de su alrededor que localiza Ptolomeo en su obra, y que conocemos con certeza su localización actual. Estas ciudades son Saetabis (castillo de Játiva), Saltiga (Chinchilla de Motearagón), Valentia (Valencia), Saguntum (Sagunto), Edeta (Tosal de San Miguel, Liria) y Valeria (Valeria). Trazando líneas que converjan desde estas ciudades identificadas hacia Túrbula, primero en el mapa según las coordenadas de Ptolomeo, y segundo en un mapa actual, se ve claramente que son similares en ambos, con una diferencia gráfica que ya hemos comentado anteriormente, que el mapa de Ptolomeo y sus referencias geográficas se giran hacia el este en el sentido de las agujas del reloj, de manera que entre las líneas trazadas se percibe una diferencia aproximada de unos 30 º sexagesimales. Esta comparativa por épocas, nos ayuda visualmente a acercarnos hacia la certificación de la identificación de la posición de Túrbula en el entorno de la medieval Tierra de Requena.

- La identificación por Claudio Ptolomeo de cada ciudad hispano-romana con la atribución territorial que les asignaron los romanos, nos proporciona gran ayuda para comprobar que efectivamente se correspondan con su real ubicación. Ptolomeo reúne unos grupos de ciudades y las apellida dentro de gentilidades regionales, que en el caso del entorno de Túrbula se identifican como celtiberi, edetani, lobetani, bastitani y contestani. El trazar líneas de límites utilizando las ubicaciones por las coordenadas de estas ciudades, da como resultado unas hipotéticas fronteras que coinciden de forma bastante precisa tanto en un mapa de los datos de Ptolomeo, como en un mapa actual. De esta manera, sabemos que Túrbula se sitúa dentro de los límites de los bastitani, en su extremo noreste, y que ejerce de “ciudad-frontera” con sus vecinas de los edetani y los contestani. El límite de los bastitani se percibe más claramente gracias al trazado de los Mons Idúbeda y Mons Orospeda que hace Ptolomeo, y que coinciden respectivamente con los límites edetani-bastitani y contestani-bastitani. Coincidencia que no parece casual, sino más bien un concepto de distribución geográfica muy romano.

 

Distribución radial de las ciudades hispano-romanas de ubicación conocida actualmente entorno a Túrbula, en un mapa elaborado según las coordenadas de la Geographia de Ptolomeo.

 

Distribución radial de las ciudades hispano-romanas con ubicación actual conocida entorno a Túrbula, según un mapa actual.

- Datos que no podemos obviar jamás son las referencias arqueológicas, pues de sólo pan no es un bocadillo. Necesitamos conocer un lugar arqueológico en el entorno de la Tierra de Requena que podamos identificar con una ciudad hispano-romana del S II d.C. Sólo existe uno así que conozcamos, y estuvo bajo el barrio medieval de La Villa (Requena), según leemos en los únicos estudios arqueológicos realizados con rigor en su subsuelo, a mano del arqueólogo D. José Manuel Martínez García (quien debió haber sido arqueólogo municipal de Requena). Por lo tanto, sería el único lugar físico que se podría identificar con Túrbula.

- Pero quizás sólo con estos datos no nos bastaría para certificar con un grado muy alto el que Túrbula se identificase con Requena. Para complementar los datos que hemos sacado de Ptolomeo, en posteriores artículos hablaremos de otras fuentes históricas antiguas como son el Itinerario de Antonino, los Vasos Apolinares, Polibio, Tito Livio, Apiano de Alejandría, Estrabón.

 

Mapa según las coordenadas de la geographia de Claudio Ptolomeo (S XVI)

Conclusiones

La Geographia de Claudio Ptolomeo (S II d.C.) nos indica que Túrbula fue una ciudad bastitana que su ubicó en el área de lo que fue la medieval Tierra de Requena, y cuya ubicación debió ser la ciudad romana de La Villa (Requena). El proceso no es tan sencillo, y debemos estudiar el proceso anterior a esta época y el posterior para comprender esta afirmación, lo cual haremos. Pero además necesitamos contrastar datos con otras fuentes distintas a Ptolomeo para conseguir una confirmación de lo que estamos aseverando. Ya hace tiempo que he comenzado a aportar datos en anteriores artículos en “Crónicas Históricas de Requena”, en el apartado de “Época Antigua”, y, en posteriores, haremos referencia a las Fuentes Antiguas escritas, al igual que hemos hecho con Ptolomeo.

Fuentes:

*Crónicas Históricas de Requena, web, época antigua. Artículos de Javier Jordá Sánchez.

Autor: Javier Jordá Sánchez.

(Por favor, si utilizan estos datos para sus propios trabajos, citen la procedencia)

11.02.2018 22:21

Turdam oppidum, la ciudad perdida ibérica de la Tierra de Requena

Por fin lo voy a decir claramente, después de algunos años de investigación y de unos cuantos artículos sobre la Edad del Hierro en la comarca. Concluyo que hubo un gran pueblo ibero que habitó lo que fue la medieval Tierra de Requena. Estos iberos tuvieron una capitalidad en la gran ciudad ibera que se esconde bajo el yacimiento arqueológico de Los Villares (Caudete de las Fuentes).

Esta ciudad se llamaba “TURDA”, y aparece nombrada por Tito Livio en su obra “Ab urbe condita” (33.44) tras una batalla celebrada en sus proximidades antes del idus de marzo de 165 a.C., cuando aún era ibera pura. La batalla tuvo un protagonista romano, el pretor de la provincia Citerior, Quinto Minucio, y dos iberos, los generales Budar y Besadin. Como todos sabemos, la Citerior era la provincia Hispana del norte, y la Ulterior la del sur andaluz.

Turda, la capital de los turdetanos había comenzado su preponderancia hacia el S VI o V a.C., según hemos leído en los trabajos arqueológicos que se han llevado a cabo en “Los Villares” (Caudete de las Fuentes); y fue arrasada por última vez, que no la única, hacia la primera mitad del S I a.C. Tras esta fecha dejó de ser una ciudad y pasó a ser un lugar. Pasada esta tragedia de la que fueron culpables las guerras romanas, la capitalidad del antiguo territorio ibero, ahora romano, fue trasladada a 17 kilómetros de allí, a otra entidad poblacional más pequeña a la que llamaron “la pequeña Turda”, que en latín se escribiría “Túrdula”. Túrdula aparece 3 siglos después en la Geographia de Claudio Ptolomeo (S II d.C.) nominada como “Túrbula”.

Túrbula fue la única ciudad hispano-romana que existió como tal en el territorio de la Tierra de Requena, en un entorno de abundantes villas agrícolas e industriales. El único lugar de la comarca de la Tierra del Cabriel y el Magro que esconde una antigua ciudad romana es el barrio antiguo de Requena, La Villa.

La “capitalidad” del territorio pasó de Los Villares (Caudete de las Fuentes), la Turda ibérica desde el S VI al I a.C., hacia La Villa (Requena) en la época romanizada.

En próximos artículos de Crónicas Históricas de Requena expondré los datos que he estudiado a partir de los cuales he conseguido llegar a averiguar lo que aquí he expuesto. No hay pérdida, todo está escrito y reflejado, y las pruebas arqueológicas lo demuestran.

Oppidum ibérico de Los Villares (Caudete de las Fuentes). Turda.

Oppidum hispano-romano de La Villa (Requena). Túrbula.

Turda fue trasladada a Túrbula, de Los Villares (Caudete de las Fuentes) a La Villa (Requena), a 17 kms

Autor: Javier Jordá Sánchez

 

27.01.2018 13:47

Buscando el oppidum perdido de la Tierra del Cabriel y el Magro

Después de varios artículos estudiando el entorno histórico prerromano y romano, creo que hemos forjado las bases para comenzar a exponer lo que hemos averiguado respecto a cuál fue el pueblo que habitó estas tierras, y cuál fue la ciudad cabeza del territorio.

Estos son los artículos publicados en Crónicas Históricas de Requena que formarán la base de esta búsqueda:

1/ PANORAMA DEL MUNDO IBÉRICO EN LA MESETA DEL CABRIEL.

2/ DE LA EDAD DEL BRONCE A LA DEL HIERRO EN LA MESETA DEL CABRIEL.

3/ NUESTRO ESTADO IBÉRICO. REQUENA Y LA MESETA DEL CABRIEL.

4/ EL TRAZADO DE LOS LÍMITES DEL ESTADO IBÉRICO. REQUENA Y LA MESETA DEL CABRIEL.

5/ TIPOS DE POBLAMIENTO IBEROS. REQUENA Y LA MESETA DEL CABRIEL.

6/ SANTUARIOS Y OTROS LUGARES DE RITO IBEROS. MESETA DEL CABRIEL

7/ DESPUÉS DE LOS IBEROS Y ANTES DE LOS ROMANOS EN LA MESETA DEL CABRIEL.

8/ LA VILLA DE REQUENA, UNA CIUDAD ROMANA.

9/ El INTERIOR DE UN ESTADO IBÉRICO. REQUENA Y LA TIERRA DEL CABRIEL.

10/ DOS ESTADOS IBÉRICOS SOBRE EL CABRIEL Y EL TURIA. XELIN, El Estado ibero al norte del Turia.

11/ Un gran Estado Ibérico al sur del Cabriel, nuestros ricos vecinos de Aras

12/ Edeta-Sagunto, nuestros vecinos y enemigos iberos del Levante.

13/ LOS LOBETANI, vecinos ibero-romanos en el Alto Cabriel.

14/ PUTEA, SALARIA Y BIGERRA, los oppidum hispano-romanos de La Manchuela, al otro lado del Cabriel.

En “El PANORAMA DEL MUNDO IBÉRICO EN LA MESETA DEL CABRIEL” expusimos que el mundo prerromano en la comarca está muy necesitado de investigación, y que deberíamos dedicarnos a elucubrar sobre qué pasó y quiénes pasaron por aquí en aquella era olvidada.

Muchas e interesantes piezas arqueológicas han sido encontradas en nuestro suelo, y son centenares los yacimientos arqueológicos que esperan ser mínimamente estudiados. Esto nos hace intuir que fue un territorio muy importante en los acaeceres prerromanos.

En “DE LA EDAD DEL BRONCE A LA DEL HIERRO EN LA MESETA DEL CABRIEL” comentamos la continuidad generacional de los antiguos pobladores de la Edad del Bronce hacia los continuadores en la Edad del Hierro. A ambos me atrevo a llamarles “iberos”, pues en bastantes casos, los poblados del Bronce siguieron habitados en el Hierro. Y destacamos la gran densidad de población que habitó aquel territorio en aquellos tiempos.

En “NUESTRO ESTADO IBÉRICO. REQUENA Y LA MESETA DEL CABRIEL” y” EL TRAZADO DE LOS LÍMITES DEL ESTADO IBÉRICO. REQUENA Y LA MESETA DEL CABRIEL”, explicamos detalladamente como el territorio que comprende nuestra actual comarca, incluyendo alguno colindante, comprendió una entidad política única a la que nos atrevemos a denominar “ciudad-estado ibera”. Conformada por entidades poblacionales de oppidum grandes y medianos, poblaciones en altura y en llano, defensivas y comerciales, villas agrícolas, zonas industriales. En fín, todo tipo de lugares que nos muestran una sociedad muy completa y poderosa. Fue un “gran Estado” ibero.

En estos artículos fuimos capaces de aventurarnos a describir y dibujar unos límites concretos de los que fue el territorio de esta “Ciudad-Estado”, que recogía una superficie de algo más de 2000 kilómetros cuadrados, espacio habitual de lo que fueron estas entidades políticas en buena parte de Hispania.

En "TIPOS DE POBLAMIENTOS IBEROS. REQUENA Y LA MESETA DEL CABRIEL" explicamos la extensa variedad de hábitats iberos que se localizaron en la comarca. Se conocen un gran número de yacimientos arqueológicos de la Edad del Hierro en nuestra tierra, aproximadamente rondando los 400, lo cual es mucho. Entre ellos tenemos yacimientos de gran tamaño de los que resaltan Los Villares (Caudete de las Fuentes) de unas 10 hectáreas y La Villa (Requena) de unas 7 hectáreas. Se conocen además un buen número de yacimientos también bastante extensos, entre los que destaca la Muela de Arriba (Requena), con 25 hectáreas de área de dispersión, y varios de más de 4 hectáreas, de los cuales muchos están en llano, dedicados a la producción económica, y otros están en altura, con función de control del territorio. Hay también gran cantidad de mediano y pequeño tamaño, con muy diversa funcionalidad, ya como atalayas, ya producción económica, ya función de culto.

Tal variedad y cantidad de poblamientos iberos nos da una perfecta noción de lo importante que fue ese Estado-ciudad ibero del que hablamos.

En “SANTUARIOS Y OTROS LUGARES DE RITO IBEROS. MESETA DEL “, enumeramos los lugares rituales que se distribuyen en cuevas, en puntales elevados y quizás en un gran centro de culto en proceso de descubrir. Conocemos también varias necrópolis iberas, algunas de bastante extensión, situadas en zonas llanas la mayoría. Y un lugar de encrucijada con escritos iberos en los montes de Siete Aguas que parecen marcar una división de territorios, o bien un lugar de unión entre ellos.

En “DESPUÉS DE LOS IBEROS Y ANTES DE LOS ROMANOS EN LA MESETA DEL CABRIEL” intentamos dar a entender que después de la llegada de Carthago y Roma a Hispania, no desapareció la cultura, los linajes, las costumbres y la población ibera de la comarca, sino que prosiguió como tal adaptándose a la imposición de las normas de los invasores. Aunque de siempre, las culturas mediterráneas se habían influido mutuamente.

En “LA VILLA DE REQUENA, UNA CIUDAD ROMANA” estudiamos el cambio de centralidad comarcal del oppidum ibérico de Los Villares (Caudete de las Fuentes) hacia el oppidum de La Villa (Requena). Los Villares tuvo una vida como ciudad grande y principal dentro del “estado ibérico” desde el S VI-V a.C. hasta el I a.C., cuando fue arrasada y abandonada. La Villa fue una población grande pero secundaria durante la preponderancia ibérica de Los Villares, pero, a diferencia de ésta, estuvo habitada por lo menos desde la Edad del Bronce, hasta la actualidad.

A partir del S II a.C. el territorio se fue romanizando, teniendo lugar en este siglo y en el siguiente varios episodios bélicos, primero entre hispanos rebeldes y romanos, y después entre aliados de las dos culturas. Con la caída en el S I a.C. de Los Villares, el peso de la ciudad principal del territorio se fue trasladando hacia La Villa, que pervivió como una “pequeña” sucesora de su antecesora comarcal.

En “El INTERIOR DE UN ESTADO IBÉRICO. REQUENA Y LA TIERRA DEL CABRIEL”, detallamos con minuciosidad las localizaciones de los hábitats prerromanos de la comarca y aledaños. Explicamos que existen unas zonas llanas interiores muy pobladas en las que se concentran grandes, medianas y pequeñas villas rurales iberas dedicadas a la producción agrícola, ganadera e industrial. Hay algunas zonas donde la densidad poblacional es muy elevada, sobre todo hacia el Llano de Campo Arcís y su entorno, pero el resto del territorio también estuvo bastante poblado y con centros de trabajo, como es el caso de Sinarcas, Llano del Rebollar, Vega del río Magro, Camporrobles-Fuenterrobles, Muela de Arriba. Aparte de las poblaciones mayores de Los Villares y La Villa, y los numerosos oppidum fortificados en altura medianos.

Este artículo nos revela la gran importancia que tuvo el “Estado ibero” que hubo en el territorio de la Tierra del Cabriel y el Magro, pues estuvo muy densamente poblado y su economía fue muy fuerte. Es de destacar la existencia de varios hornos de fundición de hierro, que entre otras cosas podríamos relacionar con una importante producción de armas.

En “DOS ESTADOS IBÉRICOS SOBRE EL CABRIEL Y EL TURIA. XELIN, El ESTADO IBERO AL NORTE DEL TURIA”, comenzamos los artículos en los que intentamos dar explicación de cómo fue nuestro “Estado ibérico” de referencia, analizando los límites exteriores. Intentamos buscar otros “Estado-ciudades iberos” que fueron vecinos de éste, y cuyas ciudades tuvieron funcionalidades semejantes a nivel político-económico. En el caso de Xelin, demostramos dos aspectos que nos pueden ayudar en nuestra búsqueda

1/ Haber encontrado un oppidum que debió ser el centro del “Estado ibero” que se ubicó al otro lado del río Turia cuyo nombre es “XELIN”, ya que ese nombre aparece en un mapa de 1634 elaborado por Pedro de Texeira que fue hallado recientemente, en el año 2000.

2/ Ese mismo nombre se corresponde con la ceca de la ciudad ibero-romana de Kelin (o Gelin, o Celin, o Xelin), que equivocadamente se ha estado situando hasta ahora en nuestra comarca, en Los Villares (Caudete de las Fuentes).

Es importante tener en cuenta que estas ciudades iberas, como consecuencia de su propia formación territorial, suelen tener entre si una equidistancia que ronda los 40 kilómetros.

En ”UN GRAN ESTADO AL SUR DEL CABRIEL, NUESTROS RICOS VECINOS DE ARAS”, hemos encontrado un “Estado ibero” cuyo oppidum principal estuvo claramente en Cerro Meca (Ayora), de gran extensión, que concentró la población y la economía en él, pues los hábitats de su territorio no son numerosos ni grandes. Entre ambos “estados” debió existir una buena relación económica y política, por las razones que expusimos.

En “EDETA-SAGUNTO, NUESTROS VECINOS Y ENEMIGOS IBEROS DEL LEVANTE. EDETA-SAGUNTO” encontramos importante información en las Fuentes Históricas romanas que nos aclaran muchos aspectos sobre la época ibero-romana de la comarca de la Tierra del Cabriel y el Magro. El episodio en el que nos cuentan las Fuentes cómo se inicia la 2ª Guerra Púnica entre Carthago y Roma, tiene lugar como consecuencia de los litigios por malas prácticas interterritoriales de vecinos entre saguntinos y turbuletes o turdetanos. Estos últimos eran los habitantes de la ciudad-estado de Túrbula (Ptolomeo S II d. C.) o Turda (Tito Livio S I a.C.).

Estos vecinos de los saguntinos serán los que nos van a aclarar las dudas que nos hemos planteado.

La cercanía entre Saguntum y el yacimiento arqueológico del Tosal de San Miguel (Liria) y/o la ciudad de Liria, nos hizo plantearnos si hubo una dualidad entre oppidum que quizá compartieron territorio, lo cual aclararía algunos aspectos.

En “LOS LOBETANI, VECINOS IBERO-ROMANOS EN EL ALTO CABRIEL” seguimos completando el panorama de “Estado-ciudades” que rodeaban nuestro territorio ibero. En este caso, la noroeste, aportamos la posible ubicación del oppidum de Lobetum, cabeza de un territorio dedicado a la minería del hierro. El caso es que un gran oppidum situado en el término de Moya (Cuenca) fue la única ciudad de gran entidad de la Edad del Hierro que existió en su entorno, el resto fueron hábitats menores, y en menor número que a nuestro lado del Cabriel.

Nos faltaría un detalle, ya que este oppidum no se transformó en una ciudad romana, por lo que la Lobetum que aparece en la Geographia de Ptolomeo (S II d.C.) no estuvo en él. Entonces debió existir esa Lobetum a no muchos kilómetros, en otro lugar que no hemos encontrado. ¿Quizás debajo de la cercana población de Landete?

Y como colofón final, con “PUTEA, SALARIA Y BIGERRA, LOS OPPIDUM HISPANO-ROMANOS DE LA MANCHUELA, AL OTRO LADO DEL CABRIEL”, terminamos el cerco de territorios iberos y romanos que circundaban el “Estado-ciudad” ibero que ocupaba aproximadamente lo que fue la Tierra de Requena en la Edad Media. Estas ciudades aparecen en las Fuentes Históricas romanas, Pucialia y Salaria sólo en las provenientes del S II y I d.C., y Bigerra tanto en S II d.C. como en S III a.C. ya que además la nombra Tito Livio como una ciudad ibera aliada de Roma, atacada por los cartaginenses durante la 2ª Guerra Púnica.

Lo que más nos interesa de estas tres ciudades es que aparecen reflejadas en la Geographia de Ptolomeo (S II a.C.), circunvalando a otra ciudad llamada Túrbula, y que estas cuatro formaban parte del territorio final de las ciudades bastitanas en su parte más al norte. Al tener localizadas a las tres ciudades en el margen derecho del río Cabriel, nos es más sencillo localizar Túrbula en el margen izquierdo del río, dentro de los límites geográficos descritos en Ptolomeo donde se cruzan las estribaciones de las sierras de la Cordillera Ibérica (Mons Idúbeda) y de la Cordillera Bética (Mons Orospeda), al sur y al oeste de ellas.

Todo lo escrito representa la base que sustenta la hipótesis que me voy a permitir explicar en mis próximos artículos en Crónicas Históricas de Requena, sobre que nuestra comarca, en aproximadamente el territorio que ocupó en la Edad Media lo que fue la Tierra de Requena, existió un “Estado-ciudad” ibero. Éste estuvo ocupado por una gens (conjunto de personas pertenecientes a un linaje o lugar) que las Fuentes Históricas romanas han llamado turdetani o turbuletes, y que estuvieron ligados a una dos ciudades que fueron la misma pero en distinta ubicación que se llamaron igual por esa causa, primero su nombre fue TURDA cuando fue ibera en Los Villares (Caudete de las Fuentes) y después fue TÚRBULA cuando fue ibero-romana en La Villa (Requena).

En próximos artículos explicitaremos, según las Fuentes Históricas Antiguas, cuál o cuáles fueron los nombres de las ciudades y el territorio ibero que pervive tras 2 milenios bajo las tierras de nuestra comarca, la Tierra del Cabriel y el Magro, en espera de que alguien se acuerde de ellos.

Autor: Javier Jordá Sánchez

*(Enlace a los artículos nombrados)

cronicas-historicas-de-requena.webnode.es/epoca-antigua/newscbm_671516/50/

26.01.2018 13:25

Si hubo dos oppidum grandes en la ciudad-estado de Turda, el de Los Villares (Caudete de las Fuentes) de 10 hectáreas y el de La Villa (Requena) de 7 hectáreas, ¿cómo es posible que las dos tuvieran el mismo nombre?.

La vida de la ciudad de Turda de Los Villares se prolonga desde el S VII a.C. hasta el S I a.C.,al menos como oppidum o ciudad grande principal. La vida de la ciudad de Túrbula de La Villa tiene una ocupación que se remonta desde la Edad del Bronce hasta la actualidad.

Si bien en la Edad del Bronce no tenemos constancia de que existieran ciudades-estado en Hispania, si encontramos ejemplos de grandes ciudades fortificadas desde ya el periodo calcolítico. Pero aquí no tenemos estudios arqueológicos que nos indiquen qué estructura política hubo. Pero si sabemos que durante el auge de la ciudad ibérica de turda de los Villares, esta fue la ciudad principal que controló su "Estado", mientras que el oppidum de La Villa fue relegado a un segundo lugar dentro de éste. Sin embargo, a partir del S I a.C. Los Villares desapareció como ciudad y la entidad principal del territorio, ya romano, se desplazó a la secundaria población de La Villa. Este ejemplo no es nada extraño, sino más bien al contrario, pues pasó con un gran número de ciudades iberas, aunque no todas.

Si existieron estos dos oppidum al mismo tiempo, debieron tener dos denominaciones distintas. Entonces, ¿por qué Los Villares se llamó Turda en época ibera, y La Villa pasó a denominarse Túrbula (la pequeña Turba en latín) cuando se dió ese traslado?

Pondremos algunas hipótesis:

1/ Podría ser que ambas ciudades hermanas fuesen destruidas al mismo tiempo en el S I a.C. perdiendo su identidad, y sobre las cenizas del oppidum ibero de La Villa decidieran las autoridades romanas construir una pequeña ciudad romana, utilizando el nombre de la antigua gran ciudad ibera de los Villares, Turda. En latín, la terminación en -ula significa "pequeño". Así que la nueva pequeña ciudad se llamaría "Túrbula". Fue normal en el traslado o transformación de ciudades iberas a otras romanas que se reutilizase el mismo nombre, por ejemplo Bilbis a Bilbilis (cerca de Calatayud).

2/ Podría ser que Turda no hubiese estado en Los Villares, y éste hubiese sido lo que han denominado Kelin. Entonces La Villa siempre se hubiese denominado "Turda", y con posterioridad se transformó en Túrbula. Este punto no me parece lógico, porque kelin ha aparecido como Xelin en un oppidum que perdura hasta época romana junto a la rambla Arquela (denominación actual que recuerda perfectamente al nombre de Kelin) en el término de La Yesa, a unos 40 kilómetros de Los Villares. Y también porque Turda es nombrada en Tito Livio como "su ciudad", es decir, que no existía otra ciudad superior o semejante en su territorio hacia el S III a.C., y esta ciudad principal no era La Villa, sino Los Villares. Así que Los Villares, como ciudad principal ibera, según lo que nos dice Tito Livio, debía ser necesariamente Turda.

3/ Podría ser que Los Villares fuese Turda, pero no desapareciese y quedara como una ciudad más pequeña durante la época romana. Esto es descartable por no haberse hallado en el yacimiento restos de ninguna ciudad romana, y por estar claramente delimitados los estratos arqueológicos al periodo ibero desde el S VI a.C. hasta el S I a.C. (si no antes).

4/ Podría ser que Los Villares tuviese el nombre de Turda y La Villa tuviese otro nombre ibero que desconocemos. Entonces, ¿no conservaría su propio nombre y no habría adoptado el nuevo nombre de Túrbula?. Podría ser una opción, pero como no encontramos otra ubicación semejante que pudiera soportar el hecho de haber existido como ciudad romana de una cierta entidad (La Villa tiene unas 7 hectáreas de extensión) similar a otras nombradas en la Geographia de Ptolomeo (S II d.C.), entonces sería la única candidata a ser Túrbula. Entonces tendríamos que hacer caso a lo que hemos expuesto en el punto 1.

Es decir, que la explicación más coherente sería la que referimos en el punto 1

Autor: Javier Jordá Sánchez

 

02.01.2018 15:37

PUTEA, SALARIA Y BIGERRA, los oppidum hispano-romanos de La Manchuela.

Al otro lado del río Cabriel, al oeste y suroeste de la Tierra del Cabriel y el Magro hemos logrado encontrar tres lugares arqueológicos que podríamos identificar con tres ciudades hispano-romanas que aparecen reflejadas en la Geographia de Claudio Ptolomeo (S II d.C.). Ptolomeo las vincula a las tres con los pueblos bastitanos, y los localiza al norte-noroeste del límite de estos.

Estas tres poblaciones que nombra Ptolomeo son Pucialia, Salaria y Bigerra. Para ubicarlas en una representación cartográfica según las coordenadas que nos han llegado de este autor greco-romano, deberíamos fijarnos en:

-Si plasmamos en un mapa las coordenadas de Ptolomeo, éste resultaría con una forma más aplastada y girada respecto a uno actual, de manera que el norte se inclinaría hacia el este, y de la misma manera el resto de puntos cardinales.

-Siguen una línea entre ellas de norte a sur. Esa línea estaría situada en un “pico” que rellenaría el ángulo que conforma la confluencia entre los Mons Orospeda (Sistema Bético) y Mons Idúbeda (Sistema Ibérico).

-Esa línea tendría al norte a los “lobetani”, al noreste a los “edetani”, al este a los “contestani”, al oeste a los “celtiberi”, y al sur a las ciudades que, al igual que ellas, pertenecen a los “bastitani”.

-Igualmente, las ciudades nombradas que las rodean, de las cuales conocemos segura su ubicación son “Saltiga” (Chinchilla de Montearagón, Albacete) al sur, Valeria (Valera de Abajo, Cuenca), Edeta (Liria, Valencia). Y de las que conocemos su ubicación probable son “Lobetum (término de Moya, Cuenca), Osicerda (Cerro de Las Majadas, El Castellar, Teruel), Etobesa (Segorbe, Castellón).

-Aparte de en Ptolomeo, encontramos citada a Putea (denominación afín a Pucialia) en el Itinerario de Antonino (S III d.C.), en su ruta número 31. En él, entre las ciudades de Saltici (Chinchilla de Montearagón, AB) y Valeponga (en el entorno del Rincón de Ademuz), aparece la mención de “Ad Putea” (hacia Putea) que designaría a un cruce de caminos en el que habría un desvío que conduciría a Putea.

-Pucialia, Salaria y Bigerra son las tres ciudades bastitanas de Ptolomeo que envuelven la comarca de la Tierra del Cabriel y el Magro, recorriendo paralelas la curva que hace el río Cabriel entre esta comarca y las Manchuelas conquense y albaceteña. Una línea que se direcciona hacia Saltiga (Chinchilla de Montearagón), al otro lado del río Sucro (Júcar).

-Pucialia, Salaria y Bigerra envuelven a otra ciudad bastitana llamada Túrbula, que queda “encerrada” al otro lado por los Mons Idúbeda y Mons Orospeda.

Ubicación según las coordenadas de Claudio Ptolomeo (S II d.C.) de las ciudades de Pucialia, Salaria y Bigerra.

Putea, Salaria y Bigerra localizadas en un mapa actual.

Localización de Pucialia, Salaria y Bigerra

Al igual que hemos comentado en otras ocasiones sobre localizaciones de ciudades hispano-romanas que aparecen en las Fuentes Históricas Antiguas, debemos aclarar que las conclusiones a las que vayamos a llegar en este artículo no tienen por qué ser las definitivas, y estamos abiertos a nuevos datos. Pero los que vamos a aportar son los que más certeros nos parecen hasta el momento.

Pucialia o Putea

Como hemos comentado anteriormente, Pucialia aparece nombrada en dos de las Fuentes Históricas Antiguas de las que tenemos referencia, que son la Geographia de Claudio Ptolomeo (S II d.C.) y el Itinerario de Antonino (o de Caracalla) (S III d.C.). También podemos encontrarla en la tábula Peutingeriana, pero no nos vale como dato, pues la parte correspondiente a Hispania se perdió y lo que podemos ver sobre nuestro territorio, es un compendio posterior sacado precisamente de las Fuentes de Ptolomeo y Antonino.

Tampoco aparece en Fuentes Antiguas escritas básicas como Tito Livio, Estrabón, Apiano, Polibio, Julio César, Pomponio Mela u otros.

Arqueológicamente no ha sido descubierta, pero disponemos de datos sobre su ubicación, gracias a un amigo, en un lugar de La Serranía Baja Conquense, no lejos del río Cabriel. Sus restos ocupan una extensa zona llana y se observan los rastros de las casas y las calles sobre la superficie.

Sus ciudades hispano-romanas vecinas serían Valeria (Valeria, Cu) al oeste; Salaria (Iniesta o Cenizate) al sur; Túrbula al este y Lobetum (término de Moya, Cu) al norte.

Pucialia, restos arqueológicos en superficie.

Salaria

La Salaria del norte de los bastitani aparece en la Geographia de Ptolomeo, pero no el itinerario de Antonino.

Ptolomeo nombra a otra Salaria al noroeste de los oretani, entre Extremadura y Ciudad Real, que entraría también en el Convento Carthaginense. El itinerario de Antonino nombra otra Salaria a 16 millas de Osonoba, es decir, en la costa sur de Portugal, con lo que queda descartada.

Enrique Flórez (1776) situó la colonia Salariense cerca de Cástulo (Linares), excusando que Ptlomeo se equivocó al situarla “al noroeste de Valencia”, hipótesis no fiable.

Plinio nombra a la colonia Salariense dentro del convento jurídico de Carthago Nova. Vamos a intentar averiguar, si se corresponde con la Salaria de La Manchuela.

La Hispania Citerior en época de Plinio (S I d.C.) se dividía en siete conventos jurídicos, el de Carthago Nova (Cartagena), el de Tarraco (Tarragona), el de Caesaraugusta (Zaragoza), el de Clunia (Coruña del Conde, BU), el de los Astures, el de Lucus Augusta (Lugo), y el de Bracara (Braga, Portugal.

La Hispania Ulterior tenía cuatro conventos jurídicos, el de Gades (Cádiz), el de Corduba (Córdoba), el de Ástigis (Écija) y el de Hispalis (Sevilla).

El resto de conventos jurídicos de Hispania, no nos es preciso enumerarlos para este estudio.

El convento jurídico de Carthago Nova comprende 2/3 de CARPETANI, 2/3 de ORETANI, BASTETANI, CONTESTANI y ½ de CELTIBERI

Plinio nombra a las ciudades de Hispania según su categoría. Las ciudades romanas se dividían de esta manera:

Convento jurídico:  “fue una demarcación territorial del Imperio Romano de las diversas subdivisiones de las provincias de Hispania, Dalmacia y Asia a cuyas capitales acudían los gobernadores con su consejo y los pueblos de las provincias con sus litigios para que se administrara justicia”.

Colonia romana:  "Asentamientos fundados por ciudadanos romanos o cuyas tierras se otorgan a los militares como pago por su servicio. En el caso de que fueran territorios ocupados por otras poblaciones, los colonos se impondrían sobre éstas, o se harían con los principales cargos y puestos administrativos. 

Municipium: " tenía un estatus inferior a la colonia romana. Eran ciudades que fueron en su momento “peregrinas” (que contaban con una menor cantidad de derechos y poseían una categoría jurídica inferior) y a las que Roma concede la plenitud de derechos. Para ello, esta ciudad debía, a cambio, implantar las formas de gobierno e instituciones propiamente romanas, en detrimento de las suyas propias. Éste era un privilegio que sólo se otorgaba a aquellas ciudades que hubieran sufrido un mayor proceso de romanización, y en las que la sociedad estuviera más preparada y predispuesta a integrarse en el sistema político y administrativo romano".

Ciudades de derecho latino:  "Por debajo de las ciudades romanas, había una serie de colonias y municipios de diferente categoría, que serán los latinos. Éstas van a tener cantidad más limitada de derechos. Sin embargo, el desempeño de una magistratura dentro del marco de su municipio o colonia, permitía a algunos individuos y familias acceder a la ciudadanía romana, de manera que se abría la posibilidad de un ascenso para algunos de estos ciudadanos de las comunidades de derecho latino.

Ciudades peregrinas:  "Estaban en el escalón inferior de esta organización jurídica de los territorios romanos, eran aquellas que no contaban con los derechos propios de las latinas y romanas, y que representaban la gran mayoría del Imperio. Sus ciudadanos eran considerados peregrini, es decir, no eran ciudadanos romanos, y estaban sujetos, por lo tanto, al pago de un impuesto a Roma en calidad de súbditos. Esta era la tónica general, aunque lo cierto es que sus derechos y el pago de stipendium dependerían de la consideración que Roma tuviera de ellas, que permite una división en tres tipos:

a/ Ciudades federadas, que basaban su relación con Roma en un tratado o foedus. En éste se plasmaba, por un lado, la prohibición de que estas ciudades llevaran a cabo acuerdos o decisiones políticas ajenas o sin el consentimiento de Roma. Como compensación, estarían exentas del pago de tributo y tendrían una mayor facilidad para ascender en el escalafón jurídico, llegando a convertirse, en muchas ocasiones, en municipios de derecho latino, e incluso romano.

b/ Ciudades liberae et inmunes, que no regían su relación con Roma mediante un tratado, pero ésta les concedía una serie de privilegios, entre los que destaca la capacidad de mantener su sistema legislativo. Puesto que su posición se la otorgaba la propia Roma, también podía arrebatársela cuando considerase oportuno, aunque lo cierto es que la tendencia fue más bien contraria; estas ciudades, al igual que las anteriores, en algunos casos, acababan configurándose como romanas o latinas.

c/ Ciudades estipendiarias, ciudades peregrinas cuyo total sometimiento a Roma conllevaba la ausencia de privilegios y derechos jurídicos y la obligación del pago de impuestos. Durante el proceso de conquista romana habían llevado a cabo una gran oposición y que se habían mostrado muy reticentes a integrarse en el sistema político romano, pero que no tienen más remedio que firmar la deditio, la rendición total, de manera que es Roma la que impone todas las condiciones. Entre estas condiciones, se encuentra la del pago de tributo, que será muy importante, dada la gran cantidad de ciudades que se encontraban en este estatus.

La colonia Salariense es nombrada por Plinio dentro del Convento Carthaginense de esta manera:

“Carthaginem conveniunt populi LXV exceptis insularum incolis ex colonia Accitania Gemellense, ex Libisosana cognomine Foroaugustana, quibus duabus ius Italiae datum, ex colonia Salariense, oppidani Lati veteris Castulonenses qui Caesarii Iuvenales appellantur, Saetabitani qui Augustani, Valerienses. stipendiariorum autem celeberrimi Alabanenses, Bastitani, Consaburrenses, Dianenses, Egelestani, Ilorcitani, Laminitani, Mentesani qui et Oretani, Mentesani qui et Bastuli, Oretani qui et Germani cognominantur, caputque Celtiberiae Segobrigenses, Carpetaniae Toletani Tago flumini inpositi, dein Viatienses et Virgilienses”.

C. Plinio Secundo. Naturalis Historia III, 25

Traducción:

“A Cartagena acuden sesenta y cinco pueblos, aparte de los habitantes de las islas: los de la colonia Accitana Gemelense, los de la Libisosana apellidada Foroaugustana, que han recibido las dos el derecho itálico; los de la colonia Salariense; los de Cástulo de antiguo derecho latino, llamados también Caesarii Iuvenales; los setabinos o augustanos, y los valerienses . De los tributarios, los más conocidos son los alabanenses, los bastitanos, los consaburrenses, los dianenses, los egelestanos, los ilorcitanos, los laminitanos, los mentesanos de sobrenombre oretanos, los mentesanos de sobrenombre bástulos y los oretanos a los que también se llama germanos; los de Segóbriga, cabeza de Celtiberia; los de Toledo carpetan sobre el río Tajo,  los viacienses y los virgilienses”.

Hemos plasmado en un mapa según las coordenadas de la Geographia de Ptolomeo las ciudades que pertenecían al Convento Carthaginense, según Plinio. En él se observa como la Salaria situada en La Manchuela estaría dentro del posible territorio de ciudades dependientes del convento de Carthaginense.

Círculo verde: ciudades hispano-romanas pertenecientes al Convento Jurídico Carthaginense

Las ciudades nombradas por Ptolomeo que rodearían a Salaria serían: Bigerra (Las Eras, Alcalá del Júcar) al sur, Pucialia (Serranía Baja Conquense) al norte y Túrbula al noreste.

Una localización posible de Salaria sería bajo la población de Iniesta (Cuenca), tras el hallazgo en un solar del pueblo de una necrópolis ibérica y el hallazgo de algunos elementos romanos, y teniendo en consideración el lugar geográfico que ocupa. Aunque no disponemos de datos concretos que lo certifiquen.

Sería también interesante considerar para la ubicación de Salaria a un extenso yacimiento arqueológico del que igualmente apenas tenemos datos, que es el de “Los Villares” (Cenizate, Albacete), del que leemos *(“Huellas de la arqueología en la localidad de Cenizate” por Esteban Gómez Villena) que es de gran extensión y que ocupa todas las épocas desde el S IV a.C. hasta la Edad Media. Está situado a tan sólo 15 kilómetros al sur de Iniesta.

O, como hemos visto en otros varios casos similares a éste, podríamos también considerar a las dos alternándose en la titularidad de la cabeza del territorio ibérico y romano.

Otro aspecto a tener en cuenta para la localización de Salaria sería su mismo nombre que indica la relación con las minas de sal (sal, salis en latín) de la zona. Las minas de sal de Minglanilla fueron minas romanas excavadas en el subsuelo mediante largos túneles de donde se extrajo este mineral en grandes cantidades durante siglos, y están situadas a tan sólo 19 kilómetros de Iniesta y a 26 de Los Villares de Cenizate.

Mina de sal de Minglanilla

Bigerra

La población hispano-romana de Bigerra aparece reflejada en las Fuentes Antiguas en la Geographia de Claudio Ptolomeo (S II d.C.), y en Tito Livio (24.41) (S I a.C.)

Tito Livio cita: “ita ab Iliturgi recessum est. Bigerra inde urbs—socia et haec Romanorum erat—a Carthaginiensibus oppugnari coepta est. eam obsidionem sine certamine adueniens Cn. Scipio soluit”.

Cuya traducción es: “…por lo que se retiraron de Illiturgi. La ciudad de Bigerra, aliada de este romano, fue atacada por los cartaginenses, pero al aparecer Cneo Escipión, se retiraron sin pretender combatir”.

La ruta desde Iliturgis hasta Bigerra recorrería la actual carretera N-322 partiendo desde Andújar, pasando por Linares, Baeza y Alcaraz, hasta llegar a La Manchuela. Sería el recorrido más corto para ir desde la Hispania del sur a la del norte para las potencias invasoras, pues en la Hispania de la 2ª Guerra Púnica, el territorio al que estaban restringidos comprendía la franja lindante al mar desde el Estrecho de Gibraltar hasta los Pirineos. Si trazáramos una línea oblicua desde aproximadamente el Golfo de Cádiz, hasta la mitad de los Montes Pirineos, la Hispania donde se desenvolvió esta guerra estuvo al este de esta línea. Por eso, cuando las tropas se dirigían al norte, se escoraban hacia el lindante con el mar Mediterráneo, por lo que su ruta preferida debió ser ésta de la que hablamos desde Iliturgis a Bigerra, desde donde se continuaba al norte mediterráneo.

Las tropas cartaginenses tuvieron que abandonar el sitio de Iliturgis, aliada de los romanos, y en su marcha llegaron hasta otra ciudad también aliada de los romanos, Bigerra, pero tuvieron que volver a huir porque el mismo Cneo Escipión les volvió a dar alcance.

Ptolomeo sitúa a Bigerra entre Saltiga (Chinchilla de Motearagón) al sur, y Salaria (La Manchuela, quizás Iniesta o Los Villares de Cenizate).

Entre Chinchilla e Iniesta el elemento geográfico principal es el río Júcar, es el que distribuye el territorio. Es, por tanto, alrededor de él donde debemos buscar un yacimiento arqueológico de las culturas ibera y romana de suficiente extensión e importancia que pueda soportar la idea de haber sido una ciudad. Además, como hemos visto en ejemplos similares, que haya pasado de ser ibera a romana, y que haya perdurado como tal hasta por lo menos el S II d.C., que es cuando la nombra Ptolomeo. Y también, al ser citada por Tito Livio en la 2ª Guerra Púnica, debió existir con ese nombre anteriormente al siglo III a.C.

Hemos buscado en el entorno manchego del río Júcar yacimientos arqueológicos de esta tipología, y por el momento el único que se acerca a nuestra idea es el de Los Villares (Las Eras, Alcalá del Júcar). Está situado en el llano, antes del descenso hacia los hondos cañones del río Júcar. En su entorno existe una cueva santuario ibera, algunos poblados en altura y multitud de pequeños poblamientos en llano dedicados a la producción agrícola iberos y romanos. Además está situado en una ruta por la que se cruza el río Júcar, muy utilizada desde época prerromana y romana, como así lo atestiguan la ruta 31 del Itinerario de Antonino de principios del S III d.C., y la ruta de Abderramán III hacia el S X d.C., ya que ambas utilizan el mismo camino, atravesando igualmente el paso del río por Alcalá del Júcar.

Bajo el castillo de Alcalá del Júcar existe un puente sobre el río al que llaman “romano”, aunque no lo sea. El lugar que ocupa sería firme candidato a haber sido un vado, puente de madera o al fin y al cabo un punto de paso esencial para cruzar de un lado a otro del accidentado río Júcar. Puede darnos una idea de esto su función durante los siglos XIV y XV como puerto seco o aduana del denominado Camino Real de Castilla a Levante.

Sobre este yacimiento arqueológico de Las Eras, hemos leído lo siguiente:

“El yacimiento se sitúa en la parte alta de la Hoz del Júcar, en la margen izquierda, a 660 m de altitud, inmediatamente al sur del núcleo urbano de Las Eras, sobre uno de los meandros encajados que el río ha trazado en la zona. La dispersión de materiales superficiales de varias cronologías abarca una superficie de más de 100 hectáreas, cuyo oppidum se calcula que debió tener más de 10 hectáreas. Se ha recogido cerámica ibérica muy abundante de la Edad del Hierro y, en mayor abundancia, cerámica romana de cocina y T.S. Hispánica y Subgálica, así como fragmentos de cronología visigoda” *( Alcalá del Júcar: Piedra, tierra, agua y sus gentes. Gregorio López Sanz)

Por lo tanto podríamos decir que Las Eras fue un importante oppidum que pervivió durante época ibérica, romana y visigoda, aún sin saber detalles por no haber sido estudiada científicamente.

Un aspecto que no puedo dejar de mencionar, aunque soy consciente de su poca entidad científica, es la aparente relación que veo en su topónimo romano de Bigerra y en el actual de Las Eras (es una observación mía). Tienen una cierta similitud o paronimia: "Big-erra" y "Las-Eras". Podría ser que la criba de haber pasado por su denominación en árabe, hubiera dado lugar a la actual. Ahí lo dejo.

Bigerra. Las Eras (Alcalá del Júcar), sobre las hoces del río Júcar.

Por esto pensamos que la mejor candidata a sostener la ubicación de Bigerra es este yacimiento arqueológico de Los Villares (Las Eras, Alcalá del Júcar).

Aproximación geográfica

El río Júcar sirvió de separación entre el sur de los celtiberi y el norte de los bastitani, a la altura de La Manchuela. A 30 kms al este del río, se situaría la Salaria bastitana, y a 16 kms al oeste la Urcesa celtíbera.

Desde donde el río Júcar desvía su dirección de noreste-suroeste a norte-sur, a la altura de Alarcón, empezaría una línea que marcaría el límite noroeste de los bastitani desde ese punto hasta el río Guadazón, quizás cerca de donde se junta éste con el río Cabriel. Aquí cerraba el territorio más al noroeste de los bastitani la ciudad de Pucialia.

El noroeste de los bastitani lo cubriría el territorio de su vecina Túrbula, de la que hablaremos en posteriores artículos.

En la curva del río Júcar donde vuelve a cambiar su dirección de norte-sur a oeste-este, fue la zona donde se encontraban los límites de los celtiberi, los bastitani y los oretani. Las ciudades que limitaban entre sí entre ellos eran Urcesa de los celtiberi, Saltiga de los bastitani y Libisosa de los oretani. Esta parte del río Júcar queda ya dentro del territorio de los bastitani, y a partir de él hacia el sur las ciudades que se encontraban eran todas de estos, hasta llegar a las ciudades de Basti (Baza) y Acci (Guadix) que serían las más distantes de esta “región”.

El de estas ciudades es un territorio bastante llano, en el que la diferenciación orográfica se da básicamente en los dos ríos, Cabriel y Júcar.

Territorio ibérico, territorio romano

Lo que sabemos sobre territorios ibéricos nos indicaría que, en el de estas tres ciudades, debería haber habido una ciudad principal que lo controlara, aunque aquí observamos la posibilidad de que convivieran 2 ó 3 de ellas al mismo tiempo. Sin estudios arqueológicos que nos informen de la cronología arqueológica, no podemos aventurarnos a aclarar esta incógnita.

Los expertos hablan de la localización de la ceca monetaria ibero-romana de Ikalosgen o Ikalesgen en La Manchuela, debido a que es donde mayoritariamente se han encontrado monedas de este tipo, y se la suele identificar con Iniesta. Esto podría ser cierto, aunque también podría localizarse igualmente en lugares arqueológicos próximos.

Quizás, en época ibérica pudo haber una ciudad principal, y otras también grandes pero secundarias, o quizás los territorios que pertenecían a estas ciudades fueron más pequeños que los de sus vecinos. En el primer caso comprendería una superficie de unos 2200 kilómetros cuadrados, y en el segundo de entre 400 y 900 kilómetros cuadrados cada uno.

Los topónimos más antiguos de los que estamos manejando serían Bigerra, al aparecer como tal nombrado por Tito Livio a comienzos del S III a.C. en plena 2ª Guerra Púnica; e Ikalosgen, que aparece como ceca ibero-romana entre finales del S II a.C. y primera mitad del S I a.C.

Así que ante las variables de datos que conocemos, aún no podemos calibrar con seguridad cuál fue geográficamente la realidad prerromana en esta zona.

Conclusiones

Estas tres, ciudades hispano-romanas, Pucialia, Salaria y Bigerra, junto a Túrbula, son la que ocupan la zona norte de la región bastitana, según podemos recoger de la información que nos ha llegado de la Geographia de Ptolomeo (S II d.C.).

Esta zona es el territorio comprendido por los ríos Cabriel y Júcar, y es limitado por las cordilleras Ibérica por su parte sur y Bética por su parte norte.

Fueron poblaciones ibéricas que se adaptaron a la sociedad romana, hasta el punto que Salaria quizás llego a ser una colonia, es decir, una ciudad de primer orden romana.

Con la posible identificación de estas tres ciudades, cerramos el círculo de territorios ibero-romanos que rodeaban el territorio de lo que hoy es aproximadamente la comarca de la Tierra del Cabriel y el Magro. Las recordamos: estas tres ciudades al oeste-suroeste, Lobetum al noroeste, Xelin al norte, Edeta-Saguntum al noreste, Menlaria al sureste y Aras al sur.

Una vez concluida la descripción del interior del territorio ibérico y romano que comprendía aproximadamente lo que hoy es la comarca de la Tierra del Cabriel y el Magro, así como los territorios que la rodeaban, en los próximos artículos que vamos a publicar explicaremos qué pueblos iberos habitaron la comarca y los identificaremos.

*(“Huellas de la arqueología en la localidad de Cenizate” por Esteban Gómez Villena)

*(“Alcalá del Júcar: Piedra, tierra, agua y sus gentes”. Gregorio López Sanz)

Autor: Javier Jordá Sánchez

* Agradecería que quienes utilizasen estos datos para sus publicaciones propias, expusiesen de dónde han sacado los datos, ya que es un trabajo de investigación del autor.

 

05.12.2017 16:02

LOBETUM

Lobetum, la ciudad de los lobetani. Claudio Ptlomeo (S II d. C.) la sitúa al oeste del Sistema Ibérico (Mons Orospeda), hacia la mitad de éste; al norte la ciudad bastitana de Pucialia; al este de la ciudad celtíbera de Valeria; y al sur de la ciudad celtíbera de Laxta.

Algo que la diferencia con otras ciudades hispanorromanas de la Geographia de Ptolomeo, es que si bien todas eran adscritas a una región, como los edetani al noreste, los bastitani al sur-sureste y los celtiberi al noroeste y suroeste, en cambio Lobetum no lo fue.

El porqué de esta situación no es fácilmente explicable, ya que bien podría ser un fallo de transcripción de los datos aportados por el autor, como hemos visto que ha ocurrido en algunas ciudades hispanas del norte. Pero también podría ser que en la idiosincrasia de los lobetani hubiera sido en algún aspecto diferente al resto.

Buscando Lobetum

Para llegar a conclusiones sobre este tema, nos basamos en los datos de los que somos conocedores. Pero estamos abiertos a variarlas en el caso de que nos llegasen datos más aclaratorios de los que disponemos actualmente...

Teniendo como referentes a los oppidum hispanos citados por Ptolomeo en el S II d.C., la ciudad buscada debería seguir existiendo hacia esa época, aunque si fue una ciudad ibérica y posteriormente fue  romana, varió a lo largo del tiempo. Por tanto debemos buscar o bien una ciudad que fue ibera y también romana, o bien que fue ibérica en un lugar y fue romana en otro no muy lejano.

Observando otras ciudades ibéricas de igual relevancia, ésta debería tener una amplia superficie, de unas 6 hectáreas en adelante, podría situarse en un cerro amplio en altura o bien en una zona más llana, podría tener restos de hábitat desde la Edad del Bronce hasta la actualidad, podría haber sido creada en la primera edad ibérica y finalizar en la última o en la romana, o podría haber sido trasladada desde una primera ciudad ibérica hacia una nueva de ámbito romanizada.

Tendríamos que encontrar un contexto entorno a él que diese explicación a porqué se situó ahí.

Deberemos tener en cuenta también lo que nos relatan las Fuentes Antiguas, que en este caso es, como hemos mencionado, la Geographia de Claudio Ptolomeo (S II d. C)

Así mismo, son importantes las fuentes arqueológicas. Deberían aportarnos datos sobre la zona que estamos investigando, y acercarnos a conclusiones mejor certificadas. Estas fuentes arqueológicas las debemos buscar por donde nos indican las Fuentes Antiguas escritas, en este caso Ptolomeo.

Localizando Lobetum

El que estemos buscando Lobetum no quiere decir que, si hallamos una posible localización, ésta sea la definitiva. Sin datos tangibles y certeros al 100%, nunca se puede asegurar nada. Pero si podemos acercarnos lo bastante para ir completando un puzzle hasta que encajen las piezas.

En primer lugar vamos a localizar Lobetum y los lobetani según las coordenadas de la Geographia de Ptolomeo.

Lobetum y los lobetani, plasmados en un mapa según las coordenadas de Ptolomeo S II d.C.

Orográficamente los lobetani se sitúan al oeste de los Mons Idúbeda (Sistema Ibérico), hacia la mitad de estos montes, y al norte del final de los Mons Orospeda (Sistema Bético).

Respecto a otras ciudades del mapa de Ptolomeo se sitúa al norte de Pucialia (término de Enguídanos, CU), al este de Valeria (Valera, CU), al oeste de Osicerde (Cerro de las Majadas, El Castellar, TE), y al sur de Laxta (no localizada)

Lobetum, entre Osicerda, Putea (Pucialia) y Valeria en un mapa actual. Observamos la similitud de las ubicaciones con el mapa de Ptolomeo.

Si aplicásemos en un mapa actual las proyecciones de las coordenadas de Ptolomeo, Lobetum se encontraría en ese triángulo geográfico que queda entre Valeria, Osicerda y Pucialia (Putea), abarcando un territorio que se situaría al sureste de la Serranía de Cuenca, aproximadamente por La Serranía Media y Baja de Cuenca.

Si nos fijamos en los límites orográficos que circundan esta comarca, por el noreste claramente hay unos delimitadores importantes que son el río Turia y las montañas del Sistema Ibérico, a su paso por el Rincón de Ademuz, donde existen numerosos poblados y atalayas fortificados en altura iberos. Por el sureste otro delimitador sería el río Mira y las estribaciones que separan la pequeña meseta de la Tierra del Cabriel y el Magro, a la altura del Pico de Ranera, donde vigilan el territorio los potentes poblados fortificados en altura iberos de Sobrarias (Aliaguilla) y Molón (Camporrobles). Por el sur la confluencia de los ríos Mira, Guadazón y Cabriel, a la altura de donde se juntan los tres ríos, sería otra zona delimitadora. Allí encontramos vigilando el territorio al imponente poblado fortificado en altura de Cabeza de Moya (Enguídanos). Por el oeste hay dos posibles delimitadores que son el río Cabriel y el río Guadazón, entre los que quizás nos decantaríamos por el primero, debido a que su distancia desde la ciudad principal, según un territorio típico ibero, es más acertada, y a que éste produce una orografía complicada de superar, lo que indica un límite adecuado a una frontera natural.

Con esta información, y añadiendo unos kilómetros al diámetro de donde habríamos ubicado la posible localización de Lobetum para no quedarnos cortos, ahora debemos buscar un lugar arqueológico donde encontremos un oppidum de las características que hemos pedido anteriormente.

Así pues, dentro de un área comprendida entre los alrededores de los municipios de Mira, Talayuelas, Ademuz, Cañete y Cardenete sólo hemos encontrado un oppidum de estas características. En cambio, fuera y entorno a estos límites, equidistantes, localizamos varios de ellos.

Este oppidum del que hablamos está dentro del término de Moya, pero no es el cerro de Moya. (Según nos piden desde la administración, no indicamos la localización para protegerlo de los furtivos, aunque ellos saben de este sitio mucho antes que nosotros). Nada más observarlo desde las inmediaciones se percibe que fue habitado por los antiguos pueblos prerromanos, pues tiene las características de conocidos oppidum ibéricos como Asso, en Tolmo de Minateda (Hellín), o La Villa (Requena), o Saiti, en Játiva, o Saguntum, o Ilunum en Castillico de Villares (Elche de la Sierra), o Arcilacis en Molata de Casa Vieja (Puebla de Don Fadrique), o Begastri en Los Villaricos (Caravaca de la Cruz), o Basti en Cerro Cepero (Baza), u Oretum en Alarcos (Ciudad Real), o Parietinis en Peña del Castillo (Peñas de San Pedro), o Aras en Cerro Meca (Ayora).

Aunque no debemos olvidar que no todas las ciudades nombradas en Ptolomeo tuvieron esta tipología en cerro ni la extensión de estos oppidum, también debemos constatar que si existieron numerosos oppidum semejantes a ellos.

Al igual que los cerros oppidum homólogos citados, éste de Lobetum reúne las características ideales para ser una importante ciudad ibérica.

Diversos tipos de oppidum semejantes al del cerro de Lobetum

Características del cerro que le hacen candidato para ser el oppidum de Lobetum

-Es un cerro amesetado situado en el centro de una zona llana, por lo tanto es accesible para las rutas y sus habitantes, pero defendible en caso de ataque.

-Es el cerro con mejores condiciones naturales de su entorno para poder construir una ciudad bastante poblada, pues sobre él se extiende una planicie  extensa, de entre 7 y 8 hectáreas. Superficie similar a otros oppidum nombrados en Ptolomeo, e incluso está entre los de mayor tamaño de su tipología de cerro amesetado.

-A su alrededor podemos encontrar numerosos cerros medianos y pequeños fortificados en altura, y atalayas defensivas. Son todas menores que el cerro nombrado, y la encierran dentro de un territorio que lo circunda.

-Arqueológicamente, a pesar de no haber sido prospectado el yacimiento, se observa en superficie muchos restos de estructuras de construcciones iberas. A simple vista hemos podido observar dos torres, un foso y decenas de líneas de muros pertenecientes a viviendas y fortificaciones, algunos de los cuales de bastante longitud.

-Por su situación podríamos afirmar que estaría incluida en una ruta antigua que nombran las fuentes, como es el caso del Itinerario de Antonino número 31, que cruza desde Saltici (Chinchilla de Montearagón) hasta Ad Putea (hacia Putea) en un cruce de caminos cercano al río Cabriel en la comarca de la Tierra del Cabriel y el Magro. Desde ahí seguiría paralelo al río Cabriel, bordeando el río Mira u Ojos de Moya o Algarra, que pasa muy cerca del oppidum al que nos referimos. Y continuaría por el rincón de Ademuz, por donde podríamos ubicar la posterior población hispano-romana de Valeponga, hasta llegar al entorno de Teruel.

Esta misma ruta fue descrita en el S X, en época medieval islámica, por el cronista Ibn Sahih al Salath, siguiendo el viaje de Abderramán III desde Córdoba a Zaragoza. Se refiere a las acampadas que hizo su ejército a lo largo del trayecto, que enumeramos a continuación, partiendo desde Castulon:

Ruta de Abderramán III desde Castulon a Saraqusta

La ruta de Abderramán III (S X d.C.) y la de Antonino (S III d.C.) coinciden en su recorrido, aunque los lugares y poblaciones citados coinciden algunas veces, y otras son tan sólo cercanos. De tal manera que ambas rutas representadas sobre un mapa se superponen, como podemos ver en la siguiente imagen.

En verde las localidades del itinerario 31 de Antonino. En rojo los lugares de acampada de la ruta de Abderramán III.

La descripción que hacemos de estas rutas, nos sirve para averiguar que este oppidum ibérico del término de Moya estaba situado dentro de los límites que recorría la ruta 31 de Antonino desde Ad Putea (hacia Putea) hasta Valeponga (en el entorno del Rincón de Ademuz), lo cual le da una identidad geográfica.

Ahora bien, fue un oppidum que pervivió solamente, al igual que otras urbes ibéricas similares, hasta quizás el último siglo antes de Cristo, pues los restos arqueológicos, cerámica y edificios, así lo muestran. Por lo tanto, un elemento esencial para certificar que aquel cerro ibérico fuera Lobetum debería ser que su población fuera trasladada, como ocurrió en muchos de sus oppidum homólogos, hasta un hábitat próximo donde desarrollar un modelo urbano romanizado en los siguientes siglos. Y por la falta de información arqueológica, este aspecto histórico no hemos logrado documentarlo.

-Un aspecto que nos podría aclarar la funcionalidad del oppidum ibérico del que hablamos es el contexto económico sobre el que debió basarse este pueblo, pues la abundancia de minas de hierro a lo largo del territorio y el encontrar escorias de hierro fundido en el mismo entorno del oppidum, sumándole la aridez del terreno, nos hace pensar que debieron sostenerse con este tipo de minería e industria. Y que incluso podría ser este tipo de labor la que hizo que Lobetum tuviese un cierto renombre en época romana, ya que la densidad de población, a tenor de la no excesiva cantidad y tamaño de yacimientos arqueológicos que conocemos, no debió ser muy elevada. Conocemos de fuentes antiguas que hubo en la zona importantes minas de este metal, sobre todo entre Landete y Talayuelas.

-Otro aspecto que nos puede servir para intentar ubicar al oppidum ibérico de Lobetum nos lo da Estrabón cuando nos describe en su Geografía (III.5) “el individualismo de los iberos, divididos en pequeñas tribus y reinos, que por orgullo no se mezclaban entre sí...”. Arqueológicamente esto lo podemos observar en la distribución geográfica de sus ciudades principales, pues se disponían en una equidistancia proporcional y geométrica entre ellas. En un radio de unos 40 ó 50 kilómetros aproximadamente no existía otra ciudad de su misma importancia política, aunque a veces en territorios muy poblados pudieron incluirse algunas otras también grandes. En el caso del cerro del oppidum del que hablamos, es el único de su envergadura en el entorno que la rodea.

Cerro de Lobetum

Conclusiones

Averiguar dónde pudo estar localizada Lobetum tiene un interés especial para nosotros porque fue una ciudad o ciudad-estado ibérica cuyo territorio fue el vecino del territorio ibérico que ocupó lo que hoy es la comarca de la Tierra del Cabriel y el Magro. Si averiguamos quiénes eran ellos, nos daremos una idea de quiénes fueron los nuestros.

Sabemos que existió una ciudad ibero-romana que se llamaba Lobetum porque lo menciona Claudio Ptolomeo en su obra “Geographia”, del S II d.C. Podemos localizar este oppidum en un área que comprendida en el sureste de la provincia de Cuenca, según sus coordenadas.

En esa área, sólo hemos encontrado un oppidum de gran tamaño que pudiese identificarse con la tipología que reúnen los de época ibérica de su misma tipología, y se encuentra en el término municipal de Moya (Cuenca). Es un cerro amesetado de unas 8 hectáreas de superficie poblada, aunque no existen datos de excavaciones arqueológicas que nos puedan aclarar sus rastros históricos. Aun así, en superficie se ven restos cerámicos de varias épocas ibéricas, aunque no de cerámica romana, por lo cual no nos atrevemos a datarlo, pero sí a percibir que fue abandonado antes de ser nombrada en el S II d.C. por Ptolomeo.

Para que un oppidum haya sido citado por Ptolomeo debe haber llegado como un conjunto urbano hasta el S II d.C., y en estos momentos, desconocemos dónde pudo ubicarse esa población romana, pues no hay datos arqueológicos que nos la muestren. Este conjunto urbano, según hemos visto en otros ejemplos similares, debería haber sido trasladado a no mucha distancia del cerro del que hablamos.

Así que elegimos como localización más probable del Lobetum ibérico a este cerro del término municipal de Moya, y pensamos que el Lobetum hispano-romano no debe andar muy lejos. Su territorio ejercería de vecino noroeste del ibérico sobre el que se superpone hoy en día la Tierra del Cabriel y el Magro.

Vista aérea del oppidum del posible oppidum ibérico de Lobetum

*Yacimientos celtiberos del valle del rio Cabriel, desde Salvacañete a Villar del Humo. Mariano López Marín

*Un itinerario de Córdoba a Zaragoza en el S X, Jesús Zanón.

*(Agradeceríamos que quienes utilicen esta información para sus trabajos propios, nos citen como referencia, si no es molestia)

Autor: Javier Jordá Sánchez

16.10.2017 22:49

Edeta-Sagunto, nuestros vecinos y enemigos iberos del Levante.

  Una tierra fértil y rica ocupaba el territorio ibérico al noreste de la Tierra del Cabriel y el Magro en época ibérica. Dos conocidas ciudades de la antigüedad ocupaban un espacio casi común antes de la llegada de los cartaginenses y romanos, Edeta y Saguntum-Arse.

Edeta

  Edeta es conocida por su identificación geográfica de las fuentes geográficas del primer y segundo siglo después de Cristo. Claudio Ptolomeo la ubica en unas coordenadas lo más al sur de las ciudades a las que el apellidaba de los edetani, por ser la que estaba más lejos de Roma, es decir, la “caput” (cabeza en latín).

  No aparece ni en el Itinerarium Gaditanum, ni el Itinerarium Antonini que son las otras dos fuentes geográficas y toponímicas de época romana.

  Tampoco acuñó moneda ni con epígrafe ibérico ni con latino., ni aparece en estelas u otros soportes ibéricos o romanos.

  La única referencia próxima a su toponimia es la que hacen las Fontes Historiae romanas, como Tito Livio, a un régulo llamado Edecón, del que no dice de dónde procede. En todo caso podría ser que, o bien éste tomase el nombre de su ciudad, o bien su ciudad tomase el nombre de su líder.

  Así pues, las referencias históricas que tenemos de Edeta (a no ser que se me escapen datos) se restringen a la información de la Geographia de Claudio Ptolomeo del S II d.C.

Edeta (Liria)

Sagunto

  A 30 kilómetros de Edeta (27 en línea recta) hacia el Este, a 6 kilómetros de la costa, se situaba la ciudad de Saguntum.

  Saguntum aparece reflejada en la mayoría de las Fuentes Antiguas escritas relacionadas con Hispania. La relevancia que tuvo para la historia de aquella época hizo que apareciese nombrada en autores clásicos como Polibio, Tito Livio, Cayo Julio César (anónimo), Apiano, Estrabón, Pomponio Mela, Bellum Hispaniense (anónimo), desde el s II a. C. hasta el s II d.C. También aparece en la relaciones geográficas de Claudio Ptolomeo, Itinerario de Antonino e Itinerario Gaditano del S II d.C.

  También acuñó moneda durante largo tiempo, al parecer emitió dracmas desde su ciudad indígena ibera con el epígrafe de Arsgitar, continuó emitiendo ases ibero-romanos con los epígrafes de Arse (ibérico) y Saguntum (latín).

  La fama de Sagunto en el mundo antiguo le vino prioritariamente por su participación involuntaria en el inicio de la 2ª Guerra Púnica, entre Carthago y Roma. Sagunto fue una ciudad amiga de los griegos, y posteriormente aliada de Roma. Tras la 1ª Guerra Púnica, perdida por los cartaginenses, las dos potencias se repartieron su influencia en Hispania de manera que Roma se apropió de la Hispania más acá del Ebro (norte) y Carthago, la de más allá de este río (sur). Con una excepción, Sagunto, antigua aliada, que sería la única ciudad más allá del Ebro que seguiría estando bajo la influencia romana. En el año 218 a.C. Sagunto fue sitiada y conquistada por Hannibal, general del ejército cartaginense, con la excusa de que mantenía litigios con sus vecinos los “turbuletes” (Apiano), pertenecientes a una “ciudad-estado” ibera protegida por los púnicos. Los romanos, tras la agresión a Sagunto, declararon la guerra a Cartagho, que era el motivo que buscaba Hannibal para que el Senado de su ciudad aprobase una nueva guerra contra Roma.

  Sagunto fue conquistada ese año, y sus pobladores vendidos como esclavos. La 2ª Guerra Púnica en Hispania duró trece años, y los pueblos hispanos de la franja mediterránea participaron en ella de manera irregular, pero implicada. Posteriormente, en el año 215 a.C., los romanos recuperaron Sagunto para sus habitantes, y a sus vecinos “turdetanos” los sometieron, los vendieron como esclavos y arrasaron su ciudad. Pero se volvieron las tornas tiempo después, y los romanos tuvieron que retirarse de Sagunto, lo cual aprovecharon sus vecinos, los túrdulos, para por sí solos volver a destruir Sagunto. Y ya en 205 a.C., los romanos reconquistaron Sagunto definitivamente, y arrasaron la ciudad de sus vecinos de Turdetania para que no tuviesen nunca más temor a ellos.

  Sagunto fue tan relevante para Roma que sus senadores fueron recibidos con honores en Roma al acabarse la 2ª Guerra Púnica en Hispania. Los restos arqueológicos de época romana en Sagunto son tan importantes que demuestran la relevancia que tuvo esta ciudad para sus aliados de Roma. Tuvo teatro, anfiteatro, circo, puerto y todo el resto de elementos urbanísticos de una gran ciudad romana.

Saguntum romano

  Sagunto y Edeta

   Dos ciudades vecinas, bastante nombradas entre los historiadores de hoy, Edeta y Sagunto, tuvieron lazos comunes, pero relevancias distintas. Edeta, situada en el cerro de Tosal de San Miguel, a 500 metros de la ciudad de Liria, pervivió desde el S V a.C. hasta quizás las Guerras Sertorianas, hacia 76 a.C., cuando al parecer fue destruida. (aunque siempre queda la duda cronológica). Posteriormente, la ciudad fue trasladada a la actual Liria, ya con la distribución de una urbe romana. Fue una ciudad mediana, que no dispuso, que sepamos, de grandes edificios públicos como teatro, anfiteatro, circo.

  El desarrollo de Sagunto fue distinto. Al parecer, como otras ciudades hispanas de su tiempo en la costa, debió sostener dos poblaciones paralelas, la indígena llamada Arse, y otra fundada por colonizadores griegos, quizás llamada Zakhyntos. La ciudad colonia se convirtió en un lugar de relevancia comercial de la costa Hispana, y a la cual Roma dio tanta importancia que el pacto de paz tras la 1ª Guerra Púnica sólo se firmó bajo la condición de que Sagunto tuviese el privilegio de seguir siendo su aliada. Tras la invasión romana de Hispania, Sagunto se convirtió en una gran ciudad romana.

  Centrándonos en la época ibérica, no puedo permitirme el lujo de no preguntarme qué tipo de relación tenían dos ciudades ibéricas e ibero-romanas situadas a una distancia tan corta entre ambas, unos 30 kilómetros, una jornada de viaje a pie.

  Al parecer la urbe de Sagunto fue una dípolis, compuesta de una ciudad ibérica más antigua llamada Arse (Arsgitar) y una nueva fundación griega, Sagunto (Zakhyntos). Entonces, esta urbe proviene de esta ciudad previa ibérica más antigua, y que antes de la colonización debería tener un estatus distinto previo. Esta ciudad, Arse, pudo haber sido la principal de una ciudad-estado similar a sus vecinas, que controlara su territorio, o quizás no.

  La ciudad de Edeta, situada en tierras del interior, no tuvo la complejidad de su vecina Sagunto. Tuvo el desarrollo de una ciudad grande ibérica, similar por ejemplo a la de Los Villares (Caudete de las Fuentes), desarrollándose a partir del S VI-V a. C. y desapareciendo en el S I a.C., por razones similares, destrucción y desplazamiento de sus habitantes a una ciudad cercana.

  El que Arse acuñara monedas con epígrafe ibérico en el S I a.C. (a la par que hizo su gemela Saguntum en epígrafe latino), y que Edeta no acuñase, nos debe dar qué pensar. ¿Acaso una de las ciudades era más importante? Puede ser, pero depende de cuándo y de qué manera. Podría ser que ambas ciudades fuesen las principales de sendas ciudades- estado vecinas, con similar potencial. El resultado sería dos territorios de un tamaño la mitad que los de sus vecinos ibéricos, y con dos capitales territoriales muy próximas.

  Podríamos intentar identificar algún tipo de límite como ocurre en otros territorios ibéricos vecinos, en algunos casos los geográficos, como los ríos Turia, Cabriel y Júcar. O bien desniveles o montes como Las Cabrillas, Sierra de Javalambre, Sierra Calderona, Sierra Martés, Muela de Cortes. Aunque en otros lugares la diferenciación no es tan perceptible, como es el caso de las tierras llanas entre los territorios de Edeta (Liria) y Menlaria (La Carencia, Turís). También sería posible identificar separaciones mediante la observación de líneas de poblados medianos fortificados en altura, poblados atalaya, o torres de vigilancia iberos.

  Fijándonos en estos aspectos podemos observar que entre los territorios de Edeta (Liria) y Xelin (La Yesa), existen numerosas atalayas de defensa o vigilancia iberas, y también se conocen varios entre Saguntum-Edeta (Sagunto y Liria) y Etobesa (Segorbe). Orografía que puede indicar elementos diferenciadores tendríamos, entre las primeras a la Sierra de Javalambre, y entre las segundas, a la Sierra Calderona. Ahora bien, entre Saguntum y Edeta no hay elementos orográficos relevantes diferenciadores, y tampoco conocemos atalayas o elementos defensivos iberos en nuestro conocimiento. Podríamos intuir que no hubiese existido evidente separación, diferenciación o equidistancia entre ambas. Con lo cual podríamos asignar una interrelación probable entre ambas ciudades ibero-romanas, es decir, que quizás no existiese una separación entre ellas en dos ciudades-estado diferentes, sino que tuviesen una bipolaridad transitoria, de modo que compartiesen territorio de una manera que sólo podemos suponer. Lo cierto es que esta bipolaridad transitoria se puede observar en otras ciudades-estado ibero-romanas, como Los Villares (Caudete de las Fuentes) y La Villa (Requena), en las que quizás Los Villares fue la ciudad principal desde el S v al I a.C., y La Villa antes y después. Podría ser una relación temporal y causal diferente, aunque relacionada, pues Edeta siempre fue una ciudad ibera “indígena”, y Saguntum tuvo su ciudad ibera pura (Arse), pero a su vez tuvo su ciudad “intercomercial” relacionada con pueblos del mediterráneo como los griegos, fenicios y romanos.

  De esta forma podríamos dar pie a dos posibilidades de organización política de estas dos ciudades, 1/ que cada una tuviese su propio territorio, y que estos no fuesen muy extensos, 2/ que las dos ciudades formasen parte de una unidad territorial, en la que hubo dos ciudades relevantes.

Qué relaciones tenían con sus vecinos

  Como fue habitual en época ibera, se distribuían los territorios en ciudades-estado, y las relaciones con los vecinos conllevaban el comercio, religiosidad, intercambio cultural y político. Ya hemos hablado otras veces de que los santuarios rituales se situaban a frecuentemente entre los límites territoriales, y era allí donde coincidían las gentilidades de vecindades para tratar de temas comunes y llevar a cabo ritos comunes.

  Ahora bien, las malas relaciones entre vecinos también se dieron. Y ese el caso que se nos cuenta en las fuentes históricas romanas, como en tito Livio, donde se habla de los litigios de los saguntinos con sus vecinos turdetanos. Quizás estas desavenencias tuvieran que ver con el cambio de proceder de la parte de la ciudad de Sagunto formada por los nuevos colonizadores, sobre todo griegos, o posteriormente romanos. Quizás esto hizo que las incursiones en estos territorios vecinos instigando a sus ganados y huertas, o a sus otros aspectos económicos.

  Al hablar de los litigios con sus vecinos, las fuentes históricas no hablan de Etobesa, ni de Edeta, ni de Menlaria, sino que hablan de, sobre todo, los turbuletes (Apiano) o turdetani (Tito Livio). Así mismo, un elemento diferenciador se produjo al acabar la 1ª Guerra Púnica, pues, como hemos mencionado, la única ciudad por debajo del Ebro que quedó como aliada de Roma, al contrario que sus vecinas que lo fueron de Carthago, fue Saguntum. Efectivamente esto las diferencia, pero dentro de esta separación me pregunto si no entraría en estos límites la parte correspondiente a Edeta, pues queda en las fuentes históricas como en un “limbo” literario.

  Apiano de Alejandría, S II d.C., nombra estos problemas entre vecinos: "Y presumiendo que sería un inicio brillante el cruzar el Ebro, convenció a los turbuletes, que eran vecinos de los de Sagunto, a quejarse ante él de estos últimos sobre la base de que hacían incursiones contra su territorio y les causaban muchos ultrajes”, refiriéndose a poco antes del comienzo de la 2ª Guerra Púnica (218 a.C.). Así que podríamos entender que hacían razias entre ambos, saguntinos y turbuletes, mientras que las ciudades-estado iberas fueron independientes.

  Durante la 2ª Guerra Púnica estas rencillas entre vecinos se intensifican. Primero Hannibal asedia Sagunto, ayudado por sus aliados iberos, la arrasa y hace que los saguntinos devuelvan lo robado a los turdetanos. Tito Livio, lo cuenta casi al detalle: en (21,12) “…El ejército fue llevado enseguida al asalto de la ciudadela; dio comienzo un desesperado combate, con grandes pérdidas por ambas partes, y se capturó una porción de la ciudadela. Se hicieron luego intentos por conseguir la paz, aunque con muy pocas esperanzas de éxito. Dos hombres se encargaron de la misión, Alcón, un saguntino, y Alorco, un hispano. Alcón, pensando que sus ruegos pudieran tener algún efecto, cruzó hacia donde estaba Hanníbal por la noche, sin el conocimiento de los saguntinos. Cuando vio que no iba a conseguir nada con sus lágrimas y que las condiciones ofrecidas eran duras y severas, como las de un vencedor exasperado por la resistencia, abandonó el papel de suplicante y desertó al enemigo, alegando que cualquiera que presentase a los sitiados aquellos términos encontraría la muerte. Se pedía que devolvieran los bienes de los turdetanos y que entregaran todo el oro y la plata saliendo de la ciudad con sólo las ropas morando allí en donde los púnicos les ordenaran”

  Con unos años de combate en Hispania durante la 2ª guerra púnica, tras las batallas de Munda y Auringis, los romanos, estando Cneo Escipión a la cabeza, habían derrotado severamente al ejército cartaginense y a sus aliados hispanos. Y a partir de esto, nos dice Tito Livio : (24,42) en 214 a.C.) ”…Como las cosas marchaban tan bien en Hispania, los romanos, finalmente, empezaron a sentirse avergonzados por haber dejado a Sagunto, la causa principal de la guerra, en manos enemigas durante casi 8 años (no debieron ser más de 4 o 5 años). Así, después de expulsar a la guarnición cartaginesa, recuperaron la ciudad y se la devolvieron a aquellos de sus antiguos habitantes que se habían salvado de la guerra. Y los turdetanos, quienes pactaron la guerra con los cartagineses, fueron reducidos por la autoridad, se vendieron como esclavos y su ciudad fue destruida…” Después de haber hecho una buena campaña en Hispania, los romanos al mando de los hermanos Escipión, y gracias a ello haber reconquistado Sagunto, y con ello devastado a los turdetanos; los cartaginenses vuelven a vencer batallas, hasta el punto de caer en batalla los dos hermanos Escipión, Publio y Cneo (211 a.C.). De tal manera perdieron que tuvo que retirarse lo que quedó del ejército romano hasta un campamento de empalizada al norte del Ebro, todo lo demás fue perdido. Como consecuencia, tanto Sagunto como sus vecinos turdetanos volvieron a manos cartaginesas, con lo cual se volvieron las tornas, siendo castigados los saguntinos y apoyados los turdetanos, sus vecinos y disputantes (211 a. C.)

  Y continúa el relato de la delegación de Sagunto en Tito Livio (28,39) en (206 a.C.): “…Y justo cuando habíamos perdido toda esperanza, enviasteis de repente a Publio Escipión, al que contemplamos hoy aquí, nosotros, los más afortunados de los saguntinos. Llevaremos de vuelta a nuestro pueblo la noticia de que hemos visto, como vuestro cónsul electo, al único hombre en quien depositamos todas nuestras esperanzas de auxilio y salvación. Por él ha sido tomada ciudad tras ciudad a vuestros enemigos en toda Hispania, y en cada caso separó a los saguntinos de la masa de prisioneros y los devolvió a casa. Por último, Turdetania, hasta tal punto hostiles a nosotros que aquella gente no podía mantenerse intacta, Sagunto no podía, fue devastada por la guerra para que sólo nosotros, sino – lejos de la palabra odio – ni siquiera nuestros descendientes tuvieron temor, se decidió que la ciudad fuera destruida en gratificación a Sagunto, destruida por Hannibal; fueron tomadas como tributo sus tierras, lo cual no es para nosotros fruto tan placentero como la venganza.” Así pues, hasta el final de la 2ª Guerra Púnica en Hispania, y su consecuente asentamiento de la República de Roma en estas tierras, las fuentes históricas nos cuentan los terribles litigios que se dieron entre ambas ciudades-estado vecinas, los saguntinos y los turdetanos, hasta el punto que en cuanto tuvieron disposición, se aniquilaron mutuamente, llegando a rozar el odio ancestral entre ambas. Cronológicamente, Sagunto fue destruida en 218 a.C. y en 211 a.C., y la ciudad de los turdetanos lo fue en 214 a.C., y en 206 a.C. Así da gozo tener vecinos.

  En ninguno de los relatos de las fuentes históricas de estos acontecimientos aparece el oppidum de Edeta, por lo tanto no podemos aseverar la función que tuvo en toda esta historia saguntina. Si bien, no se puede obviar que existía una cercanía entre ambas (27 kms) que obliga a pensar que debió estar implicada. Podría haber sido neutral entre ambas posiciones, o ser aliada de menor rango de los litigantes y haber sufrido sus mismos desmanes bélicos, o bien haber formado parte de una misma ciudad-estado en el territorio de Arse-Saguntum. El caso es que, en estos quehaceres, no tuvo relevancia para los historiadores romanos.

Otros vecinos no nombrados

  A similar distancia de Saguntum, hacia el noreste sitúa Claudio Ptolomeo la ciudad de Etobesa, quizás situada en la actual ciudad de Segorbe, pues es el único lugar de su entorno donde se encuentran restos de una ciudad ibérica y romana, aunque desaparecidos bajo las construcciones actuales. Nos resulta chocante que su denominación tenga raíces similares a las de Edeta, pues como todos sabemos, “t” y “d” como sonidos del signario ibero, son iguales, cambiando probablemente de d a t con su latinización. Con excesivo ánimo de especular, podría ser que ambas ciudades tuviesen algo que ver con el famoso régulo Edecón del que habla Tito Livio: [27,17] “Publio Escipión había pasado todo el invierno ocupado en la conquista de diversas tribus hispanas, bien mediante sobornos, bien mediante la devolución de sus compatriotas que habían sido tomados como rehenes o prisioneros. Al comienzo del verano Edecón, un jefe hispano famoso, vino a visitarle. Su esposa e hijos estaban en manos de los romanos; pero aquella no era la única razón por la que venía, también le influyó el aparente cambio de sentir que se produjo en toda Hispania en favor de Roma y contra Cartago”. Pero en realidad no cita la ciudad de procedencia de este personaje ibero, así que es pura especulación la relación con Edeta o Etobesa. Ahora bien, parece claro, por las distancias, una relación equiparable de Edeta y de Etobesa, con Saguntum.

  Al sur de Edeta, a 28 Kms en línea recta se situaría el oppidum de Menlaria (La Carencia, Turís), una urbe ibera que sobrevivió hasta era romana. Separada de Saguntum unos 50 kms, su relación con ésta parece ya más lejana.

La relación entre dos ciudades-estado iberas en litigio

  En la actualidad las diferencias entre las comarcas de la de la Tierra del Cabriel y el Magro, y del Campo de Murviedro y del Turia, son fácilmente perceptibles a simple vista: el espíritu meseteño castellano de unos, y el costero levantino de los otros, el carácter recio y seco de interior, contra el carácter voluble y comercial de exterior.

  Aquellos iberos debieron tener similares diferencias características a las de hoy en día. Orografía que les separaba, hábitos distintos, culturas parecidas pero con influencias diversas, intereses políticos y económicos contrarios, pero con numerosos elementos comunes que les asemejaban, como tradiciones, arte, ritos, escritura, etc..

  Es curiosa la acepción en 218 a.C. de los del Cabriel a los cartaginenses, y de los saguntinos a los romanos, y su anterior disponibilidad a los litigios entre ellos. Sin embargo, se palpa la buena relación de los del Cabriel con sus vecinos celtíberos del norte, y las evidentes relaciones comerciales con sus vecinos del sur, acordándonos del ejemplo de Aras (Cerro Meca, Ayora).

  Se percibe arqueológicamente que entre los territorios de Edeta (Liria), Xelin (La Yesa) y de Los Villares (Caudete de las Fuentes), existen numerosos yacimientos defensivos o de control en altura, lo cual evidencia la desconfianza entre ellos. Aunque no debemos considerar que tuviesen siempre malas relaciones, también debieron tener contactos positivos de carácter variado, la historia es cambiante.

  Conclusiones

  Rodeando el territorio de la ciudad-estado de Los Villares (Caudete de las Fuentes), hubo otras de similar factura fronterizas. El territorio situado al noreste fue regido por una o dos ciudades, Edeta (Liria) y/o Arse/ Saguntum (Sagunto), ante lo cual no nos atrevemos a aseverar alguna opción. Si sabemos, que al contrario que los otros territorios de las ciudades-estado que rodean a Los Villares, entre ambos hubo unas relaciones no siempre benévolas, y en algún momento trágicas.

Distribución de ciudades-estado iberas en la zona. Círculos verdes: poblaciones mayores. Círculos rojos grandes: poblados medios. Círculos rojos pequeños: poblados menores. Triángulos rojos: atalayas. Cuadrado rojo: abrigo ritual.

Autor: Javier Jordá Sánchez

15.06.2017 22:58

DOS ESTADOS IBÉRICOS SOBRE EL CABRIEL Y EL TURIA. 

 

                                       XELIN, cerro del Castellar (La Yesa) V

El Estado ibero al norte del Turia. Nuestros vecinos. Hubo una época en que unas ciudades rivalizaban entre sí por ser las más prósperas, las más poderosas, las que más fervor tenían a sus dioses y sus ancestros, en las que los gobernantes eran los más justos y fuertes. Hubo una época en que los pueblos vivían felices y en libertad, en la que no necesitaban aparentar grandiosidad para ser considerados grandes por sus conciudadanos, en la que los jefes eran elegidos, en la que la fidelidad llegaba hasta sus últimas consecuencias. Hubo una época antigua en que no era necesario avasallar a sus vecinos, ni conquistarlos, porque existía un ambiente excelso de fertilidad, abundancia y comercio, porque las personas estaban satisfechas con lo que la vida les daba. Hubo una época en la que iban llegando ricos comerciantes de lejanos puntos del Mare Nostrum con los que se intercambiaba riqueza y cultura, en la que los guerreros satisfacían su ego yendo a combatir en luchas extranjeras de las que regresaban con honor y riquezas, ante los suyos. Hubo una época en la que las guerras estaban muy lejos de estas tierras, en la que nuestros guerreros se divertían haciendo incursiones pueriles en tierras colindantes para demostrar su varonía, podríamos decir que por diversión. Una época en la que la “malicia” era a pequeña escala, casi podríamos llamarla “costumbre”. Esa época en la que existían pequeños “países” del tamaño de comarcas actuales que reunían un numeroso grupo de núcleos de población con distintos tamaños y funcionalidades que trabajaban y convivían entre sí. En la mayor parte del área mediterránea, desde hacía siglos, perduraba esa misma tipología de gobierno. Un característico ejemplo de ello fueron las polis griegas, donde se pudo constatar el modelo de las anfictionías, ciudades independientes ligadas entre sí con una determinada excusa político-religiosa. Esa época que hubo, fue tan feliz que no tuvo necesidad de expresar su superioridad, de dejar grandes legados tras de sí, como hicieron otras “acomplejadas” culturas allende los mares. Los pueblos del Fértil Creciente, Egipto o Anatolia, pasaron tantas vicisitudes, tuvieron tanto por lo que luchar para sobrevivir, que necesitaron ser regidos por dictadores únicos que controlaban enormes territorios, tan inhóspitos que sólo mediante grandes proyectos gubernamentales se podían mantener. El ejemplo de Egipto nos indica que fue un pueblo que habitaba una fértil tierra en lo que hoy es un desierto, hacia el oeste del río Nilo, y que alrededor del IV milenio a.C., su desertificación y las penurias que esto implicó, les obligó imperiosamente a tener que buscar otras zonas habitables. El único lugar con agua abundante al que podían acceder era el valle del Nilo. El Nilo no era un río fácil y domable, necesitó de grandiosos proyectos para acomodar a los humanos en su seno, sus crecidas eran tan beneficiosas para la agricultura como peligrosas para la propia ruina de ésta. Sólo omnipotentes gobernantes tendrían capacidad de llevar a cabo grandes obras “faraónicas”. En el Fértil Creciente debieron ocurrir episodios semejantes, y aquello dio lugar a regios gobernantes que llevaron a cabo grandes conquistas, que concluyeron en grandes imperios que fueron cambiados a lo largo de los tiempos mediante cruentas y magnas guerras. Y ya se sabe que durante las grandes guerras es cuando más profundas inversiones se hace en I+D. Mientras tanto, en este lado del Mare Nostrum, al oeste, triunfaba la felicidad. El clima era ideal, llovía suficiente y la temperatura agradable. La frecuencia de puntos de agua abastecía de sobra mediante múltiples ríos, ramblas y fuentes, el suelo era perfecto para el cultivo y la ganadería, los minerales eran muy abundantes. Pocos tenían la necesidad de superar grandes escollos para sobrevivir, era la felicidad suprema, la felicidad básica, la felicidad de no necesitar nada. Podríamos encontrar este concepto de felicidad en el modelo territorial de estas gentes iberas, pocas veces necesitaban conquistar el territorio del vecino para vivir a gusto y felices. ¿Hubo un Estado feliz? Este pueblo feliz habitaba en el entorno que circundaba los Mons Idúbeda (Cordillera Ibérica) y el próspero río Turia con sus afluentes, habitaba en la tierra que rodeaba al río Cabriel y sus afluentes. Era una zona muy rica y fértil, y muy poblada, donde sus gentes convivían sencillamente, recordando constantemente a sus antepasados ancestrales, que se remontaban 2000 años atrás, y habitando los mismos lugares donde lo hicieron ellos. No sabemos cómo nombrarían a su organización geográfica-política, pero nosotros la llamaremos, a nuestro libre albedrío, “Estado”. En cuanto a los topónimos geográficos con los que se les localizaba, han llegado hasta nosotros gracias a la costumbre de los romanos y los griegos de anotarlo todo para la posteridad, aunque la dificultad está en identificar en sus coordenadas correctas los nombres aportados por esas fuentes históricas clásicas. Esas mismas fuentes recogieron como Roma transformó a su conveniencia el tipo de distribución político-geográfica de Hispania, como por ejemplo, cuando a comienzos del S II a.C. dividieron la provincia en Citerior y Ulterior, y más tarde en Tarraconensis, Baetica y Lusitania. De igual forma, clasificaron a los territorios de Hispania en grupos tribales imaginados por los mismos romanos según su idea de identificarlos, eliminando documentalmente la singularidad de los “Estado-ciudades” iberos, por territorios que conjuntaban todas esas ciudades a los que nombraron “romanamente”. Para ellos, la ciudad más alejada de Roma de un territorio era la que tenían como referencia, pues daba a entender que la región llegaba hasta esa ciudad, que era la última, y por eso la llamaban “caput” (cabeza, fin, capital...). Por ejemplo, si esa “caput” se llamaba Basti, a los habitantes de todas las ciudades-estado de ese territorio se les reconocían como bastitanos. Podríamos pensar, por cómo nos ha llegado la información desde las Fuentes Clásicas y el monetario hispano-romano, que la denominación indígena de su “Estado” ibérico tendría mucho que ver con el nombre de su ciudad principal, y que también habría una relación con los nombres de los accidentes topográficos del lugar. La estructura de ese “Estado” ibérico entre los 3 ríos, Turia, Magro y Cabriel, ofrece una imagen clara de cómo debió ser, según hemos ido estudiando estos años atrás, y hemos ido publicando en varios artículos en la Web de “Crónicas Históricas de Requena”. Comprende un periodo histórico largo, desde el final de la Edad del Bronce (hacia comienzos del I milenio a.C.), pasa por el Ibérico Antiguo (VI-V a.C.), el Ibérico Pleno (V-III a.C.), el Ibérico Tardío o ibero-romano (hasta comienzos del S I a.C), es decir cerca de 1000 años. A lo largo de esos 10 siglos esa estructura fue cambiante, aunque la base distributiva de las zonas pobladas, a grandes rasgos, no lo fue tanto. Hacia la época más boyante de la cultura ibérica, el Ibérico Pleno y una parte del Tardío, hasta las Guerras Sertorianas que finalizaron en 72 a.C., parece claro que hubo un oppidum más importante que el resto en este “Estado”, que fue el de Los Villares (Caudete de las Fuentes), un gran oppidum para su tiempo de 10 hectáreas. Aunque en este “Estado “ibérico la población era tan abundante que hubo varios poblamientos de importante tamaño que convivieron. Antes del Ibérico Pleno y después de las Guerras Sertorianas, Los Villares no tuvo relevancia, en cambio, la roca de La Villa (Requena) perduró desde la Edad del Bronce hasta nuestros días, incluida la romanización. El caso es que Los Villares estuvo ubicado en un lugar central de este “Estado” ibérico, desde el que lo controlaba radialmente, gran parte de las rutas viarias pasaban cerca de él, y muchas de éstas partían hacia los núcleos urbanos de los “Estados” ibéricos colindantes. Hemos calculado que la cantidad de “Estados” iberos que lindaban con el de Los Villares podrían ser 8. Sus ciudades principales serían: Edeta (NE), Xelin (N), Lobetum (NO), Putea (O), ¿Icalosgen? o Salaria (SO), Bigerra (SO), Aras (S) y La Carencia de Turís (SE).

 

Rambla de Los Morenos (Los Duques). Entorno a ella hubo mucha actividad en la Edad del Hierro. 

                                                  El Estado ibérico del norte 

En la actualidad, la comarca de la “Tierra del Cabriel” linda al norte con la de Los Serranos. Todos sabemos que para cruzar entre las dos comarcas es preciso atravesar el escarpado río Turia o Guadalaviar (Tyris romano). El río Turia atraviesa las estribaciones de la Cordillera Ibérica (Mons Idúbeda romano), zona montañosa de complicada orografía, clara delimitadora de territorios. En esa época feliz ibérica, la estructura organizativa político-geográfica de ese “Estado” ibérico al norte del Tyris, era bastante similar a la del sur de este río. Reunía una multitud de poblamientos a lo largo y ancho de su territorio, y de entre ellos hubo uno de superior tamaño situado en el centro del territorio, que distribuía y controlaba radialmente el resto de poblamientos y rutas viarias, al igual que su homólogo de Los Villares (Caudete de las Fuentes). Se vislumbran algunas diferencias entre ambos “Estados” ibéricos. Una de ellas es la densidad poblacional, pues en el norteño los pueblos son más pequeños, y la cantidad de habitantes, aun no siendo desdeñable, es menor que en el sureño. Según el magnífico estudio sobre “El poblamiento ibérico en la comarca de La Serranía (Valencia), ss . VI-I a.C. Aproximación al modelo de ocupación del territorio”, de Josep María Burriel Alberich y Juan José Ruiz López, podemos darnos una buena idea de este territorio al norte de Tyris. La superficie comarcal que comprende Los Serranos, es tratada en este estudio como un antiguo territorio ibérico, al igual que hacemos nosotros en la comarca de la Tierra del Cabriel. Por tanto, como he hecho hasta ahora con el vecino del sur, le voy a llamar también “Estado”ibérico. En el “Estado” ibérico que hubo en Los Serranos, según este estudio, existieron tan sólo dos poblaciones de mayor tamaño que son El Castellar (La Yesa) y El Castillejo de la Solana de la Matorra (Aras de los Olmos). El Castillejo es un poblado de unas 2 hectáreas, situado en un punto muy periférico de este territorio, y además tuvo una duración temporal corta desde el Ibérico Antiguo hasta comienzos del Pleno, por lo tanto su relevancia como urbe principal debe ser descartada. En El Castellar (La Yesa) en cambio, su extensión supera ligeramente las 3 hectáreas, superficie comparable a la de otros oppida que pudieron ejercer la función de lugar central en otros territorios comarcales. El Castellar de La Yesa está dotado de un complejo sistema defensivo formado por escarpes naturales, murallas, puerta torreada y otros elementos, y cuenta con tres accesos, uno para carros con abundantes huellas de carriladas (carriles separados por un mínimo de 0,91 m y un máximo de 1,25 m) en el extremo NE; un segundo acceso por las laderas S y E y un tercero en el extremo N que conduce a una gran albacara o recinto cerrado. En época ibérica plena El Castellar fue probablemente una pequeña ciudad instalada en una espectacular mole rocosa, bien comunicada mediante una serie de caminos radiales que la conectaban con el resto de asentamientos de la comarca. Se podría decir, a falta de excavaciones arqueológicas del lugar, que El Castellar estuvo ocupado desde la Edad del Bronce hasta la fase romana alto imperial. (1)

                             Castellar de la Yesa (1) .Puerta torreada de Castellar de la Yesa (2) 

Estos dos oppidum mayores de Los Serranos son bastante menores que sus paralelos de la Tierra del Cabriel, El Castellar (La Yesa) tiene una superficie de poco más de 3 hectáreas, mientras Los Villares (Caudete de las Fuentes) abarca 10 hectáreas, La Villa (Requena) 7 hectáreas, y aún existen otros yacimientos grandes sin estudiar como la Muela de Arriba o El Moral (Requena). En este estudio, los autores dan a entender que el poblado u oppidum principal de Los Serranos fue Castellar (La Yesa), por las razones antes mencionadas. ¿Qué interrelación guardaba Castellar con sus vecinos al sur del Turia? Desde Castellar partía una ruta antigua que recorría la rambla de Ahillas y seguía hasta la rambla Arquela, con la que se juntaba formando el río Tuéjar, paralelo al cual llevaba una ruta o vía hasta donde hoy se ubica Tuéjar, después se dirigía al sur bordeando Benagéber, por el poblado fortificado de Punto de Agua. El vial continuaba rodeando otro poblado fortificado, La Mazorra (Utiel) y desde allí hasta el oppidum principal de la Tierra del Cabriel, Los Villares (Caudete de las Fuentes). Así se comunicaban las dos ciudades principales de ambos “Estados” ibéricos. Al igual que hemos comentado con el caso de Los Villares, que se comunicaba radialmente con ciertas ciudades-estado lindantes, el caso del Castellar (La Yesa) fue similar. Se situaba, como hemos comentado, en un punto neurálgico de control territorial, central, sobre un cerro fortificado en altura, vigilante del valle de la rambla de Ahillas y de Arquela. Las ciudades-estado iberas con las que interrelacionaba eran las siguientes. Al sur Los Villares (Caudete de las Fuentes) a 41 kilómetros en línea recta, al norte Etobesa (Segorbe) a 40 kilómetros y Usecerde (Cerro de Las Majadas, Castellar, Teruel) a 55 Kilómetros, al oeste Lobetum (Pedro Izquierdo, Moya) a 36 Kilómetros; y al este Edeta (Liria) a 41 kilómetros. En total eran 5 ciudades que representaban los 5 “Estados” ibéricos lindantes con su propio “Estado”. Como aspecto curioso, las ciudades-estado que la rodeaban han sido reflejadas en las Geografías de las Fuentes Antiguas de época romana, y sin embargo, la ciudad de Castellar de La Yesa, no. Lo cual no quiere decir que no seamos capaces de saber cuál fue su nombre.

 

 

                               ¿Cuál fue la ciudad que hubo en El Castellar de la Yesa

Hay varios aspectos que nos llaman la atención sobre qué hubo en este lugar. Los nombres de los parajes, de los lugares, de los accidentes geográficos, de las poblaciones que han tenido durante la historia anterior hasta el momento actual, muchas veces nos indican una semejanza muy sospechosa, e incluso un mantenimiento de su denominación que ha durado hasta milenios. Ejemplos de esto los tenemos en nombres de ciudades ibero-romanas que llegan hasta hoy, como: Tole (Toledo), Segontia (Sigüenza), Septimanca (Simancas), Rauda (Roda), Uxama (Burgo de Osma), Asso (Isso), Ispinium (Yepes), Turiaso (Tarazona), Cascantum (Cascante), Calacoricos (Calahorra), Tritium (Tricio), Verovesca (Briviesca), Iacca (Jaca), Bolscan (Huesca), Consabro (Consuegra), Turgalium (Trujillo), Oretum Germanorum (Nuestra Señora de Oreto), Basti (Baza), Carmo (Carmona), Ilicis (Elche), Gadir (Cádiz), Malaca (Málaga), Olissipo (Lisboa), Pallantia (Palencia), etc. U otros nombres latinos como Valentia (Valencia), Caesar Augusta (Zaragoza), Asturica Augusta (Astorga) o Legio VII Germánica (León). En fin, que no es tan raro que las denominaciones actuales indiquen las que tuvieron en época prerromana o romana en ese lugar. Sobre la zona que circunda El Castellar de La Yesa encontramos no hace mucho tiempo una curiosa referencia en la que nadie que yo sepa se había fijado, porque he intentado que entendidos o lugareños me explicasen qué significaba y nadie lo había oído antes. Esa referencia aparece en “Atlas del Rey Planeta” (ed. Nerea), una edición actual de la recopilación de mapas realizados por Pedro de Texeira, el cosmógrafo de la corte de Felipe IV. En el S XVII, el rey encargó esta relación completa de las costas de España, de sus puertos y ciudades más importantes, con información sobre la geografía, historia y población del territorio nacional y un conjunto de mapas generales y parciales de las costas de España y Portugal, que fueron editados en el año 1634. Estos mapas parecían haber desaparecido, pero en el año 2000, los historiadores Fernando Marías y Felipe Peredas, descubrieron en la biblioteca da Viena que aún existían, y los han sacado a la luz en este libro. Uno de estos mapas representa a la región valenciana, y en la zona de Los Serranos aparecen sus pueblos y lugares nominados. Benaxene (Benagéber), Domeno (Domeño), Aras (Aras de los Olmos), Iascalas del Campo (Campo de Abajo y/o de Benacacira), Calles (Calles), Tuexer (Tuéjar), Xelva (Chelva), Titaguas (Titaguas), Alpuente (Alpuente), Laiosca (La Yesa), Andilla (Andilla), La Rigilla (Loriguilla), Culilla (Chulilla), Lasa (Higueruelas), El Villar (Villar del Arzobispo), Bexix (Bejís), Guadalaviar (río Turia), Sot (Sot de Chera), Setaguas (Siete Aguas), Chera (Chera), Sierra de Pico (¿Pico del Tejo?), Sierra Negrete (Sierra Negrete).

Mapa de Pedro de Texeira, cosmógrafo de Felipe IV, 1634. Parte correspondiente a Los Serranos. Remarcada la desconocida población de Xelin, en la rambla de Ahillas.

 

 La referencia que hemos visto en este mapa, a la que mencionábamos en un párrafo anterior, es una población llamada XELIN que aparece localizada en la rambla de Ahillas, justo al sur de La Yesa (Laiosca), y rodeada además por Alpuente, Campo de Benacacira (Iascalas del Campo) y Tuéjar (Tuexer). En ese lugar sólo existe actualmente una población, la pequeña aldea de Ahillas (Chelva). En ningún mapa más, de ninguna época, aparece otra vez mencionada esa población de Xelin, ninguna fuente documentada la ha mencionado nunca, y ninguna persona de hoy en día la ha conocido. ¿Por qué sólo aparece aquí, en un mapa concreto de 1634? La realización de este mapa por el equipo de Pedro de Texeira les costó nada menos que 8 años, es decir, empezaron a elaborarlo desde 1626, como mínimo. Pocos años antes había tenido lugar un hecho histórico muy relevante en la historia de España, la expulsión de los moriscos. En 1609 Felipe III dio la orden de que comenzara su expulsión de España, primeramente por el reino de Valencia en donde se prolongó hasta 1610. En el resto de la nación se prolongó hasta 1613. Existen noticias de graves problemas en la zona de Tuéjar y Chelva con la población morisca que allí habitaba. Se sabe que el vizconde de Chelva fue asesinado en 1584 por un grupo de vasallos moriscos. También hubo un grave problema en Tuéjar, pues “en aquel lugar se reunieron 56 síndicos de las aljamas y acordado rebelarse. La reunión duró ocho días y asistieron diez moros de Argel nombrados capitanes, que trajo Lorenzo Bennaxer (debe ser Benagéber), yerno de Malchic de Bechí (debe ser Bejís). Eligieron por rey a Luis Asquer, vasallo del duque del Infantado, y debían entrar en la ciudad de Valencia el día de Jueves Santo de 1605. Los principales reos fueron condenados a muerte y descuartizados, después llevados, arrastrando a la cola de un caballo, hasta el lugar del suplicio; y otros, a galera perpetua y remo forzado”. En el libro “El bandolerismo valenciano: (1563-1609), se nombra a Chelva como un vivero de criminales moriscos”. El trabajo de elaboración de mapas de Pedro de Texeira comenzó hacia 1626, tan sólo 16 años después de haber vaciado de moriscos los antes revolucionarios territorios de Los Serranos, llenos de moriscos vasallos de los señores del lugar. Acababan de expulsar a los moriscos de aquellas tierras y éstos representaban un alto porcentaje de la cantidad de habitantes que las poblaban. Aquellos pueblos quedaron muy deshabitados, y algunos de los más pequeños y rurales, puede que perdieran toda su población, quedando desiertos y semiabandonados. Si fueron repoblados lo serían lentamente, pues no había suficientes cristianos para lograrlo. Ese pueblo llamado Xelin reunía esas condiciones, era pequeño, rural, y seguramente estaba habitado por campesinos vasallos del vizconde de Chelva de natural moriscos. Por lo cual fue abandonado por los moriscos e intentado suplir con cristianos que trabajaran el fértil valle de Ahillas. No sabemos qué pasó, pero lo que es cierto es que con posterioridad a 1634 ese pueblo dejó de existir como tal, y sabemos que en su lugar, actualmente puede superponerse el único núcleo poblacional de la zona, la aldea de Ahilllas. Pero, ¿en verdad se ha perdido la referencia toponímica de ese ignorado pueblo de Xelin? Puede que no. Las que encontramos relacionables con el topónimo Xelin están muy cercanas. Debo comentar, como estudiante de la escritura ibérica, que el primer signo ibérico de la palabra que aparece en el topónimo Xelin, representa a una sílaba, la cual se podría transcribir de cuatro formas: XE, GE, KE, CE. Esto viene a ser así porque en la antigüedad X, G, K y C pertenecían a una familia de sonidos similares. El signatario ibérico está formado por signos silábicos, por vocales y por consonantes, y los silábicos repiten este sistema, por el cual se pueden transcribir varias letras o sonidos actuales, con el mismo signo. Esta confusión, nos lleva a los que intentamos interpretar textos ibéricos, a una gran indecisión a la hora de transcribirlos, por las múltiples posibilidades que se dan cuando se combinan las ingentes variables resultantes de cada palabra de cada texto. Si tenemos en cuenta que la letra X ha sido en castellano antiguo una equivalente de la letra J y de la letra G, y también de la CH y de la S, la derivación de Xelin hacia Quelin es factible. La pronunciación de esa X ha sido variable, tanto como “J” (jaqueca), como “CH” (chamuscar), como “SH” (jaquette en francés). Del español del S XVII, Xelin hubiera derivado a “Gelin o Chelin”, como algunos pueblos de su entorno (“Tuexer = Tuéjar”, “Xelva = Chelva”, “Benaxene = Benagéber”, “Bexix = Bejís”. En el lugar hay una interesante referencia que podría relacionarse con nuestro topónimo, la rambla Arquela, orografía del terreno que identifica el lugar, y que es punto de referencia de caminos antiguos. Si dividimos la palabra en AR-QUELA, bien podría haber derivado de “Ar-Xela”o arriesgándonos a profundizar un poco más, del árabe “Al-Xela” (El Xela o El Quela). Obteniendo así un hipotético nexo de unión en topónimos entre la desaparecida población de Xelin y el nombre actual de la rambla Arquela, las dos ubicadas en el mismo territorio. *(Un ejemplo de composición de topónimo de ciudad derivado del árabe lo tenemos en Al-cantar-illa, “Al” que se traduce en árabe “el” y, “Qantar” que es “puente”, y a Alqantar, se le aplicó el sufijo diminutivo “-illa”). (O a la Alcántara extremeña que proviene también de Al-Qantar, y se le ha aplicado el sufijo –a) Pero, ¿de dónde puede provenir el nombre de esa extraviada antigua población situada en el centro geográfico de la comarca de Los Serranos? Precisamente, me llamó la atención la primera vez que leí el nombre de Xelin en el mapa de Pedro de Texeira. Porque existe una ciudad prerromana e ibero romana que recibe ese mismo nombre. Ese nombre es tan sólo certificado por la aparición de monedas ibero romanas cuya epigrafía coincide, no se nombra en ninguna fuente histórica más, hasta que aparece en1634 en el mapa de Texeira.

 

As ibero romano de la ceca ibérica de Xelin. Hasta ahora esa ceca monetaria de Xelin ha sido adjudicada al oppidum ibérico de Los Villares (Caudete de las Fuentes), sobre lo que da la impresión de que no exista ninguna duda, ya que los expertos así lo afirman. Analizando las causas por las que han llegado a esta conclusión se resumen en dos. 

1/ Donde más monedas de la ceca Kelin han aparecido es en Los Villares de Caudete de las Fuentes. Profundizando, observamos que estas monedas no han aparecido, que sepamos, en prospecciones arqueológicas efectuadas en dicho yacimiento, sino que se conservan en manos de coleccionistas particulares de Caudete de las Fuentes, y otros, que según parece, encontraron casualmente en el yacimiento del pueblo. Al no haber sido constatado el momento del hallazgo, el historiador simplemente debe confiar en la palabra del propietario. Pero, ¿y si provinieran de encuentros de otros puntos arqueológicos comarcales que no fueran Los Villares y simplemente el poseedor no hubiera aportado su procedencia original? Acaso esta comarca y adyacentes no han sido repasadas de arriba abajo con la moda del detector de metales. Porque son muchas monedas para haber sido encontradas en un solo sitio, nada menos que 308 casuales y 17 en prospecciones del lugar. Cabría la posibilidad de que proviniesen de múltiples lugares distintos. Los hallazgos monetarios datados en prospecciones arqueológicas en Los Villares son dos. El 1º fue un tesorillo encontrado en 1957, por E. Pla Ballester, ocultado hacia cambio de siglo, de III a II a.C, y aparecen pocas monedas, sólo de Emporion. El 2º, del que en principio no se sabía su lugar de procedencia, en 1999 se le atribuyó que era de Los Villares. Y aparecieron monedas de Eritrea, Roma, Siracusa y Emporion (2) Las monedas aparecidas sin datación de cómo fueron encontradas son 308. De éstas, con ceca ibérica son 161. Las 308 se dividen en 20 localizaciones distintas, de las cuales las más numerosas son, Roma (95) Xelin (58) Cástulo (42), Arse (35), Valentia (26), Restan 52 monedas de otras cecas ibéricas, entre las cuales destacan Icalesgen ( 11), Kili (10), Cese (7) y Bolscan (6). Dejando aparte a Roma, que como capital del Imperio abarca la totalidad, tendríamos variedad de opiniones a la hora de explicar la aparición de estas cecas por estos lares. Podría explicarse por proximidad, aceptando la sugerencia de que las cecas ibéricas fueron emitidas para circular por el territorio donde fue emitida. Con lo cual la Xelin de Los Villares de Caudete de las Fuentes tendría esa lógica, según se ha aceptado formalmente, pues es la que mayor cantidad aporta. Cástulo fue una ciudad situada en la actual Cazlona (linares, J) situada a 265 kilómetros en línea recta, y es la segunda, pero aquí se rompe esa teoría al ser tan distante. La tercera es Arse (Sagunto) situada a 86 kilómetros. La cuarta, Valentia (Valencia), situada a 77 kilómetros. La quinta, Icalesgen (quizás Iniesta, CU) situada a 42 kilómetros. La sexta Gili (quizás La Carencia, Turis) a 55 kilómetros. Quizás esas monedas fuesen traídas desde lugares cercanos, y tuvieran valor fuera de su lugar de emisión original, y se pudiese pagar con ellas en otros territorios iberos. Si tuviésemos en cuenta que Castellar de la Yesa está situado a 44 kilómetros, no sería extraño que de un lugar tan próximo y bien comunicado, llegasen monedas a Los Villares debido al comercio u otras relaciones. Podríamos decir que las monedas recopiladas en Caudete de las Fuentes tendrían procedencia de cecas cercanas a Los Villares, o bien de cecas de “Estados” vecinos a él. Y los más cercanos eran los de Iniesta y la Yesa. 

2/ Los Villares es citado como yacimiento arqueológico en documentos antiguos. Primero en 1748 por J.A. Estrada (citado en Pla 1980; 2), quien señala la existencia en Los Villares de “una ciudad destruida por las llamas” de nombre Waldin. (2) Segundo, Madoz en 1847, escribe ”Según algunos apuntes que se hallan en el archivo de Utiel, aparece que en una colina situada a ¼ de hora al S.O. del pueblo, hubo en tiempo de la dominación de los árabes una población fortificada que se llamó Woldin: lo cierto es que en aquel sitio se ven se ven grandes ruinas, se han sacado varias vasijas de diferentes tamaños y figuras, y algunas monedas trabajadas toscamente, que no pueden conocerse los bustos que representan ni leerse sus inscripciones” (2) La relación que se podría acercar a la nominación de Los Villares como Xelin, es el parecido que existe entre el topónimo Woldin y el de Xelin, entre los cuales percibimos su semejanza en la terminación “-in”. Podría ser que si se reunieran más circunstancias que afianzaran esa semejanza, adquiriera una cierta relevancia. Pero semánticamente el parecido es muy forzado, Por otra parte, si miramos el aspecto lógico histórico del asunto, el oppidum que hubo en Los Villares tuvo su fin como tal hacia mediados del S I a.C. con las Guerras Sertorianas, o como mucho con las de Julio César. La ciudad fue arrasada y nunca más volvió a resurgir, si no tenemos en cuenta los asentamientos irrelevantes que pudieron aposentarse sobre ella a lo largo de los siguientes siglos o milenios. Por lo que tener la primera referencia documentada constatable 1800 años después no parece dar mucha fiabilidad al dato referido. Más bien podría ser una cualidad o una información del tipo de los “falsos cronicones” del S XVII. Vistas las opciones por las que se ha decidido oficialmente que el yacimiento de Los Villares (Caudete de las Fuentes) sea identificado con el Xelin que aparece en las monedas ibéricas de esa ceca, yo diría que igualmente ello puede ser cierto que incierto, pero que no hay pruebas definitorias que lo confirmen. ¿Qué podría aportar el sistema de cecas ibero romanas a la ubicación de Xelin? Podríamos aportar una idea general de ubicaciones si conseguimos saber en qué zonas se acuñaban las monedas de su tipología.

 

Mapa basado en las coordenadas de Claudio Ptolomeo (S II d.C.). Ases de las cecas ibéricas con el reverso de jinete ibérico. Azul=jinete con lanza; verde=jinete con palma. El as de la ceca Xelin, tiene en su reverso la figura del jinete ibérico con lanza. Las cecas con este mismo reverso las represento en este mapa de Ptolomeo de ciudades hispano-romanas, figuran bajo un sombreado azul, y comprenden un área que parte desde el norte del Duero hasta el norte del Turia, y desde la mitad del Tajo hasta la mitad del Ebro. Se acuñaron monedas de metrología griega y púnica en Hispania, pero la generalización de producciones locales se llevó a cabo en época romana. Se puso en marcha en Roma el modelo de as uncial en 155 a.C. y se aplicó tres décadas después en la Península, hacia el 120 a.C. Para este estudio nos interesa centrarnos sólo en los ases de bronce, porque buscamos identificar los rasgos del as de Xelin con sus similares de otras cecas, para encontrar una explicación geográfica que nos conduzca a alguna prueba. La característica común en la que nos hemos fijado es el reverso del as de Xelin. En todas sus monedas se encuentra grabado el relieve de un jinete ibérico con lanza. Unas 48 cecas ibéricas comparten en su reverso este tipo de jinete. Así mismo, 23 cecas ibéricas comparten un relieve de jinete ibérico con palma; 3 cecas alternan el relieve de jinete con lanza y el de palma; 5 cecas ibéricas utilizan el jinete ibérico con espada o martillo y 1 con elefante. Estas monedas con el reverso de jinete ibérico comparten una tipología común, soportan epígrafes en signatario ibérico (salvo excepciones), y abarcan un amplio territorio al noroeste de Hispania. Fuera de su zona, la tipología de acuñación es distinta, aunque aquí no vamos a ampliar detalles de ellas, porque no es necesario. He plasmado, en una representación de un mapa de la Geographia de Ptolomeo, la localización de las cecas conocidas del jinete ibérico. Este jinete ibérico tiene dos tipologías usadas por una mayoría, y otras menores. Tras lo cual me ha llamado profundamente la atención que las cecas de cada uno de los tipos de reverso de jinete ibérico se reúnen en un área común delimitada, sobre lo que no he encontrado explicación válida, de momento. Voy a referirme a estas representaciones del jinete ibérico. El jinete con espada o martillo comprende un área pequeña de ciudades de los vascones. El jinete con palma comprende una gran área que recorre la costa mediterránea, desde el norte de Barcelona (Diluro, Mataró) hasta el río Ebro (Iltirta, Tortosa), y sigue la línea de este río hasta Zaragoza (Salduie), desde donde sube hasta Alagón (Alaun), y cruzando los límites de las provincias de Zaragoza y Huesca, vuelve a seguir la línea entre las provincias de Gerona y Barcelona, al norte de Vich (Ausa), hasta la costa. Como es de esperar, esta delimitación no coincide con las adscripciones tribales fabricadas por los romanos, y que podemos observar en un mapa según la Geographia de Ptolomeo (S II a.C.). Según éste, el reverso monetal del jinete con palma se daría entre la mitad de los ilergetes, mitad de los edetanos, mitad de los ausetanos y los castellanos (Barcelona-Gerona), parte de los laietanos, y todos los iaccetanos, cosetanos e ilercaones. Es decir, que no es un territorio tribal concreto, sino otro tipo de distribución. El jinete con lanza comprende un área aún mayor que la del jinete con palma. Digamos que “linda” al oeste con el territorio de las monedas de reverso de jinete con palma, siendo su zona más al norte de este “límite” la ceca de Iacca (Jaca, Huesca), y siguiendo hacia el sur, adscribiríamos Bolscan (Huesca), Caiscata (Cascante, Navarra), Nertobis (Calatorao, Zaragoza), y recorriendo la provincia de Teruel, llega hasta Etobesa (seguramente Segorbe, Castellón). Desde allí recorre hacia el este la provincia de Cuenca, adscribiendo cecas como Secobirices (Saélices, Cuenca) hasta Urcesgen (hacia donde limitan de las provincias de Cuenca, Ciudad Real y Albacete). Continúa por el oeste hasta Tole (Toledo), y desde allí hacia el norte hasta Usamus (Burgo de Osma, Soria), hacia Varacos (Varea, Logroño), hasta Iaca (Jaca, Huesca) y enlaza otra vez con Bolscan (Huesca). Comprendería toda la Celtiberia, parte de Edetania, parte de Carpetania, parte de los arévacos, parte de los berones, parte de los vascones y parte de los ilergetes.

 

Moneda ibero-romana con epigrafía ibérica meridional, según la figura de su reverso. Área azul (jinete con lanza), área amarillo (jinete con palma). Botón verde (cecas de jinete con lanza), botón azul y blanco (cecas de jinete con palma), botón multicolor (ceca de elefante) y botón azul amarillo (cecas de jinete con martillo o espada). Si no caemos en el olvido de que el reverso del as de Xelin nos muestra el relieve del jinete ibérico, podríamos analizar cómo encaja en el área que hemos conseguido delimitar en el anterior mapa.

 

Cecas ibéricas con los tres tipos de reverso típicos del jinete ibérico delimitadas por áreas en un mapa actual. Aplicando los datos que tenemos de tipos de reversos de jinete ibérico sobre un mapa actual, los de jinete con palma y jinete con lanza, ocupan una parte muy extensa de la parte nororiental de Hispania, y la más grande la ocupa este último. Y se observa, la parte interior de la provincia de Valencia, incluyendo la Tierra del Cabriel y Los Serranos, entra dentro de la los límites de las cecas con reverso de jinete ibérico. La ceca de Xelin estuvo incluida dentro del área delimitada en rojo en este mapa, si bien como el mayor número de monedas de esta ceca están localizadas en el interior norte de la provincia de Valencia, la lógica conduce a que la ciudad a la que representa estuviera ubicada más o menos por allí. CONCLUSIONES El Estado ibérico sobre el Turia fue menos poblado y relevante que el del Cabriel. Entonces ¿por qué se acuñó moneda ibero-romana con epigrafía ibérica en el menor, y no el mayor? Quizás algo tendrá que ver que el poblado del Castellar tuvo continuidad en época romana alto imperial, mientras Los Villares al parecer, quizás tuvo su final entorno a las Guerras Sertorianas (82-72 a.C.). Aunque, según la época en que fueron enterrados los dos tesorillos de monedas encontrados en Los Villares, S II a.C., podría ser que su final coincidiera con esta fecha, y si tenemos en cuenta que los ases unciales ibéricos comenzaron a acuñarse a partir del 120 a.C., quizás el motivo de que Los Villares no emitiese moneda fue porque dejó de ser un poblado importante en aquellos momentos. Quizás precisamente por ser importante y poseer un fuerte ejército, su ciudad fuera destruida dentro del proceso de “Guerras Celtíberas” que tuvo de protagonistas al lusitano Viriato y a ciudades celtíberas (vettonas y otras) como Segeda y Numancia. Precisamente el final de estas revoluciones se dio en 133 a.C. con la destrucción de Numancia, evento que causó, una década después, el inicio de acuñación monetaria hispana, tras ser decretada la paz indígena. Y por eso, si el monetario ibero-romano de las cecas con reverso de jinete ibérico comenzaron a emitirse posteriormente a 120 a.C., ciudades incluidas dentro de esta área de emisión, como Los Villares, que por su tamaño y potencial político debería haber sido emisora, y no lo fue, y en cambio lo fue una ciudad vecina 3 veces más pequeña como Castellar de La Yesa. Una posible razón de esto sería que fuera una ciudad muy implicada en las resistencias contra la invasión romana, tal y como se relata en las Fuentes Históricas, de las que, si bien conocemos los ejemplos de Numancia y sus aliados de Segeda, también podemos leer en ellas episodios de grandes asedios y batallas a partir de principios del S II a.C. Por esta zona que comprenden los ríos Turia y Cabriel, incluida en lo que los romanos llamaron Hispania Citerior, nombran las Fuentes Históricas fuertes batallas y asedios. Hacia 185 a.C., el pretor de Hispania Citerior, Quinto Minucio tuvo que enfrentarse con un ejército de 12.000 guerreros iberos liderados por los generales Budar y Besadin en algún lugar de esta tierra, a los que venció. Y su sucesor, Publio Manlio, tuvo que batallar al año siguiente otra vez con ellos, aunque esta vez, ayudaron a los indígenas un ejército de 10.000 guerreros vecinos celtíberos, lo que tuvo como consecuencia que el ejército romano tuviese que cesar en su empeño y abandonó la batalla. Con posterioridad, después de 184 a.C., no vuelve a nombrarse esta zona en las Fuentes Históricas, más que como puntos geográficos. Lo cual nos lleva a pensar que dejó de ser un problema para Roma, puesto que sus historiadores se centran casi exclusivamente en contarnos los episodios bélicos acontecidos. Entre 184 a.C. y la imposición de la paz en 133 a.C. en esta Hispania Citerior, algo debió pasar para que se pacificase, o bien accedió voluntariamente a formar parte del gobierno del pretor, o bien fue aleccionada o incluso destruida, al igual que sus correligionarias de Numancia, Segeda y otras. Más lógica tendría, después de tanta belicosidad como hemos descrito, que tuviese un fin similar a otras grandes ciudades revolucionarias, que por ser las principales, fueron necesariamente con las que había que dar ejemplo, siendo dominadas a la fuerza, arrasadas y abandonadas. Y posteriormente puestas en valor dentro de las normas romanas. Numancia, la gran ciudad de los vacceos, no acuñó moneda nunca y, sin embargo, tiempos después de haber sido aniquilada, se reconvirtió en una importante ciudad hispano romana, bajo el mismo nombre que tuvo antiguamente. Sin embargo se acuñó moneda del jinete ibérico con lanza en dos cecas cercanas, Usamus y Turiasu, a 55 kilómetros cada una. Algo similar pasó con Segeda, la ciudad celtíbera que provocó que los romanos comenzasen una guerra al ampliar sus murallas en contra del tratado que habían firmado las ciudades hispanas con sus invasores. Fue abandonada por sus habitantes, que se trasladaron a Numancia, para defenderse mejor junto a sus aliados vettones. Segeda volvió a ser una importante ciudad en época posterior hispano-romana, pero esta vez no se repobló sobre sus antiguas ruinas, sino en terrenos distantes a ella una porción de kilómetros. Algo similar debió ocurrir en Los Villares, otra gran ciudad-estado ibérica, no muy lejana de territorio celtíbero. La ciudad fue destruida, por última vez, hacia estas mismas épocas que sus coetáneas, y volvió a resurgir como ciudad hispano-romana en otro lugar. RESUMEN Hemos dado a entender que bajo la Tierra del Cabriel hubo un gran “Estado Ibérico”, fuertemente poblado y de gran consistencia política, que tuvo una gran capital, a modo de otras famosas ciudades hispanas de la época que fue “Los Villares” de Caudete de las Fuentes. Esta ciudad fue importante desde el S V a.C. hasta el S II a.C., después fue destruida y minorizada, por lo cual, no le dio tiempo a acuñar ases ibero-romanos. Y que existió un “Estado Ibérico” al norte, al otro lado del río Turia, con identidad propia, pero con menor peso específico que su vecino del sur. Tuvo también una ciudad principal ibérica, ubicada en “Castellar” de La Yesa. Quizás por su menor relevancia política, no fue destruida y llegó a existir en época imperial romana. El haber superado la fecha crucial de 120 a.C., quizás le permitió acuñar ases hispano-romanos. Y esta ceca quizás fue la de “Xelin”, precisamente porque ese topónimo perdura en su entorno hasta principios del S XVII en una pequeña población morisca llama igualmente “Xelin” *(según referencia del mapa aparecido en el “Atlas del Rey Planeta” cuyo autor fue el cosmógrafo real Pedro de Texeira), e incluso podemos hallar a día de hoy topónimos geográficos que los recuerdan, como es la Rambla Arquela. Esto, junto a los datos que hemos descrito anteriormente, nos lleva a replantearnos que la aceptación oficial de que la ciudad ibérica de Xelin estuviese ubicada en el yacimiento arqueológico de “Los Villares” de Caudete de las Fuentes quizás sea errónea. Y que la localización de la antigua Xelin quizás tuviésemos que desplazarla a “Castellar” de La Yesa. Por lo tanto, la gran ciudad de “Los Villares” tuvo otro nombre, un topónimo al que las Fuentes Históricas se refieren, y que tuvo una importante relevancia histórica.

 

Guerrero ibérico del Ardal.(El Pontón) FIN (1) “El poblamiento ibérico en la comarca de La Serranía (Valencia), ss . VI-I a.C. Aproximación al modelo de ocupación del territorio”, de Josep María Burriel Alberich y Juan José Ruiz López. (2) ”Historia monetaria de la ciudad ibérica de Kelin”, Pere Pau Ripollés (“Los iberos de la comarca de Requena-Utiel (Valencia), Alberto J. Lorrio. Autor: Javier Jordá Sánchez

04.01.2017 22:46

¿Kelin es Kelin?

01.01.2013 Historia de Requena

¿Quién fue el que decidió que el oppidum ibérico de Caudete de las Fuentes se llamaba Kelin? ¿Cuáles fueron las razones por las que se decidió adjudicarle esta denominación? ¿Es indudable que este es su nombre?

  Al parecer, como se hace habitualmente entre los expertos, se le adjudicó porque se encontró una importante cantidad de monedas de esta ceca, esta fue la más abundante, aunque no la única, y es donde más se han encontrado de ella, y porque los profesores de la Universidad de Valencia nombran una cita de J. A de Estrada de 1748 que señala la existencia en Los Villares de "una ciudad destruida por las llamas" de nombre Waldin. Auqnque en realidad la cita de Estrada dice "Distante una legua de esta Villa (Utiel) está Caudete , que en tiempo de los moros fue una populosa ciudad, llamada Valdin ; con Guerras fue destruida : manifiesta su grandeza los vestigios, que aún oy se ven en la señal de los empedrados que tenían las Calles, en los Montes más cercanos:"  Son los únicos datos de referencia.  Pues bien, es imposible que Caudete se llamara Valdin en época islámica medieval porque si sabemos su nombre en textos de la época, como el de la ruta de Abedrramán III que describe Ibn Hayyana entre el 934 y 935 d.C., en el que es nombrado Caudete como Qabdaq. Así que la referencia de Estrada es  típica de los falsos cronicones de la época que se dedicaron a inventar la historia.

  Donde más monedas se encuentran, suelen ser lugares donde se dieron batallas, ya que los sitiados escondían sus pertenencias más valiosas, y los soldados llevaban encima bolsas con monedas. Los soldados que luchaban, no necesariamente tenían que ser del lugar de la batalla.

  ¿Aparece la toponimia de Kelin citada en alguna fuente histórica? Puede ser, ya que en el mapa de Texeira de 1634 aparece localizada entre Chelva y Alpuente una población llamada Xelin. Sólo aparece ahí, ni antes ni después la han localizado en ningún mapa. En escritura ibérica se utiliza el mismo signo para CE, GE, KE y la x no tiene ninguna transcripción, pero se equipararía a GE., por tanto XELIN=KELIN.

  ¿Entonces, un oppidum importante como el de Los villares de Caudete de las Fuentes se podría interpretar entre las Fontes Hispaniae? Podría especularse que sí, ya que hay varias poblaciones citadas entre varias de las fuentes: Pucialia, Puteis o Putea, Salaria, y Túrbula.

 a/ Pucialia:

En el itinerario de Antonino aparece ad Putea, en el que "ad" es una preposición con varios significados, al que podríamos darle el de "hacia" Putea, y teniendo en cuenta que este lugar de ad Putea se localiza junto al río Cabriel, o está hacia el oeste o hacia el este. Según la Tábula Peutingeriana, (si está bien transcrita), desde Puteal se iba hacia ad Aras, en el camino hacia Saetabis, y ésta se situaría cerca de Ayora o en su línea vertical, con lo cual se descartaría la posibilidad de estar al oeste del Cabriel. En este caso Puteis, Puteal, Pucialia estaría cerca de la Tierra del Cabriel.

*(artículo pendiente de completar)

 

29.12.2016 23:35

POLIBIO

(Megalópolis, Grecia. n.200 a. C. - 118 a. C).

  Su estancia en la península Ibérica, durante las Guerras Celtíberas, le sirvió para estudiar la geografía, los pueblos y las costumbres de Hispania.

CAPÍTULO IV

Expediciones de Aníbal por España.- Pretextos con que procura equivocar a la embajada de los romanos.- Sitio y toma de Sagunto. .

  "Estos le declararon que no tocase a Sagunto, pues estaba bajo su amparo, ni pasase el Ebro, según el tratado concluido con Asdrúbal. Aníbal, joven entonces, lleno de ardor militar, afortunado en sus propósitos y estimulado de un inveterado odio contra los romanos, como si hubiese tomado por su cuenta la protección de Sagunto, se quejó a los embajadores: de que originada poco antes una sedición en Sagunto, los vecinos habían tomado por árbitros de la disputa a los romanos, y éstos habían quitado la vida injustamente a algunos de los principales; que esta perfidia no la podía dejar él impune, pues los cartagineses tenían por costumbre, recibida de sus mayores, no permitir se hiciesen injurias. Pero al mismo tiempo envió a Cartago para saber cómo se portaría con los saguntinos que, validos de la alianza de los romanos, maltrataban algunos pueblos de su dominio".

  APIANO DE ALEJANDRÍA

 Nacido alrededor del año 95 d.c. Alcanzó una posición elevada en su patria desempeñando altos cargos administrativos en Alejandría y después, actuó como abogado en la corte imperial y finalmente como procurador del emperador. Escribió una historia de Roma que abarca desde su fundación hasta el año 35 a.c. de forma etnográfica, usando fuentes literarias griegas y romanas y posiblemente documentos oficiales en registros y archivos, a los que pudo tener acceso en su calidad de funcionario imperial. Algunas de sus fuentes fueron: Polibio, Paulo CLodio, Jerónimo de Cardia, Cesar, Augusto, Asinio Polión, Plutarco, Diodoro, Posidonio, Livio, Salustio, Celio Antiprato, Valerio Antias y Sempronio Aselión entre otros.

 Historia de Roma

Sobre Iberia. La 2ª Guerra Púnica La geografía de Iberia. - Sagunto. 7¬.

  "Los saguntinos, colonos oriundos de Zacinto, que viven a mitad de camino entre los Pirineos y el río Ebro y todos los restantes griegos que habitaban en las proximidades del llamado Emporion y en cualquier otro lugar de Iberia, temiendo por su seguridad personal, enviaron embajadores a Roma. ¬.

  "Y presumiendo que sería un inicio brillante el cruzar el Ebro, convenció a los turbuletes, que eran vecinos de los de Sagunto, a quejarse ante él de estos últimos sobre la base de que hacían incursiones contra su territorio y les causaban muchos ultrajes. Y ellos le obedecieron. Entonces, Aníbal envió embajadores de éstos a Cartago, en tanto que él, en misivas privadas, expuso que los romanos trataban de convencer a la parte de Iberia sometida a Cartago para que hiciera defección de ésta, y que los saguntinos cooperaban en ello con los romanos. Y en absoluto desistía de su engaño, enviando muchos mensajes en tal sentido, hasta que el consejo le autorizó a actuar con relación a los saguntinos del modo que juzgara oportuno. Y tan pronto tuvo ocasión, hizo que, de nuevo, los turbuletes se presentaran ante él para quejarse de los saguntinos y mandó venir embajadores de éstos. Se presentaron los embajadores saguntinos y, al exhortarles Aníbal a que cada uno expusiera en su presencia los motivos de sus diferencias, estos últimos manifestaron que remitirían el juicio a Roma. Al decirle esto, los hizo salir del campamento y a la noche siguiente, habiendo cruzado el Ebro con todo su ejército devastó el territorio y apostó sus máquinas contra la ciudad.

ESTRABÓN

Estrabón 1,7)

"Hay allí un monte que pertenece a los iberos llamados bastetanos, a los que también llaman bástulos, el Calpe (Gibraltar).."

(Estrabón III 14)

"A continuación de los celtíberos están, hacia el Sur, los que ocupan el macizo de la Orospeda y la región de Sucron, los sedetanos, hasta Carquedon y los bastetanos y oretanos casi hasta Malaca"

(Estrabón II 15)

"Con la prosperidad del país les vino a los turdetanos la civilización y la organización política; y debido a la vecindad, o, como ha dicho Polibio, por el parentesco, también a los celtas, aunque en menor medida, porque la mayoría viven en un sistema de aldeas. Sin embargo los turdetanos, en particular los que habitan en las proximidades del Betis..."

(Estrabón III 153) 

 “En sus cercanías viven celtas, emparentados con los de las orillas del Anas. Dicen que en una ocasión en que hicieron allí una campaña militar éstos junto a los túrdulos, se sublevaron tras pasar el río Limea, y que luego de la revuelta, como sobreviniera la pérdida de su jefe, permanecieron en el lugar dispersos”

29.12.2016 22:30

*(Letra amarilla=otras traducciones populares. Fondo rojo=párrafo correspondiente en latín. Fondo verde=mi traducción propia del latín. Letra blanca=párrafos coaligados o explicativos)

[21.6] Las semillas de la disputa estaban siendo sembradas entre sus vecinos, sobre todo entre los turdetanos.

([6] Cum Saguntinis bellum nondum erat; ceterum iam belli causa certamina cum finitimis serebantur, maxime Turdetanis. Quibus cum adesset idem qui litis erat sator, nec certamen iuris sed uim quaeri appareret, legati a Saguntinis Romam missi auxilium ad bellum iam haud dubie imminens orantes.)

(6)Cuando la guerra de los saguntinos aún no existía; sin embargo ya la causa de la guerra estaba siendo la contienda con los vecinos, sobre todo con los turdetanos.

[21.12]… . Las condiciones consistían en que restituyesen sus propiedades a los turdetanos, que entregasen todo el oro y la plata y que los habitantes saliesen con una sola prenda de ropa y morasen donde los cartagineses les ordenaran.

(Postulabatur autem, redderent res Turdetanis traditoque omni auro atque argento egressi urbe cum singulis uestimentis ibi habitarent ubi Poenus iussisset.)

Se pedía que devolvieran los bienes de los turdetanos y que entregaran todo el oro y la plata saliendo de la ciudad con sólo las ropas morando allí en donde los púnicos les ordenaran

[24.42]… Los turdetanos, que habían provocado la guerra entre Sagunto y Cartago, fueron reducidos a la sumisión y vendidos como esclavos; su ciudad fue completamente destruida.

et Turdetanos, qui contraxerant eis cum Carthaginiensibus bellum, in potestatem redactos sub corona uendiderunt urbemque eorum deleuerunt.)

Y los turdetanos, quienes pactaron la guerra con los cartagineses, fueron reducidos por la autoridad, se vendieron como esclavos y su ciudad fue destruida

205 a.C. [28.39]

…. los túrdulos, nuestros inveterados enemigos que habían sido la causa de nuestro anterior colapso, se bastaban para destruirnos

ab Turdulis nos ueterrimis hostibus, qui prioris quoque excidii causa nobis fuerant, exstingui posse

  “por los túrdulos, nuestros antiguos enemigos, que siendo superiores y por esto fueron causa de nuestra perdición, tuvieron fuerza para destruirnos” (+/-)

  Y, por último, a los turdetanos, tan mortales enemigos nuestros que de haber mantenido intactas sus fuerzas Sagunto no hubiera podido subsistir, les derrotó con una guerra hasta el punto de que ya no les tememos nosotros ni, casi me atrevo a decir, nuestros descendientes. La tribu en cuyo favor Aníbal destruyó Sagunto, ha visto la suya propia destruida ante nuestros ojos. Recibimos tributos de sus tierras, que nos gusta menos por la ganancia que por la venganza.

(28,39)

postremo Turdetaniam, adeo infestam nobis ut illa gente incolumi stare Saguntum non posset, ita bello adflixit ut non modo nobis sed—absit uerbo inuidia—ne posteris quidem timenda nostris esset. deletam urbem cernimus eorum quorum in gratiam Saguntum deleuerat Hannibal; uectigal ex agro eorum capimus quod nobis non fructu iucundius est quam ultione.

(28,39) ”Por último, Turdetania, hasta tal punto hostiles a nosotros que aquella gente no podía mantenerse intacta, Sagunto no podía, fue devastada por la guerra para que no sólo nosotros, sino – lejos de la palabra odio – ni siquiera nuestros descendientes tuvieron temor, se decidió que la ciudad fuera destruida en gratificación a Sagunto, destruida por Hannibal; fueron tomadas como tributo sus tierras, lo cual no es para nosotros fruto tan placentero como la venganza".

(33,26)

[26] Praetores deinde prouincias sortiti, L. Apustius Fullo urbanam iurisdictionem, M'. Acilius Glabrio inter ciues et peregrinos, Q. Fabius Buteo Hispaniam ulteriorem, Q. Minucius Thermus citeriorem 196 a.C.

[33.26] A continuación, los pretores sortearon sus provincias. Lucio Apustio Fulón obtuvo la pretura urbana y Marco Acilio Glabrión la peregrina. Quinto Fabio Buteo recibió la Hispania Ulterior y Quinto Minucio Termo la Citerior.

(33,43)

[43] par numerus peditum equitumque nouorum et P. Manlio in citeriorem Hispaniam decretus et legio eadem quae fuerat sub Q. Minucio praetore data

(33,43) El mismo número de soldados de infantería y caballería se asignó a Publio Manlio, en la Hispania Citerior, y la legión que había servido bajo el pretor Quinto Minucio, le fue otorgada.

(33,44)

[44] Mirantibus iam uolgo hominibus quod Hispania mouisset bellum neglegi, litterae a Q. Minucio allatae sunt se ad Turdam oppidum cum Budare et Baesadine imperatoribus Hispanis signis conlatis prospere pugnasse: duodecim milia hostium caesa, Budarem imperatorem captum, ceteros fusos fugatosque. his litteris lectis minus terroris ab Hispanis erat, unde ingens bellum expectatum fuerat.

(33,44) Ya se sorprendían los hombres en general de la negligencia en la guerra que estalló en Hispania. Una carta de Quinto Minucio citó hacia la ciudad de Turda (oppidum) cuando enfrentaron los estandartes con los generales hispanos Budar y Besadín, luchó con éxito: doce mil enemigos cayeron, el general Budar capturado, los otros diseminados y puestos en fuga.

(34,17)

[17] Interim P. Manlius praetor exercitu uetere a Q. Minucio, cui successerat, accepto, adiuncto et Ap. Claudi Neronis ex ulteriore Hispania uetere item exercitu, in Turdetaniam proficiscitur. omnium Hispanorum maxime imbelles habentur Turdetani; freti tamen multitudine sua obuiam ierunt agmini Romano. eques immissus turbauit extemplo aciem eorum. pedestre proelium nullius ferme certaminis fuit: milites ueteres, periti hostium bellique, haud dubiam pugnam fecerunt. nec tamen ea pugna debellatum est: decem milia Celtiberum mercede Turduli conducunt alienisque armis parabant bellum. consul interim rebellione Bergistanorum ictus, ceteras quoque ciuitates ratus per occasionem idem facturas, arma omnibus cis Hiberum Hispanis adimit.

(34,17) Mientras tanto, el pretor Publio Manlio, con el veterano ejército de Quinto Minucio, a quien sucedió, recibió y añadió igualmente al veterano ejercito de Apio Claudio desde Hispania Ulterior, marchó para Turdetania. De todos los hispanos, los turdetanos eran los más ineptos para la guerra, sin embargo, confiados en su gran número, fueron al encuentro del ejército romano. La caballería fue enviada contra los agitadores, inmediatamente la tropa fue formada en orden de batalla. El combate a pie fue casi nulo en la batalla: los soldados veteranos, conocedores de las tácticas del enemigo no dejaron dudas en el combate. Aún así, aquella batalla no puso fín a la guerra. Diez mil celtíberos mercenarios y con armas extranjeras se dispusieron a la guerra. El cónsul, alarmado por la rebelión de los bergistanos, y como el resto de ciudades pensaría tener la misma oportunidad, eliminó el derecho de hacer armas a la parte de acá del Ebro.

(34,19)

[19] Difficilius bellum in Turdetania praetori P. Manlio Celti-.1 beri mercede exciti ab hostibus, sicut ante dictum est, faciebant; itaque eo consul accersitus litteris praetoris legiones duxit. ubi eo uenit, castra separatim Celtiberi et Turdetani habebant. cum Turdetanis extemplo leuia proelia incursantes in stationes eorum Romani facere semperque uictores ex quamuis temere coepto certamine abire. ad Celtiberos in conloquium tribunos militum ire consul atque iis trium condicionum electionem ferre iubet: primam, si transire ad Romanos uelint et duplex stipendium accipere quam quantum a Turdetanis pepigissent; alteram, si domos abire, publica fide accepta nihil eam rem noxiae futuram quod hostibus se Romanorum iunxissent; tertiam, si utique bellum placeat, diem locumque constituant ubi secum armis decernant. a Celtiberis dies ad consultandum petita. concilium immixtis Turdetanis habitum magno cum tumultu; eo minus decerni quicquam potuit. cum incerta bellum an pax cum Celtiberis essent, commeatus tamen haud secus quam in pace ex agris castellisque hostium Romani portabant, deni saepe munimenta eorum, uelut communi pacto commercio, priuatis indutiis ingredientes. consul ubi hostes ad pugnam elicere nequit, primum praedatum sub signis aliquot expeditas cohortes in agrum integrae regionis ducit, deinde audito Seguntiae Celtiberum omnes sarcinas impedimentaque relicta, eo pergit ducere ad oppugnandum. postquam nulla mouentur re, persoluto stipendio non suis modo sed etiam praetoris militibus relictoque omni exercitu in castris praetoris ipse cum septem cohortibus ad Hiberum est regressus.

(34,19) La difícil guerra en Turdetania del pretor Publio Manlio con los celtíberos mercenarios provocada por el enemigo, hizo que se diera la orden; por lo tanto el cónsul pidió en una carta a los pretores que condujeran las legiones. Cuando llegaron a allí, estaban separados el campamento celtíbero y el turdetano. Entonces, los turdetanos inmediatamente se animaron a hacer incursiones de combate sobre los puestos avanzados (romanos) y siempre vencieron por mucho que se empeñaran en el combate. Para los celtíberos, el cónsul envió a una conferencia a los tribunos militares y ordenó ofrecer a aquellos tres condiciones a elegir: primera, pasarse a los romanos y doblar la paga que iban a recibir de los turdetanos; otra, marcharse a sus casas bajo garantías públicas de que no sufrirían represalias futuras por haberse unido a los enemigos de los romanos, tercera, si se decidían en cualquier caso por la guerra, fijar momento y lugar donde se pudiera decidir la cuestión por las armas. Los celtíberos pidieron un día para consultarlo. Sin embargo, al votar por ella, cualquier cosa podría pasar. Si bien la cuestión de la guerra o la paz con los celtíberos existía, sin embargo los romanos se llevaban suministros de los campos y pueblos del enemigo en tiempos de paz, de las fortificaciones del enemigo, mandando a escuadrones entrar en sus trincheras, como si hubiese un pacto de comercio, una tregua tácita. El cónsul no podía inducir al enemigo a combatir, envió algunas cohortes armados a la ligera en una expedición de saqueo por los campos, bajo la norma del premio del botín, los envió por toda la región. Después de escuchar a celtiberos de Seguntia que todos los pertrechos y el equipaje se quedaron atrás, procedió al asalto. Después de que ninguno se moviese, y que el salario no pudiese pagarse incluso a los soldados del pretor, dejó todo su ejército en el castro del pretor, y con siete cohortes regresó hacia el Ebro

(34,20)

[20] Ea tam exigua manu oppida aliquot cepit. defecere ad eum Sedetani Ausetani Suessetani. Lacetanos, deuiam et siluestrem gentem, cum insita feritas continebat in armis, tum conscientia, dum consul exercitusque Turdulo bello esset occupatus, depopulatorum subitis incursionibus sociorum. igitur ad oppidum eorum oppugnandum consul ducit non Romanas modo cohortes sed iuuentutem etiam merito infensorum iis sociorum

(34,20) Por tan exiguo ataque para apoderarse de la ciudad, se ofreció para los sedetanos, ausetanos y suessetanos. Los lacetanos, gentes insensatas y salvajes, que se mantenían unidos con su insensata ferocidad por las armas, conscientes entonces de que, mientras el cónsul y su ejército estaban ocupados en la guerra de los túrdulos, devastaron con incursiones imprevistas a sus aliados. Así pues, hacia la ciudad que fue asediada por el cónsul, hizo llevar no sólo a las cohortes romanas, sino también a jóvenes guerreros que fueron a la invasión como los aliados.

Autor: Javier Jordá Sánchez

29.12.2016 21:54

TÚRBULA O TURBA.

  Esa Túrbula mencionada por Ptolomeo en el siglo II d.C. es, según nuestra hipótesis, la ciudad de los turbuletes, a los que nombra Apiano (95-165 d.C) indicando que su conflicto con los saguntinos había sido la excusa para el ataque de Aníbal a Sagunto en el año 218 a. C.

  Apiano:

             “…y así, juzgando Aníbal que pasar por el Iberus sería un principio brillante, excitó a los turbuletes, vecinos de los saguntinos, a que se le quejasen de que estos les devastaban los campos y les infligían muchas tropelías…

  Pero a esos mismos hechos hace también referencia Tito Livio (59 a.C. -17 d.C.), aunque utilizando el gentilicio de turbetanos, es decir, habitantes de Turba.

  Tito Livio:

               “Aún no había estallado la guerra contra Sagunto, pero ya se sembraban conflictos con los pueblos vecinos, causa futura de la guerra, especialmente con los turdetanos”.

  La comparación de ambas citas nos permite afirmar que turbuletes y turdetanos eran un mismo pueblo, y que, por tanto, Túrbula y Turba debieron ser una misma ciudad o, al menos, existió un vínculo entre ambas.    

   Pero las referencias a Turba y a los turbetanos no acaban aquí. Según Tito Livio en el año 215 a.C. los romanos “arrojaron de Sagunto a la guarnición cartaginesa, recobraron la ciudad y la devolvieron a aquellos habitantes antiguos que habían escapado de las desgracias de la guerra. A los turdetanos, que fueron causa de la guerra entre Sagunto y Cartago, los sometieron, los vendieron como esclavos y arrasaron su ciudad”.

  El mismo autor, situándose en al año 205 a.C., nos relata el siguiente suceso: “Entonces introdujo ante el Senado a los legados de Sagunto. Tomó la palabra el de más edad: Los túrdulos, nuestros enemigos de siempre, que ya habían sido causa de nuestro primer desastre, podían aniquilarnos… Finalmente, en vista de que quedando incólume aquel pueblo no podía Sagunto subsistir, lo abatió por las armas hasta dejarlo incapaz de inspirar temor… Vimos destruida aquella ciudad, en consideración de la cual destruyera Aníbal a Sagunto; recibimos de sus tierras un tributo para nosotros más precioso como venganza que como provecho”.

  En 196 a.C., también según Tito Livio, “cuando empezaba la gente a extrañarse de que no se tratase de la guerra de Hispania, se recibieron cartas de Quinto Minucio según las cuales había trabado batalla con buena fortuna con Budar y Besadines, generales hispanos, cerca de la ciudad de Turda”.  

  Un año después, el 195 a.C., el cónsul Porcio Catón es enviado a Hispania para intentar controlar la complicada situación en que se encontraban los conquistadores romanos. El propio Catón dejó reflejada su estancia en una población denominada Turta (+ - Turba).

  Quizás Turda fue el nombre de una antigua ciudad, que durante algún momento de la ocupación romana fue refundada, posiblemente en algún lugar cercano, con la nueva denominación de Túrbula, que en latín sería un diminutivo de Turba. De ahí que Ptolomeo o Apiano, autores ya del siglo II d.C., en época imperial, hagan referencia exclusivamente a Túrbula; mientras que Tito Livio, que vivió el cambio de era, siglo y medio antes, suele utilizar todavía el nombre de Turda y el gentilicio turdetanos o túrdulos , lo que nos indicaría que, aunque se guardara memoria de la antigua ciudad, en su época ya se habría fundado la nueva.

TÚRBULA según Ptolomeo.

   La principal referencia geográfica a la población de Túrbula la encontramos en la Geographia de Ptolomeo (s.II d.C), ya en época imperial romana, dentro de una relación de las poblaciones de la península Ibérica, agrupadas en función de su adscripción a los territorios de los antiguos pueblos prerromanos y no a la división provincial romana existente en ese momento.

  Según dicha división territorial Túrbula se situaría dentro del territorio de la Bastitania, en su extremo norte. Los límites de esa zona de la Bastitania, siempre siguiendo a Ptolomeo, serían: (Ver mapas)

       - Al norte, el territorio lobetano y la Celtiberia, que se extendería también hacia el oeste.

       - Al nordeste, Edetania (donde se localizarían, entre otras, las ciudades de Edeta y Sagunto), sirviendo como separación entre ambos territorios las estribaciones del Sistema Ibérico (montes Idubeda).

       - Hacia levante el límite lo seguirían marcando los montes Idubeda (que Ptolomeo hace confluir algo más al sur con los Orospeda), pero en este caso el territorio limítrofe sería la Contestania, en cuyo extremo septentrional Ptolomeo sitúa Valentia.

  Estos límites geográficos nos llevan a pensar que ese territorio al norte de la Bastitania - donde se ubicarían, según Ptolomeo, no sólo Túrbula, sino también Putialia y Salaria- vendría a corresponder a la Tierra de Requena-Utiel y los márgenes del río Cabriel que la rodean.

  Respecto a las tres poblaciones mencionadas podemos hacer las siguientes reflexiones: el nombre de Salaria, la más oriental de ellas según las coordenadas que establecen las tablas Ptolomaicas, nos da la pista toponímica de la proximidad de minas de sal, que nos llevaría a pensar en las existentes entre las poblaciones de Iniesta, Minglanilla y la Pesquera, en los márgenes del río Cabriel, cuya explotación se remonta, al menos, hasta época romana; Putialia ha sido relacionada desde antiguo por diversos autores con la actual población de Utiel, y aunque se han encontrado cercanos vestigios ibéricos y romanos, informadores más fiables la localizan en el término municipal de Enguídanos (CU); por último Túrbula, siempre según Ptolomeo, quedaría situada en la zona occidental de esa comarca, más cercana a la Edetania y a la Contestania, aunque su ubicación exacta aún no nos es conocida.

29.12.2016 15:36

TITO LIVIO

(21,6) "Cuando la guerra de los saguntinos aún no existía pero ya la causa de la guerra estaba siendo la contienda con los vecinos, sobre todo con los turdetanos".

(21,12) “Se pedía que devolvieran los bienes de los turdetanos y que entregaran todo el oro y la plata saliendo de la ciudad con sólo las ropas morando allí en donde los púnicos les ordenaran”

(24,42) “Y los turdetanos, quienes pactaron la guerra con los cartagineses, fueron reducidos por la autoridad, se vendieron como esclavos y su ciudad fue destruida”

(28,39) ”Por los túrdulos, nuestros antiguos enemigos, que siendo superiores y por esto fueron causa de nuestra perdición, tuvieron fuerza para destruirnos” (+/-)

(28,39) ”Por último, Turdetania, hasta tal punto hostiles a nosotros que aquella gente no podía mantenerse intacta, Sagunto no podía, fue devastada por la guerra para que sólo nosotros, sino – lejos de la palabra odio – ni siquiera nuestros descendientes tuvieron temor, se decidió que la ciudad fuera destruida en gratificación a Sagunto, destruida por Hannibal; fueron tomadas como tributo sus tierras, lo cual no es para nosotros fruto tan placentero como la venganza".

(33,43) "El mismo número de soldados de infantería y caballería se asignó a Publio Manlio, en la Hispania Citerior, y la legión que había servido bajo el pretor Quinto Minucio, le fue otorgada".

(33,44) "Ya se sorprendían los hombres en general de la negligencia en la guerra que estalló en Hispania. Una carta de Quinto Minucio citó hacia la ciudad de Turda (oppidum) cuando enfrentaron los estandartes con los generales hispanos Budar y Besadín, luchó con éxito: doce mil enemigos cayeron, el general Budar capturado, los otros diseminados y puestos en fuga".

(34,17) "Mientras tanto, el pretor Publio Manlio, con el veterano ejército de Quinto Minucio, a quien sucedió, recibió y añadió igualmente al veterano ejercito de Apio Claudio desde Hispania Ulterior, marchó para Turdetania. De todos los hispanos, los turdetanos eran los más ineptos para la guerra, sin embargo, confiados en su gran número, fueron al encuentro del ejército romano. La caballería fue enviada contra los agitadores, inmediatamente la tropa fue formada en orden de batalla. El combate a pie fue casi nulo en la batalla: los soldados veteranos, conocedores de las tácticas del enemigo no dejaron dudas en el combate. Aún así, aquella batalla no puso fín a la guerra. Diez mil celtíberos mercenarios y con armas extranjeras se dispusieron a la guerra. El cónsul, alarmado por la rebelión de los bersgitanos, y como el resto de ciudades pensaría tener la misma oportunidad, eliminó el derecho de hacer armas a la parte de acá del Ebro".

(34,19) "La difícil guerra en Turdetania del pretor Publio Manlio con los celtíberos mercenarios provocada por el enemigo, hizo que se diera la orden; por lo tanto el cónsul pidió en una carta a los pretores que condujeran las legiones. Cuando llegaron a allí, estaban separados el campamento celtíbero y el turdetano. Entonces, los turdetanos inmediatamente se animaron a hacer incursiones de combate sobre los puestos avanzados (romanos) y siempre vencieron por mucho que se empeñaran en el combate. Para los celtíberos, el cónsul envió a una conferencia a los tribunos militares y ordenó ofrecer a aquellos tres condiciones a elegir: primera, pasarse a los romanos y doblar la paga que iban a recibir de los turdetanos; otra, marcharse a sus casas bajo garantías públicas de que no sufrirían represalias futuras por haberse unido a los enemigos de los romanos, tercera, si se decidían en cualquier caso por la guerra, fijar momento y lugar donde se pudiera decidir la cuestión por las armas. Los celtíberos pidieron un día para consultarlo".

(34,20) "Por tan exiguo ataque para apoderarse de la ciudad, se ofreció para los sedetanos, ausetanos y suessetanos. Los lacetanos, gentes insensatas y salvajes, que se mantenían unidos con su insensata ferocidad por las armas, conscientes entonces de que, mientras el cónsul y su ejército estaban ocupados en la guerra de los túrdulos, devastaron con incursiones imprevistas a sus aliados. Así pues, hacia la ciudad que fue asediada por el cónsul, hizo llevar no sólo a las cohortes romanas, sino también a jóvenes guerreros que fueron a la invasión como los aliados".

POLIBIO

"Estos le declararon que no tocase a Sagunto, pues estaba bajo su amparo, ni pasase el Ebro, según el tratado concluido con Asdrúbal. Aníbal, joven entonces, lleno de ardor militar, afortunado en sus propósitos y estimulado de un inveterado odio contra los romanos, como si hubiese tomado por su cuenta la protección de Sagunto, se quejó a los embajadores: de que originada poco antes una sedición en Sagunto, los vecinos habían tomado por árbitros de la disputa a los romanos, y éstos habían quitado la vida injustamente a algunos de los principales; que esta perfidia no la podía dejar él impune, pues los cartagineses tenían por costumbre, recibida de sus mayores, no permitir se hiciesen injurias. Pero al mismo tiempo envió a Cartago para saber cómo se portaría con los saguntinos que, validos de la alianza de los romanos, maltrataban algunos pueblos de su dominio".

APIANO

"Y presumiendo que sería un inicio brillante el cruzar el Ebro, convenció a los turbuletes, que eran vecinos de los de Sagunto, a quejarse ante él de estos últimos sobre la base de que hacían incursiones contra su territorio y les causaban muchos ultrajes. Y ellos le obedecieron. Entonces, Aníbal envió embajadores de éstos a Cartago, en tanto que él, en misivas privadas, expuso que los romanos trataban de convencer a la parte de Iberia sometida a Cartago para que hiciera defección de ésta, y que los saguntinos cooperaban en ello con los romanos. Y en absoluto desistía de su engaño, enviando muchos mensajes en tal sentido, hasta que el consejo le autorizó a actuar con relación a los saguntinos del modo que juzgara oportuno. Y tan pronto tuvo ocasión, hizo que, de nuevo, los turbuletes se presentaran ante él para quejarse de los saguntinos y mandó venir embajadores de éstos".

ESTRABÓN (Estrabón III 153) (según Tovar)

"En las fuentes quedan noticias de algunos desplazamientos de poblaciones. Como el de los celtas que en compañía de algunos túrdulos, habían llegado hasta el río Limia, en el ángulo noroeste de la Península; eran parientes de otros asentados en el río Guadiana, en el conventus hispaliensis. Los celtas del Guadiana, según Plinio (III 13), eran gentes oriundas de Celtiberia. Los romanos, para pacificar las tribus hispanas , emplearon mucho en la Península el sistema de deportarlas, principalmente bajándolas de la montaña y asentándolas en llano, como hicieron con las tribus del norte" (Estrabón III 154). César, en el año 61-60 a.C., a los habitantes del Mons Herminius los asentó en el llano (Dión Cas. XXXVII 52).

28.12.2016 21:49

¿POR QUÉ LOS TURDETANI (TURDETANOS), TURDULI (TURDULOS), TURDETANIAM (TURDETANIA) Y TURDAM (TURDA), NO SON LOS TURDETANI A LOS QUE SE REFIEREN PTOLOMEO Y ESTRABÓN, HABITANTES DE ANDALUCÍA?

TITO LIVIO

(21,6) "Cuando la guerra de los saguntinos aún no existía pero ya la causa de la guerra estaba siendo la contienda con los vecinos, sobre todo con los turdetanos."

  Estos Turdetanos no pueden ser los de Andalucía porque la referencia los trata como vecinos de los saguntinos (218 a.C.)

(21,12)Se pedía que devolvieran los bienes de los turdetanos y que entregaran todo el oro y la plata saliendo de la ciudad con sólo las ropas morando allí en donde los púnicos les ordenaran

  Sigue hablando de los Turdetanos, sus vecinos con quienes tuvieron los litigios mencionados en (21,6). Estos turdetanos tampoco son los de Andalucía. Mirando más allá, los tartésicos turdetanos andaluces son gran cantidad de ciudades y población, ¿litigaría Sagunto con toda Turdetania?. Andalucía está muy desproporcionada por la cantidad y la distancia. Además se tendría que dar que existiese un rey para toda Turdetania-Andalucía, cosa que no se dio en muchos siglos, ya que necesitarían a alguien que dominase todas esas ciudades, muchas de gran tamaño. Lo más que existió fueron algunos régulos, tipo Culchas, que dominaron varios oppidum, gobernados desde su propia ciudad. El oro y la plata tendría que recojerse en alguna capital, por algún régulo, de toda Turdetania-Andalucía, lo cual no se dió.

  A parte, “se pidió que devolvieran los bienes de los turdetanos”, lo cual , en cantidad, sería utópico, ya que los bienes de toda Turdetania-Andalucía serían ingentes, no sería posible robar los bienes de todos los turdetanos-andaluces.

(24,42)Y los turdetanos, quienes pactaron la guerra con los cartagineses, fueron reducidos por la autoridad, se vendieron como esclavos y su ciudad fue destruida

  Sigue hablando de los Turdetani. Después de haber vencido los cartaginenses en Munda, Auringis y otras batallas (por la zona de Andalucía), se sintieron avergonzados de haber abandonado a Sagunto, la reconquistaron y la devolvieron a los saguntinos supervivientes. Y después, se vengaron de los Turdetanos,” quienes pactaron la guerra con los cartaginenses, fueron reducidos por la autoridad, se vendieron como esclavos y su ciudad fue destruida”:

  1/ Si dice “su ciudad fue destruida”, se refiere a que tenían una sola ciudad principal (urbe), por lo tanto, no se puede relacionar con la Turdetania-Andalucía, por su gran cantidad de ciudades muy pobladas.

  2/ El texto dice que primero combatieron por Andalucía (Munda, Auringis, etc..), zonas del contexto de Turdetania-Andalucía. Y cuando vencieron esas batallas se dirigieron a Sagunto, mucha distancia hacia el norte, y la destruyeron, de manera tan simple y rápida, que no puede darse en un territorio tan amplio y denso como Turdetania-Andalucía. Y tampoco sería lógico que primero combatan y venzan en Turdetania-Andalucía, luego suban hasta Sagunto a reconquistarla, y una vez terminada ésta, vuelvan a bajar a destruir una ciudad y todo su publo, cuando ya antes habían sido vencidos por ellos.

  3/ El texto dice que (todos) los turdetanos fueron reducidos por la autoridad y vendidos como esclavos, (muy sencillamente), lo cual es utópico para un territorio tan grande.

  4/ El texto dice que (todos) los Turdetanos fueron reducidos, cuando Turdetania-Andalucía no fue totalmente abandonada por los cartaginenses, siguieron poseyendo gran parte de ella.

  5/ Por tanto el texto se refiere a una tribu de turdetanos, de un tamaño reducido, aunque comparable al del territorio de Sagunto, pues con él litigaba. Una tribu “bisagra” muy fácil de manejar, mediante pacto, por los cartaginenses, y fácil de derrotar por los ejércitos romanos. Debe estar en una zona intermedia entre Sagunto y los cartaginenses, situados en la zona media sur de Hispania.

(28,39)Por los túrdulos, nuestros antiguos enemigos, que siendo superiores y por esto fueron causa de nuestra perdición, tuvieron fuerza para destruirnos” (+/-).

205 a.C. [28.39] "Luego les presentó una delegación de Sagunto y el miembro más anciano de ellos se dirigió a la Cámara en los siguientes términos: …. “Aún teniendo en el corazón de Italia tan terrible guerra y a un enemigo como Aníbal, no obstante enviasteis a Hispania un cónsul con su ejército para reunir, por así decir, los restos de nuestro naufragio. Desde el día en que los dos Escipiones, Publio y Cneo Cornelio, entraron en la provincia, en ningún momento dejaron de hacernos el bien a nosotros y perjudicar a nuestros enemigos. En primer lugar, nos devolvieron nuestra ciudad y enviaron hombres por toda Hispania para que hallasen a cuantos de nosotros habían sido vendidos como esclavos y devolverles la libertad. Cuando nuestra suerte, de ser absolutamente miserable, se había convertido casi en envidiable, vuestros dos generales, Publio y Cneo Cornelio hallaron la, una pérdida que sentimos aún más amargamente que vosotros. Pareció entonces como si hubiésemos regresado de un lejano exilio a nuestros antiguos hogares, solo para contemplar por segunda vez nuestra propia ruina y la destrucción de nuestro patria. No hizo falta un general o un ejército cartaginés para ejecutar nuestra aniquilación; Por los túrdulos, nuestros antiguos enemigos, que siendo superiores y por esto fueron causa de nuestra perdición, tuvieron fuerza para destruirnos” (+/-)

  1/ Se refiere a la primera reconquista de Sagunto en la segunda guerra púnica. Después de haber sido tomada por Hannibal en 218 a.C., sus gentes vendidos como esclavos y sus bienes apropiados. Fueron los hermanos Escipiones quienes la reconquistaron, devolviéndoles sus propiedades en 214 a. C. Entonces, en otro enfrentamiento con los cartaginenses (abandono de los aliados celtíberos, en Andalucía ) murieron los Escipiones, el ejército romano fue derrotado y retrocedió hasta ( ) por encima del Ebro, y Cartago recuperó Sagunto. Por segunda vez, entonces, Sagunto fue derrotada y asolada, y en esta ocasión no fueron los ejércitos cartaginenses quienes les vencieron, fueron ” los Túrdulos, nuestros antiguos enemigos, que fueron la causa principal de nuestra caída, fueron capaces de destruirnos”.

  2/ El texto habla de Túrdulos, los mismos turdetanos que fueron su anterior causa de perdición. Túrdulos y y Turdetanos son los mismos, los de Turda, solo que la terminación genitiva varía, al no tener claro, más que las dos son gente de Turda.

  3/ Siguen hablando de la relación desde antiguo de enemistad (entre vecinos) de Turdetanos y Saguntinos. Esta antigua relación impide considerar a estos como turdetanos de Andalucía, ya que su lejanía no podría dar lugar a esta relación.

  4/ Hablan de que, así como anteriormente Sagunto no pudo ser tomada más que por un poderoso ejército como el de Hannibal. Esta vez, un ejército no tan grande, como el de los Turdetanos, sí fue capaz de hacerlo, ya que debía ser tan fuerte como para hacer una gesta así con una ciudad debilitada, pero no tanto como para sitiar una ciudad grande. Lo cual implica que un gran ejército sí podría ser el de una Turdetania andaluza, por su extensión y población, pero un ejército mediano correspondería a una tribu potente (2000-3000 kms cuadrados y 10000-20000 habitantes) pero con sus limitaciones.

  5/ Los cartaginenses debieron dejar vía libre a sus aliados, con quienes “pactaron” para arrasar y saquear Sagunto. Era una tribu independiente, no conquistada. Por tanto se descarta a los Olcades y Carpetanos, conquistados por Hannibal y enemigos de éste, ya que se unieron para combatirle en la batalla del Tajo. Estos debían ser vecinos, precisamente por esa alianza. Ocuparían Castilla-La Mancha y Madrid.

(28,39) "Y justo cuando habíamos perdido toda esperanza, enviasteis de repente a Publio Escipión, al que contemplamos hoy aquí, nosotros, los más afortunados de los saguntinos. Llevaremos de vuelta a nuestro pueblo la noticia de que hemos visto, como vuestro cónsul electo, al único hombre en quien depositamos todas nuestras esperanzas de auxilio y salvación. Por él ha sido tomada ciudad tras ciudad a vuestros enemigos en toda Hispania, y en cada caso separó a los saguntinos de la masa de prisioneros y los devolvió a casa. Por último, Turdetania, hasta tal punto hostiles a nosotros que aquella gente no podía mantenerse intacta, Sagunto no podía, fue devastada por la guerra para que no sólo nosotros, sino – lejos de la palabra odio – ni siquiera nuestros descendientes tuvieron temor, se decidió que la ciudad fuera destruida en gratificación a Sagunto, destruida por Hannibal; fueron tomadas como tributo sus tierras, lo cual no es para nosotros fruto tan placentero como la venganza".

  1/ Importante que la fuente se refiere a “urbem” (la ciudad), cuando habla de la destrucción de Turdetania, que aquella gente no podía mantenerse intacta, se refiere a una sola ciudad que representa a Turdetania. Esto elimina a una Turdetania andaluza, con gran número de “urbes” o ciudades y de gran extensión. Habla de que destruyendo esa sola ciudad, los Turdetanos se quedarían sin ninguna fuerza ya para poder amenazarles, toda Turdetania se centraba en el poder de aquella ciudad, Turda, que fue destruida definitivamente en 205 a.C. , año en que Roma derrotó en Hispania a Cartago.

  2/ El texto habla de que “fueron tomadas como tributo sus tierras…” (de los Turdetanos). Lo cual implica que para pode hacerse cargo de estas, los saguntinos, debían disponer de proximidad. ¿Cómo calcularíamos esta proximidad?. Un día de distancia a caballo, o dos andando como mucho. Esto sería entre 50 kms y 100kms. Más lejos, habría unos desplazamientos para los habitantes de Sagunto demasiado largos para que resultara económico explotarlas, a no ser que se trasladara la residencia hasta aquellas.

  3/ El que esta ciudad, Turda, fuera totalmente destruida en 205 a.C., implicaría que el eje de capitalidad de la tribu turdetana se desplazara hasta otro lugar, hasta que con el tiempo y el olvido, Turda volviese a ser habitada. Esta otra población sería otra perteneciente al mismo ámbito de la tribu turdetana, no lejos de Turda y que por su situación central en el territorio turdetano, pudiese sustituir a Turda como centro comercial y político (pasaría de Turda a ¿Pucialia?, en el centro de la comarca ya 15 kms de Turda), un lugar más bajo que Turda, a conveniencia de Roma, quien quiso hacer descender las poblaciones ibéricas en cerros en altura, defensivas, a ciudades más llanas e indefendibles, tipo Pucialia (Kelin). La tribu turdetana se extendía desde su capital Turda (La Villa y La Loma), relativamente grande (2000 hab) a otros muchos pequeños núcleos Caudete (1500hab), Muela (800 hab), Atalaya (1000 hab), Molón (800 hab), Pesquera (¿), Los Ajos (800 hab), Sinarcas (2), Casas de Medina, y múltiples pequeños reductos : Cerro de la Cabeza, Peladilla, Berzosilla, Hortunas, Bicuerca, Enguidanos, Mira, etc….

  4/ En otras traducciones, los traductores obvian la palabra “urbem” (ciudad), ya que esto implicaría no hacer coincidir con la idea que ellos tenían como resultado de la traducción, en la que no encajaría destruir una sola ciudad, debería destruirse alos turdetanos en general. También el traductor habla de “tribu”, cuando el texto original no lo hace.

196 a.C. [33.26] "A continuación, los pretores sortearon sus provincias. Lucio Apustio Fulón obtuvo la pretura urbana y Marco Acilio Glabrión la peregrina. Quinto Fabio Buteo recibió la Hispania Ulterior y Quinto Minucio Termo la Citerior".

  1/ En el texto se cita el nombramiento de Quinto Minucio Termo como pretor de la Hispania Citerior. Lo cual implica que los hechos relacionados con él, ocurrieron en esta provincia. Y cuando fue nombrado pretor, los problemas de la provincia no eran tan grandes con las rebeliones, ya que al año siguiente, al haber crecido las rebeliones en la Citerior, tuvo que ser nombrado un cónsul especial, con su ejército para sofocarlas.

(33,43) - El 15 de marzo -195 a.C.-, el día en que tomaron posesión del cargo, los nuevos cónsules presentaron a discusión en el Senado la asignación de las provincias. El Senado decidió que, ya que la guerra en Hispania se estaba extendiendo de manera tan grave como para requerir la presencia de un cónsul y un ejército consular, Hispania Citerior debería ser una de las dos provincias consulares….. A Catón correspondió Hispania y a Valerio, Italia. Después los pretores sortearon sus provincias. Cayo Fabricio Lascinio recibió la jurisdicción urbana y Cayo Atinio Labeón la jurisdicción peregrina; a Ceneo Manlio Volsón correspondió Sicilia; a Apio Claudio Nerón, la Hispania Ulterior; a Publio Porcio Leca, Pisa, para amenazar a los ligures por su retaguardia. Publio Manlio fue asignado al cónsul para auxiliarle en Hispania Citerior…Además de la legión que había mandado Quinto Fabio, se autorizó a Apio Claudio para alistar otros dos mil infantes y doscientos jinetes. El mismo número de soldados de infantería y caballería se asignó a Publio Manlio, en la Hispania Citerior, y la legión que había servido bajo el pretor Quinto Minucio, le fue otorgada."

  1/ El texto dice que la guerra en Hispania se estaba extendiendo de manera grave, y para eso nombraron al cónsul Catón, pero dice que es para Hispania Citerior para lo que se nombra al cónsul, lo cual quiere decir que la guerra se estaba dando sólo en la Citerior. Esto será importante, como veremos, ya que las guerras que tuvieron lugar bajo el mando de Quinto Minucio, Publio Manlio y Catón, al ser pretores y cónsul de la Citerior exclusivamente, tuvieron necesariamente que desarrollarse en ésta. Lo cual descartaría las incursiones hipotéticas de Catón en una Turdetania andaluza, zona muy alejada del consulado Citerior de Catón, o del pretorado Citerior de Publio Manlio (bajo las órdenes de Catón), o del mismo de Quinto Minucio. Es más, sobre los pretorados sucesivos de Quinto Fabio Buteo y Apio Claudio Nerón en la Ulterior, a éstos no se les atribuye ninguna guerra o batalla, lo que implica que esta provincia estaba en paz.

  2/ “Publio Manlio fue asignado al cónsul (Catón) para auxiliarle en Hispania Citerior”. Está claro que excluyen Hispania Ulterior, sólo iban a guerrear en la Citerior. Esto descartaría la Turdetania andaluza. 3/ El texto aclara que Publio Manlio sucedió a Quinto Minucio, pues dice “Un número igual de infantería y caballería nuevos fue asignado a Publio Manlio en Hispania Citerior, y al legión que había servido bajo el pretor Quinto Minucio, le fue otorgada”. Esto da orden cronológico a los hechos. Y reafirma que los soldados dados a Publio Manlio son para utilizarlos en Hispania Citerior exclusivamente. El orden cronológico da a entender que los hechos se dieron en dos o tres años, empezaron con el pretorado de Quinto Minucio (desde idus de marzo de 196 a. C. cuando fueron nombrados Catón y Publio Manlio.

(33,44)Tal fue la distribución de las provincias. Antes de que los cónsules dejaran la Ciudad (Roma) se les requirió, de acuerdo con un decreto de los pontífices, para que proclamasen una primavera sagrada… Ya se sorprendían los hombres en general de la negligencia en la guerra que estalló en Hispania. Una carta de Quinto Minucio citó hacia la ciudad de Turda (oppidum) cuando enfrentaron los estandartes con los generales hispanos Budar y Besadín, luchó con éxito: doce mil enemigos cayeron, el general Budar capturado, los otros diseminados y puestos en fuga. Una vez leída la carta disminuyó el terror que había de los hispanos, desde donde había expectativas de una gran guerra".

  1/El momento exacto al que se refiere el texto es , nada más nombrar al cónsul Catón y al pretor Publio Manlio, y a los otros, el 15 de marzo de 195 a.C. , mientras celebran los sacrificios de la primavera sagrada, Es entonces cuando llega una carta del hasta entonces pretor de la Citerior, Quinto Minucio, en la que relata como poco antes acaba de celebrar batalla (en 195 a.C., antes del idus de marzo) cerca de Turda con los generales hispanos Budar y Besadín. Es su última acción, pues ya han sido nombrados sus sucesores: el cónsul Catón y el pretor Publio Manlio. (La caída de 12000 hispanos parece bastante exagerada, ya que una batalla así sería mucho más renombrada, y apenas se la menciona. Y a Minucio le viene al punto una gran victoria para entrar con más honores y riquezas en Roma, como si la hubiese buscado él).

  2/ Los traductores obvian la mención del “Turdam oppidum” (ciudad de Turda) cuando viene así en las fuentes en latín. Esto es por la no conveniencia de que aparezca una ciudad llamada Turda, que para ellos no existe, ya que cambiaría la historia en referencia a que Catón, Quinto Minucio y Publio Manlio lucharan en la Turdetani andaluza, donde no existe ninguna ciudad llamada Turda. En cambio, esta ciudad, Turda, podría ser de donde derivaron los gentilicios de Turdetani, Turduli y Turdetaniam nombrados en las fuentes latinas aquí referidas, entre los años 220 a. C. y 195 a. C. Y esto, aderezado con lo que hemos hablado antes de que el cónsul y los dos pretores, nombrados para la Citerior, desarrollaron sus guerras en ésta, eliminaría totalmente la tesis de que esta Turdetania auí nombrada sea la andaluza.

  3/ El traductor anterior de este texto traduce “disminuyó la inquietud sobre las dos Hispanias” (sobre el texto latino “minus terroris ab Hispanis erat”), cuando elo texto latino, en absoluto nombra “dos Hispanias”, sino “Hispanis”. Es visible la intencionalidad de implicar a la Ulterior dentro de estas lides del cónsul Catón, como para justificar lo que ellos (los catedráticos arqueólogos) dicen que es la historia. Pero la historia no es como ellos quieren que sea, sino que es como sucedió. El texto da a entender que una importante rebelión hispana se estaba dando en la Hispania Citerior, de tal magnitud que veían difícil controlarla. La rebelión se dio, entre otras muchas partes de Citerior, por la zona de Turda, la cual, como hemos comprobado anteriormente, estaría en un radio de hasta 100 kms alrededor de Sagunto. Por lo tanto esta zona sería un foco de rebelión.

  4/ El enfrentamiento contra dos generales (imperatoribus=jefe supremo del ejército) hispanos, quiere decir que era un ejército conformado por al menos dos ejércitos, y esto hace pensar que había remitido por lo menos a 2 tribus. Seguramente, al igual que pasó en Numancia, que al recibir a los refugiados de Segeda y otras tribus, nombraran como general de todos ellos a un segedense. Aquí, de todas las tribus que se reunieron para combatir a los romanos, nombraron a 2 imperatoribus o jefes supremos que mandaban sobre todas las tribus. De esta manera se concibe que la batalla pudiera reunir una cantidad tan grande de soldados (murieron 12000 hispanos), aunque también se debe tener en cuenta la exageración de la parte que escribió los datos, ya que el pretor exageraría el número de vencidos para luego su vanagloria en la entrada a Roma, y ala hora de ser premiado monetariamente.

  5/ La derrota en la batalla de los hispanos no se dice que fuera definitoria, es más habla de la captura de Budar, pero dice que el resto huyó. Como hecho curioso en la exageración de cantidades, ¿cuál sería el número de hispanos si murieron 12000 y no se cuentan los heridos y los huidos? ¿20000, 30000? ¿La mayor batalla de la historia?.

(34,17) (195 a. C.) "Mientras tanto, el pretor Publio Manlio, con el veterano ejército de Quinto Minucio, a quien sucedió, recibió y añadió igualmente al veterano ejercito de Apio Claudio desde Hispania Ulterior, marchó para Turdetania. De todos los hispanos, los turdetanos eran los más ineptos para la guerra, sin embargo, confiados en su gran número, fueron al encuentro del ejército romano. La caballería fue enviada contra los agitadores, inmediatamente la tropa fue formada en orden de batalla. El combate a pie fue casi nulo en la batalla: los soldados veteranos, conocedores de las tácticas del enemigo no dejaron dudas en el combate. Aún así, aquella batalla no puso fin a la guerra. Diez mil celtíberos mercenarios y con armas extranjeras se dispusieron a la guerra. El cónsul, alarmado por la rebelión de los bergistanos (Bergusia es una oppidum del pirineo aragonés, de los Ilergetes), y como el resto de ciudades pensaría tener la misma oportunidad, eliminó el derecho de hacer armas a la parte de acá del Ebro".

  1/ Quien dirigió este ejército fue el pretor de la Hispania Citerior, Publio Manlio. Y éste estuvo formado por el ejército de la Citerior que el año anterior estuvo mandado por el anterior pretor de la Citerior, Quinto Minucio, A quien Publio “sucedió”. Este ejército era ya veterano. Debido a los problemas de rebeliones en la Citerior, a este ejército se le añadió el ejército de Hispania Ulterior, a cuyo mando estaba el pretor de la Ulterior Apio Claudio Nerón. Una vez estuvieron reunidos los dos ejércitos de Citerior y Ulterior (se reunieron en algún lugar de Citerior, se le “añadió también el veterano ejército de Apio Claudio desde Hispania Ulterior”.

  2/ Una vez reunidos los dos ejércitos, el texto dice que “marchó para Turdetania”. Según la lógica, traer un ejército desde la Ulterior (Turdetania andaluza) hasta la Citerior y vuelta otra vez a Turdetania andaluza en la Ulterior, no tiene sentido. Por lo tanto, esa Turdetania a la que van a combatir debe estar localizada en la Citerior.

  3/ A parte, la batalla del año anterior celebrada por Quinto Minucio, pretor de la Citerior, con su propio ejército, que sólo utilizaría en su pretorado de Citerior, se dio junto a Turda. Las rebeliones que hasta ahora teníamos como referencia discurrían en la Citerior.

  4/ Hacía unos meses, durante el final del pretorado en la Citerior de Quinto Minucio, a principios de 195 a.C., se acababa de celebrar la “batalla de Turda”. En ella habían participado soldados de varias tribus hispanas, habían perdido, y los restos de su ejército habían huido. De sus 2, generales, Budar había sido capturado, y Besadín había huido con los restos de su ejército. En estos momentos, después del idus de marzo de 195 a.C., este ejército se había reagrupado y reclutado nuevos hombres. La rebelión se localizaba desde Turdetania (la tribu de la ciudad de Turda), donde había estado luchando Quinto Minucio hace unos meses, antes de ser sustituido en su cargo de pretor de la Citerior por su sucesor Publio Manlio. Continuaba la rebelión desde Turdetania, representada por los turdetanos, pero ayudados por las tribus vecinas.

  5/ Según el texto “los turdetanos eran los más ineptos para la guerra, sin embargo, confiados en su gran número, fueron al encuentro del ejército romano”. Si eran tan malos guerreros, ¿cómo, ellos solos, se atrevieron contra los ejércitos romanos de la Citerior y la Ulterior, y del cónsul Catón juntos?. La lógica y los textos nos dicen: si hace unos meses habían batallado cerca de Turda con un ejército formado por soldados de varias tribus, y los sobrevivientes se habían replegado bajo el mando de Besadín, el general hispano que se había salvado; estos mismos se habían vuelto a organizar, y reclutaron más hombres. Por esto, aunque los Turdetanos eran malos guerreros, al verse arropados por tantos guerreros de otras tribus vecinas, se avalentonaron y “fueron al encuentro del ejército romano”.

  6/ El texto dice “… los soldados veteranos (romanos), conocedores de las tácticas del enemigo, no dejaron dudas en el combate”, Ya estos legionarios habían combatido hace unos meses con estos mismos hispanos en la “batalla de Turda”.

  7/ El texto dice “Aún así, aquella batalla no puso fin a la guerra: 10000 celtíberos mercenarios fueron alquilados por los Turduli. Y con armas extranjeras fueron a la guerra. Esto implica que en este momento los celtíberos no estaban dominados por los romanos, salvo quizás algunas zonas de Aragón, pero no las del interior. Y los Turduli pagaron a los celtíberos para que vinieran a luchar. Pagar a 10000 mercenarios, lo puede hacer un pueblo con cierta riqueza y cuya población no sea inferior a 10000-20000 habitantes.

(34,19) "La difícil guerra en Turdetania del pretor Publio Manlio con los celtíberos mercenarios provocada por el enemigo, hizo que se diera la orden; por lo tanto el cónsul pidió en una carta al pretor que condujera las legiones. Cuando llegaron a allí, estaban separados el campamento celtíbero y el turdetano. Entonces, los turdetanos inmediatamente se animaron a hacer incursiones de combate sobre los puestos avanzados (romanos) y siempre les vencieron por mucho que, sin razón, salieran a emprender el combate. Para los celtíberos, el cónsul envió a una conferencia a los tribunos militares y ordenó ofrecer a aquellos tres condiciones a elegir: primera, pasarse a los romanos y doblar la paga que iban a recibir de los turdetanos; otra, marcharse a sus casas bajo garantías públicas de que no sufrirían represalias futuras por haberse unido a los enemigos de los romanos, tercera, si se decidían en cualquier caso por la guerra, fijar momento y lugar donde se pudiera decidir la cuestión por las armas. Los celtíberos pidieron tiempo para consultarlo. El consejo se celebró mezclados con los turdetanos con gran emotividad; no pudo tomarse ninguna decisión. Cuando era la cuestión de la guerra o la paz con los Celtíberos, los romanos obtenían suministros de los campos y pueblos fortificados del enemigo, como en tiempo de paz, como si existiera una tregua tácita en la que hacer intercambios mutuos. Como el cónsul no lograba inducir al enemigo a combatir, envió a algunas de sus cohortes armadas a la ligera bajo la norma de saquear todo el campo de la región. Entonces, al oír a los Celtíberos de Seguntia dónde habían dejado todos los equipajes y las impedimentas, procedió a conducir el ataque. Después de no haberse movido nada, pagó los salarios, no sólo del propio pretor, sino también de los soldados, dejando todo el ejército en el campamento del pretor. Él, con siete cohortes, se volvió hacia el Ebro".

1/ El traductor hablaba de los 2 pretores, pero el texto habla sólo de que el cónsul (Catón) mandó una carta al pretor (praetoris) para que condujera las legiones. Por tanto este único pretor debió ser Publio Manlio, nombrado al principio de este texto.

  2/ El texto habla de la gran emotividad que se produjo en el consejo en el que se tenía que decidir qué iban a hacer los Celtíberos. En él se “mezclaron” los Celtíberos y los Turdetanos, y en esta gran emotividad hay que tener en cuenta los lazos de unión que debían existir entre estos pueblos.

  3/ Esta guerra da impresión tanto de paridad entre los dos ejércitos, como de respeto mútuo, como de que los problemas entre ambos no eran tan profundos. Los romanos intentaron vencer con sus intrigas, pero no se molestaron mucho de que no funcionaran, incluso comerciaban con las pequeñas poblaciones y campos de la región Turdetana y aledaños. Los hispanos tampoco estaban muy convencidos de batallar. Los romanos querían una victoria fácil o simplemente hacerse respetar.

  4/ La región disponía de “pueblos fortificados”, es decir, cerros defensivos.

  5/ Importante. Los traductores habían leído “Seguntia Celtiberum” como que los Celtíberos habían dejado sus equipajes en Seguntia (Cádiz). La traducción literal de toda la frase es “…al oir a los Celtíberos de Seguntia dónde habían dejado sus equipajes…”. Esta frase es relevante porque elimina la posibilidad de que los celtíberos mercenarios fueran hasta Seguntia (Cádiz) en Turdetania andaluza y allí dejaran sus equipajes para ir a guerrear. Y tampoco que Catón dejase el campo de batalla y se fuese a destruir unos equipajes, que tampoco serían tan importantes. Es más lógico que, en el mismo entorno del campo de batalla Turdetano, oyeran, de boca de los Celtíberos de Seguntia, el lugar donde tenían sus equipamentos e hicieran un ataque hacia ese lugar a destruírselos. Al parecer no tuvo éxito, se cansó por no conseguir avances, y quitando importancia al asunto, dejó allí a Publio Manlio, su pretor, y se vovió a su campamento fijo por encima del Ebro (lo cual quiere decir, que esta Turdetania estaba por debajo del Ebro).

(34,20) "Por tan exiguo ataque para apoderarse de la ciudad, se ofreció para los sedetanos, ausetanos y suessetanos. Los lacetanos, gentes insensatas y salvajes, que se mantenían unidos con su insensata ferocidad por las armas, conscientes entonces de que, mientras el cónsul y su ejército estaban ocupados en la guerra de los túrdulos, devastaron con incursiones imprevistas a sus aliados. Así pues, hacia la ciudad que fue asediada por el cónsul, hizo llevar no sólo a las cohortes romanas, sino también a jóvenes guerreros que fueron a la invasión como los aliados."

(Según Tovar, en “Hª de la Hispania romana”: “Ante el fracaso de los pretores, Catón tuvo que dirigirse al sur. Consiguió desconcertar, con promesa de doble paga y otras ofertas, a los mercenarios celtíberos, y aunque no despejó del todo la sitación, afirmó el dominio romano. El texto de Livio es confuso, pues se refiere a Saguntia, que podría entenderse como la ciudad de este nombre (Baños de Jigonza) en la provincia de Cádiz, pero no parece creible que Catón llegara tan lejos sin que conservemos memoria de otras acciones guerreras suyas en Andalucía. Schulten (FHA III 189) corrige este nombre en Seguntia, es decir, Sigüenza, y cree reconocer el campamento de Catón en de Aguilar de Anguita, por él descubierto; pero ¿cómo vamos a explicar entonces que ahí se hable de turdetanos? Por otra parte, es evidente que Catón fue el primer general romano en penetrar en la Celtiberia occidental, ya que pude deducirse de una referencia de él mismo que incluso pasó por las cercanías de Numancia, en las hostiles regiones de la Celtiberia superior (Schulten FHA III 188). Pero Turdetania es citada por Livio en relación de estas campañas, y el propio Catón habla en sus fragmentos de ir a Turta. Del texto de Livio (XXXIV 20) resalta claramente que los lacetanos, en Cataluña, habían aprovechado la expedición del cónsul hacia el sur para atacar a sus vecinos, protegidos de los romanos. El cónsul volvió contra ellos y tomó la ciudad de lo lacetanos (que otros leían iacetanos, es decir, de Jaca). Estos movimientos de Catón son más bien un reconocimiento general de de la provincia que una conquista. Eran un estudio de las posibilidades económicas de Hispania y de lo que representaban para Roma".

  1/ Dice Tóvar que Catón tuvo que dirigirse al sur, pero en el texto latino, no dice eso, sino “marchar a Turdetania”. Dice que el texto de Livio es confuso, pues se refiere a Saguntia, y no es así, habla de “Seguntia Celtiberum”, es decir, los celtíberos de Seguntia. Por lo tanto, sin entender él muy bien por qué, acierta al cuestionarse la credibilidad de que Catón llegara a la Saguntia (de Baños de Jigonza, Cádiz), como se afirmaba por los estudiosos del tema, al considerar muy raro que éste llegara tan lejos sin que conservemos memoria de otras acciones guerreras suyas en Andalucía. Y dice que Schulte corrige este nombre en Seguntia,(Sigüenza) en plena Celtiberia, y cree reconocer el campamento de Catón en Aguilar de Anguita. Revisando las fuentes del textoen latín, no se habla de que Catón fuera a Seguntia(Sigúenza), sino que “oyeron a los Celtíberos de Seguntia dónde habían dejado los equipajes”, que debía ser en alguna parte del campamento celtíbero. No tiene sentido que en pleno hostigamiento, y guerreando con el ejército de hispanos que tenían justo delante, decidieran irse a un sitio tan lejano (Sigüenza) para destruir unos equipajes y dejar desprotegido el campo de batalla.

  2/ Sobre la cita de Schulten, de la referencia de que Catón pasó por las cercanías de Numancia, en las hostiles regiones de la Celtiberia superior. Hay que tener en cuenta que la fecha de la que hablamos es 195 a.C. , 62 años antes de la toma de Numancia. La mayoría de Celtiberia no está subyugada por los romanos, tan solo la parte más oriental de Aragón podría haberlo estado, pero latente, y las zonas limítrofes con Celtiberia, aunque dominadas por los romanos, en plena rebelión, como los jacetanos de Jaca ( no pueden ser los lacetanos, ya que los nombra como “una tribu de los bosques”, porque los laietanos estaban junto al mar en plenas comunicaciones mediterráneas, y los bosques no se corresponden a esta zona; y a parte se les nombra como lacetanos y no laietanos; y esto no concuerda con las zonas limítrofes entre celtíberos y la costa, en la que se daban las rebeliones); o como los bergistanos, de Bergium, Huesca). El que Catón pasara por cerca de Numancia.

*(En amarillo las frases de Tito Livio y en blanco las explicativas)

07.12.2016 22:07

El INTERIOR DE UN ESTADO IBÉRICO. REQUENA Y LA TIERRA DEL CABRIEL.

INTRODUCCIÓN

  Esto es una continuación sobre la estructuración geográfico-política de la civilización que ocupó la comarca de la Tierra del Cabriel en unos amplios siglos antes de la ocupación de Hispania por los romanos, e incluso durante ésta, en los años que convivieron autóctonos e invasores. Anteriormente he publicado en “Crónicas Históricas de Requena” el artículo “Trazando los límites de Nuestro Estado Ibérico”, donde describo, con el detalle que puedo, cómo se distribuiría el poblamiento en época ibérica o del Hierro, en el área perimetral de un hipotético círculo “fronterizo” de un territorio más o menos común, situado bajo las tierras de una zona semejante, aunque algo más amplia, a la que ocupa actualmente nuestra comarca de la Tierra del Cabriel. Y así mismo, otra publicación titulada “De la Edad del Bronce a la del Hierro en la Meseta del Cabriel”, en la que quiero dar a entender la continuidad de civilización entre las dos épocas, la utilización de los mismos hábitats y la longevidad de los linajes, pues fueron los unos descendientes de los otros, salvo las contaminaciones pertinentes y habituales, que se dan y se han dado a lo largo de la historia.

  Digo esto porque este siguiente artículo lo dedico a explorar ese núcleo territorial que inicialmente fue ocupado con poblados del Bronce, a base de cerros de media altura, poblados en ladera y llanos explotados agrícola e industrialmente. Porque estos mismos conjuntos poblacionales continuaron en el tiempo, manteniendo los mismos hábitats en altos cerros, bajando hacia suaves laderas o amplios llanos. Porque la diferencia entre ambas zonas limítrofes y los hábitats de esas poblaciones en llano, se refleja en que los primeros aparecen como una especie de “castillos defensivos” y los segundos como extensos poblamientos descuidados en su protección, más bien ocupados en sus labores administrativas, agrícolas e industriales. Como si los segundos confiasen en la criba de asuntos externos que ejercían los primeros.

  En cuanto a la cronología referida, para mí es difícil certificarla. Es más, cuando se datan estos acontecimientos se hace de forma un tanto aleatoria, y pienso que deben ser avezados expertos quienes lo determinen después de unas meticulosas excavaciones arqueológicas y la comparación de múltiples datos. Lo cual hoy en día es una utopía por el abandono de estas lides y la escasez en las publicaciones de parte de los arqueólogos que rigen los designios desde Requena y desde las administraciones histórico-arqueológicas valencianas. Lo más que podemos hacer es especular según los pocos datos que existen o la intuición de lo que vamos viendo con nuestros propios ojos.

  A grandes rasgos, los primeros asentamientos fijos que ocuparon nuestras antiguas tierras se dieron en las distintas etapas neolíticas. Al parecer, el Neolítico en la Península Ibérica comprendió entre el 6000 a.C. y el 3000 a.C., aunque estudiosos lo amplían hasta el Calcolítico o Edad del Cobre o Eneolítico, el cual, dependiendo de la geografía peninsular empieza entre 3500-3100 a.C. y acaba hacia 2200-2250 a.C.

  En el Calcolítico se dan pequeñas poblaciones fortificadas de entre 1 y 5 hectáreas, que utilizan cultivos agrícolas, ganadería, comercio transmarino, metalurgia del cobre. En la península ibérica disponemos de ejemplos en las culturas de los Millares (epicentro en Almería) y Vila Nova (epicentro en la desembocadura del Tajo).

  Entre el 2900 ó 2400 a.C. y 1800 a.C. parece que se da otra civilización que enlaza e incluye este periodo del cobre y el siguiente del Bronce. No tiene nombre, pero se relaciona con el fenómeno del “vaso campaniforme” y se conocen restos en Cataluña, desembocadura del Tajo, Madrid, Andalucía, Castilla la Mancha (donde se ubica la cultura de las Motillas, elevaciones defensivas en el entorno del Guadiana) que serían características de la Edad del Bronce Manchego.

  La Edad del Bronce en la Península Ibérica se divide en tres periodos, en los que varían las teorías cronológicas según autores. El Antiguo entre 2250 ó 1900 a.C. hasta 1800 ó 1500 a.C., Medio entre 1800 ó 1500 a.C. hasta 1300 ó 1250 a.C. y Final entre 1300 ó 1250 a.C. hasta 1000 ó 750 a.C. *(Aunque es evidente que en muchos territorios no se cumple esta rígida división cultural y se percibe su continuidad desde el Calcolítico o etapas anteriores). Sus poblados se ubican sobre cerros de difícil acceso, fortificados y de mayor tamaño que antaño. Trabajan la agricultura, ganadería, comercio, metalurgia de cobre, plata, oro y bronce. El control de las materias primas condujo a una estratificación social con nuevos jefes de lo que empezarían a ser pequeñas demarcaciones o “estados”. En el periodo del Bronce, la cultura de Los Millares dio lugar a la Argárica con Almería, Granada y Murcia como epicentros, más al norte el Bronce Manchego o cultura de Las Motillas o Morras (Ciudad Real o Albacete y sur de Cuenca), fortalezas circulares dispuestas en anillos concéntricos en torno a una gran torre central, y con unas excepcionales interrelaciones entre ellos. Y durante el Bronce final se dieron los “campos de urnas” en Cataluña y la “cultura talayótica” en Baleares, “Las Cogotas” en Castilla –León, de Montelavar (norte de Portugal), de Atalaia (sur de Portugal, Huelva y Extremadura) y de Vila Nova de Sao Pedro (desembocadura del Tajo). Los hallazgos del Bronce Final se dan en cuevas, cerros en altura o en llano, en las terrazas de los ríos.

  La Edad del Hierro parece que transcurrió entre 800 a.C. hasta comienzos de la 2ª guerra púnica en 218 a.C. Hacia esta edad hay muchas conjeturas sobre si hubo colonizaciones externas que influyeron en el desarrollo cultural de estas civilizaciones autóctonas peninsulares. Las últimas tendencias, y lo que yo percibo, dan a entender una continuidad entre los grupos de la Edad del Bronce y las del Hierro de la Península Ibérica, aunque con aportaciones tecnológicas y culturales externas que diferencian de algún modo los pueblos mediterráneos y los del interior. Estas civilizaciones de la Edad del Hierro son las que la costumbre ha ido llamando “los iberos”, o desmembrando denominaciones, numerosos pueblos autóctonos hispanos como “celtíberos, edetanos, bastetanos, lusitanos, carpetanos, etc.”

  Desde mi punto de vista, está claro que no está todo claro. Las fechas son volubles, la distribución territorial también, la evolución tecnológica, la distribución histórica de la épocas, la identificación de los pueblos. Falta mucha historia antigua por aclarar. Por eso suelo confundir cuando hablo de “civilización ibérica” como algo que no engloba nada concreto espacialmente, pero que si hay que utilizarlo, se puede hacer denominando como tales a los pobladores autóctonos de Hispania, pero no sólo a los que convivieron con cartaginenses y romanos, sino también a sus predecesores, habitantes peninsulares en la Edad del Hierro e incluso sus anteriores.

  Entonces, al hablar de prerromanos en esta comarca de la Tierra del Cabriel, lo haré como una “demarcación” o “Estado” ibérico, para todas estas épocas. Porque están directamente relacionadas y ocuparon habitualmente los mismos espacios durante siglos.

  Para empezar a hablar de este territorio interior que engloba lo que debió ser nuestra “demarcación” o “Estado” ibérico sobre lo que hoy es la Tierra del Cabriel, es bueno describir el área aproximada que lo delimitaba, lo cual expliqué detalladamente en mi artículo “Límites de un Estado Ibérico. Requena y la Meseta del Cabriel”. Estos límites hipotéticos o “frontera suave” comprenderían la franja del curso del río Turia al norte, enlazando hacia el oeste con la franja del curso medio alto del río Mira o del Narboneta, que desembocan en el río Cabriel, y desde allí, bordea otra franja que hace de límite de la zona oeste y sur-oeste, hasta Casas del Río, donde gira hacia el sur, y los límites empiezan a extenderse por las estribaciones de la Sierra Martés, hasta llegar al pico de los Ajos (junto a Venta Gaeta), el cual ocupa un vértice que gira en dirección norte, ocupando una franja montañosa que llega a la Sierra del Tejo y de las Cabrillas, y continúa aproximadamente hasta la intersección del río Reatillo con el río Turia, donde enlaza con el límite norte de la “demarcación”.

  Una vez analizada el área delimitadora de este posible “Estado” ibérico, según la localización de sus poblados a gran altura y atalayas que ocupaban los nombrados límites geográficos, intentaremos hacerlo con el área delimitada.

  El área que tratamos podría ser de aproximadamente 2100 kilómetros cuadrados. Su interior comprendería una extensa meseta llana desgajada por estructuras orográficas que la cruzan, tanto pequeñas sierras como pequeños ríos y ramblas, que aportaban condiciones de habitabilidad por sus manantiales, fértiles y apacibles tierras de pastos y cultivos, minería para usos industriales (sal, arcillas, hierro, etc..), pesca de río (truchas).

  Se producía harinas, vino, aceite, tejidos, ganadería (oveja, cabra, aves, cerdo, óvidos), caza (conejos y ciervos), carpintería, orfebres, agricultura (lentejas, guisantes, garbanzos, miel) que guardaban en almacenes, en recipientes que se colocaban sobre orificios en bancos de barro.

Mapa de casi todos los hábitats ibéricos de la comarca de la Tierra del Cabriel y lindantes. Círculos verdes: hábitats diversos iberos, Cuadrados negros: grandes poblados, Estrellas verdes: santuarios iberos, estrellas rojas: santuarios del Bronce.

Parte 2

ANÁLISIS POR ZONAS

1º/ Alrededor de Los Villares (Caudete de las Fuentes)

1.a / SINARCAS-ALIAGUILLA

  Comienzo describiendo el noreste. Existe allí un extenso llano, frecuentado por ríos, regajos y ramblas, con tierras de excepcional fertilidad. Es una tierra que corresponde a Sinarcas y Casillas de Ranera. Está rodeado por las vertientes abruptas y montañosas de ríos, como el del Regajo, que es afluente del Turia y en su curso ha horadado profundas gargantas que ejercen de separación zonal con otra demarcación ibérica norteña que hubo entorno a las estribaciones del Sistema Ibérico.

  Estimo su superficie aproximada en unos 65 kilómetros cuadrados. Su situación como límite noreste de nuestra demarcación ibérica, la hace estar bordeada, al noroeste por las faldas de Pico Ranera (Talayuelas, CU) de 1430 metros de altura, en línea visual hacia el sur con el “Alto de Sobrarias” (Aliaguilla), a 1240 metros de altura. En Sobrarias se alza un poblado ibérico vigilante sobre el llano, de imponentes murallas y foso, con unas 3´5 hectáreas de superficie. Junto a él, a 800 metros de distancia al noroeste, la “Cañada de la Plata” (Aliaguilla), una posible antigua mina argéntea. A 1,5 kms hacia el sureste, está la torre posicional ibérica de “Peñarrubia”(Aliaguilla), vigilante del paso hacia el llano de Sinarcas, que transcurría desde el poblamiento ibérico de “Cuesta de la Torre”, sobre la misma población de Aliaguilla * (Madoz,) por el paso de Peñarrubia, siguiendo el regajo de La Canaleja, que lo cruza. En la travesía del mismo pueblo, se conserva una fuente de época romana, testigo del viario que comentado.

Muralla oeste y foso del poblado ibérico de Sobrarias, Aliaguilla

  Desde allí hacia el suroeste nos encontraríamos el desnivel de dos sierras, la de Aliaguilla y la de Mira, que parecen ejercer de separación natural con el “estado” ibérico vecino del noroeste, y transcurren paralelas al río Ojos de Moya o Mira. Sobre estas sierras tendría lógica encontrar algún punto en altura que conectara visualmente “Cuesta de la Torre” (Aliaguilla), El Molón (Camporrobles) y Molón II (Mira), pues los poblados ibéricos están a menos altura que las sierras. Viniendo desde el sur, entre estas sierras, transcurre un muy antiguo camino, la “Cañada o Vereda Real”, que cruza toda la demarcación central de nuestro “Estado” ibérico, recorriendo muchos de los poblados ibéricos importantes citados.

  El llano de Sinarcas reúne unos cuantos yacimientos arqueológicos iberos: “Cañada del Salitral” (necrópolis ibera), “La Maralaga” (fabricación de cerámica ibera), “Cerrito de las Peñas”, “Tejería Nueva” (necrópolis ibera), “Cañada del Pozuelo” (cerámica ibera y lápidas mortuorias con inscripciones de nombre iberos en latín), “Pozo de Berceruela” (ibérico y medieval, donde apareció una cabeza de piedra de mujer) y “Los Chotiles” (necrópolis). Es de notar que abundan las necrópolis en este llano, hasta cuatro localizadas.

  En las sierras que envuelven este llano encontramos numerosos poblados iberos en altura, típicos de una zona de importante vigilancia fronteriza, hasta ocho. Ejemplos son “Sobrarias” y “La Relamina” en la Sierra de Aliaguilla, al oeste; “Castellar de Picudo”, Castellar de Jarque” y “Casilla Gatel”, al norte, “Los Castillejos”(Charco Negro) (Sinarcas), al este y “Cerro Carpio” y “Cerro San Cristóbal”(Sinarcas) al sur. Este predominio de poblados en altura marca su carácter fronterizo.

  Y como colofón, como elemento de vital importancia de éste “Estado” ibero, el más identificativo, y que podríamos considerar como la insignia ibera de esta comarca, es la “Estela de Sinarcas”. Es una losa de piedra rectangular cuya parte superior es semicircular, y en su superficie están grabadas 7 líneas en signatario ibérico. Esta estela, como muchas de nuestras piezas arqueológicas ha ido a parar al Museo de Prehistoria de Valencia, lejos de su lugar de origen. Se le ha dado el carácter de lápida funeraria, aunque en realidad nadie ha conseguido descifrar su texto coherentemente. Apareció junto al pozo comunal del pueblo de Sinarcas, es decir, junto a un antiquísimo punto de agua, seguramente también en época ibérica, en un punto aislado, sin enterramientos alrededor.. Su ubicación ha sido un lugar de paso y encrucijadas de caminos. Era un manantial de agua, donde enlazaban los 4 caminos que llegaban desde los 3 “estados” iberos vecinos, hasta el nuestro propio, hacia el sur. Su utilización pudo ser para lápida funeraria, o también como “hito” o “mojón” de indicación de límites entre tierras.

Estela de Sinarcas sobre la zona donde apareció.

  Tras las sierras de Mira y Aliaguilla, nos encontramos dos ríos afluentes del Cabriel que cortan el terreno y ejercen de separación, el río Mira y el Narboneta. Entre ellos la orografía es algo complicada de salvar, sobre todo el río Narboneta, cuya caída desde su vertiente este es muy abrupta, cae entre 100 y 200 metros de altura en apenas 1000 metros de recorrido. Estamos ahora en otro llano fronterizo al sur de Sinarcas.

Zona de influencia y confluencia entre el oppidum en altura de Sobrarias (Aliaguilla) y los cerros de San Cristóbal y Carpio (Sinarcas), con un radio de 3, 4´5 y 6 kiilómetros. Círculos verdes. Hábitats diversos ibéricos.

1.b/ MIRA-CAMPORROBLES

  Desde el paso entre sierras que baja desde Sinarcas, llegamos a un amplio llano, que conforme se extiende más al sur es más amplio. Está surcado por 3 sierras, la de Mira (norte), de la Bicuerca (centro) y de Utiel (este). Y al oeste del llano queda el desnivel de las quebradas del río Cabriel. En esta zona, aunque en sus llanos no se dé algún oppidum de importante tamaño, sí existen unos cuantos hábitats iberos, seguramente relacionados con la explotación económica, y bajo la protección de varios poblados fortificados en altura a su alrededor.

  El área a la que me refiero comprendería aproximadamente unos 350 kilómetros cuadrados. En su lado oeste aparece una separación geográfica significativa, el río Narboneta (o quizás el río Mira), siendo una orografía abrupta hasta desembocar en el río Cabriel, junto a Enguídanos.

  En la vertiente izquierda del río Mira (este) se datan hasta 5 poblados ibéricos en altura, al sur de la Sierra de Aliaguilla:

  El potente poblado ibérico del” Molón” (Camporrobles), de unas 2,6 hectáreas de perímetro amurallado más 1,4 hectáreas en un espolón amesetado en el lado sur. Al final de la Sierra de Aliaguilla, en su punto más al sur y controlando los pasos hacia Sinarcas y Mira desde los llanos de Camporrobles.

Área de influencia a partir del Molón (Camporrobles), a 3, 4´5 y 6 kms de radio. Círculos verdes: hábitats diversos ibéricos.

Poblado ibérico y medieval del Molón, Camporrobles

  A 2´5 kilómetros al noroeste del anterior, el poblado de “Molón II” (Mira), de similares características al anterior, pero más pequeño, entre 0,7 y 0,8 hectáreas, amurallado y con control visual del valle y de la Sierra de Mira hacia el norte, y hacia el otro Molón al sureste. Estos dos son complementarios, para el control de la zona.

  Hacia la vertiente del río Mira, 5,5 kilómetros de Molón II al noroeste, sobre las hoces del río Mira, el poblado de Los Castellares (Mira), a unos 150 metros menos de altitud que El Molón II, pero siendo visible ante éste, con un hábitat de control intermedio. Alrededor de Los Castellares, hay hasta 7 hábitats ibéricos, 6 en el río Mira (tendrían unas funciones relacionadas con el río y su entorno) y 1 entre él y Molón II (quizás función de intermediación entre ellos).

  A 7,5 kilómetros de Los Castellares, hacia el suroeste, siguiendo el curso del río Mira, donde se unen éste y el río Narboneta, el poblado ibero del “ Charandel”, de menos de 1 hectárea, fortificado. No está situado en el punto más alto de su entorno, pero sí en un punto estratégico fronterizo entre ríos, lo cual le da un carácter de incógnita respecto a su función, vigilante, pero no un puntal sobre amplio territorio. ¿Quizás una especie de punto neurálgico entre límites?

  A 4 kilómetros al sur del Charandel, sobre un alto cerro en un magnífico meandro del río Cabriel, junto al lugar donde se une a este río el río Mira-Narboneta, en la vertiente oeste, se sitúa el imponente poblado ibérico de “Cabeza de Moya” (Enguídanos, CU). Controlaba la encrucijada de los dos ríos, sobre el lugar donde se separaban dos “demarcaciones-Estado” ibéricas. De importante tamaño, 2,5 hectáreas, aún conserva los cimientos de sus fuertes casas y muros. Y a 10 kilómetros hacia el sureste, paralelos al río Cabriel, el poblado del “Alahud” y “El Castillete”, cerca de la cueva-santuario ibérico de la “Cueva Santa” (Mira), la cual recae hacia la vertiente oeste del río. El cerro del Alahud tiene una altitud superior a 1000 metros, y debió ejercer control visual sobre la zona, aunque entre éste con Cabeza de Moya y El Charandel, nos faltaría un punto en altura que los comunicase, pues los accidentes geográficos impedirían su intercomunicación.

Vista del meandro del río Cabriel desde el poblado ibérico de Cabeza de Moya, Enguídanos

  Desde el cerro ibérico del Alahud y El Castillete, se controla una extensa zona llana agrícola que se prolonga desde más al sur hacia Camporrobles, La Cañada y Mira, donde encontramos los poblamientos de la Edad del Hierro de “El Diente” y “El Quijar”.

  En esta zona existen varios hábitats o poblamientos iberos en llano. Alrededor de Camporrobles unos seis, entre los que destaca “El Derramador”, a los pies de la Sierra de la Bicuerca en su lado norte. Cerca de La Cañada otro, y cerca de Mira dos más.

  Explicando la apariencia de esta zona definida entre Camporrobles y Mira, según hemos visto, existe una preponderancia de los poblados fortificados en altura sobre la cantidad de hábitats en llano. Es decir, la función defensiva, de control de pasos o límites sobre la zona de interior en llano donde se desarrollan las labores civiles, no bélicas.

 

1.c / TURIA, BENAGÉBER, SIERRA DE UTIEL

  Estamos al norte de este hipotético Estado ibérico. El límite natural lógico es el cauce del río Turia, y coincide con esta lógica el que sus yacimientos arqueológicos reúnan numerosos poblados y hábitats en altura. Su función, la de control y vigilancia.

  Ya hemos hablado de la zona de Sinarcas, zona de límites y encrucijadas de caminos. Al este de ella nos situamos ahora. El río Regajo marca un profundo surco divisor, y es afluente del río Turia, con el que al juntarse discurren juntos hacia él, aparentando ser límite norte del “Estado” ibérico. En este punto encontramos el fortificado poblado en altura de” Los Castillejos” y el “Charco Negro” (Sinarcas). Y no podemos evitar fijarnos que cerca de él se localiza otra antiquísima vereda que discurre paralela al curso del río Turia, al sur de éste, que viene desde zonas costeras y sube hasta Cuenca y Teruel.

  Siguiendo esta vereda, hacia el noroeste vemos dos poblados en altura: “Casilla Gallet”, “Castellar de Lo Jarque” y “Castellar de Picudo”. Estos dos últimos, parecen otros dos cerros gemelos fortificados en altura, uno a cada lado de la vereda cuando entra hacia Talayuelas por su vía natural, como una “puerta” de entrada. Y al sureste, la vereda nos conduce hacia el poblado fortificado en altura de “Punto de Agua” (Benagéber), junto al poblamiento en llano del “Manantial” (Benagéber), y cerca de un magnífico ejemplo de torre de vigilancia ibérica situada enfrente de Punto de Agua, “Dalta” (Benagéber), precisamente para evitar las zonas oscuras de visión, permitiendo la comunicación con otros poblados cercanos que en esta ocasión serían “Charco Negro” al norte, y “La Atalaya” al sureste, cerca de Villar de Tejas, siguiendo esta vereda. La “Atalaya” es un magnífico poblado fortificado en altura, con muralla, torre y foso, bastante extenso, de unas 3,5 hectáreas y que debió ser el más importante en el límite norte del Estado ibérico. Observando su entorno, nos podemos dar cuenta de su aislamiento respecto a otros hábitats ibéricos, lo cual no quiere decir que no existiese alguno cercano no encontrado, pero sí que su función fuese de control y vigilancia en una zona limítrofe entre “estados” ibéricos. Desde él continúa la vereda sin poblados ni hábitats conocidos (debería haber alguno) hasta la confluencia del río Reatillo.

La Atalaya y su radio de influencia a 3, 4´5 y 6 kms. Círculos verdes: hábitats diversos ibéricos.

  Al sur de esta vereda se yergue altiva la Sierra de Utiel, que separa visualmente a La Atalaya del gran llano interior de este hipotético Estado ibérico. Sobre esta sierra deben existir poblamientos que desconozco, para la necesaria comunicación entre ambas partes, tan sólo algunos poblamientos del Bronce. De aquí mi interrogante sobre si éstos continuaron siendo de utilidad en épocas siguientes.

  A 8 kms al suroeste de La Atalaya, cruzando la Sierra de Utiel, se sitúa el poblado fortificado ibérico en altura con murallas y torre, de “La Mazorra” (Utiel) con más de 1 hectárea de superficie, típica fortificación de control de su área. También al suroeste, a 6 kms de La Atalaya otro poblado fortificado en altura, el de” La Caparrota” (Requena), que igualmente debía ser otro punto de control territorial con murallas y torre. Y 5 kms al oeste de La Mazorra, cerca de la aldea de La Torre, existen los restos una “torre fortificada” ibérica que controlaba el paso desde las tierras de Caudete de las Fuentes-Utiel hacia las de Sinarcas.

 

Poblamientos ibéricos entre el río Turia y la Sierra de Utiel, en círculos verdes. 1.d / EL RÍO MAGRO A SU PASO POR CAUDETE DE LAS FUENTES Y UTIEL Más al sur de los anteriores poblados ibéricos en las estribaciones de la Sierra de Utiel, se abre una amplia tierra llana potencialmente agrícola, que se corresponde con el curso alto del río Magro a su paso por las poblaciones de Caudete de las Fuentes y Utiel. En esta zona, se localiza el gran poblado ibérico de “Los Villares” (Caudete de las Fuentes), de unas 10 hectáreas de extensión, cuyo papel de centro político-económico del territorio en época ibérica fue determinante, aunque no fue el único poblado de gran extensión del mismo. Es curioso que en su entorno no abundan los hábitats de la Edad del Hierro. Fue un oppidum fortificado, pero a escasa altura, poco defendible, y de fácil acceso. Por su disposición parece dedicado a la administración política, la artesanía o industria, el comercio y la explotación agrícola de una extensa zona fértil que la rodea, potenciada por el curso del río Magro y sus ramblas. Que sepamos existen, al sur cercano a Los Villares, el cerro en altura de” La Atalaya” (Caudete de las Fuentes), al norte, en línea, 4 hábitats en llano hasta llegar el de “Las Casas” (Utiel) y al noroeste, en la Sierra de la Bicuerca, el poblado fortificado en altura de “La Peladilla” (Fuenterrobles). La Atalaya debió ser un punto directo de vigilancia y control sobre la zona sur del oppidum de Los Villares, y La Peladilla sobre los llanos bajo la Sierra de la Bicuerca. En su historia figuran restos de haber sido conquistado y arrasado varias veces, y también reconstruido. Lo fue en la 2ª Guerra Púnica (218-205 a.C.) y lo fue en las Guerras Sertorianas (82-72 a.C.), por lo menos. Su apogeo como oppidum ibérico se desarrolló desde el S VII al I a.C. Después de ser arrasado por su apoyo, posiblemente, al bando del general Sertorio, no parece que volvió a ser poblada más que como un hábitat menor en posteriores épocas. Ha sido de los pocos yacimientos arqueológicos estudiados de la comarca de la Tierra del Cabriel La pregunta sería, por qué este gran oppidum de Los Villares está en una localización más aislada de otros hábitats ibéricos que otros puntos de este Estado ibérico. A falta de otros aspectos analizables, lo que sí parece claro es que, por su localización en el centro del interior de su demarcación, no necesitaba una vigilancia especial, ya que de esto se ocupaban los numerosos poblados y hábitats fortificados en altura situados en zonas exteriores. También son escasos los hábitats cercanos de producción, conocemos sólo los 4 que se ubican en dirección a las Casas de Utiel, pero quizás deberíamos observar algunas de las grandes villas romanas próximas, que como en un buen porcentaje de casos en la Tierra del Cabriel, se superpusieron a anteriores explotaciones de la Edad del Hierro.

 

Área de influencia del oppidum ibérico de Los Villares (Caudete de las Fuentes). Cuadrado negro: poblados ibéricos de mayor tamaño. Círculos verdes poblamientos ibéricos diversos. 1.e/ SIERRA DE LA BICUERCA, FUENTERROBLES Y VILLARGORDO DEL CABRIEL El llano de Camporrobles se prolonga al sur, hacia Fuenterrobles y Villargordo del Cabriel, flanqueado por el este por la Sierra de la Bicuerca, y al oeste por las quebradas del río Cabriel (actualmente pantano de Contreras), y vigilado desde el alto de Las Hoyas, erguido en el centro del llano que va desde Camporrobles hasta Fuenterrobles. Se percibe una continuidad de los elementos poblacionales ibéricos, es decir, unos poblados en altura exteriores de vigilancia, y otros en la zona llana interior con hábitats y poblamientos dedicados a las labores civiles. Estos poblamientos en altura, por su parte norte coinciden con los que hemos ubicado anteriormente al sur de Camporrobles. Son “Alahud“ y “El Castillete“ en la vertiente del río Cabriel, y “Las Hoyas“ en el centro del llano. En el lado este aparece la Sierra de la Bicuerca, una elevación montañosa que se eleva por encima de los 1000 metros sobresaliendo por en medio de su entorno como una “atalaya natural” rodeada de campos de cultivo, desde donde se vigilaba el territorio. En las vertientes izquierda y derecha del antiguo cauce del río Cabriel, antes de ser el pantano de Contreras, a 5´5 kilómetros del poblado ibérico en altura de “Alahud-El Castillete“, encontramos los poblados ibéricos fortificados de “Castillejo de Pajazo“, de menos de 1 hectárea de superficie, y a 2´5 kilómetros más al sur el “Cerro de Contreras“. Entre ambos, hoy en día vemos las aguas del pantano, pero antaño fue el discurrir del caudaloso río Cabriel, sobre el que cruzaba la antiquísima ruta que llevaba desde la meseta castellana hasta la Tierra del Cabriel, y que conducía al litoral del Mare Nostrum, dos poblados fortificados ibéricos “gemelos” que dan la impresión de ser la “puerta de entrada-salida” a la meseta. Desde hace siglos o milenios, éste ha sido el vial o carretera principal entre ambas mesetas, y aún lo sigue siendo. Una vez cruzada esta “puerta de Contreras-Pajazo”, ya en la Tierra del Cabriel encontramos una cueva –santuario y tres poblados ibéricos. Estos tres parecen seguir paralelos a una ruta antigua que conduciría hacia una encrucijada de caminos, desde donde partirían en cuatro direcciones. Uno que conduciría hacia el este, llegaría directamente al oppidum ibérico de los Villares (Caudete de las Fuentes), otro hacia el norte por el poblado ibérico en altura de“ La Peladilla“ (Fuenterrobles) en la Sierra de la Bicuerca, hacia el “Molón“ y “Derramador“ (Camporrobles), y otro hacia el sureste por la zona más densamente poblada en época ibérica, “Muela de Arriba“ (Casas de Cuadra), llano de Campo Arcís y ramblas de los Morenos y Alcantarilla. Y otro por el suroeste, hacia el paso de Vadocañas, sobre el río Cabriel. Estos tres poblados iberos son “El Mogorrito“, “Casas de Zapata“ y “El Carrascal“ (Villargordo del Cabriel), todos en llano, dedicados a la producción y el trabajo. Da la impresión de que existe una continuidad en el tipo de poblamiento con el llano de Mira-Camporrobles, en el sentido de tener una línea exterior al oeste de protección y vigilancia, y una zona interna llana de vida civil.

 

Zona de Villargordo del Cabriel-Fuenterrobles. Círculos verdes: poblados y poblamientos ibéricos diversos. Estrellas: santuarios ibéricos. Cuadrados negros: oppidum ibéricos. Líneas azules: veredas. Desde el Paso de Contreras desciende el río Cabriel abriéndose al sur, recorriendo un terreno de alrededor de 550 metros de altitud. Mientras, la Sierra del Rubial baja hacia el sureste, abriéndose, e irguiéndose a unas altitudes de unos 900-950 metros de altitud. ”La Peraleja” y Los “Tollos de Moluengo”, son poblamientos que vamos encontrando al principio de esta sierra. Continuando, a seis kilómetros existe un hábitat en altura (que quizás se trate de un punto de control) y a ocho kilómetros se llega al Pico de Moluengo, que supera los 1000 metros de altitud. Bajo el Moluengo se sitúa el poblado ibérico de ”Los Pocicos” y la ”Cueva Santa” (santuario ibérico). 2º/ Alrededores de la Muela de Arriba (Casas de Cuadra) 2.a/ VENTA DEL MORO y LA RAMBLA ALBOSA Entre el río Cabriel y la Sierra del Rubial se abre un valle, en cuya franja no parece conocerse poblamientos ibéricos a lo largo de ocho kilómetros, hasta llegar al hábitat ibérico de “Fuenseca”, un posible vado, y al puente de “Vadocañas” que cruza el río, donde hubo un hábitat ibérico. Si fueron vados, quizás ambos hábitats fueron “casas de postas “o “control aduanero”, sobre unas antiquísimas rutas viarias que vendrían desde La Manchuela, donde existió un importante territorio ibérico según los restos arqueológicos que se están encontrando en la zona de Iniesta. Estos pasos debieron ser habituales para el trasiego de personas y mercancías. La función viaria en aquellas épocas de Vadocañas la atestigua una estela o mojón curiosísimo situado aún hoy en día junto al camino en el margen de río recayente a Cuenca, en dirección hacia El Herrumblar, donde existía otro similar hasta hace pocos años.

 

Mojón o estela, quizás ibera, de Vadocañas Este tipo de hábitats en los márgenes del río Cabriel debió ser bastante habitual sobre los vados o pasos que hubo. Aunque también se dieron en él poblamientos o poblados en altura de vigilancia o control, de mayor tamaño. Entonces, recorriendo el río hacia el oeste, nos iremos encontrando estos tipos de lugares. A 3 kilómetros de Vadocañas, un pequeño hábitat, ”Casas del Rincón de Ramos” (Iniesta), a 6 kilómetros otro, ”El Tochar” (Venta del Moro), a 10 kilómetros Tamayo (Venta del Moro), a 20 kilómetros ”Casas de Cárcel” (Requena) y ”Villatoya” pueblo. Este último debió ser un poblado algo mayor, pensando en los enterramientos iberos encontrados allí mismo, y por la toponimia que aún conserva (similar a la Tuia ibérica que existió junto al pueblo actual de Toya (Jaen)). Y por no dejar la hilación del río, un poblado de mayor tamaño en altura a 27 kilómetros, en “Cerro Tornera” (Casas de Ves), sigue un pequeño hábitat a 30 kilómetros en ”Casas de Caballero” (Requena), otro a 33 kilómetros en ”El Periquete” (Requena), otro a 38 kilómetros en ”Rincón de Taray” (Requena), otro a 43 kilómetros en ”Telezna” (Requena) y otro a 44 kilómetros en ”Conejeras” (Requena), éste el último junto al río Cabriel. En total 13 ubicaciones iberas conocidas en la márgenes del río durante estos 44 kilómetros de recorrido sur.

Río Cabriel. Círculos verdes: poblamientos ibéricos diversos.

  Desde la Sierra del Rubial (Villargordo del Cabriel-Venta del Moro) se vigilaba el viario que discurría desde el antiguo paso de Vadocañas hacia la “encrucijada” de caminos cerca de Jaraguas. A los pies del Pico del Moluengo hay una cueva –santuario, la “Cueva Santa” y el poblado ibero de” Los Pocicos”. Y a 2´5 kilómetros, el gran centro de producción cerámica de “Casillas del Cura” (Venta del Moro). Más hacia el norte, a 4´5 y 5´5 kilómetros respectivamente, paralelos al viario de Vadocañas hacia la “encrucijada” de Jaraguas, dos poblados iberos: “Los Aldabones” y “Los Castellares” (Venta del Moro). Pero en el llano comprendido entre Venta del Moro-Casas de Moya-Jaraguas tan sólo parece conocerse el poblado de “Fuente de La Reina”, junto a Venta del Moro, con lo cual podríamos llegar a la conclusión de que fue una zona de baja densidad de población en época ibérica, que estuvo entre dos viarios, el de Vadocañas y la Vereda Real, que cruza la Tierra del Cabriel por la ”Muela de Arriba”.

Área de Venta del Moro. Círculos verdes: hábitats diversos ibéricos.

   Desde Venta del Moro tendríamos tres referentes a seguir hacia el sur-sureste: el río Cabriel, la Rambla Albosa y la Vereda real.

  1/ El río Cabriel ejerciendo de límite sur, con esos hábitats, poblamientos y poblados situados sobre los vados, más bien como postas que como aduanas, por su situación en zona baja no protegida en la mayoría de los casos.

  2/ La Rambla Albosa, riachuelo afluente del río Cabriel, de largo cauce, que transcurre paralelo a la Vereda Real y que recoge más adelante las aguas de otras dos ramblas importantes en aspecto de caudal y de historia, Alcantarilla y Los Morenos. Podríamos tener en cuenta el poblado de “Fuente la Reina“ (Venta del Moro) situado solitario (unos) kilómetros más al norte. Y si no, sobre la rambla empezamos a encontrar poblados: a (unos) kilómetros “Hermanillo Pequeño“, “Hermanillo Grande“ y a (unos) kilómetros “Los Vallejos“, los tres cerca de Casas de Pradas.

  3/ La Vereda Real, que cruza la zona interior de ese hipotético Estado ibérico hasta cerca de Jaraguas, donde converge con la encrucijada de caminos que vienen de Contreras, Vadocañas, Los Villares de Caudete de las Fuentes y de la Muela de Arriba / Ramblas de Alcantarilla y Los Morenos. Y más hacia el sur, otro posible hábitat en llano, Los Pleitos. Se podría concluir que en las tierras circundantes a Venta del Moro la población ibérica fue moderada, hasta que se demuestre otra cosa.

2.b/ LA MUELA DE ARRIBA

  La “Muela de Arriba“ es una incógnita algo especial. Es una zona arqueológica donde se encuentran restos de cerámica ibérica o ibero-romana en un área de unas 25 hectáreas de extensión. Podría ser el mayor núcleo de poblamiento ibérico o ibero-romano de la Tierra del Cabriel o bien una extensa zona donde se realizó algún tipo de labor que no conocemos o bien que no fuera tan amplia y por alguna razón se dispersó en demasía la cerámica. En el lugar se observa una planicie, que en su parte norte se dispone en altura, con gran visibilidad sobre los llanos centrales de la Tierra del Cabriel, y en su parte sur, conserva restos de una potente muralla y torres. Esta zona comprende 3 hectáreas. Y alrededor de esta planicie parece que posteriormente se extendió el poblamiento, pero a nivel llano, fuera de murallas. Da la impresión de que en la época en que se expandió fue pacífica y sin vistas de recibir amenazas, pues no dispondría de protección. El caso es que fuera lo que fuera, fue un lugar importante.Cazoletas en la periferia de la ciudad ibérica de la Muela de Arriba.(En la actualidad utilizado para hacer motocrós, durará poco tiempo en condiciones).

  La visión de la que se dispone desde la Muela de Arriba es de una amplísima zona llana agrícola, hacia sus cuatro puntos cardinales. A poca distancia de él, se conocen varios yacimientos arqueológicos en llano, típico de villas agrícolas ibéricas: Casas de Cuadra, Cisternas (Casas de Cuadra), Los Antones (Venta del Moro), Casuto de la Muela de Abajo (Los Duques), a menos de 3 kms, Cañada de la Peladilla (Los Ruices), Las Zorras (Los Ruices), Cerrito (Los Ruices), Los Yesares (Los Ruices), Casa la Rambla (Los Ruices), Olivastro (Casas de Eufemia), Pinada del Casuto (Los Duques), Las Casillas (Los Duques), Alcantarilla (Los Duques), El Piru (Los Duques),. El Relame (Los Isidros), , Los Isidros, El Campamento (Los Isidros), Los Olmillos (Los Isidros), a menos de 4,5 kms . El Zoquete (Los Cojos), Los Vallejos (Casas de Pradas), Las Carboneras (Casas de Eufemia), Valderrama (los Duques), Loma Los Duques (Los Duques), Casas de Morte (Los Duques), Barranco de la taconera (Los Duques), Rambla de la Alcantarilla (Los Duques), Pedazo del Rabo (Los Duques), Fuente de la Alcantarilla (Los Duques), El Saltadero (Los Duques),están a menos de 6 kms. Son 28 hábitats de diverso tamaño y forma, en un entorno cercano a la Muela de Arriba. Algunos de estos yacimientos son bastante extensos, y se sitúan a continuación unos de otros, o en conjunto. Da la impresión de haber estado dedicados a labores económicas, tanto agrícolas y ganaderas, como industriales , caso este de “El Campamento” (Los Isidros), que al parecer fue un horno cerámico.

Área de influencia de gran poblamiento ibérico de la “Muela de Arriba” (Casas de Cuadra)

2º.c LAS TRES RAMBLAS: ALCANTARILLA, MORENOS Y ALBOSA

Una zona muy intensa en cuanto a poblamiento ibérico, donde abunda la utilización económica productiva de su entorno.

Área de las 3 ramblas: Alcantarilla, Moreno y Albosa. Círculos verdes: poblamientos ibéricos en general, cuadro negro: gran poblamiento, estrellas verdes. Santuarios ibéricos.

  Hasta 38 hábitats ibéricos se encuentran dentro de un mismo radio de 6 kms. La mayoría de ellos se sitúan en zonas llanas, escasamente defendibles, ideales para las labores económicas agrícolas e industriales. Algunos de ellos son de escaso tamaño, y sin embargo, otros comprenden varias hectáreas. No sólo existen las famosas “Pilillas” de Los Morenos y La Alcantarilla, en el entorno de las tres ramblas, se vislumbran a simple vista algunas interesantes zonas arqueológicas, sin prospectar, como la de “Los Morenos”, “El Salto” y” La Berzosilla”, donde se observan estructuras y restos de cerámica ibérica en un área difícil de determinar, pero que se extiende en varias hectáreas. Estos yacimientos se sitúan a corta distancia, demostrando una continuidad, y comprenden pequeños y variados puntos arqueológicos, entre ellos los hábitats que rodean las estructuras de producción industrial agrícola ibéricas de “Las Pilillas”. Siguiendo la rambla de Los Morenos encontramos más hábitats similares de distinto tamaño como El Puntal del Moro, Barranco del Águila, Cantos, hasta el punto donde se juntan las tres ramblas, Los Morenos, La Alcantarilla y Albosa. Y circunvalando el cerro que separa Los Morenos y La Alcantarilla, en su parte más quebrada, que permite que estas transcurran paralelas, se remonta esta última rambla y conduce hacia más hábitats ibéricos, entre ellos “Fuente y Casa de la Alcantarilla”, “Pedazo del Rabo”, “Barranco de la Taconera”, “Casa del Morte”, hábitats en llano también, dedicadas a la producción económica, de distintas extensiones, con una distribuciones superficiales no claras. Más cerca de Los Duques, en zona más llana del transcurso de la rambla de La Alcantarilla, tenemos dos hábitats en llano que comprenden 2-3 hectáreas, “Alcantarilla” y “Las Casillas”, también relacionados con la producción económica. A tener en cuenta que la mayoría de estos yacimientos tuvieron una continuidad en la era romanizada. Y es a partir de aquí donde entramos en la extensa zona agrícola en el llano de Los Duques-Campo Arcís, donde se alza majestuoso el” Cerro de la Cabeza”, en cuyo seno se ubicó un imponente poblado fortificado en altura ibérico, que controlaba toda la llanura, y el paso hacia el múltiple hábitat de las “Tres Ramblas”. El Cerro de la Cabeza debió de actuar como una especie de castillo que controlaba su territorio, y bajo él se extendían hábitats rurales como la “Casa de la Cabeza”, una granja ibérica excavada arqueológicamente por el equipo de arqueólogos de D. David Quixal. O los extensos yacimientos arqueológicos de “Los Villares”, “El Balsón” y “El Saltadero” entre Campo Arcís y Los Duques, sobre terrenos llanos, que al igual que la mayoría de hábitats del entorno, debieron tener funciones económicas de producción. Y hacia el este de Campo Arcís, los de “Tejería”, “Cerro Gallina” , “Pozo Robledo” y “Las Cañadas”, también extensos, en llano y dedicados a la producción económica. Y entre estos últimos, el santuario ibérico de “Cerro Hueco”. Y hacia el entorno de Casas de Eufemia otros hábitats en llano como “La Vereda”, “Las Carboneras”, “La Beata” y “El Olivastro”, que cumplen la tipología de producción económica al igual que la mayoría de los yacimientos ibéricos de la las “Tres Ramblas”. Un aspecto a tener en cuenta es que la mayoría de estos yacimientos dentro del radio de “Las Tres Ramblas” tiene una continuidad en la era romana, lo cual implica unas mismas gentes, mismas utilidades, mismos lugares y no muy distintas costumbres entre prerromanos y romanos hispanos.

 

Una de las “Pilillas”de la Rambla de Los Morenos (Requena). A su alrededor estructuras económicas de producción, ibéricas.

3º / Alrededor de La Villa (Requena)

3º a / REQUENA Y EL RÍO MAGRO

   Está estudiado arqueológicamente que la superficie del barrio medieval de “La Villa” (Requena) fue ocupado por un poblado ibérico, y que fue habitado desde por lo menos la Edad del Bronce hasta la actualidad. Fue una extensa población de alrededor de 6 hectáreas, sobre un promontorio rocoso en forma de huella de pie, que le permitía destacar sobre el terreno llano circundante, y así ser objeto de una fácil defensa, a la vez que tener la ventaja de ser accesible para los viarios de comunicación, y para la explotación agrícola. Se conoce que existió una necrópolis ibérica a 400 metros de La Villa, debajo de lo que hoy es el edifico de “La Harinera” y su entorno, de la cual queda una urna cineraria y su ajuar en el denostado Museo Arqueológico Municipal.

Mapa del área que rodea el oppidum ibérico de La Villa (Requena), a 3, 4´5 y 6 kms de radio. Cuadrado negro: poblamiento ibérico de mayor tamaño, círculos verde: hábitats diversos ibéricos, estrellas: santuarios ibéricos,., rombo verde: necrópolis ibérica.

  En el entorno de La Villa se observan 19 puntos arqueológicos que se alinean desde ella hacia el suroeste paralelos al vial de la carretera de Requena-Albacete, por el sureste por el antiguo vial del río Magro, por el este por el vial ancestral que recorría lo que hoy es la autovía de Madrid-Valencia y por el noroeste este mismo vial levantino que aquí coincide paralelo con el río Magro. Hacia el suroeste se localizan tres hábitats muy extensos en llano que por el área de dispersión cerámica ibérica y romana podría calcularse de aproximadamente entre 10 y 15 hectáreas cada una, “La Loma del Sapo”, “Casilla Herrera” y “El Ardal” (El Pontón). Por su situación parece obvio que también estuvieron dedicados a la producción económica. Y junto a ellas, se sitúa una gran necrópolis ibérica, “Las Cejas”, de donde se conserva una urna cineraria y ajuar en el Museo Municipal. Importante es observar, al igual que en otros yacimientos arqueológicos del llano de Campo Arcís, que estos continuaron siendo habitados en época ibero-romana y romana. Este vial se encamina a la cercana zona de influencia de Las Tres Ramblas que, como hemos comentado, estuvo my densamente poblada en época ibérica.

Piedra de sillería abandonada del poblamiento ibero-romano de “Casilla Herrera”. (El Pontón)

  Hacia el sureste “Los Canales”, “Molino del Duende”, “Las Carrasquillas”, “La Sunsía” y “ El Nacimiento” son poblamientos ibéricos e ibero-romanos en llano cercanos al curso del río Magro, igualmente dedicados a la explotación económica de los recursos. El río Magro fue un viario muy antiguo que conducía desde la Tierra de Requena hacia la costa mediterránea al sur de Valencia. Y siguiendo ese vial del Magro encontramos puntales o poblados ibéricos en altura, como el del “Castillejo”, que debió ejercer dos funciones, una de control del viario del río Magro, como muestran sus murallas y potente torre de defensa, y otra de santuario al aire libre, sobre la cima del picacho que se yergue sobre un meandro del río. Desde el noroeste hacia el este, se suceden paralelos al río Magro y al viario de Madrid –Valencia, varios poblamientos en llano, también extensos, e igualmente dedicados a la producción económica. Los de “Cerro Tocón” y “Rambla” (San Antonio) han quedado sepultados por la autovía, y “Los Aguachares”, que comprenden varios yacimientos por su gran extensión, quedan rodeados por la estación del AVE, el polígono industrial y San Antonio. Siguiendo dirección hacia el este, encontramos otros yacimientos similares como “Los Praos” y “ El Nacimiento”, yacimientos muy destrozados por las labores agrícolas, “Las Simas de Rozaleme”, donde existían estructuras que han desaparecido y el “ Barranco de Reinas”, lugar llano de 1 hectárea de dispersión. Todos ellos están muy afectados por ser una zona muy transformada por las infraestructuras mencionadas. Y también es relevante, que al igual que otros yacimientos antes nombrados, siguieron siendo habitados en época ibero-romana y romana, e incluso medieval. Más hacia el este, encaminándose hacia la zona de influencia de “ El Moral” (El Matutano), tan sólo encontramos un pequeño yacimiento ibérico, en llano, “Quincha de las Casas”.

3º.b / EL MORAL Y EL LLANO DEL REBOLLAR-SIETE AGUAS

  Continuando hacia el este por el viario de la autovía de Madrid a Valencia, nos adentramos en el llano del Rebollar, que discurre por entre la Sierra de Las Cabrillas y la Sierra de Malacara, en cuyos cerros se localizan algunos poblamientos en altura de tipo defensivos o de control ibéricos, y en cuyos llanos existieron también poblamientos ibéricos dedicados a la producción económica. “El Moral” es un extenso poblado ibérico o ibero-romano, cuya área de dispersión cerámica es de unas 7 hectáreas. Se sitúa bajo un ancestral poblado en altura fortificado de la Edad del Bronce y del Hierro que poblaba lo más alto del pico de la Cárcama (Sierra del Tejo). Desde aquel poblado en altura baja un pequeño valle donde abundaban las fuentes y los cultivos, y fue al lado de éste donde se desarrolló un mayor poblado, a lo largo de las faldas de la montaña, en llano. Está situado en la Sierra de Las Cabrillas, que es el elemento orográfico que separaba éste con los otros “Estados” ibéricos cercanos a la costa mediterránea, y sería el último lugar con una cierta entidad de población al este de su demarcación ibérica. A partir de aquí, las sierras de Malacara, de Cabrera y de Los Bosques, cubren una zona orográfica abrupta bastante extensa que ejerce de límite separador entre los llanos levantinos y las tierras castellanas del Cabriel. Dentro de su radio de influencia tendríamos hacia el norte el poblado en altura amurallado de “La Cárcama” (Sierra del Tejo) importante punto de control del paso hacia Levante entre las montañas, habitado desde la edad del Bronce hasta la del Hierro. Hacia el noreste se encuentran dos poblamientos aislados, uno en llano “Raidón” y otro “El Pimiento” en un cerrito, los dos en Siete Aguas. Y entre 4 y 7 kilómetros al sur, se aglomeran 10 hábitats ibéricos en el entorno del Rebollar, todos en llano: “El Rebollar”, un extenso yacimiento de 7 hectáreas de dispersión cerámica; 3 hábitats contiguos en llano, “Las Paredillas I y II” y “Las Lomas”; y otros 6 también en llano y contiguos, entre los que se sabe que dos son hornos cerámicos, “Casa Guerra”, “Venta de Pedro I y II”, “Cañada Langosta I, II y III”.

Poblado ibérico y del bronce en el Pico de La Cárcama (Sierra del Tejo).

  Al fondo sierras de la Cabrera y de los Bosques. Podría ser que El Moral fuese un poblado de amplia extensión, cuya población estuviese relacionada con labores agrícolas en sus alrededores, pero que tuviese a pocos kilómetros un lugar importante de producción económica, entre los que estaba la de cerámica, de adobes u otras. Y que el control o protección de esta zona se ejercía desde la Cárcama, Es identificativo de la mayoría de estos yacimientos que son también utilizados en época romana, lo cual implica una continuidad en el “modus vivendi” entre ambas épocas.

 

Área de influencia de El Moral. Cuadrado negro: poblamiento ibérico de mayor tamaño. Círculos verdes: hábitats variados ibéricos. 3ºc / HORTUNAS Y PICO DE LOS AJOS 1/ La aldea de Hortunas se sitúa en la zona más fértil del río Magro, donde acaban los cortados del río y empieza un suave valle de gran riqueza agrícola. Sobre el valle se alza el cerro del “Santo o Castellar” que es un poblado fortificado en altura que ejercía el control sobre este territorio, a la manera de un castillo. Desde allí, a lo largo del río Magro encontramos varios hábitats ibéricos e ibero-romanos. Hacia el sur “Los Lidoneros”, “Barranco del Espino”, situados junto al río, y claramente dedicados a la explotación agrícola, comprobando que además tuvieron esa función en época romana. Más al sur del río encontramos un poblado en llano de mayor tamaño en “Hortunas de Abajo”. Siguiendo el curso norte del río encontramos el hábitat de “Los Prados” y más arriba el “Puntal de Eduardo” un pequeño poblado ibérico defensivo con restos de muralla y una torre, sobre los cortados del río Magro, vigilante del antiguo vial que corría paralelo al cauce del río. Igual función tenía el situado más al norte del “Castillejo”, sobre un meandro del río Magro, que conserva los restos de una fuerte muralla y una torre cuadrada, pero que también debió utilizarse como santuario ritual. Hacia el este, en dirección hacia La Portera, “Las Quinchas”, “Los Prados II”, “El Paraíso” y “La Morreta” 4 pequeños hábitats agrícolas en llano, y a continuación otro hábitat en llano, pero esta vez más extenso, “Los Alerises” , que denota el carácter de esta zona de no limítrofe, sin función de vigilancia exterior. Y hacia el sur, “Los Villarejos” y “Juan Vich” (Fuen Vich), otros hábitats en llano, relacionados también con la producción económica. E igualmente, son hábitats que tendrán continuidad en la era romanizada.

 

Poblado ibérico en altura amurallado del Castellar (Hortunas) 2/ El “Pico de los Ajos” es un impresionante poblado ibérico situado sobre la Sierra Martés, a gran altura, similar a los ya mencionados en otros puntos limítrofes de este “Estado” ibérico como son “La Atalaya” (Villar de Tejas), “El Molón” (Camporrobles), “Sobrarias” (Aliaguilla), ”Cabeza de Moya” (Enguídanos), “La Cárcama” (Sierra del Tejo), de más entidad que otros poblados fortificados en altura de esta demarcación ibérica. Como sus similares, es un punto más bien escaso de hábitats en llano cercanos, por lo que su funcionalidad parece inclinarse a la de control, vigilancia y defensa. Su situación indica una encrucijada entre límites de demarcaciones ibéricas o “Estados”, de ahí su importancia. Es bastante conocido por haberse encontrado en él tres láminas de plomo escritas en signario ibérico. En su área de influencia, hacia el este, en torno a la rambla de Ripias, relevante elemento orográfico separador de demarcaciones, encontramos “Cerro de Viñuelas”(Viñuelas), “Cerro de la Muralla”, “Pachaparro”, “Ripia” (Castilblanques), que tienen en común que son pequeños hábitats defensivos en altura. Conjuntándolos con el “Pico de los Ajos” forman una línea ibérica de control, vigilancia y defensa hacia la zona de Hortunas y Los Pedrones, donde hemos visto que abundan los hábitats productivos en llano. Y hacia el norte, sobre el río Mijares, hacen la misma función otros 2 hábitats solitarios, “Peñón de Mijares” y “Rincón del Viudo” (Yátova)

 

Zonas de influencia de Castellar (Hortunas) y Pico de los Ajos (Yátova). Círculos verdes: hábitats diversos ibéricos. 3º.d / LOS PEDRONES Esta es una zona que comunicaba la demarcación o “Estado” ibérico del sur, que ocupaba la comarca de Cofrentes-Ayora, cuyo oppidum principal era el “Cerro Meca” (Ayora), con nuestro “Estado” ibérico. Como se ve en el mapa de su zona de influencia en época ibérica, son hábitats dispersos, sin un núcleo relevante mayor. “Loma de Alborea” y “Carrascalejo” (Los Pedrones), “La Muela del Pozo” (Casas de Soto), “Rincón de Mira” (La Cabezuela), “Fuen Vich”, son hábitats pequeños en llano o ladera, dedicados a la producción económica. Y “Peñas Blancas” y “Puntal del Rebollo” son pequeñas atalayas en altura, de control de territorio. Tiene la apariencia de haber sido una zona de paso, que coincide con el vial natural que discurre por esta zona, convertido hoy en día en carretera nacional desde Requena hasta Almansa.

 

Zona de influencia en el entorno de Los Pedrones, en un radio de 3, 4´5 y 6 kms. Círculos verdes: hábitats ibéricos diversos. 4º Generalizando. Una vez revisadas todas las zonas en la Tierra del Cabriel según sus poblamientos ibéricos, es más asequible analizarlas en forma conjunta. Debemos aclarar que no todos estos poblamientos ibéricos tuvieron porqué coincidir cronológicamente en el tiempo, que tuvieron una continuidad distinta. Algunos se remontan hasta la Edad del Bronce (quizás anterior, Calcolítico), y perduran hasta las primeras edades del Hierro o finales, e incluso hasta la era romana, medieval o actualidad. Por ejemplo, entre los poblamientos mayores, “Los Villares” (Caudete de las Fuentes) parece que tuvo su comienzo hacia el S VII a.C. y duró como tal hasta 72 a.C. (Guerras Sertorianas). En cambio” La Villa” (Requena) tuvo sus comienzos en la Edad del Bronce (si no antes), continuó durante la Edad del Hierro y la era romana, también la medieval y hasta nuestros días. “El Moral” (Rebollar), tuvo sus inicios en un cerro en altura próximo, en la Edad del Bronce, “La Cárcama”, y amplió su población a 2 kilómetros de distancia, hacia el valle que discurría sus pies en la Edad del Hierro y época ibero-romana. La “Muela de Arriba” tuvo sus comienzos en una pequeña altura llana de 3 hectáreas en la Edad del Hierro, y siguió habitada, pero amplió su población desde ese mismo cerro a sus mismos pies, en los terrenos llanos limítrofes, logrando un área de expansión muy extensa en época ibero-romana, hasta la cual parece ser que duró. Se puede llegar a observar bien, sin embargo, las zonas de confluencia de hábitats que poblaron la Tierra del Cabriel, a veces unos, a veces otros, pudiendo generalizar por dónde estuvieron asentadas las poblaciones a lo largo del tiempo, y cuáles fueron sus funciones. Se ve claramente la zona que estuvo más densamente poblada en época ibérica, aparece en un rectángulo de unos 400 kms cuadrados entre Caudete de las Fuentes, El Rebollar, Hortunas y Muela de Arriba, Y dentro de él, donde más se concentran los poblamientos es el área que rodea el eje que recorre los 3 grandes poblados del Moral (Rebollar), La Villa (Requena) y Muela de Arriba (Casas de Cuadra). Esta alta concentración poblacional ibérica se percibe en el curso del río Magro, desde los alrededores de Calderón, cerca del sur de Utiel, hasta La Villa (Requena), poblamiento de importante relevancia. Desde La Villa continúa siendo densa en dirección hacia El Rebollar paralelo al antiguo viario que cubre hoy la autovía Madrid-Valencia, donde se acumula a la altura del poblado del Moral, en las faldas de la Sierra del Tejo. También desde La Villa, continúa otro ramal denso de poblamientos que recorre el río Magro en dirección hacia el sur, hasta las postrimerías del río Magro en el valle de Hortunas. Y otro ramal de densa población parte desde La Villa, pasando por El Pontón en dirección hacia la Muela de Arriba, otro relevante poblado. Entre ambos, y a su alrededor se encuentra la zona más densa en poblamientos ibéricos, que comprende el Llano de Campo Arcís-Los Duques-El Pontón y las Tres Ramblas. El resto de zonas tuvieron una densidad de población menor, pero ni mucho menos despoblada. Diríamos que su disposición comprendía unos poblados en altura que vigilaban tanto los límites del hipotético “Estado” ibérico nombrado, como unas zonas de explotación económica en llano situadas en su entorno. En Sinarcas-Aliaguilla, se da esta tipología, pues existen varios poblados fortificados en altura y una zona llana a sus pies con vestigios de producción cerámica y agrícola. En Camporrobles-Mira se da una situación similar, donde los poblamientos se dan desde los llanos debajo del Molón, recorriendo el río Mira hasta Cabeza de Moya en Enguídanos. Un punto parecido se daría en la Sierra del Rubial (Villargordo del Cabriel-Venta del Moro), donde se ubica el centro de producción cerámica ibérica de las Casillas del Cura. Zona similar, pero menos densa se ve en la Sierra de la Bicuerca (Fuenterrobles). También en el Pico de los Ajos (Yátova-Venta Gaeta), La Atalaya (Villar de Tejas) y Punto de Agua (Benagéber). A lo largo del río Cabriel parece darse otra tipología de poblamientos ibéricos, correspondiéndose algunos con poblados fortificados en altura solitarios y otros a pie de río, a una y otra vertiente, como si fueran casas de postas a ambos lados de vados, caso como Villatoya-Casas de Cárcel, o Vadocañas.

 

Las zonas sombreadas indican la densidad poblacional ibérica en la Edad del Hierro en la Tierra del Cabriel. Idealización Como hemos podido observar en este largo artículo sobre la composición poblacional en época ibérica de este hipotético “Estado” ibérico o demarcación, fue un territorio muy densamente poblado. Tanto que debió tener en la Edad del Hierro un potencial muy grande, tanto en habitantes como en economía, política, en fuerza militar, en relaciones exteriores. La importancia entre sus vecinos debió ser suficientemente relevante, y en las Fuentes Históricas sería nombrado obligatoriamente, como así parece que sucedió. Tuvo importantes “estados” ibéricos vecinos, muy nombrados por las Fuentes, como la demarcación ibérica de Saguntum-Edeta, con los que al parecer tuvieron unas relaciones muy impetuosas. Un área de extensión que ronda los 2.100 kilómetros cuadrados, con más de 300 zonas arqueológicas ibéricas conocidas, con un amplio número de poblados ibéricos de varias hectáreas, entre ellos 4 de más de 6 hectáreas, con alrededor de una decena de importantes poblados fortificados en altura, y abundantes poblados más pequeños igualmente fortificados; con numerosos hábitats de producción agrícola e industrial, algunos de bastante extensos; con variadas rutas viarias prerromanas de las que aún se conservan carriladas, que atravesaban todo el “Estado”, incluyendo los numerosos vados con poblados de “postas” sobre el río Cabriel. Fue un “Estado” político muy bien estructurado. Tanto que al avanzar a la era ibero-romana, hubo una habitual continuidad en sus lugares de población, pasando a realizar funciones similares a las prerromanas, incluyendo utensilios, labores económicas, edificios, y sus pobladores descendían de las familias iberas, como demuestran las estelas funerarias latinas con nombres ibéricos aparecidas en Sinarcas y en El Ardal (El Pontón). Por lo tanto hay que pensar en este “Estado” ibérico como una entidad territorial de relevante importancia en el contexto de la Hispania de la Edad del Hierro. Donde hay, siempre queda. Autor: Javier Jordá Sánchez BIBLIOGRAFÍA *(“Los Íberos en la Comarca de Requena –Utiel (Valencia)”; Alberto J.Lorrio (ed)) *(“El Molón. Oppidum prerromano y Hins islámico. Alberto J. Lorrio, Martín Almagro-Gorbea, Mª Dolores Sánchez de Prado). * (PGOU Ayuntamiento de Requena)

01.11.2016 20:10

LA VILLA DE REQUENA, UNA CIUDAD ROMANA. (parte 1ª)

1/ ¿Qué es una urbs?

El mundo de las urbs romanas en Hispania es amplio y variado, resumirlo es arriesgado e intrincado, pero necesario para sacar conclusiones. Habrá que restringirse a unos pocos puntos comunes para realizar este trabajo. Urbs se refiere al espacio construido o conjunto de edificios, calles e infraestructuras. Incluye la “civitas”, que serían los ciudadanos que viven en ella. Reúne en sus límites un recinto sagrado, el “pomerium”, que la diferencia del “oppidum”, que es una simple ciudad fortificada, desprovista de las prerrogativas religiosas y políticas de la urbs. El recinto se originaba a partir de la fundación del centro, acompañada por ceremonias religiosas con las que se trazaba un surco sagrado, el “pomerium”, en torno al cual se erigían las murallas, delimitando así un área interna destinada a la vida civil y un área externa, destinada a funciones militares. La parte sacralizada de la urbs era asignada como espacio para funciones religiosas, políticas y de vivienda. En el sistema de ciudades latinas, las urbs eran ciudades-estado con funciones políticas y religiosas en torno a las cuales giraban los oppida. Las ciudades poseían diferente categoría jurídica; así las colonias y municipios romanos estaban libres de cargas tributarias, las ciudades de derecho latino se encontraban en un escalafón inferior, por debajo de éstas estaban las ciudades peregrinae que carecen de privilegios jurídicos para sus habitantes. En el último lugar se encontraban las stipendiare que estaban obligadas a pagar un tributo a Roma, así como a aportar soldados al ejército.

2/ Urbs ibero-romanas en la Meseta del Cabriel

Nos quedan señales, rastros de lo que pudo haber, pero no disponemos de la mayoría de los datos que los arqueólogos han estudiado en los lugares que nos interesan para este artículo. El único lugar que da este tipo de señales, de ser un recinto poblacional en época romanizada, es La Villa (Requena). Ejemplos de ellas son las numerosas monedas romanas e ibero-romanas encontradas en las calles de tierra en toda su área hasta los años 50-60. También la reutilización de estelas romanas en las nuevas construcciones islámico-medievales, tras haber sido despojada la ciudad anterior. Encontramos varias en las bases de las torres de la alcazaba, una de ellas colocada frontalmente, muestra un epitafio en latín. O las piedras de sillería de una posible torre romana en la Torre del Cristo (Ermita del Cristo). O las excavaciones arqueológicas en el Castillo. O los restos arqueológicos de época romana imperial de las excavaciones de San Nicolás (bajo el altar y la sacristía). O los abundantes restos de cerámica romana en la Cuesta de las Carnicerías. La posibilidad material de la existencia de un oppidum o urbs romano en La Villa (Requena) se basa en pruebas como éstas. Hay que preguntarse si existió allí un modelo similar a otros a lo ancho y largo de aquella Hispania, o bien no se corresponde con ninguno de aquellos. Conocemos la existencia de cientos de estas urbs hispano-romanas, nombradas en las Fuentes Históricas, y conocemos multitudes de yacimientos arqueológicos romanos en Hispania que se corresponden a muchas de ellas. Por lo tanto disponemos de extensa información que nos ayuda a ubicar y explicitar las ciudades de la Hispania romana. Observándolas, se puede llegar a concluir que, a pesar de disponer de elementos urbanos comunes a la mayoría de ellas, su estructuración fue muy diversa, o bien diríamos diferente.

3/ Modelo de una ciudad romana

El diseño urbano de las ciudades romanas sigue unas pautas necesarias para el correcto funcionamiento de los servicios públicos y militares. Básicamente, la ciudad romana está compuesta por una serie de módulos iguales, distribuidos ordenadamente -paralelos y equidistantes- y separados por calles. Entre todos forman un conjunto de diseño rectangular que está rodeado por una muralla perimetral con torres de vigilancia. Todas las calles son iguales, excepto dos: la que va del norte a al sur -kardo maximus- y la que va del este al oeste -decumanus-, que son más anchas y que terminan en las únicas cuatro puertas que tiene la muralla. En el cruce de estas dos calles se ubican el foro de la ciudad y el mercado. Con estos módulos se diseñan los edificios públicos, el anfiteatro -dos módulos de largo y uno y medio de ancho-, el teatro -un módulo-, el mercado -un módulo-, el conjunto del foro -dos módulos-, etc. Dentro de las ciudades, los tipos de vivienda se dividían en: casa, domus, insula y villa. También existieron las casae o viviendas de esclavos y clases bajas, que por sus precarios sistemas de construcción, hoy han desaparecido. Además aparecieron grandes edificios comunitarios como las basílicas, las termas y los importantes conjuntos socio culturales y religiosos llamados foros.

4/ Señales de urbs romana en La Villa (Requena)

a/ Columnas romanas

Encontramos visibles los restos de una columna incrustada en una casa en la calle Cárcel del Barrio de La Villa (Requena). Se encuentra del revés, la base está en la parte de arriba. Hemos recogido opiniones diversas de expertos, unos nos aseguran que es de origen romano y otros que su origen es de una plaza porticada que existió junto a la Casa del Concejo. Intentaremos investigarlos mediante comparativas. Hace dos años, después de un desfonde en la villa romana de Los Tunos (Calderón, Requena), encontramos una base de columna romana que se asemeja mucho a la de La Villa.

 

Al igual que en otras urbs romanas, estas columnas debieron ser reutilizadas en época visigoda y medieval. Casos similares de basamentos de columnas romanas se dan por ejemplo en Tolmo de Minateda (Hellín), urbs romana y visigoda, de la que se dice que fue Ilinum, o bien Asso. En esta ciudad se están sacando restos en su mayoría visigodos, y podemos observar de ellos una importante basílica, en la que aparecen columnas con el mismo tipo de basamento que la de La Villa (Requena).

Columnas de la basílica de Tolmo de Minateda.

Podemos encontrar este tipo de basamento de columna en la urbs romana de Numantia (Garray, Soria). En el caso de la foto, esas columnas sujetaban el pórtico de una casa. Aunque, también podemos ver este tipo de columna en elementos medievales, como en la plaza porticada de Villalpando (Za). No sabría decidir por mi mismo a qué época corresponde la columna de la calle Cárcel, en La Villa. Mejor se lo dejaremos a los expertos.

Columnas romanas de Numantia (Soria)

Columnas medievales o góticas o renacentistas, de la plaza porticada de Villalpando (Zamora)

b/ Lápidas romanas

Que sepamos, hay una incrustada en la base de la torre este del Castillo de Requena, pues su epitafio ha quedado a la vista, aunque da la impresión de que otras lápidas también fueron utilizadas para esta construcción, pero puede que estén colocadas con la cara escrita no visible.

Lápida funeraria escrita en latín reutilizada en la torre medieval del Castillo de Requena.

c/ Restos de piezas domésticas romanas

Las fuentes arqueológicas nombran estructuras de uso y habitación romanas. En las fotos encontramos pavimento romboidal y trozos de tégulas, pertenecientes a edificaciones romanas.

Recomposición de suelo a base de cerámica romboidal romana, en la plaza de la Fortaleza, La Villa (Requena)

Trozo de tégula romana aparecida en una obra en 2016, junto a la plaza del Árbol, La Villa.

Autor: Javier Jordá Sánchez

*(Continúa en la 2ªparte)

 

LA VILLA DE REQUENA, UNA CIUDAD ROMANA. (Parte 2ª)

5/ Fuentes arqueológicas sobre La Villa

Las únicas fuentes escritas que conocemos, a pesar de las numerosas excavaciones y movimientos de tierras realizadas en la superficie de La Villa, son las del arqueólogo de Utiel, José Manuel Martínez García, y sus colaboradores.

a/ En el informe de 2001 para la empresa que restauró el castillo de Requena, este arqueólogo expone: “Excavado totalmente el espacio intramuros durante los años 1991 a 2001, nos ha proporcionado una exacta visión de los diferentes asentamientos que se han producido en el mismo:

Un primer asentamiento se produce en la Edad del Bronce Final-1ª Edad del Hierro (siglos IX y VIII a.n.e.) como también sucede en otros puntos de La Villa ya excavados: Plaza del Castillo, que se sitúa a 20 m de la fortaleza, e iglesia de San Nicolás, en el extremo sur. De esta cultura, y al sureste del espacio que nos ocupa aparecieron estructuras de habitación y vertederos con abundantes cerámicas (fragmentos de recipientes con superficies bruñidas o espatuladas, decoradas con baño de grafito e incisiones geométricas, fabricados a mano), restos faunísticos, carbones y semillas.

Posteriormente y a una cota por encima de la anterior, nuevas estructuras de época ibérica antigua (S. VII-V a.C.), y cerámicas locales fabricadas a torno con decoraciones geométricas sencillas, pintadas de rojo vinoso o marrón, así como importaciones fenicias del mundo occidental peninsular.

De época ibérica plena (siglos IV y III a.n.e.) también aparecieron estratos y estructuras, con una serie de formas cerámicas profusamente decoradas.

En época romana se construyeron una serie de vertederos. De esta época se hallaron tanto cerámicas para usos comunes, de cocina o transporte, como de lujo, las denominadas sigillatas por poseer una marca o sigillum del alfarero que las fabricó y un brillante color rojizo.”

b/ El mismo arqueólogo, en su estudio “Iglesia de San Nicolás. Requena, la Plana de Utiel” del libro “Excavaciones Arqueológicas de Salvamento en la Comunidad Valenciana (1984-1988). Tomo 1. Intervenciones Urbanas”, cita los resultados de sus excavaciones arqueológicas.

Material cerámico:

Aparecieron 3.309 fragmentos, de los que un 74,13% corresponden a época bajo-medieval, estando presentes en todas las U.E. y aumentando en número a partir de 1003. La cerámica romana representa el 6,67% y la ibérica el 14,60%.......

La cerámica romana e ibérica, extraída en las tierras arcillosas de acarreo, presenta una buena muestra de comunes y finas, destacando dos piezas de terra Sigillata Hispánica, Drag 27 y 37, del siglo I d.C.

d/ En el libro “Los íberos en la Comarca de Requena-Utiel (Valencia) de Alberto J. Lorrio (ed.), Universidad de Alicante, encontramos una importante fuente de información.

En el artículo “Materiales de la primera Edad del Hierro en la Plaza del Castillo de La Villa de Requena (Valencia): un avance” de José Manuel Martínez García, Gontrán Cháfer Reig e Israel Espí Pérez, podemos leer interesantes datos de las excavaciones arqueológicas que desarrolló allí José Manuel Martínez García.

Dice: “Nivel V- De época imperial romana. Se hallaron tres aljibes con muro y pavimentos de opus signium, uno en la zona este, de grandes proporciones, al que se accedía por medio de una escalera de sillería, otro menor en la oeste, con la característica media caña en el encuentro de muros y pavimento. En ambos casos y a nivel de cimentación se encontraron sendas ánforas ibéricas que relacionamos con ritos de fundación. Un tercero se halló en la zona este, reutilizado posteriormente como canal y vertedero. Estructuras de habitación se localizaron en la zona norte con sucesivas remodelaciones y un momento final de abandono. Una característica, también común a todo el espacio, ha sido que las estructuras de época romana asientan directamente sobre las de la Primera Edad del Hierro e ibérico Antiguo.”

Dice “Nivel VI-Primera Edad del Hierro-Ibérico Antiguo. Se extiende por toda la zona excavada. Con respecto a las estructuras de este nivel parecen evidentes dos momentos:

-Correspondiente a la Primera Edad del Hierro, una gran habitación de planta rectangular con muros de mampostería sin carear y alojo de postes en el centro de la misma de los que se localizaron cuatro en el eje longitudinal. Así mismo, varios hogares circulares de arcilla, muy rubefactada, en cuya base y en todos los casos, aparecieron cerámicas del Bronce Final y cantos rodados. Debajo de un pavimento de tierra batida, se alojaba un enterramiento infantil en una urna y gran cantidad de cerámicas incisas, fragmentos de ánfora fenicia occidental y cuencos trípodes de posible filiación local.

-En una fase posterior, ya en época ibérica antigua, se compartimenta este espacio, se refuerzan los muros anteriores y se divide en dos por otro muro transversal, de mayor anchura. En el resto de la Plaza, aparecieron también una serie de estructuras, muy degradadas destruidas en parte por grandes fosas medievales, que podemos relacionar con este momento. El límite oeste de la excavación lo constituía un muro, quizás correspondiente a otra habitación, que se desarrollaría por debajo de las viviendas actuales, paralelo a la estructura rectangular por su lado oeste, que dejaba entre ambas un estrecho pasillo.

Estos dos niveles arqueológicos cubrían a la toba caliza del terreno en la zona este y a la arcilla pre-estéril en la oeste.”

6/ Áreas de urbs-oppidum hispano-romanas

Existen tipologías similares en la morfología de las urbs hispano-romanas.

Comparativa de la planta de La Villa (Requena) y Tolmo de Minateda (Hellín). Son dos elevaciones del terreno, llanas y de forma ovaloide, cuya superficie ronda las 6 hectáreas. Los dos recintos fueron habitados desde la Edad del Bronce, Edad del Hierro, la romana y la visigoda. La de Requena siguió habitada en época medieval, hasta la actualidad.

Comparativa entre La Villa (Requena), Tolmo de Minateda (Hellín), Basti (Baza) y Leónica (Forcall, CS)

Comparativa de La Villa (Requena), Arcóbriga (Monreal de Ariza, Z) y Thermida (Montejo de Tiermes, SO).

Comparativa entre La Villa (Requena), Numancia (Garray, Soria) y Cástulo (Cazlona, Linares)

Autor: Javier Jordá Sánchez

*(Continúa parte 3ª)

 

LA VILLA DE REQUENA, UNA CIUDAD ROMANA.(parte 3ª)

7/ Comparando La Villa con otras urbs u oppidum, hemos encontrado tanto ejemplos de urbs similares a La Villa de Requena, como ejemplos dispares.

En las fotografías aéreas anteriores, mostramos ciudades romanas hispanas para contrastarlas con la planta de La Villa. Tenemos una muestra muy estudiada arqueológicamente y analizada, que es el Tolmo de Minateda (Hellín). Es, al igual que La Villa, una elevación rocosa plana, en medio de una llanura. Su superficie es similar, incluso un poco inferior, La Villa ronda las 6 hectáreas y Tolmo las 5,5. Sus morfologías coinciden, tienen ambas la forma de huella de zapato. También coinciden en su cronología más antigua, fueron habitadas desde la Edad del Bronce, Edad del Hierro o Ibérica, romana y visigoda, aunque se diferencian en que La Villa siguió habitada hasta la actualidad pasando por ser un referente de ciudad medieval, y los habitantes de Tolmo pasaron al entorno de Hellín. El Tolmo se ha podido estudiar bien arqueológicamente porque no existen construcciones modernas encima, y se ha averiguado que en su superficie se conservan restos de estructuras de una ciudad visigoda, cuyo ejemplo más relevante es una basílica. Se percibe perfectamente que esta ciudad visigoda fue construida a partir de los restos de la anterior urbs romana que allí hubo, porque se han encontrado lápidas latinas escritas y se han reutilizado elementos romanos como columnas, piedras de sillería, etc. Además sabemos que las Fuentes Históricas ubican en esa zona dos posibles urbs hispano-romanas, Ilinum y Asso; los expertos le han adjudicado el nombre de Ilinum al lugar, pero yo me inclino más por la posibilidad de Asso.

De esta manera, adjudicando a Tolmo de Minateda la factible posibilidad de que fuera una urbs u oppidum hispano romana reflejada en las Fuentes Históricas, a manera de silogismo, siendo La Villa similar a Tolmo, debería poder serlo también.

Tolmo de Minateda, Hellín. Ilinum o Asso en la Geographia de Claudio Ptolomeo S II d.C.

 

Forma muy parecida tuvo la planta de Leónica, en Forcall (Castellón), en Edetania, situada en una elevación similar a las anteriores, pero de una superficie un poco mayor, de unas 8 hectáreas. En otra elevación llana se situaba Basti, en Cerro Cepero (Baza), ciudad “caput” (cabeza) de la región de Bastitania, con cerca de 6 hectáreas de superficie, pero con forma redondeada.

Algo mayores, aunque de morfología similar es la celtíbera Arcóbriga, en Monreal de Ariza (Zaragoza), con una superficie que ronda las 11 hectáreas, también sobre una elevación en llano sobre el terreno. Del mismo estilo es la afamada Thermida, en Montejo de Tiermes (Soria), de unas 10,5 hectáreas.

Ciudades mayores hispano-romanas fueron otras como la mundialmente famosa ciudad vaccea, Numancia, en Garray (Soria), cuya extensión bajo el yugo de Roma alcanzó las 20 hectáreas. Se situó también en una elevación del terreno, pero se sustenta sobre pendientes inclinadas.

Y atendiendo ya a la tipología de las grandes ciudades hispano-romanas, podríamos escoger para comparar a la gran urbs de Cástulo, Linares (Jaén), de unas 46 hectáreas de superficie, desarrollada a partir de un cerro central, y habitada después hacia sus laderas.

8/ Teatros, circos y anfiteatros

Sobre los teatros romanos en Hispania encontramos esta información sobre la época en que fueron construidos y por quién. “Los principales esfuerzos constructivos se realizan en aquellos momentos de aparente prosperidad y en aquellas provincias a salvo de conflictos bélicos y donde prosperan determinadas élites sociales que se convierten en impulsoras, junto a los altos cargos del Imperio, de grandes programas edilicios. Así, en el caso de las diferentes provincias de la Hispania romana se detecta una importante actividad constructiva de teatros durante la época de Augusto, entre el 27 a.C. y el 14 d.C. (Emérita Augusta, Metellinium, Tarraco Nova, Corduva, Itálica, Malaca, Carthago Nova, Carteia..), que se extenderá hasta época Flavia (69-96 d.C.), como sucede en el caso de Regina Turdolorum. Más adelante tan sólo se pueden registrar ampliaciones y reparaciones de las estructuras preexistentes, que concluirán con la ruina, el abandono o el cambio de uso con el declive del Imperio”. * (“Teatros romanos de Hispania. Estado actual de conservación”, de Guillermo Guimaraens Igual y Virginia Navalón Martínez)

Hasta 51 urbs hispano-romanas conocemos que hayan tenido alguno o varios de estos monumentos de la cultura romana en la Península Ibérica, esenciales para toda ciudad que quisiera ser considerada como importante. De los planos anteriores sabemos de dos que los tuvieron, Arcóbriga, de la que se conoce la existencia de un teatro, y Cástulo, de la que los expertos dicen que esconde un teatro y un anfiteatro.

Dispusieron de estos monumentos grandes urbes como Tarraco, Emérita Augusta, Corduva, Caesar Augusta, Gades, Carthago Nova, etc., pero también otras medianas como Segóbriga, Metellinium o Sisapo, que simplemente fueron ciudades muy ricas, sobre todo por la explotación de importantes zonas mineras.

Así se explica que unas ciudades mayores no tuvieran edificios monumentales de piedra, y en cambio otras menores dispusieran del conjunto completo, Cuando la ciudad no tenía pecunio suficiente, hubo grandes fortunas personales que se dieron el gusto de financiar las obras. Aunque, por otra parte, sabemos que existieron otras formas de construir estos edificios, mucho más barato, en madera y a menor escala, por lo que al ser un material degradable no han quedado restos de ellos. Es decir, que puede que casi todas las urbs, aún siendo de menor tamaño, pudieron disfrutar de espectáculos de este tipo.

El conocer quién, cómo y cuándo se construyeron estos edificios simbólicos romanos, nos debería ayudar a comprender que a pesar de que existieron multitud de ciudades en la Hispania romana, tuvieron tipologías diversas, aunque también similares. Que las hubo grandes y pequeñas, en altura o en llano, alargadas o redondeadas, con grandes edificios de piedra públicos o con apenas alguno relevante, de nueva planta o generados a partir de antiguas poblaciones milenarias ibéricas, algunas que trasladaron su ubicación conservando el mismo topónimo, otras que desaparecieron.

Autor: Javier Jordá Sánchez

*(Continúa parte 4ª)

 

 

LA VILLA DE REQUENA, UNA CIUDAD ROMANA. (4ªparte)

Aplicando estos datos hacia la Meseta del Cabriel.

Por la distribución geográfica de las urbs en las Fuentes Históricas da la impresión de una cierta equidistancia, es decir, cada territorio parece tener un referente de ciudad hispano romana, y la superficie a la que representa se asemeja a la que tuvieran los antiguos gens territoriales o ciudades-estado ibéricas.

En el territorio de Hispania que circundaba La Villa (Requena), encontramos varias de estas ciudades. Pongamos en un mapa actual un radio entorno a Requena de unos 85 kms , allí encontraremos estas ciudades hispano-romanas: al sur, Saltiga (Chichilla de Montearagón), Aras (Ayora), Menlaria (por Millares,V), Saetabi (Játiva), al este, Valentia (Valencia), Edeta (Liria), Saguntum (Sagunto), al norte, Etobesa (Segorbe), al oeste, Lobetum (Cañete-Moya), Pucialia (Enguídanos), Salaria (La Manchuela conquense), Bigerra (La Manchuela de Albacete) y Túrbula (Meseta del Cabriel).

 

Recreación propia de las ciudades de Hispania en el entorno de la Meseta del Cabriel, según los datos de la Geographia de Claudio Ptolomeo, S II d.C.

Y en la Geographia de Ptolomeo (S II d. C.) encontramos las coordenadas de accidentes geográficos como Mons Idúbeda (Sistema Ibérico) al norte y Mons Orospeda (Sistema Bético), cadenas montañosas que se encuentran, en sus estribaciones, en la Meseta del Cabriel, por lo tanto en su punto de intersección. Ptolomeo apuntó estos accidentes geográficos como límites para indicar a qué “región” o “adscripción” pertenecía cada una de las ciudades que nombraba. En este caso, al sur de los Mons Idúbeda y al oeste de los Mons Orospeda, situaba a las urbs bastitani. La Villa se sitúa al sur del Sistema Ibérico y al noroeste del Sistema Bético. En este rincón del mapa de Ptolomeo (S II d.C.) se localiza Túrbula, Salaria, Pucialia, Bigerra y Saltiga. Por lo tanto uno de estos topónimos pudo ser el que tuvo La Villa si en realidad fue el núcleo urbano de la Meseta del Cabriel que perduró por lo menos hasta el S II d.C.* (Este dato lo estudiaremos en artículos posteriores).

Otra importante referencia de las Fuentes Históricas es el Itinerario de Antonino (S II d.C.). Es un conjunto de rutas que pasa por ciudades y lugares, y que está señalizado por distancias en millas romanas. Una de estas rutas señala la que cruza la Meseta del Cabriel desde Saltici (Chinchilla de Montearagón) cruzando el río Júcar por Alcalá del Júcar (Ab), y el río Cabriel, quizás por Vadocañas o Villatoya, hasta Urbiaca, una urbs que debió situarse entre las provincias de Teruel y Cuenca, y que desde nuestra comarca cita un punto o intersección de caminos que conducirían hasta Putea, “ad Putea”, urbs que se localizaba en el término de Enguídanos (Cu), cruzando el río Cabriel, por un antiguo paso que debió ubicarse por las cercanías de Pajazo, paso natural.

El itinerario gaditano o Vasos Apolinares, muestra otra ruta al sur de la Meseta del Cabriel que iba desde Saetabis a Aras y Saltici, sobre la zona sur paralela al río Júcar por el sur, que indicaría que en las ciudades al norte de éstas estaría la de nuestra comarca.

Resumiendo, en el perímetro que rodea la Meseta del Cabriel, existieron según las Fuentes Históricas localizadas varias urbs, entre las cuales quizás una de ellas, fuera La Villa de Requena. Averiguar cuál fue es un intrigante dilema.

¿Fue una urbs como el resto?

¿Cumplía La Villa la definición de urbs? Podría serlo, porque la definición es amplia, podría cumplir los requisitos de ser un recinto que reuniera un conjunto de edificios, calles e infraestructuras de tipología romana. Aunque sin datos arqueológicos no podemos saber si tuvo un “pomerium” (recinto sagrado) que las diferenciaba de los oppidum, simples ciudades fortificadas. Y si fuera urbs, no sabríamos su categoría jurídica tampoco, si colonia, municipio, de derecho latino, peregrinae, stipendiariae. Aunque si lográramos demostrar su semejanza a otros y que su nombre aparece en las Fuentes Históricas, podríamos equipararla.

¿Cumplió La Villa el modelo de una ciudad romana?

Según podemos observar en los ejemplos de ciudades hispano-romanas, la planta de La Villa es similar a la de otros conocidos y estudiados. Su localización, una elevación plana en altura, sobre un extenso territorio llano, lo cual es habitual en algunas urbs conocidas. No podremos saber su disposición urbana en época romana hasta conocer los datos arqueológicos imprescindibles, pero por la disposición medieval, si hubo un foro, debería haber estado cercano a donde estuvo una pequeña plaza entorno a la actual de Albornoz. Y si como hemos planteado anteriormente, la planta de las urbs romana dispuso de cuatro puertas de entrada a la ciudad, en sus cuatro polos opuestos, quizás podrían corresponderse con las medievales. Una puerta por la zona de la Cuesta del Castillo, distinta de la actual de trazado más moderno; otra en la Cuesta del Cristo, donde quizás unas piedras de sillería en la torre que la flanquea fueran romanas; otra en la Cuesta de Las Carnicerías, donde los restos arqueológicos indicarían la posibilidad de haber existido una puerta romana; y otra en la Puerta de Alcalá, entrada ancestral.

Puertas de entrada medievales y actuales de La Villa, posible coincidencia con las romanas.

En cuanto a mercado, termas y otros edificios típicos de urbs romana, no tenemos noticias arqueológicas, y sería difícil encontrar rastros, porque La Villa ha sido habitada continuamente hasta hoy, y toda su planta reedificada numerosas veces. Sobre edificios lúdicos de relevancia como teatro, circo o anfiteatro, no se conoce ningún tipo de restos, ni da la impresión de que los hubiera habido, a no ser que fueran edificios livianos de materiales degradables como la madera. La falta de estos característicos edificios lúdicos no quiere decir que no fuese una urbs romana, sino que, si lo fue, tendría una entidad menor que otras, y que tampoco dispondría de un entorno de riqueza con personajes de relevancia social capaces de construir esos caros edificios.

La importancia de existir señales de haber sido habitada en época romana y previas, parece obvia. Como hemos detallado anteriormente, en La Villa se han encontrado lápidas latinas, tégulas, ladrillos romboidales, quizás una columna romana, o multitud de hallazgos casuales de monedas romanas e ibero-romanas. Pero las señales más relevantes deben salir de los expertos que han realizado excavaciones arqueológicas, en este caso José Manuel Martínez. Según los estudios que conocemos de él, se han encontrado restos romanos fiables tanto en el límite norte de la Plaza de Armas del castillo, como en el límite sur, en el templo de San Nicolás. Lo cual implica la ocupación de toda el área de La Villa.

Por la morfología y ubicación de La Villa, no se puede descartar que pudiera ser una urbs romana, ya que existen ejemplos trabajados arqueológicamente que tienen una disposición planimétrica similar. Un ejemplo claro es el Tolmo de Minateda (Hellín), un lugar estudiado, que fue un municipium y que incluso los expertos se atreven a asignarle un topónimo identificado en las Fuentes Históricas, el de Ilinum, aunque quizás pudiera ser Asso. Y existen otros similares de igual tamaño como Lassira (Forcall) o Basti (Baza), aunque sean otros de superficie algo mayor como Arcóbriga (Monreal de Ariza, Z) o Thermida (Montejo de Tiermes) o Numancia (Soria). Y otros mucho mayores como Cástulo (Linares).

Autor: Javier Jordá Sánchez

*(Continúa en parte 5ª)

LA VILLA DE REQUENA, UNA CIUDAD ROMANA. (5ª parte)

¿Cuál sería el proceso de La Villa como urbs?

Como hemos descrito anteriormente, el recinto de La Villa tuvo una continuidad ancestral en ser habitada. Perteneció a una entidad territorial que se correspondería con unas gentilitates provenientes desde la Edad del Bronce. Pero su mayor entidad la recibió con el cambio de poder definitivo entre la antigua cultura indígena ibérica y la nueva romana. Aún así, las ciudades que poblaron el territorio que comprende el área de la Meseta del Cabriel, no fueron de tamaño enorme, aunque sí fue un territorio densamente poblado, a base de multitud de grandes, medianos y pequeños poblados ibéricos, y posteriormente de múltiples villas rústicas romanas. La Villa pudo haber sido una urbs mediana, comparada con sus semejantes hispanas, siguiendo el modelo habitual del territorio.

El proceso histórico hasta llegar a ser una urbs romana.

Por lo que podemos observar, el paso fue diversificado y complejo, cambiante según la cronología y otros factores. Pero, como puede apreciarse en la arqueología, no pasamos de ser hispanos a ser romanos, sino que seguimos siendo hispanos pero con gobernantes dependientes de Roma.

La Meseta del Cabriel fue ampliamente habitada en estas épocas, y los poblados, poblamientos y villas fueron muy numerosos, lo que denota un territorio con mucho potencial económico, social y militar. Hasta tal punto que hubo varias poblaciones ibéricas extensas, aún no muy bien estudiadas. La más relevante parece ser que fue la de Los Villares (Caudete de las Fuentes), aunque otras dos debieron ser también importantes, La Villa (Requena) y Muela de Arriba (Casas de Cuadra), y quizás El Moral (Rebollar). Pero hay darle importancia a la cronología, y Los Villares tuvo vida desde el Ibérico Pleno hasta las Guerras Sertorianas, a mitad del S I a.C.

La conquista de Roma en Hispania fue a veces, bastantes veces, muy traumática. Ya desde la 2ª Guerra Púnica, que se desenvolvió en gran parte en la franja mediterránea de Hispania, la participación en ella de los hispanos ocasionó la destrucción de sus ciudades en bastantes ocasiones, aunque habitualmente reconstruidas a continuación.

La expulsión de Carthago de Hispania en 205 a.C. hizo que Roma dispusiese políticamente de este territorio hispano, dividiéndolo a su gusto en una Hispania Citerior al norte del Ebro y otra Ulterior al sur de éste. En el cambio hacia el S II a.C., los intereses de Roma se incluían en esta franja, entre la que ya estaba la comarca de la Meseta del Cabriel. Estos cambios políticos, además de los intentos de profundizar en tierras más interiores de la Península, no gustaron a los hispanos, que comenzaron a rebelarse. Hacia el 195 a.C., se produjeron lo que, según las Fuentes Históricas, se llamaron“Guerras Celtíberas” y que llevaron a la casi expulsión de los ejércitos romanos de Hispania. La recuperación del territorio por los romanos volvió a tener consecuencias para las ciudades iberas, siendo devastadas algunas de ellas de nuevo. La resistencia siguió entre las ciudades hispanas, pues famosos son los casos del gran general lusitano Viriato que mantuvo a los cónsules en jaque hasta su muerte en 139 a.C., a la vez que otros pueblos como los vacceos, que representados por Segeda y Numantia resistieron exitosamente hasta 133 a.C., cuando Escipión logró arrasar Numantia.

Cruentas guerras se sucedieron posteriormente en Hispania. Las guerras sertorianas se extendieron desde el 83 a.C. hasta 72 a.C., y la gran implicación de los hispanos a favor del perdedor general Sertorio tuvo graves consecuencias para las ciudades que le apoyaron, muchas quedaron destruidas y no volvieron a ser habitadas, pues sus habitantes fueron desplazados a nuevas ciudades menos defendibles. En el 46 a.C. estalló en Hispania una rebelión protagonizada por Pompeyo contra Julio César, que provocó también fuertes destrucciones urbanas. Con Julio César comenzó un periodo de colonización y municipalización, fundó nuevas colonias en Hispania con los soldados que habían participado en sus guerras. Concedió la ciudadanía romana a municipios ya existentes, premiando así su fidelidad en la guerra civil que mantuvo con Pompeyo en la Península, por eso la mayoría de ellos se encuentran en la Bética. Augusto continuó la política de César, municipios augusteos son: Osca, Caesaraugusta, Calagurris, Baetulo, Segóbriga, Valeria, Ilerda, Iulióbriga, etc. Vespasiano concedió el derecho latino a todas las ciudades de Hispania.

Aunque provenían de décadas anteriores, las Guerras Cántabras se dieron hacia el año 29 a.C. con el Emperador Augusto y terminó con los cántabros sometidos en 19 a.C. Con este hecho, los conflictos importantes en Hispania tuvieron su fin.

Los estudios arqueológicos de Los Villares, parecen demostrar que sufrió las distintas guerras sucedidas en Hispania que citan las Fuentes Históricas, pues la ciudad fue atacada y arrasada en varias ocasiones. Esto se demuestra cuando aparecen niveles de cenizas o tesoros ocultos. Apareció un tesoro de una ocultación en Los Villares de cuando la 2ª Guerra Púnica, entre 218 y 215 a.C. y monedas ibéricas de cuando las Guerras Sertorianas 82-72 a.C.

En el paso de la República al Imperio, las grandes ciudades de la comarca se transforman, quizás quedó tan sólo una de ellas, que fue La Villa (Requena). A ella se trasladarían los organismos oficiales romanos del territorio, y se redistribuyeron los antiguos habitantes indígenas según el nuevo sistema reinante. Faltan estudios arqueológicos para comprender qué pasó con los otros grandes núcleos de población del territorio.

La época republicana en Hispania siguió siendo ibero-romana, las ciudades no destruidas o abandonadas continuaron siéndolo, remodeladas, reconstruidas o renombradas, después de tanto acontecimiento bélico en esos dos siglos antes del cambio de milenio. La ciudad romana empezó a desarrollarse como tal en Hispania con la Pax Romana o Pax Augusta. Un cambio en la distribución de la población ibero-romana en la Meseta del Cabriel tuvo lugar en este periodo, a partir de la devastación de la ciudad ibérica o ibero-romana de Los Villares durante la Guerra Sertoriana, que recordamos fue una guerra civil entre un modo político cercano a la República representado por el general Sertorio, y otro modo preconizador de lo que fue el futuro régimen imperial, representado por Pompeyo. Esta guerra se desarrolló en Hispania, donde Sertorio fue apoyado por las ciudades hispanas, de tal modo que tras la victoria final de Pompeyo, gran cantidad de estas ciudades fueron arrasadas, y sus habitantes no volvieron a habitarlas, desplazándose los que quedaron a otros lugares o a otros destinos.

A partir de la Pax Romana, los restos arqueológicos nos muestran que se construyeron por toda la comarca numerosas y grandiosas villas rústicas agrícolas, sobre todo a lo largo del río Magro, y los llanos del Campo Arcís-Pontón. Estas villas conservan habitualmente señales de piezas arqueológicas que indican que sus pobladores continuaron utilizando elementos de la cultura ibérica, es decir, que fueron los antiguos iberos reconvertidos a hispano-romanos. Este modelo duró hasta el Bajo Imperio.

Por lo tanto, la imagen general de esta reconversión hispano-romana que se percibe en la Meseta del Cabriel nos muestra una reducción, primero rápida y luego progresiva de las ciudades mayores del territorio, aunque tenemos nuestras dudas cronológicas, porque hay grandes yacimientos arqueológicos ibero-romanos sin estudiar. Pero si que se puede constatar que conforme avanza la cronología desde el comienzo del Imperio hasta las estribaciones finales del Bajo Imperio, la urbanización del territorio parece que se restringe a la ciudad que quizás hubo en La Villa (Requena).

Maqueta de La Villa medieval (Requena) *(Expuesta en la Torre del Homenaje)

¿Tuvo un nombre esta posible urbs de LaVilla?

En mi opinión, los expertos no han llegado a una conclusión certera de topónimos romanos y prerromanos en la meseta del Cabriel. Se certifica que la ciudad ibérico-sertoriana de Los Villares (Caudete de las Fuentes) se llamó Kelin. Pero las pruebas son algo livianas y dudosas, Se basan en dos aspectos.

El 1º que el 18% de las monedas encontradas en Los Villares son de la ceca Kelin. La mayor parte de estas monedas son encuentros fortuitos y están en manos privadas, por lo que no se puede certificar su lugar de origen, y además las monedas que se suelen encontrar en los diversos hallazgos están mezcladas con cecas de múltiples procedencias, por el tránsito de soldadesca y gentes que las portaban, e incluso se mezclan con moneda romana.

El 2º, que según J. Estrada, en 1748, señala la existencia en Los Villares de “una ciudad destruida por las llamas de nombre Waldin”, citado en Pla, 1980: 2, y Madoz en 1847 “Según unos apuntes que se hallan en el archivo de Utiel, aparece que en una colina situada a ¼ hora SO. del pueblo, hubo en tiempo de la dominación de los árabes una pobl. fortificada que se llamó Woldin...” *(La arqueología ibérica en la comarca de Requena-Utiel: análisis historiográfico/ Los iberos en la Comarca de Requena-Utiel (Valencia); por Alberto J. Lorrio)-

En mi opinión, Los Villares fue la gran ciudad ibérica de la Meseta del Cabriel hasta las Guerras Sertorianas, cuando fue definitivamente destruida y abandonada, aunque no fue el único gran núcleo de población de su territorio o Estado ibérico, otras poblaciones ibéricas que pertenecían a su territorio. A partir de esta fecha, imperó la romanización, y el aparato administrativo del territorio fue desplazado por el Imperio a otro núcleo urbano cercano, que en este caso fue el poblado vecino del recinto de La Villa (Requena), que fue adaptado a las necesidades de las costumbres latinas. El topónimo de la ciudad de Los Villares fue también transferido, ya que las ciudades ibéricas daban el nombre al territorio que dominaban. Ejemplo conocido de esto es Segeda, cuya inicial ubicación celtíbera estuvo en Poyo de Mara hasta 153 a.C. y tras su destrucción fue trasladada a 1 Km en el sitio de Durón (Belmonte de Gracián, Z). pero un ejemplo más identificativo es el de Segóbriga, donde a 7 kms se encuentran los restos de una gran ciudad celtibérica de unas 33 hectáreas, abandonada también durante las Guerras Sertorianas, y sobre la que hay dos opiniones 1ª/ Que fue la ciudad de Contrebia Cárbica, por la gran cantidad de monedas de esta ceca que aparecieron allí y 2ª/Que fue la antigua ciudad de Secobirices celtíbera, y que su población fue trasladada a la ubicación romana posterior cercana tras ser arrasada. Opino que, después de conocer el sistema de ciudades-estado ibéricas, no pudieron darse dos ciudades ibéricas principales tan cercanas, a sólo 7 kms, porque estos territorios tendrían un mínimo de un radio de control de unos 30 kms. Aunque sí que pudieron existir poblaciones importantes que pertenecieron al mismo territorio, pero bajo el mismo topónimo de ciudad-estado. Así que Secobirices fue traslada a la nueva Segóbriga. Idéntico caso que Los Villares (Caudete de las Fuentes).

Por tanto.

Como se puede percibir en este artículo que suscribo, soy partidario de que, por lo menos, La Villa (Requena) fue una urbs o como mínimo un oppidum en época romana, viniendo su origen conocido desde la Edad del Bronce y habitado hasta la actualidad sin interrupción. Pero, aunque parecen existir ciertos datos empíricos que certificarían estas teorías, las carencias de información podrían llevarnos a valoraciones erróneas, ante las que nos veríamos obligados a rectificar en el futuro.

Autor: Javier Jordá Sánchez.

*(Fin)

23.05.2016 16:40

SANTUARIOS Y OTROS LUGARES DE RITO IBEROS. MESETA DEL CABRIEL.  Por Javier Jordá Sánchez

  Para conseguir hacernos una idea sobre la distribución geográfica de los lugares religiosos en tiempos iberos o de la Edad del Hierro en esta comarca, previamente hay que describir cómo se desenvolvía ésta en el entorno y en el resto de la Península Ibérica.

    Buscamos edificios y elementos rituales, que nos ayuden a encontrar una explicación de los hábitats y lugares que utilizan los iberos de la Edad del Hierro, sus ancestros y sus descendientes en la Meseta del Cabriel. Para ello vamos a comparar lo que conocemos sobre estos lugareños iberos, con los datos que hemos recogido de otros autores sobre esta comarca y sobre el resto de la Península Ibérica.

  Debo exponer la variabilidad que tienen estas conclusiones conforme vamos averiguando datos, y que según el paso cronológico de los momentos históricos, los hábitos han sido cambiantes, y que un mismo lugar ha podido diferir en sus atribuciones temporalmente, e igualmente que el contacto o las distancias territoriales, hicieron las costumbres más o menos gradualmente dispares. Los expertos más concienzudos científicamente, han logrado diferenciar y concretar estos aspectos. Nosotros vamos a ser más generalistas.

  Hay que tener en cuenta que hablamos de datos probables, cuya variabilidad es posible y que cualquiera de nosotros puede manejar datos erróneos o que cambien según nuevas investigaciones. Dicho esto, para avanzar hay que opinar.

  En rasgos generales hemos logrado ubicar, en la Meseta del Cabriel, estructuras posiblemente relacionadas con ritos y religiosidad, que podemos identificar con: cuevas, abrigos rupestres, cazoletas o estructuras geológicas modificadas. Nos falta por encontrar estructuras rituales urbanas, pero el nivel de estudios arqueológicos que sufre esta comarca en la actualidad ralentiza esta opción.

  El “Estado ibérico” que se ubicó en la Meseta del Cabriel se situaba en un punto neurálgico entre distintos pueblos iberos de los cuatro puntos cardinales. A los cuales, tiempo después, Claudio Ptolomeo (S II d.C.), denominó “celtiberi y lobetani, bastetani, contestani y edetani. Vamos a comparar con estos pueblos vecinos, pero también con el resto de la Península Ibérica. Al haber sido un territorio ibérico situado entre regiones de distinta índole según las fuentes antiguas sobre Hispania y según la arqueología, el forjarnos una proposición concreta única no parece ser lo más conveniente. Para hacernos una idea de la disposición regional de la que hablamos, podríamos acoger lo que nos dice Claudio Ptolomeo. Situaríamos a la actual Meseta del Cabriel en el límite norte dentro de los pueblos bastitanos, con lo cual deberíamos guardar una cierta semejanza con sus hábitos y costumbres. Esto pudo haber sido así, pero como siempre hay que tener en cuenta la cronología, podríamos asegurar que la división en “regiones” en época ibérica no fue tal, sino que estuvieron organizados en una especie de “ciudades estado” que comprendían extensiones territoriales cercanas al tamaño de una comarca actual. Este modelo de organización era repetido asiduamente en otros lugares del Mediterráneo y del resto del mundo conocido, pero su ejemplo más famoso fue el de las “ciudades estado” griegas.

   No quiere decir esto que en estos lugares de Hispania ocurriese algo idéntico, sino que en aquellos tiempos en que las variadas civilizaciones mediterráneas no eran tan distintas, aquellos modelos político religiosos, aunque no iguales, tenía su sentido de ser en territorios bastante interrelacionados desde hacía siglos.

 

  Algunos de estos elementos rituales o sacros que debemos referenciar son:

Las cuevas y abrigos santuario ibéricos.

 Según los estudios sobre peninsulares de estos lugares, llegamos a ciertas conclusiones.

   Cronológicamente parecen haber sido utilizadas como santuario u objeto de ritual, desde épocas muy antiguas. Entonces podríamos decir que muchas de estas cuevas santuario fueron utilizadas con tales fines o parecidos desde el Neolítico, pasando por el Calcolítico, Edad del Bronce, Edad del Hierro y romanización, e incluso algunas desde el Paleolítico hasta la Edad Media y la actualidad.

   Respecto a su localización geográfica, según distintos autores, la zona donde más cuevas santuario se citan es en Levante, donde los estudios hablan de gran cantidad de éstas repartidas por todo este territorio, Murcia, Comunidad Valenciana, Comunidad Catalana, y algunas en territorios lindantes. Aunque estudios sobre otros territorios, como las zonas celtíberas o del sudoeste, presentan también algunos ejemplos, como el caso de la cueva de La Griega (Pedraza, Segovia), utilizada ritualmente desde el Paleolítico hasta época moderna. O la posible cueva santuario de La Murcielaguina (Priego de Córdoba). Lo cierto es que este tipo de santuarios en cueva, fue más habitual en la franja mediterránea costera e interior, que en el resto de la Península.

  Podríamos definir las características de estas cuevas. Serían lugares aislados y de orografía abrupta, ubicadas a gran altura, a media, en faldas montañosas o en barrancos. La mayoría están en el interior, en la costa apenas se conoce una. Hay grandes y profundas cuevas, medianas o pequeñas. Algunas de 500 metros y otras casi abrigos. Reúnen vestíbulos, galerías y salas diversas. Pueden presentar procesos estalagmíticos, debido a su interrelación ritual con el agua. (2)

  Los materiales documentados se localizan, en general, en las zonas más profundas e inaccesibles, junto a antiguos gourgs (pequeñas balsas de agua naturales), o bien en su interior en el fondo cenagoso, relacionados con agua. El elemento más abundante encontrado es el vaso caliciforme . Los recipientes, en unas cuevas abundan enteros, los que estaban colocados en hornacinas de las paredes en otras algo fragmentados, agrupados boca abajo sobre una capa de cenizas y carbones. En algunos están depositados enteros y fragmentados junto a capas de cenizas y material óseo, sobre todo de mandíbulas de cabras y cerdos jóvenes. Los vasos podrían ser utilizados como libaciones, puesto que servían para beber, aunque también podrían haber contenido otras ofrendas, como frutos u otros.  En estas cuevas los restos óseos son muy abundantes. Muchos son huesos quemados de animales, asociados a carbones y cenizas. Es posible que indiquen la existencia de comidas rituales en su interior. (2)

  Sobre su morfología. Los podríamos definir como cuevas profundas o ligeramente profundas o abrigos exteriores, donde se celebraba algún tipo de ritual religioso o de costumbres. Se diferenciarían en unas cuevas muy extensas, de otras medianas o pequeñas. También abrigos rupestres de importante extensión a otros más sencillos.

Santuarios urbanos ibéricos

  La tipología de santuario ibérico peninsulares incluía lugares de rito y culto dentro de las poblaciones.

  Entre los territorios celtíberos tenemos varios ejemplos como Ulaca (Solosancho, Ávila), Arcóbriga (Monreal de Ariza, Zaragoza), Segeda (Calatayud) o Termes (Montejo de Tiermes, Soria) con recintos sagrados en el interior de sus murallas, ocupando los lugares más importantes. O dentro de hábitats domésticos, como en Numancia (Garray, Soria)

  a/ Templos o santuarios cívicos: Aquellos lugares de culto ubicados en el interior de centros urbanos que por sus características arquitectónicas o por el tipo de hallazgos insinúan un uso comunal. Forman parte del resto de edificios. (3)

 

 

Altar del santuario urbano ibérico del castro de Ulaca, Solosancho (Ávila)

 

b/ Capillas domésticas : Estancias similares a las del resto del poblado, pero que han revelado objetos: pebeteros, vasos rituales o restos de algún ritual (sacrificios de animales, enterramientos infantiles). Su carácter es restringido o privado.  (3)

Santuarios extraurbanos ibéricos

Combinan por una parte la ubicación física del santuario, en su relación con algún centro habitado próximo.

 a/  Santuarios suburbanos o periurbanos: están relacionados con poblados cercanos o necrópolis. Pueden estar cercanos o pegados a su recinto amurallado. (3) El de Segeda (Calatayud) está situado a 800 metros del oppidum es una estructura (santuario) aislada rodeada de muros y que está construida en relación a datos astronómicos.

Santuario astronómico ibérico de Segeda (Calatayud)

b/  Santuarios de carácter supra territorial: Estarían desvinculados de cualquier centro habitado próximo, en parte por la abundancia de exvotos, en parte por las distintas tradiciones que confluyen en cada uno de esos centros, lo que viene a demostrar la amplitud de radio de acción de sus influencias. Además de otros factores, se vinculan a rutas de comunicación relevantes. (3)

Santuario del Collado de los Jardines, Santa Elena (Jaén). En la "Cueva de los Muñecos" se encontraron unos 2000 exvotos. Es uno de los tres grandes santuarios que tuvo la Península Ibérica.

c/ Santuarios rurales. Situados en el campo aprovechando determinados ambientes cerca de la presencia divina (bosques, lagos, ríos, montañas) representarían una de las formas más simples de la religiosidad ibérica, que serviría a toda la población ibérica, volcada a las actividades productivas, agricultura y ganadería. (3)

  Su localización topográfica se da en lugares altos y zonas con una gran visibilidad, casi todos situados a una altura superior a los 1.000 m.s.n.m. Este hecho no es exclusivo de la Cultura Ibérica; las cumbres montañosas han sido uno de los fenómenos naturales que han hecho reflexionar al hombre, vínculo de unión entre el cielo y la tierra, escenificando la separación entre fieles y divinidad. Pero en la mayoría de los casos el material no aparece en la cumbre del cerro o colina donde se ubican, sino concentrado en una sola de las laderas, atendiendo a una orientación diferente. Tal vez la ofrenda y/o ritual se realizaría en la parte más elevada, para luego ser arrojado en la ladera, pudiendo explicarse así el hecho de que la mayoría del material cerámico aparezca en pendiente. (4)

  Su orientación no parece responder a un patrón único, se da según la conveniencia del lugar elegido.

  La distancia que separa estos espacios de los yacimientos más próximos no suele ser superior a los 1000 metros, ya sean asentamientos, oppida, pequeños poblados fortificados o necrópolis. (4)

La funcionalidad de este tipo de espacios; dadas sus reducidas dimensiones, no podrían identificarse con otros asentamientos contemporáneos, como oppida, poblados fortificados, asentamientos rurales en llano, explotaciones mineras. En segundo lugar, la especificidad del material ya estaba marcando una clara limitación en cuanto a sus funciones en estrecha conexión con el mundo sacro, pero se desestimó su interpretación como necrópolis en la medida en que carecían de parte del ajuar cerámico que caracterizaría estas formaciones, compuesta por el grupo urna/plato. A pesar de ello, algunos de los yacimientos, están situados junto a necrópolis, por lo que se producen intrusiones de material cerámico de estos espacios de naturaleza sacra, pero funcionalidad completamente distinta.  (4)

  Sobre cronología es difícil asegurar fechas ante la escasez de material de estos lugares. (4)

 

RITOS

  Los datos son variables dependiendo de la zona peninsular referida, aunque existen puntos comunes.

  • En el sur, sur-este peninsular autores describen los rituales así (5):

  a/ Elementos utilizados:

   Exvotos (pequeñas estatuillas figurativas) de bronce, cuchillos curvos (representados iconográficamente en material arqueológico). Recipientes cerámicos, de los cuales el más habitual es el vaso caliciforme, pero también globulares y cuencos. El agua es referente habitual, representada en manantiales, fuentes naturales, ríos, balsas.

  Simbolismo espacial: viene demarcado por la presencia de elementos naturales, como cuevas y abrigos, que en varias ocasiones se convierten en auténticos templos naturales, y en otros se combinan con edificios de culto.

  Estratégicamente, el espacio de culto se puede asociar a una orografía o topografía destacada. Es un hito del territorio circundante que contribuye a potenciar la monumentalidad natural, así como en ocasiones se vincula a la construcción de territorios políticos en los que se juega un papel importante asociado a una vía de comunicación o encrucijada de caminos. (5)

   b/ Iconografía representada:

   Como protagonistas del rito, hay imágenes de multitud de practicantes y fieles, que muestran actitudes heterogéneas, ofrendas variadas e incluso prácticas específicas. Pocas veces transmiten lo cotidiano, sino rememoraciones del pasado, mitología y fantasía, que transmiten mensajes de la élite. Existen exvotos que representan ofrendas, otras orantes atendiendo a la mirada o a las orejas (en alusión a la divinidad), o a las manos (simbolismo del saludo), y portan objetos como vasos globulares, cuencos, panes, tortas, armas. Otros exvotos representan sacrificios de animales.  (5)

  c/ Clases de ritos de pasos :(5)

  1/  Ritos de iniciación guerrera: Asociados al ámbito masculino y a las élites aristocráticas, con fuerte componente militar. Son guerreros en actitudes diferentes, entre las que destaca el ofrecimiento y exposición de las armas (en unos casos sustituyen la donación de armas y en otros las complementan.

2/  Ritos de paso de edad:   Introducción a la vida social activa.

 3/  Ritos nupciales

 4/  Ritos de fecundidad y fertilidad

 5/  Ritos de gestación:  Exvotos que lo representan se ven en Collado de los Jardines (Jaén) donde una mujer en cinta pide una gestación y un parto saludable, o en Torreparedones donde un exvoto con desgaste podría implicar su reutilización en el rito, o en Albufereta (Alicante), donde una dama en el momento de gestación sostiene en su mano izquierda un ave, símbolo asociado a la fecundidad. (5)

 d/  Ritos de tránsito de edad: Muchachos y muchachas que estaban preparados para adquirir el papel que la sociedad les asigna. Ritos que nacen para la pervivencia de modelos y roles sociales, y para mantener el legado religioso. Se realizan en santuarios de carácter territorial, en los confines del territorio, en un espacio liminal propicio para la narración del mito que acompaña a celebraciones que debieron suponer el “viaje forzado” como parte de la ritualidad de los jóvenes a espacios alejados, lo que podría suponer y una segregación temporal y traslado a los santuarios de frontera, para después reintegrarse al grupo, asumiendo un rol diferente. Es la puerta a los ritos de pareja. (5)

  • Hacia el norte y oeste, entre otros, se pueden encontramos estos datos sobre rituales:

  Importante debió ser la cultura de los Verracos vetones y de sus vecinos. Son representaciones escultóricas de cerdos, jabalíes o toros, habitualmente realizados en granito, que están datados desde del siglo IV a.C. hasta el siglo I d.C. Se han encontrado unos 400 de diversos tipos y tamaños, en lugares de Ávila, Cáceres, Salamanca, Segovia, Toledo, Zamora y norte de Portugal. Tenían principalmente funciones religiosas, protectoras y de señalización de zonas de pastos, aunque en época romana tuvieron principalmente una finalidad de monumento funerario, colocándose sobre las urnas de piedra, las “cupae”, en donde se depositaban las cenizas y los ajuares de personajes destacados. Un ejemplo de la continuidad de rituales en tiempos de Roma.

  Las Matres eran divinidades indígenas, bien documentadas en la Meseta Norte. Al igual que en el norte de Europa, debieron ser tres, protectoras de la fecundidad humana y de la fertilidad de los campos. Aparecen representadas en aras votivas latinas, con el teónimo Mater en solitario o añadiendo un epíteto. Otras divinidades indígenas no individualizadas y protectoras de la fertilidad de los campos aparecen también en aras latinas como “Lautteris”, “Ordaceis”, “Overinur” o “Duillis”. El dios celta “Lug”, equivalente para los romanos como Mercurio, tenía como símbolo el cuervo y aparece testimoniado en Villastar y Soria. En Cáceres parece “Salutorius”, en Portugal y Salamanca “Ilurbeda”, “Epona” en Vasconia, Cantabria, Palencia y Burgos. Algunas estaban vinculadas estrechamente a las comunidades de una comarca, “Cossua” (Bembibre, León), Vurovius (La Bureba, Burgos), “Vaelius o Velicus” (20 aras en Postoboloso, Candeleda, Ávila), “Vago Donnaego” (La Milla del Río , León). La asimilación mutua de ritos y cultos se aprecia aquí claramente, en estas aras hispano-romanas del S II d.C.

Ídolo representado una Matres y ara votiva dedicada a la divinidad “Vago Donnaego”

  Otros ritos o costumbres se vislumbran en la Hispania del otro lado., En fuentes literarias antiguas hablan del ritual de exposición de los cadáveres de los héroes muertos en combate para que los buitres los devoraran y subieran a los cielos, entre los celtíberos y los vacceos, aunque también se representa en Obulco (Jaén). O los posibles sacrificios humanos, aludidos entre los bletonenses (Salamanca) y los lusitanos, que acompañaban con caballos. Sacrificios de animales en los que se utilizaban toros, bueyes, vacas, terneras, cerdos, ovejas, gallos, oseznos, caballos…Quizás enlazados con banquetes sagrados colectivos donde pudieron usar estos sacrificios de animales. Luchas rituales donde después de ofrecer sacrificios a Ares practicaban luchas gimnásticas, hoplíticas e hípicas. Danzas diversas. Juegos taurinos relacionados con danzas y carreras. La heroización, generalizada en monumentos rituales muy extendidos, desde las estatuas de guerreros lusitanos, de celtíberos o el gran monumento funerario jienense de El Pajarillo, Huelma, lugar de peregrinación e hito geográfico. (6)  

Santuario ibérico “heroico” del Pajarillo, Huelma (Jaén).

 

Los dioses del hogar.

  Importantes debieron ser para los hispanos los dioses relacionados con la familia, los antepasados  y el hogar, pues así lo dicen los escritos antiguos y esa impresión da la arqueología. Varios textos ibéricos nos hablan de los “gen” o linajes familiares, alguno nombra a los dioses lares de sus antepasados, los “apellidos” derivaban de sus antecesores, e incluso algunas estelas funerarias nombran a los dioses manes, “manibus inferís”.

  Este culto a los dioses domésticos no fue algo particular, sino un hábito de muchas culturas contemporáneas. Los persas, los egipcios, los fenicios, los asirios y el resto de Asia veneraban a las sombras de los muertos. Orfeo fue quien introdujo entre los griegos la costumbre de evocar a los manes. Roma y Grecia, erigían altares y les ofrecían sacrificios, y se pusieron bajo su protección los sepulcros. De Roma se extendió la costumbre a toda Italia. Quizás Grecia y Roma extendieron esta costumbre a sus zonas de influencia, pero puede tener más lógica que fuera una costumbre ya existente, y que con el intercambio de culturas el simbolismo fuera cada vez más similar, y con él la denominación de los dioses e incluso el tipo de epitafios.

  Una clara definición de estos dioses familiares en la simbología romana aparece entre los autores antiguos en “De Deo Socratis” de Apuleyo:

  “El espíritu del hombre después que ha salido del cuerpo pasa a ser o se trasforma en una especie de demonio que los antiguos latinos llamaban lemures. Las almas de aquellos difuntos que habían sido buenos y tenían cuidado y vigilancia sobre la suerte de sus descendientes, se llamaban lares familiares pero las de aquellos otros inquietos, turbulentos y maléficos que espantaban los hombres con apariciones nocturnas se llamaban laruce y cuando se ignoraba la suerte que le había cabido al alma de un difunto, es decir, que no se sabía si había sido trasformada en lar o en larva, entonces la llamaban mane”

  La idea que tuvieran los iberos sobre estos dioses familiares no debió diferir mucho de esta definición de los romanos que nombra Apuleyo.

Estela funeraria en epigrafía ibérica de Sinarcas (Meseta del Cabriel) S II-I a.C. Su epitafio nombra a “manibus inferís”, o “dioses manes del subsuelo” o “su tumba”.

 

 

 

 (1) PGOU de Requena.

 (2) “Características de las cuevas santuario de Castellón y Valencia”, Julio González Alcalde

 (3)Los lugares de culto en el mundo ibero”. Adolfo J. Domínguez Monedero..

 (4)SANTUARIOS IBÉRICOS EN LA BASTETANIA”, Amparo Sánchez Moreno

 

 (5) “Ritos de paso de edad y ritos nupciales de la religiosidad ibera” ,Carmen Rueda Galán.

 (6)   La religión celta en Hispania. José María Blázquez

 

 

Parte II.

SANTUARIOS Y OTROS LUGARES DE RITO IBEROS. MESETA DEL CABRIEL. Por Javier Jordá Sánchez.

La comarca

  Aplicando a la Meseta del Cabriel la información que hemos podido recopilar sobre lugares de rito y santuarios, podríamos hacernos una idea o dar explicación contextual en la Edad del Hierro y adyacentes.

  A simple vista se percibe que en lugares y costumbres rituales, en otros territorios adjuntos, o a distancia, existen no pocos elementos utilizados similares y otros dispares. Hemos puesto ejemplos de zona vetona (oeste) donde se encuentran casos de santuarios urbanos con altares y otros elementos en piedra situados en puntos neurálgicos de las ciudades, pero apenas ejemplos de cuevas o abrigos. Entre los pelendones, hacia el norte soriano, se ven elementos de santuarios domésticos urbanos. Hacia la Edetania norte aragonesa, es decir, los aledaños del Sistema Ibérico (Mons Idubeda), encontramos abrigos con petroglifos y escritura ibérica (Peñalba de Villastar, Teruel), cazoletas y piletas, y signos de santuarios domésticos. En toda la zona de Levante, costa mediterránea desde la Comunidad Catalana hasta la de Murcia, es donde se concentra la mayoría de las cuevas santuario, o por lo menos donde se han estudiado más, aunque también aparecen templos o casas santuario urbanas. Como dato diferenciador de atribuciones toponímicas geográficas, apuntar el hecho de que en la “Edetania del norte” no existan estas cuevas y en la “Edetania del sur”, si. Hacia el sur, Albacete, Jaén y territorios limítrofes, las cuevas santuario profundas no se dan, se sustituyen por abrigos naturales, algunos de gran importancia, y con utilización de gran cantidad de exvotos, pero también se han encontrado un número importante de monumentos funerarios entorno a importantes necrópolis que podrían estar relacionados con rituales de diversa índole. En la Andalucía más sureña encontramos cerros “poblado santuario” como Cerro Tortuga (Málaga), de influencia fenicia, que están dedicados a dioses como Astarté u otros, y que no deberíamos dejar de tomar como ejemplo para el resto de territorios peninsulares.

  Si tuviéramos que llegar a una conclusión de lo expuesto, podríamos decir que existen predominios de uso de unas a otras estructuras rituales o de santuario a lo largo y ancho de Hispania, pero que estos usos no fueron exclusivos, pues en unos lugares y otros se pueden encontrar excepciones.

 

Santuarios de la comarca de la Meseta del Cabriel.

A/ Cuevas santuario

Cueva de la Cárcama: Requena

  Se encuentra situado en la vertiente sudoeste del alto de las Cárcamas, en la Sierra del Tejo, a 1200 metros de altura. Se trata de una grieta situada entre dos grandes bloques calizos con la entrada obstruida por una piedra aplanada dispuesta en sentido vertical. El interior de esta pequeña cueva se encuentra relleno de un sedimento oscuro que ha sido lavado, a excepción del que se encuentra en la zona más protegida de la misma, situada al fondo de la cavidad. Los materiales recuperados, muy escasos, fueron exhumados por efecto de la erosión. Se trata de cerámicas propias de la Edad del Bronce.

Materiales encontrados: fragmentos cerámicos a mano (desgrasante grueso, algunos bruñidos): formas grandes y vasos carenados, escasos fragmentos de huesos de suidos (cerdos, jabalíes) y ovicápridos. (1)

 

Cueva de Los Mancebones: Requena.

  La entrada de la cueva está orientada al norte, a 40 metros de altura sobre la Rambla de Estenas, límite entre los términos de Utiel y Requena, en un escarpe rocoso que buza de este a oeste y forma parte de la Sierra de Juan Navarro. Su umbral es amplio, de 5 metros de anchura, estrechándose hasta formar una calle recta de un metro de ancho por dos metros de alto. Las paredes presentan gran número de oquedades. A los 15 metros (la longitud total de la cavidad es de 20 metros), hay que salvar un desnivel, especie de escalón que da acceso a un recinto algo más ancho que la calle y de cinco metros de altura. A la derecha de dicho escalón existe una gruesa estalactita que facilita el acceso. Es en este lugar donde posiblemente existieran enterramientos eneolíticos, al observarse en superficie gran cantidad de huesos humanos y cerámicas fabricadas a mano. Los fragmentos cerámicos ibéricos son más abundantes en la entrada y alrededores de la cueva.

Se han encontrado lascas de sílex, anillos de bronce, ollas a mano, caliciformes ibéricos, cerámica romana y medieval comunes, restos humanos, dos colgantes de pectem. (1)

Su cronología correspondería a S V-IV a.C.

 

Cuadro de texto: Javier Jordá

Cueva de Los Mancebones (Requena)

 

Cueva de los Ángeles: Requena

 

Fue descubierta en la década de los años cuarenta por varios vecinos de Requena, los cuales relataron que en el momento de su descubrimiento los vasos cerámicos se encontraban depositados en las repisas naturales de la cavidad. Desde entonces y hasta que el S.I.P. se encargó de su cierre sufrió repetidos expolios. Se trata de una pequeña cavidad de entrada reducida situada en la orilla derecha del Barranco de los Conejos, afluente del Barranco Perruno, a una altura de 700 metros. En su interior abundan las formaciones estalagmíticas.           

Materiales encontrados: caliciformes ibéricos, sigillatas hispánicas, varios molares de caballo, fusayolas

Adscripción cultural Ibérica y romana. Cronología V a.C. -  II d.C.  (1)

Cuadro de texto: Javier Jordá

Cueva de Los Ángeles (Requena).

 

Cerro Hueco: Requena

Una boca de 1 x1 metros da acceso a una estrecha galería descendente de 10 metros tras la que aparece una sala (con numerosos bloques desprendidos del techo) de 150 metros cuadrados. En su extremo suroeste existe una pequeña sala de 25 metros cuadrados.

La práctica totalidad del interior de la cavidad se encuentra removido ya que desde hace muchos años se han venido practicando excavaciones clandestinas. En la actualidad la boca de acceso tiene una verja sin cierre que permite acceder a ella. Se encuentra parcialmente colmatada de tierra y rocas. Realizada la prospección de la montaña y no se documentan materiales cerámicos en ella.

Materiales encontrados: cerámica de barniz negro, copa de figuras rojas, abundantes caliciformes, cerámicas a mano de desgrasante grueso. Restos de ovicápridos. Fragmentos de restos humanos.

Se adscribe culturalmente a las edades eneolítica e ibérica Su cronología, entre el III milenio a.C., IV-III a.C. (1)

 

Cueva del Polvorín: Requena

  Se trata de una pequeña cavidad de origen cárstico con tres pequeñas entradas, dos orientadas al norte y otra situada en la cúpula de la cueva, circular y de apenas 60 centímetros de diámetro. La central da acceso a una sima. Fue vaciada en los años 30 de todo su sedimento para utilizarla como depósito de los explosivos utilizados en unas minas de manganeso próximas. Es difícil precisar el carácter que pudo tener el yacimiento, posiblemente tuviera dos momentos de ocupación: uno en el que se utiliza como lugar de enterramiento y otro en el que, según se desprende de la abundancia de restos óseos calcinados, pudo ser empleada como lugar de hábitat. Hoy en día son visibles tres grandes terreras de materiales procedentes de la excavación de la mina.

Se han encontrado lascas de sílex, vasos de carena alta y decoración en el borde consistente en una pequeña serie de incisiones, cuencos semiesféricos, fragmentos de huesos humanos quemados, restos óseos de fauna silvestre.

Su adscripción cultural parece pertenecer al Bronce, hacia el II milenio a.C. (1)

 

Cueva de La Pedriza: Requena.

 

  A falta de información, al parecer se han encontrado restos arqueológicos de la Edad del Bronce, que desconozco.

  La Cueva de la Pedriza se sitúa en la vertiente suroeste de una pequeña loma a 950 metros de altura. Fue descubierta en el año 1902 y posteriormente acondicionada para su visita, motivo por el cual quedó cerrada por una puerta de hierro. Presenta un recorrido de 364 metros y una profundidad de 25 metros. Fue visitada en el año 1975 por J. Aparicio con motivo de las excavaciones de urgencia que se estaban desarrollando en el cercano yacimiento de Las Cañadas de Villas de Olmos; producto de esta visita se recogieron cerámicas lisas y algunos restos humanos que inducen a pensar que nos encontraríamos ante una cueva de enterramiento enmarcable en el Eneolítico o la Edad del Bronce.

 

Cueva de La Pedriza (Requena), años 50 *(“Imágenes de un siglo” (1), César Jordá Moltó).

 

Collado de la Plata: Aliaguilla.

  Posible cueva santuario y mina. Junto al imponente poblado ibérico de Sobrarias.

 

Cueva del Molón: Camporrobles.

. Cueva-manantial situada a los pies de la ladera suroccidental, interpretable como un santuario ibérico.

Cuadro de texto: Javier Jordá

 

Cueva Santa del Cabriel: Mira.

  Se encuentra situada en la Serranía Baja de Cuenca sobre uno de los frecuentes barrancos de la margen izquierda del río Cabriel afluente del Júcar, del término municipal de Mira, Cuenca. El uso prehistórico de la Cueva era conocido desde antiguo, conservándose diversos materiales. La Cueva fue originariamente lugar de enterramiento, convirtiéndose posteriormente en santuario, si bien pudo haber tenido otras funciones más prosaicas, como sería la de simple lugar de refugio.

A partir de la reconquista de la zona, sería de nuevo frecuentada, remontándose las primeras referencias sobre el tema al siglo XIV, momento en que pasó a convertirse en un santuario mariano, recuperándose como lugar de culto.

  Alberga diversas salas comunicadas entre sí. La boca o entrada a la Cueva es un angosto pasillo de 11,50 m de longitud por 1,20 de anchura lleva al interior de la oquedad. El pasillo desemboca en una sala central (A) de planta semicircular de entre 22 y 29 m de anchura y una altura máxima de 10 m, en la que destacan, en el centro, dos grandes estalactitas y, al fondo de la cavidad, una cubeta de planta rectangular. La sala se comunica con otras dos salas menores (B y C), que quedan casi inundadas en épocas de grandes lluvias.

En el interior de la cueva se hallaron diversas piezas, entre los que destacan una serie de vasos caliciformes de época ibérica, que se conservan en el Museo de Cuenca. (9)

  “La Cueva Santa del Cabriel ofrece una larga ocupación que se extiende desde un momento avanzado del Calcolítico y el inicio de la Edad del Bronce hasta la actualidad. El estudio de sus características y materiales ha permitido establecer su interpretación como posible lugar de enterramiento durante sus etapas iniciales y como cueva-santuario durante la II Edad del Hierro, hasta llegar actualmente a ser una ermita cristiana. Este proceso llevó aparejado una evolución de los ritos y divinidades”.

 

(9)*(Cueva Santa del Cabriel (Mira, Cuenca): Antique cult site and christian hermitage

Alberto J. LORRIO, Teresa MONEO, Fernando MOYA, Sara PERNAS, Mª Dolores SÁNCHEZ DE PRADO

 

 

Cuadro de texto: Javier  Jordá

Cueva Santa del Cabriel (Mira)

 

Cueva Santa: (Villargordo del Cabriel). En las cercanías del Pico del Moluengo.

 

Cueva II del Puntal del Horno Ciego: (Villargordo del Cabriel), cuyo contexto se ha situado entre fines del siglo VI y el V a.C. siendo la época mayoritariamente documentada, con 55 piezas cerámicas. (7)

 

Cueva de la Soterraña: (Requena)

A lo largo del recorrido es posible observar abundantes restos óseos pertenecientes en su mayoría a ovicápridos, si bien no faltan restos de suidos, cérvidos o incluso restos humanos. Todos fuera de contexto. En una pequeña sala lateral, donde se ha preservado el sedimento en su disposición natural se recogieron en superficie algunos restos humanos, fragmentos cerámicos ya descritos así como un botón de hueso, materiales que insinúan que nos encontramos ante un caso de cueva de enterramientos múltiples.

Cerámica a mano, lisas de superficie bruñida, cuencos hemisféricos. Restos de fauna: ovicápridos, cérvidos. Restos humanos. Botón de hueso de sección rectangular y bisel simple. (1)

 

B/ Abrigos

 

El Burgal. (Siete Aguas)

Es un abrigo visera situado sobre un barranco, en proximidad a un camino antiguo, que lleva a otro abrigo con pinturas rupestres neolíticas. Inscripciones en escritura ibérica...

C/ Cazoletas

Las cazoletas, en realidad, son aún una incógnita en cuanto a su interpretación arqueológica. Lo cierto es que no son más que agujeros excavados en la roca por la mano del hombre. Su cronología también es incierta, pero por los contextos donde se encuentran,  podrían ser asignadas a la Edad del Bronce y/o del Hierro, aunque también  ampliar este margen temporal.  Para conocer su función, como simples agujeros que son, habría que tener en cuenta su lugar de ubicación, pues bien podrían ser agujeros de sujeción para columnas de edificios o bien para la elaboración de algún tipo de producto o bien para rituales diversos.  Ante la posibilidad de que tuviesen alguna utilidad para ritual, no podemos dejar de nombrarlas.

  Si tuviesen relación con algún ritual, quizás habría que nombrar los fuegos mantenidos sobre los sepulcros para contentar a los dioses manes, dioses familiares domésticos, según las costumbres romanas.

 

Cazoletas de la Rambla de la Alcantarilla: (Requena)

 

  Un afloramiento de areniscas con cazoletas del Bronce Final y una posible inscripción ibérica. (1). El lugar está en una zona alta con una visión panorámica hacia un extenso valle sobre la rica Rambla de la Alcantarilla, donde podemos encontrar múltiples localizaciones de hábitats prerromanos de todas las épocas.  Su función no puede ser de soporte de postes  porque en su entorno no se ven restos de haber sido habitado. Su utilidad industrial se relacionaría con el golpeo de productos con probabilidad minerales, para mediante decantación, obtener el mineral. Debido a este golpeo se producirían los agujeros. El ritual podría ser factible, pues ofrece la dimensión de la vista sobre un paisaje de cultivos, naturaleza, agua, poblados. Los lugares rituales o sagrados ocupaban lugares en dominantes, mágicos, representativos.  Podría tener alguna representación sobre equinoccios o solsticios,  localizaciones geográficas o estelares, de carácter funcional agrícola u otros.

Cuadro de texto: Javier Jordá

Cazoletas de la Alcantarilla (Los Duques)

 

Perforaciones de la ciudad ibérica de la Muela de Arriba (Requena)

 

Como no tenemos información técnica sobre estas formaciones, no podemos asegurar su cronología, pero al estar en el entorno de una ciudad ibero romana, nos vemos en la obligación de pensar en una posible adscripción a esta época.

Junto a la extensa población ibérica de la Muela de Arriba, cerca de Casas de Cuadra, descubrimos hace un par de años estas perforaciones en la roca. Son muy numerosas, y están excavadas sobre piedra caliza, en lo alto de un suave montículo. Sus tamaños son variados, sus formas circulares u ovaladas. Su disposición parece aleatoria, pero hay varias de ellas en cada roca

 Unas muy juntas y otras más separadas. Al igual que La Alcantarilla posee gran visión sobre una extensa zona agrícola y los numerosos hábitats que la poblaban, pero también sobre lo que fue la población ibérica que hubo sobre la Muela de Arriba. En este caso, sí se sitúa sobre una zona poblada, aunque periférica. Parece difícil que los agujeros fueran dedicados para soporte de columnas de madera por la evidente variabilidad de sus posiciones, y por la inclinación de las rocas donde están que impiden tener un suelo plano. Sí podrían ser utilizados para la elaboración de algún producto en su interior, donde el continuo desgaste por rozamiento, ofrecería la anchura y profundidad perforada.  Aunque similares perforaciones se dan en el santuario ibérico de Peñalba de Villastar (Teruel), a las que llaman cazoletas. Aquel si es seguro un santuario porque en sus abrigos se realizaron petroglifos y grabados con escritura en signario ibérico, incluso parece entre estos escritos se menciona al dios Lug (céltico). La comparación con Peñalba de Villastar nos podría llevar a pensar que ambas podrían relacionarse con algún tipo de ritual.

 

Perforaciones (o cazoletas) rupestres en el macro poblado ibérico de la Muela de Arriba (Casas de Cuadra). F P

 

 

 

 

  1. PGOU de Requena.

(7) (Cueva Santa del Cabriel, A.Lorrio)

 

D) Formaciones naturales.

  El Castillejo (Requena)

   A falta de trabajos arqueológicos específicos, me voy a atrever a desarrollar una teoría sobre este lugar, comparándolo con estudios ajenos, en otros lugares arqueológicos similares.

  Con una descripción visual propia del Castillejo aportaría lo siguiente. Se ubica en un meandro del antaño transitado río Magro, sobre una pronunciada pendiente que recae sobre fuertes cortados, y sobre ella se yergue, resaltando en altura, un identitario picacho, que parece ser el motivo de utilización del terreno desde época prerromana. Sobre la cronología del Castillejo se ha especulado, hasta el punto de que en el PGOU de Requena aparece como un yacimiento medieval. Ciertamente, aunque carecemos de datos, puede que haya restos islámicos en su entorno, pero aún así hemos apreciado bastantes de cerámica ibérica y quizás del Bronce, e incluso hay certeza de que un pastor encontró por los años 60 una vasija con monedas de plata  ibéricas (denarios) en la base de este promontorio, junto al río. (Desaparecida actualmente).

  Los elementos estructurales que apreciamos en El Castillejo, comprenden una balsa natural en la cima del picacho, un estrecho camino por la roca que circunda la pared de éste, que conduce hasta la balsa, y en su subida una cazoleta. Este camino proviene de la base del picacho, y a su vez cruza un antiguo muro de piedra y torre derruidos que protegían el recinto. A lo largo de este camino se ven bastantes pedazos de cerámica ibérica. Este picacho está rodeado de precipicio salvo en su lado norte donde tiene una ladera pronunciada, y en ella se esparce abundante cerámica troceada, pero no se perciben estructuras de habitaciones. Alrededor de la base del picacho se conservan los restos de una fuerte muralla de piedra y una torre cuadrada también de piedra, que cerraban desde el lado sur el acceso al recinto, situado hacia el norte. Así mismo, a unos 50 metros al oeste del picacho se encuentra lo que hemos dado en llamar “el dolmen”, que es una estructura de tres rocas planas situadas en forma de mesa de unos 2 metros de altura, sobre la que hay opiniones de si es obra realizada por el hombre o formación natural, lo que cambiaría profundamente la explicación del lugar. Quizás una solución intermedia lo explicaría, es decir, que fuera una formación natural utilizada por el hombre por su estructura. Pues aparte de su forma, su lugar de ubicación está en una altura sobre una inquietante vertiente recayente sobre el valle del río Magro, que discurre bajo unos imponentes cortados, y que en su lontananza visualiza los llanos de cultivo del Rebollar, bajo la Sierra de la Cárcama, ubicación de poblados del Bronce, ibéricos y romanos. Su visión panorámica parece dar un carácter mágico a la naturaleza. También se ve, en la bajada hacia el recinto, algo parecido a una ancha acequia o balsón en apariencia natural. Y en lo que queda de explanada en el interior del recinto, hacia el lado este, se conservan restos de muros de piedra de sillería que parece pertenecieron a estructuras de habitación. Y en un hueco debajo de la torre se encontraron allá por los años 50 restos de sílex.

  Ahora comparamos con lo que dice Amparo Sánchez Moreno en “Santuarios Ibéricos en la Bastetania” en cuanto a santuarios rurales, lo cual hemos referido anteriormente (4) en el apartado “santuarios ibéricos extraurbanos”. Tendríamos elementos coincidentes con lo que nos explica esta autora y El Castillejo: “una balsa de rituales en lo más alto donde se harían las libaciones, una ladera pronunciada donde se extienden los trozos cerámicos, un asentamiento próximo y un entorno diferenciado rural”.

Balsa en lo alto del picacho del Castillejo (Requena).

D/ Santuarios urbanos

Enterramientos infantiles

  Tenemos constancia, aunque pocos datos, de la aparición de enterramientos infantiles en dos de los poblados ibéricos de tamaño grande dentro de la comarca, en Los Villares (Caudete de las Fuentes) y en La Villa (Requena).

  Sobre ello, el artículo "Sobre cierto tipo de enterramientos infantiles ibéricos", de Rafael Ramos Fernández nos habla de un enterramiento infantil en La Alcudia (Elche) que sitúa la urna sobre un altar, flanqueado por dos ánforas situadas simétricamente. Lo cual implicaría una utilización ritual, que justifica explicando el hábito entre hebreos, cartaginenses, griegos, romanos (hasta 95 a.C.) y otras civilizaciones, de sacrificar a sus primogénitos recién nacidos para satisfacer a sus dioses.

  No hay pruebas fehacientes de que esto fuera así, pero justificaría la razón de porqué no hay más enterramientos en viviendas urbanas iberas que los infantiles. Por lo tanto quizás esta fuera una prueba de ritual urbano.

  Fuera de esto, no conocemos más elementos rituales urbanos.

E/  Exvotos

  No conocemos ningún exvoto, que no sea romano, aparecido en la comarca, por lo que da la impresión que este tipo de rito no fue usual aquí en la Edad del Hierro. Aún así, hemos oído de fuentes certeras sobre la aparición de un pequeño toro de bronce más allá de la Fuencaliente, del que conocemos ejemplos similares de otros lugares de España.

Parte III

SANTUARIOS Y OTROS LUGARES DE RITO IBEROS. MESETA DEL CABRIEL. Por Javier Jordá Sánchez

Lugares rituales y su localización en la Meseta del Cabriel.

  Con los datos que hemos podido recopilar en los apartados anteriores, y a la espera de encontrar otros nuevos, más aclaradores, voy a intentar acercarme a algún tipo de conclusión.

  Un aspecto que he intentado tener en cuenta es la información que puedan aportar los territorios limítrofes a la Meseta del Cabriel. Algo básico que deberíamos considerar sobre esto es la organización geográfica política que se dio en aquella época. Si bien los autores antiguos romanos, sobre todo Claudio Ptolomeo en su Geographia (S II d.C.) dicta una pertenencia  de civitas hispanas romanas a unas estructuras similares a grandes regiones o agrupamientos de civitas habría que aclarar que en tiempos anteriores prerromanos e incluso en la primera romanización, la situación geográfica política estaba compuesta por ciudades-estado ibéricas, similares a las “polis” griegas o de otras civilizaciones de áreas limítrofes. Estas ciudades-estado tenían el tamaño aproximado de una comarca, y dentro existía una o varias ciudades medianas o grandes, rodeadas de oppidum a semejanza de pueblos-fortaleza con función de vigilancia de sus tierras y frontera, y lugares de industria y agrícolas. Y alrededor de estas ciudades-estado existían otros territorios de las mismas características. Entorno a la Meseta del Cabriel existían unas siete con gobierno propio. Cada una de ellas con identidad propia, influidas a su vez de aquellas con las que lindaban.

  En el caso de la Meseta del Cabriel, si nos fijamos en lo que nos dice Claudio Ptolomeo, referente básico de la geografía de la antigüedad en Hispania, hacia su lado norte y noreste se extendían los pueblos de Edetania, hacia el noroeste los lobetanos, hacia el oeste los celtíberos, al sureste los contestanos y al sur, los bastitanos, entre los que estaría incluida. En total cinco congregaciones “regionales” la rodearían.

Mapa de las ciudades hispanas según las coordenadas de Claudio Ptolomeo (S II d.C.)

  Es difícil adscribir el estado-ciudad ibérico de la Meseta del Cabriel a alguna de estas zonas según sus usos rituales similares, por la ya mencionada falta de de datos fiables. Aún así, entre la enumeración de estructuras de rito en la comarca, destacan por su número y su estudio las cuevas santuario. En total, entre las utilizadas durante la Edad del Hierro, y las que no hay certeza cronológica de esta época, pero sí de precedentes (Bronce o anterior), hemos contado 10 u 11 cuevas rituales. Casi todas son cuevas interiores y, en menos ocasiones, abrigos.  En cuanto a las cuevas, cerca del río Cabriel tendríamos “Cueva Santa” (Mira) y “Cueva de La Plata” (Aliaguilla) al noroeste, “Cueva Santa” y “Cueva del Horno Ciego” (Villargordo del Cabriel) al oeste. Hacia el interior tendríamos la “Cueva del Molón” (Camporrobles), “Los Mancebones” (Estenas), “Cerro Hueco” (Campo Arcís), “Cueva de la Soterraña” (Rebollar), “Cueva de los Angelitos” (La Herrada, Requena), “Cueva de La Pedriza” (Villar de Olmos), “Cueva de La Cárcama” (Sierra del Tejo).

Cuadro de texto: Javier Jordá

Mapa de santuarios en la Meseta del Cabriel. (Estrella = cuevas santuario, cuadrado = abrigo con escritura ibérica, rombo = posible santuario rural al aire libre,  muñeco = enterramientos infantiles)

  En el mapa de la comarca, sobre los iconos que representan la localización de las cuevas santuario, se podría trazar una línea que formaría un círculo paralelo a los límites exteriores del posible Estado ibérico que hubo en las tierras de la Meseta del Cabriel. Los lugares rituales estaban dentro de sus hipotéticas fronteras geográfico-políticas. Es decir, las fronteras.se unían también por el culto y los ritos.

 Entre otros pueblos iberos limítrofes en Hispania, la abundancia de este tipo de cuevas se dio sobre todo en el arco mediterráneo, desde Cataluña hasta Murcia, hallándose también por el Bajo Aragón. Y aunque existen algunos ejemplos en el resto de Hispania, no son tan numerosos.

  Otro detalle a comparar es la utilización de exvotos para rituales, hallados en gran cantidad en algunos lugares de la Hispania sudoriental. De momento no hay pruebas fehacientes de que en la Meseta del Cabriel se ejerciera este uso.

  Tampoco se han encontrado pruebas de altares o monumentos funerarios en los que adorasen a héroes, gentilitates u otros. Estos son frecuentes desde los llanos de Albacete hacia el sur. Saltigi (Chinchilla de Montearagón) es el ejemplo más cercano a la Meseta del Cabriel, a unos 50 kilómetros. Se conocen hallazgos de este tipo en lugares como Balazote, Montealegre del Castillo en Albacete, Elche, Alicante, Villajoyosa en Alicante, Arjona, Huelma, Porcuna, Cástulo, en Jaén, y siguen en Córdoba, Sevilla y una amplia zona del sur de Hispania.

  Los santuarios o sitios rituales urbanos que se dan a lo largo de gran parte de la Península Ibérica. Sería lógico que hubieran existido igualmente en la Meseta del Cabriel, pero apenas tenemos referencias arqueológicas. Aunque unos hallazgos nos dan idea de lo que pudo existir, dos enterramientos infantiles similares, en Los Villares (Caudete de las Fuentes) y La Villa (Requena), que quizás sean muestras de un ritual de sacrificios en lugares rituales urbanos, habituales entre las civilizaciones de aquellas épocas.

Enterramiento infantil ibero en vivienda, sobre un altar. La Alcudia (Elche) (10)

(10) "Sobre cierto tipo de enterramientos infantiles ibéricos", de Rafael Ramos Fernández.

 

  Santuarios extra urbanos tampoco se conocen por falta de excavaciones.

  Santuarios rurales, a falta de estudios de técnicos licenciados, me atrevo a proponer el ya nombrado anteriormente del Castillejo (Requena). Se sitúa sobre el curso del río Magro, en zona interna de la demarcación del Estado ibérico.

  Rural también, sería el abrigo del Burgal (Siete Aguas), donde aparecen las paredes con escritos ibéricos, aunque la falta de información y visita del lugar, impide hacerse una idea de su función. Situado distante de poblados ibéricos conocidos, o bien se podría decir equidistante, da la impresión de ser un lugar común al que acudían las gentes de varias partes de los lindantes territorios ibéricos  Quizás fuera, como en otros lugares parecidos ibéricos como Peñalba de Villastar (Teruel), un lugar geográfico de ritual y de nexo entre comunidades limítrofes próximas, pues la localización estaría entre cuatro estados ibéricos, uno de la comarca de los Serranos, otro de Liria-Sagunto, otro relacionado con el poblado de La Carencia (Turís) y otro la Meseta del Cabriel.

El abrigo del Burgal (Siete Aguas), representado por un cuadro rojo. Los círculos verdes son los grandes poblados  ibéricos de la zona. Las áreas coloreadas son hipotéticas demarcaciones ibéricas que se corresponden con esas ciudades.

 

  Otros santuarios, difícil de averiguar su ancestral existencia, serían los dedicados a las deidades naturales: bosques, ríos, montañas, quebradas…Tan sólo podemos tener algún punto de referencia fuera de cronología, y sin datos históricos, como son las pinturas rupestres, de adscripción neolítica, por sus representaciones. Aunque podríamos aventurarnos a ligarlas también a otras épocas, puesto que se dieron  también en la Edad del Hierro. Aparecen en barrancos y quebradas como el de la “Hoz de Vicente” junto al río Cabriel o la rambla de “Los Morenos” (Requena) o el barranco de “Las Clochas” (Gestalgar) o en un abrigo del poblado ibérico de “La Mazorra” (Utiel).

  Las “cazoletas”, o “agujeros” perforados en la piedra, se localizan en zonas internas, sobre rocas en lugares no muy altos, pero con amplias vistas hacia zonas agrícolas. En La Muela de Arriba están a las afueras de la población, y en la Alcantarilla, no muy lejos de zonas pobladas.

  Conclusiones. La religión y los ritos ibéricos en la Meseta del Cabriel

  Por la cantidad de sitios donde ejercer la ritualidad, da la impresión de haber tenido una religión abierta a la población general. Numerosos santuarios fuera de las zonas urbanas y de los poblados fortificados. No se han encontrado monumentos funerarios pertenecientes a élites que fueran objetos de devoción, y sí necrópolis de guerreros o caballeros enterrados con sus pertrechos en sencillas tumbas excavadas en la tierra. Tampoco se han encontrado exvotos que indiquen la peregrinación a un importante santuario.

  El cambio de la religiosidad o ritual del Neolítico, quizás representada en los abrigos con pinturas rupestres y dirigida hacia deidades de la naturaleza y familiares,  ya empezó a utilizar las cuevas como elementos de culto. Hacia la Edad del Bronce se desarrolló una cultura urbana, en la que pudieron darse nuevos elementos rituales, aunque se siguieron utilizando las cuevas santuario. El paso a la Edad del Hierro o ibérica, tuvo una continuidad en elementos de culto, con las cuevas, santuarios rurales y/o naturales, y además, imaginamos que también nuevos cultos urbanos. Y a lo largo de la Edad del Hierro se dio una evolución en la incorporación de cultos importados de otras civilizaciones que se adaptaron a las ya existentes, como el templete ibero romano que hubo en El Ardal (El Pontón), del que se conservó una diosa Minerva de Bronce.

Cuadro de texto: JJS

Minerva del Ardal (El Pontón)

  La religión y los ritos debieron unir al conjunto de pobladores de la demarcación ibérica de la Meseta del Cabriel. En civilizaciones como la griega existía la anfictionía, que era una liga religiosa que agrupaba 12 pueblos (no ciudades), casi todos de la Grecia central, y tenía sus reuniones en el santuario de Deméter. Esto nos indicaría una especie de unificación religiosa y política por territorios, en los que tendrían unos ritos comunes que les uniría en lazos ancestrales.

  Puede que en esto tengan algo que ver las separaciones culturales en cuanto a rituales. Así, encontraríamos al sur del Júcar la utilización de monumentos funerarios rituales, y de Despeñaperros grandes abrigos santuario con ofrendas de exvotos, hacia la Sierra de Gredos las esculturas de verracos y altares urbanos. En cambio la utilización de las cuevas santuario no se da tras el río Cabriel, ni hacia el oeste, ni hacia el sur, tampoco se tienen referencias de éstas al norte del río Turia, pero si se dan desde la costa mediterránea norte de España hasta Murcia. Pero teniendo en cuenta que  desde Alicante hacia el sur empiezan a darse monumentos funerarios, las zonas a las que se asemejaría la Meseta del Cabriel en ritos ibéricos comprendería la provincias de Valencia y Castellón, el sur de la provincia de Teruel y la parte costera de la región catalana.

  Entorno a la comarca de la Meseta del Cabriel, la disposición de las cuevas santuario, y el resto de elementos rituales, dan una continuidad en la similitud de estos, desde el margen izquierdo del río Cabriel hasta las estribaciones montañosas de Las Cabrillas, y hasta el margen derecho del río Turia.

En definitiva

  Se perfila claramente una continuidad cronológica en la utilización de elementos de culto y rituales en la Meseta del Cabriel. Algunos de sus santuarios son utilizados quizás desde el Neolítico final, época en la que hubo enterramientos en esas cuevas, que se pudieron repetir con posterioridad. Pudieron ser allí enterrados unos significantes antepasados, que concedieron un aire de espiritualidad, que implicaría un respeto o un culto hacia los ancestros familiares. Quizás esa espiritualidad perduró intuitivamente, hasta bien infiltrada Roma en Hispania. Amplia variabilidad de deidades cubría las necesidades religiosas de los hispanos de estas tierras, deidades que podían ser propias, pero siendo habitual que fueran parecidas o similares o las mismas que las de las otras civilizaciones, bien próximas, bien de confines lejanos. Por donde se averigüe había deidades familiares y del hogar, de la naturaleza y agrícolas, deidades de más allá de los cielos y de las profundidades, deidades ligadas a los animales, deidades bélicas y fraternales, deidades de la vida cotidiana, deidades fantásticas. A lo largo de decenas de siglos, todas ellas pasaron por las mentes de estos usuarios  de rituales, y configuraron una estructura común uso de cultos y rituales que perduró desde antiquísimos ancestros e intercambiaron elementos rituales aportados desde los cuatro puntos cardinales a lo largo de los tiempos. Un ejemplo son las cerámicas áticas encontradas hace ya bastantes años en la cueva santuario ibérica de Cerro Hueco (Campo Arcís), y que podemos ver en fotografías de los años 70.

Cerámica ática encontrada en Cerro Hueco por los fundadores del Museo Arqueológico de Requena. (Foto del Catálogo Guía del Museo Arqueológico de Requena, J. Aparicio y F. Latorre, 1977)

 

  En definitiva, los santuarios rituales y de culto que hemos descrito, se localizan entre los cursos de los ríos Cabriel y Turia, y el desnivel mesetario de las Cabrillas, es decir, aproximándose a lo que fue el antiguo Alfoz de Requena. Se da una uniformidad en sus características que parece implicar una unión en la ritualidad prerromana, en un territorio uniforme que quizás comprendería un común Estado ibérico. En este caso un Estado ibérico con una religiosidad común, que uniría a los numerosos poblados y ciudades ibéricas que lo comprendían, entre las que hubo por lo menos tres de importancia. Los Villares (Caudete de las Fuentes), La Villa (Requena) y Muela de arriba (Casas de Cuadra, Requena).

  Lo cual, como explicaría un insigne amigo mío, “se parece a una anfictionía”.

 

 

 

Artículo firmado por:

Javier Jordá Sánchez.

 

08.06.2015 16:34

NUESTRO  ESTADO  IBÉRICO.  Requena  y  la  meseta del  Cabriel.

Capítulo 1

IBEROS, CELTAS, CELTÍBEROS. ¿QUÉ FUIMOS EN REQUENA Y LA MESETA DEL CABRIEL?

  En principio, los iberos han sido tal desde que antiguos escritores, las “fuentes” históricas, los nombraron así para distinguirlos de los pueblos del interior de la Península Ibérica. Heródoto nombra en S V a.C. a Iberia, refiriéndose a la zona de Huelva. Para Polibio en S II a.C. Iberia era la parte costera mediterránea. Para Estrabón en S I a.C. Iberia era toda la península. Rufo Festo Avieno en S IV d.C. dice que “era llamada ahora Hispania en lugar de Iberia por algunos”. Tito Livio en S I a.C. nombra a la península como Hispania.

  Estos autores nombran a distintos pueblos iberos variando sus topónimos según época y autor como: celtíberos, carpetanos, olcades, lusitanos, beribraces, vascones, ceretanos, castellani, astures, edetanos, contestanos, turdetanos, turbuletes, ausetanos, vacceos, ilergetes, ilercavones, pelendones, belos, titos….Pero cuanto más antigua es la “fuente”  parece referirse más a ciudades que a regiones, como Helmántica, Munda, Astagi, Carteia, Segeda, Numantia, Saguntum, Turdam, etc… E  incluso las únicas referencias toponímicas iberas que han llegado hasta nosotros grabadas por ellos y en su propia época, son las monedas. Al correr el tiempo tendremos referencias latinas de ellos, pero, en epigrafía ibérica, del S IV, III, II y I a.C., principalmente las monedas, pues sobre otras superficies materiales son escasas y aún no aclaradas. Las primeras monedas iberas fueron acuñadas a imitación de las dracmas griegas en Emporiton (Ampurias, Gerona) entre 450-425 a.C. en escritura griega, y en el sur en escritura púnica, y las acuñaciones en signatario ibérico no se dieron hasta finales del S III a.C. (215-210 a.C.), con la 2ª guerra púnica. Pero sobre todo, las acuñaciones en signatario ibérico se dieron en la 1ª mitad del S I a.C., en plena ocupación del imperio romano en la península. En S I a.C., las ciudades iberas aún perduraban, la política y costumbres romanas se habían impuesto, pero los hábitos y las tradiciones iberas no habían desaparecido. Estas monedas pudieron hacer referencia a las “regiones” que nombran las fuentes históricas citadas, pero no es así, las cecas que aparecen grabadas en signatario ibérico no hacen relación a las grandes regiones nombradas por Claudio Ptolomeo en su Geographia en el S II d.C. o Avieno en S IV d.C. , sino a ciudades (o ciudades-estado´), que sí nombran como tales muchas veces estos autores, como Secobirices(Segóbriga), Orosis, Secaisa, Arse, Iltircesgen, Bilbili, Beligiom, Turiasu, Barscunes, Bencota, Bolscan, Emporion, Icalosgen, Saiti, Alagun, Ildugoite, Celse, Lacine, Setei, Usecerte (Osicerda), Ercávica, Damaniu, Contebacom Carpica, Kelin, Gili, Icesancom, Belaiscom, Arecoraticos, Caisesa, Bornescom, Arcailicos, Coloniuocu, Loutiscos, Secotias, Teitiacos, Usamus, Ecualacos, Ocalacom, Segisanos, Tabaniu, Caiscata, Calacoricos, Caralus, Cueliocos, Letaisama, Oilaunicos, Olcairun, Titiacos, Varacos, Virivias, Ildiraca, Laiesgen, Castele, Launi, Tanusia, Urcesgen, Ildurir, Unticesgen, Baitolo, Ilduro, Lauro, Eso, Iltirta, Abarildur, Cesse, Masonsa, Caio, Araticos, Bursau, Nertobis, Samale, Tertacom, Nerongen, Ebora , (74).

  Para mí, ¿qué quiere decir todo esto? Pues que la distribución geográfica-política del mundo ibero estuvo más relacionada con el ámbito de las ciudades-estado que a la pertenencia a un grupo “regional”, hecho que se dio después, rigiendo los destinos de Iberia los estrategas romanos. El hecho de que hasta casi el cambio de milenio en el S I a.C., según comprobamos en las leyendas de las monedas ibéricas, la referencia a topónimos geográfico-políticos sea hacia ciudades, que representan a unos linajes o grupos sociales, y que conformaban un área suficiente para mantener una economía, un ejército, un poder político, una entidad propia, una identidad, es decir, un “pequeño Estado”.

  Con todo esto, se puede hacer un compendio para auscultar qué tipo de entidad político-geográfica pudo comprender Requena y la Meseta del Cabriel.

  Primero, a la típica pregunta de si fuimos iberos, celtas o celtíberos, habría que responder que depende. El hecho no es tan definitorio, pues esas denominaciones fueron incorporadas por fuentes históricas exteriores antiguas, mientras que la realidad interna decía otra cosa. La realidad de una continuidad de habitabilidad en los mismos lugares desde el II milenio a.C. hasta el S I a.C., de unas poblaciones fijas, de unos mismos linajes ancestrales. Tuvieron su propia denominación, que los colonizadores e invasores foráneos generalizaron llamando iberos o celtas. Y también incorporaron otras denominaciones “regionales” que, esta vez sí, están más implicadas toponímicamente con la realidad de esa sociedad nativa propia. Por ejemplo, la Edetania fue llamada así porque la “caput” (palabra latina que para mí, en este contexto, significaría “ciudad límite más lejos de Roma”) de esta región fue el oppidum (ciudad fortificada) de Edeta (Cerro de San Miguel, Liria, Valencia); la Bastitania, que por la misma razón su “caput” fue Basti (Cerro Cepero, Baza, Granada); o la  Celtiberia, a la que debieron llamar así porque sus tierras limitaban con la Iberia primeramente romanizada (finales de S III a.C. a 1ª mitad del S II a.C. ), cuyo linde era aproximadamente la Cordillera Ibérica (Idubeda) al Este, y con los pueblos más celtizados de la franja de la Cordillera Cantábrica (Vindius) al Norte, igualmente caput se da en los ausetanos (Ausa), oretanos (Oretum), Ilergetes (Ilerda). Y otros, laietanos, vacceos, lusitanos, pelendones, vascones, ceretanos…  cuya derivación toponímica es menos clara.

Mapa de Ptolomeo de Hispania y sus ciudades S II d.C. (realizado por Javier Jordá Sánchez)

 

Capítulo 2

VISIÓN EXTERNA E INTERIOR DEL ESTADO IBÉRICO. REQUENA Y LA MESETA DEL CABRIEL.

Las ciudades como núcleo de los territorios-estado ibéricos.

  Para confirmar lo planteado en el capítulo anterior, debemos hacer uso tanto de la arqueología como de las fuentes históricas. Empezando por estas últimas, todos los autores que relatan los acontecimientos de la 2ª Guerra Púnica hablan de ciudades ibéricas relacionadas con diversos sucesos históricos. Mi preferido, Tito Livio -autor contemporáneo a César Augusto(S I a.C.),  que consultó a autores que vivieron algunos de estos acontecimientos, como Polibio(S II a.C.), no se refiere a los territorios nativos como estas regiones antes mencionadas con fronteras o límites, sino como gentilidades, o ciudades. O también gentes dependientes de  líderes como Andobeles y Mandonio (reunieron guerreros ilergetes y ausetanos), o Culcas (consiguió ser jefe de 28 oppidum de Beturia, zona celtizada del sur, alcanzando el mayor número de ciudades bajo un solo mando), o Luxinio (jefe de las ciudades de Carmo y Bardo), o Attenes (jefe de los turdetanos mercenarios de los romanos, que huyeron hacia sus tierras del norte abandonando a estos a su suerte ante los cartaginenses), o Budar y Besadines (jefes de un ejército ibero que luchó contra Quinto Minucio junto a la ciudad de Turda), o Cerdubeles (régulo de Cástulo), u Orison (régulo de los oretanos, de la ciudad de Oretum), o Edecon (régulo de los edetanos, según parece del oppidum de Edeta). En estos dos últimos casos es relevante que el nombre de los régulos sea una prolongación del topónimo de su ciudad, o a la inversa.

  Por su parte, la arqueología ha podido rescatar algunas de aquellas antiguas ciudades, que fueron cabeza de unos territorios con peculiaridades económicas, religiosas y políticas, que tendrían sus costumbres particulares e, incluso, pudieron formar sus propios ejércitos. Aquí cerca tenemos algunos ejemplos de ciudades que han visto la luz de nuevo a través de la arqueología: el Cerro Meca de Ayora, el Tolmo de Minateda de Hellín, Saguntum-Edeta de Sagunto y Liria, etc.; y alejándonos del territorio estrictamente ibérico, otros como Segeda, Numantia (Garray, Soria), Pallantia (Palencia), etc…

 

La Meseta del Cabriel en época ibérica: el poblamiento de las zonas centrales

A partir de esa visión general,de la que deducimos una estructuración del territorio durante la época de la Edad del Hierro basada en ciudades con territorios dependientes en torno a ellas, podemos plantearnos si la Meseta del Cabriel y sus tierras aledaños configuraron algún tipo de organización territorial de ese tipo.Observando los yacimientos arqueológicos y el territorio donde se ubican, y estudiando las fuentes históricas, podremos llegar a algunas conclusiones.

  Lo primero que detectamos es el elevado número de poblamientos y hábitats de la Edad del Hierro en las zonas centrales y poco elevadas de la comarca, desde la sierra de la Bicuerca hasta las ramblas de los Duques y los llanos de Campo Arcís, pasando por los parajes de las Muelas de los Isidros, la vega del Magro y las vaguadas de Rebollar, donde encontramos varias grandes poblaciones iberas de las que disponemos pocos datos.

  El único yacimiento que ha sido algo más estudiado es el de los Villares de Caudete de las Fuentes, de unas 10 hectáreas de extensión, que fue habitado hasta las guerras sertorianas - primera mitad del S I a.C.-. Su oppidum fue arrasado varias veces, gracias a lo cual se han encontrado numerosos restos ocultos, con importante información histórica, como plomos con escritura ibérica, vasijas con dibujos excepcionales, monedas, un casco de plata, etc.

   Otros poblados de considerables dimensiones, pero poco estudiados son: La Villa (Requena), de unas 7 hectáreas; El Moral (Rebollar, Requena) con 7 hectáreas de dispersión cerámica; y la Muela de Arriba (los Isidros, Requena), de un número de hectáreas no seguro, pero cuyo área de dispersión cerámica ronda las 25 hectáreas. Junto a ellos existen en este mismo entorno numerosos puntos arqueológicos, como los existentes en el extenso llano de campo Arcís, con diversos yacimientos sin estudiar. Todo ello denota la gran densidad de población que existió en época ibérica, aún más que en la romana.

Gran poblado ibérico de Cerro Meca (Ayora), centro comercial y político de su territorio.  El área territorial de su Estado ibérico fue lindante con la que hubo en la Meseta del Cabriel.  En la foto carrileras labradas en la piedra para poder subir los carros a lo alto del cerro.

 

Capítulo 3

TRAZANDO LOS LÍMITES DEL ESTADO IBÉRICO. REQUENA Y MESETA DEL CABRIEL

Límite norte

   Importante también es observar que alrededor de estas zonas llanas, en época ibérica (y del Bronce) hubo unos poblados en altura de una cierta relevancia, de fuertes muros y con una visibilidad que le permitía una perfecta vigilancia. Eran poblados que yo llamaría de “frontera débil”, que por su situación no impedían el paso en sí de los visitantes, pero vigilaban todas las circunstancias que discurrían a sus pies, entre otras el permiso de atravesar mercancías de unos “estados” a otros, y que enlazados entre sí por una línea visual imaginaria, trazaban esta “frontera débil” que  bordeaba en círculo el río Turia, el río Cabriel desde su confluencia con el río Mira, hasta la confluencia del río Magro con el río Mijares, y desde allí sube hacia el Norte por las Sierras de Siete Aguas hasta el enlace del río Reatillo con el río Turia. Debieron existir unos tratados ya ancestrales ya cambiantes, entre ellos, a través de los cuales mantuvieron unos lazos especiales ante los que aún estando separados, eran la misma “gente”. De este tipo de poblados en altura  podemos observar, dentro de Requena y la Meseta del Cabriel, hacia sus cuatro puntos cardinales. En el límite norte estuvo el impresionante poblado ibérico en altura de “ La Atalaya” de unas 2 hectáreas de superficie, cerca de Villar de Tejas y Benagéber, entre los ríos Reatillo y Turia. Su misión, controlar el valle del Turia y las estribaciones del Sistema Ibérico, lo que hoy sería la zona sur de la comarca de Los Serranos. Siguiendo una hipotética línea imaginaria hacia el oeste paralela al cauce del Turia, en su lado sur, a unos 6 kilómetros encontramos el poblado en altura de Punto de Agua en Benagéber, y a otros 6 de éste otro similar, Los Castillejos, que nos indicaría la delimitación fronteriza en el río Regajo, sobre el que está situado. Y a unos 6 kilómetros hacia el sur llegaríamos a los cerros “gemelos” de San Cristóbal y Cerro Carpio en Sinarcas, con sendos poblados fuertemente fortificados sobre ellos, foso incluido, el primero de unas 1,5 hectáreas y el segundo de unas 0,7 hectáreas, que por su posición hacían el efecto de un gran pórtico natural de vigía y defensa del llano de Sinarcas-Casillas de Ranera, zona de cultivos e industria en época ibérica, frente al camino que discurría entre ellos y se adentraba hacia la Meseta del Cabriel. Y aquí, en este llano es donde apareció la gran pieza ibérica de la comarca, la famosa “Estela de Sinarcas”, que es una magnífica losa pétrea semicircular alargada, que  conserva en buen estado un escrito en signatario ibérico. De ella se ha dicho que perteneció a una necrópolis o un enterramiento, pero no existe tal en el sitio donde se halló, el “Pozo Viejo o Concejil” en la salida de Sinarcas hacia el noroeste, y sí al otro lado del pueblo, al sur, bajo los “cerros gemelos” ibéricos, hacia Los Chotiles y la “Cañada del Pozuelo”, donde aparecieron dos lápidas funerarias latinas, una de ellas con un gentilicio ibérico, “F. Viseradin”. En mi opinión esta estela pudo ser un hito o mojón indicativo de límites entre poblaciones iberas, y en el que parece expresar un acuerdo de derecho de paso de transportes comerciales por el territorio.

  Continuando hacia el oeste, en el término de Aliaguilla, a 9 kilómetros en línea recta, cruzando el llano de Sinarcas y tras la línea de la sierra que empieza en La Relamina, encontramos otro imponente poblado ibérico en altura de fuertes murallas e importante extensión, Sobrarias. Al igual que sus homólogos, su línea de visión sobre sus alrededores es amplia. Sobre éste, mi duda es si perteneció a nuestro Estado ibérico o al Estado ibérico vecino del oeste, pero su función en este sentido parece clara. El caso es que a unos cientos de metros de él hacia el este, se conserva un morrón de defensa o torre que vigila impertérrita la llanura de los “cerros gemelos” de San Cristóbal y Cerro Carpio de Sinarcas. Vigilancia y defensa.

  Y desde estos límites, desplazándonos hacia el suroeste en dirección hacia el río Cabriel, nos encontramos con otros dos poblados ibéricos en altura Los Castellares (Mira) y El Molón (Camporrobles). Este último muy bien estudiado, excavado y puesto en valor por el equipo de A.J. Lorrio. En él podemos ver la restauración de unas potentes murallas y la típica torre de cerramiento del poblado ibérico en su extremo, ante el foso-cantera. Es otro ejemplo de poblado defensivo y de vigilancia, con una gran visibilidad sobre las sierras que bajan hacia el Cabriel y hacia Sobrarias-Sinarcas. Fue por tanto un poblado ibérico de control de límites, de un cierto tamaño, comparable a sus homólogos antes citados.

  Desde El Molón, a 7´5 kilómetros en línea recta hacia el oeste llegamos hasta Los Castellares (Mira), y desde aquí, a otros 4 kilómetros en la misma dirección llegamos hasta el cauce del río Mira u Ojos de Moya. Este río parece hacer de límite geográfico, pues discurre paralelo a estos poblados en altura desde Sobrarias hasta su confluencia con el río Cabriel a la altura de Enguídanos, y en un puntal de esta confluencia, en lo alto de un meandro, se sitúa un altivo poblado ibérico, que ocupa un punto crucial en ramales viarios y en límites fronterizos, Cabeza de Moya (Enguídanos). Su visión sobre los 4 puntos cardinales es muy extensa, y vigilaba al Estado vecino ibérico, aunque no me atrevería a asegurar si al del lado oeste del río Cabriel o del este del río Mira. Cabeza de Moya debió ser un punto importante de referencia entre límites de Estados ibéricos.

  Límites naturales y a su vez límites políticos suelen ser los accidentes geográficos, principalmente los ríos, entre otros varios. Y éste es el lugar desde donde comenzaría la línea divisoria natural de las vertientes del río Cabriel, cuyo curso representaría la mayor parte de línea divisoria del hipotético Estado ibérico de la Meseta del Cabriel.

Desde el cerro de La Atalaya (poblado ibérico en altura), mirando hacia el norte, se vigila toda la vertiente del río Turia, y hacia el sur se ubica nuestro Estado ibérico.

 

Capítulo 4

TRAZANDO LOS LÍMITES DEL ESTADO IBÉRICO. REQUENA Y MESETA DEL CABRIEL

Límite oeste, desde la confluencia de los ríos Mira y Cabriel, hasta la confluencia del Cabriel y el Júcar.

 

  Recorriendo el curso del Cabriel hacia el sur, a unos 13´5 kilómetros en línea recta, llegaríamos al poblado ibérico de Contreras (Minglanilla), un poblado en altura situado en el viario natural de paso entre la Meseta Castellana y la Meseta del Cabriel, el paso de Contreras. Un punto esencial de comunicaciones viarias desde siempre para cruzar el río Cabriel.

  Desde el poblado entre cruces de caminos de Contreras, descendiendo hacia el sur, se bifurcan dos vertientes. Hacia el Oeste baja el serpenteante río Cabriel, y hacia el este la Sierra del Rubial y el pico del Moluengo. Las dos vertientes se separan en una franja que corresponde a la pendiente que desde la meseta baja hacia el cauce del río, de unos 8 kilómetros  de anchura de media, en la que no aparecen yacimientos arqueológicos, allí no hubo poblamiento ibérico apenas. Los poblados tan sólo empiezan a darse o en el mismo cauce del río o en la continuación de la Sierra del Rubial hasta la confluencia de las ramblas de Alcantarilla, Los Morenos y Albosa.

  En los siguientes 52 kilómetros (en línea recta) del curso del río Cabriel, aparecen una serie de pequeños poblamientos en llano, sin utilidad defensiva, sino más bien, explotaciones económicas, situados generalmente en vados, por lo que quizás estuvieran relacionados con las rutas viarias del sur (Fuenseca, Vadocañas, Rincón del Ramo, Tamayo, Villatoya, Casas de Caballero, Taray, Telezna). El caso es que da la impresión que las zonas sur, sur-oeste de este Estado ibérico no necesitasen un sistema defensivo como el que podemos observar en las zonas noroeste, norte, noreste, este y sureste. (*Aún no le encuentro explicación a esto, pero observando la Geographia de Ptolomeo, las zonas defendidas lindarían con Celtiberi, Lobetum, Edetani y Contestani; y la zona no defendida, lindaría con Bastetani, a la que según este autor pertenecería nuestro Estado ibérico).

  Y los poblados que parten desde la Sierra del Rubial son numerosos y bien habitados a lo largo de unos 35 kms  (línea recta). Encontramos a 8 kilómetros de Contreras otro poblado ibérico en altura, el de Moluengo. Se diría que es el último poblado ibérico con función de vigilancia territorial en la zona sur de la Meseta del Cabriel. Cerca de él el santuario ibérico de Cueva Santa y la vereda de Vadocañas.

  A partir de él empezamos a encontrar en primera línea del territorio ibérico poblamientos o hábitats en zonas más bajas o llanos, coincidiendo en paralelo con las franjas sin poblamiento de las que hablábamos anteriormente. A 2 kilómetros, el centro de producción cerámica ibérico de Casillas del Cura, y después aparecen una serie de poblamientos que parecen relacionados con explotaciones agrícolas, a lo largo del descenso de la rambla de Albosa hacia su unión con las otras dos ramblas hermanas de Los Morenos y Alcantarilla, como son Fuente de la Reina (Venta del Moro), Hermanillo y Los Vallejos (Casas de Pradas), El Zoquete y El Campamento (Los Cojos), Los Olmillos y El Relame (Los Isidros). Y a continuación la misma rambla Albosa nos conduce hasta la confluencia de las tres ramblas, donde encontramos otros poblamientos ibéricos en llano, el más sureño el de Solana de Cantos, zona de concentración de producción y explotación económica de la época.

  Y seguimos a lo largo de 9 kilómetros (línea recta) sin hábitats conocidos, hasta llegar al Carrascalejo, otro poblamiento ibérico en llano, justo donde nos cruzamos con la antigua Vereda Real que discurre bordeando la mayor parte de las zonas más pobladas del territorio ibérico. Y 1 kilómetro más al sur descubrimos, después de unos 52 kilómetros, el primer poblamiento en altura de vigilancia del territorio, de pequeño tamaño, Peñas Claras. Su función es perceptible, ya que en este lugar coinciden dos aspectos: 1º/ que es donde el río Cabriel gira hacia el sur, para en 10 kilómetros confluir con el río Júcar en Cofrentes, y perderse; y 2º/ que cerca pasa la Vereda Real llegando desde territorios lindantes.

  Por lo tanto hemos llegado a un punto neurálgico relevante. Si lo analizamos geográficamente, hasta él llegan, desde el oeste el río Cabriel, zona de lindes; desde el sur un viario natural desde Ayora, donde se ubica el cerro Meca, importante centro económico ibérico territorial; desde el este el que viene de la Muela de Cortes y la Sierra Martés, y también la vía de comunicación del valle de Hortunas, con el río Magro de referencia de viario hasta el Mediterráneo; y desde el norte el que venía desde el centro del territorio propio, la zona más poblada, ya desde el Llano de Campo Arcís por La Portera, ya desde la vaguada de Rebollar-Requena por los cortados del río Magro. Si lo miráramos en un mapa según la Geographia de Ptolomeo del S II d.C., estaría en la esquina noreste de Bastetania lindando con noroeste de Contestania; pero ya digo, en S II d.C.

Siguiendo el curso del Cabriel, de estos poblamientos en llano que hemos estado viendo a lo largo de él en esta zona sur, los dos últimos están en Casas del Río, Telezna y Terraza de Conejeras. En este punto, la franja despoblada de la que hemos estado hablando anteriormente, se acaba, y empiezan a darse poblamientos ibéricos que bajan hasta acercarse. A unos 5 y 3 kilómetros de estos poblados, se sitúan, en sendos puntales, 2 poblamientos de pequeño tamaño tipo atalaya de vigilancia del territorio, que se sitúan paralelas al corredor de Los Pedrones, la vía natural de paso desde el Valle de Cofrentes hacia la Meseta del Cabriel, y por cuyo seno discurre la Vereda Real, un muy antiguo camino. Este paso natural de Los Pedrones y La Portera recorre de norte a sur una franja de entre 4 y 6 kilómetros de anchura, y unos 12 kilómetros de longitud, entre los que no hay restos de poblamiento ibérico. Y volvemos a encontrar restos de poblados ibéricos es al otro lado de esta franja, en el  este, junto a Los Pedrones, Casas de Soto y La Cabezuela, todos ellos de entre 1 y 2 hectáreas de extensión. Da la impresión de que hubieran dejado esta franja vacía por alguna razón, quizás viaria.

Los “Cuchillos” del río Cabriel. A partir de aquí se acaban los poblados ibéricos en altura vigilantes de los límites territoriales de nuestro “Estado ibérico” y, siguiendo el curso del río, no se retoman hasta 52 kilómetros después. El sur estaba libre.

 

Capítulo 5

TRAZANDO LOS LÍMITES DEL ESTADO IBÉRICO. REQUENA Y MESETA DEL CABRIEL

El Pico de los Ajos, extremo suroeste de nuestro “Estado” ibérico.

 

  El poblamiento ibérico de La Cabezuela, “Rincón de Mira”, es el situado más al sur de nuestra línea de poblados ibéricos. Frente a él se visualiza, a unos 3,5 kilómetros, el comienzo de la Muela de Albeita, prolegómeno del macizo de la Muela de Cortes, ambas separadas por el río Júcar. Es una lástima que no estén bien estudiados los yacimientos arqueológicos de Cortes de Pallás, pero aún así tenemos información de poblamientos ibéricos o broncíneos en altura, tipo atalaya, en el recorrido desde Rincón de Mira hasta Castilblanques, lo cual implica que volvemos a tener elementos de vigilancia como los que habíamos abandonado entre Contreras y la Sierra del Rubial, unos 60 kilómetros antes. Se nos presenta aquí un elemento geográfico de separación natural que sería la Rambla del Real , la cual recorre la vertiente de la Muela de Albeita, viniendo desde la Rambla Ripia, que pasa por Castilblanques y Viñuelas, a su vez proveniente de la Sierra Martés, donde está ubicado el impresionante poblado ibérico en altura del Pico de los Ajos.

  En el Pico de los Ajos se sitúa un gran poblado ibérico de unas 7 hectáreas de extensión, por cuyos pies transcurre también la Vereda Real. Dispone de una visibilidad amplísima hacia los cuatro puntos cardinales. Es un punto neurálgico en un lugar geográfico diferenciador, porque la Sierra Martés nos separa de la Muela de Cortes al sur; de la bajada a los llanos valencianos al este; y de las estribaciones de las montañas de Siete Aguas que lindan con los llanos de Buñol y de la Meseta del Cabriel al norte.

  Incluso se podría decir que se situaba entre los límites de Edetania al noreste, de la Contestania al sureste y de la Bastetania al oeste; si tenemos en cuenta que estas denominaciones tipo “regionales” serían sólo un indicativo por su relatividad en el tiempo, ya que aparecen así denominados en periodos ya avanzados, en la Geographia de Ptolomeo del S II a.C. Estosería tres siglos después de las guerras sertorianas, guerra civil republicana donde los derechos de los pueblos prerromanos perdieron definitivamente su validez, y las poblaciones en altura  defensivas bajaron definitivamente a los llanos. La “Pax romana”.

El hecho de que el poblado del Pico de los Ajos estuviera en ese punto neurálgico le convierte en un bastión de cruce de caminos, fronterizo y de importancia, quizás por lo cual su superficie fue tan grande. Esto me lleva a cuestionara qué demarcación ibérica o “Estado” ibérico habría que adscribirlo.

En principio, admitiendo la teoría de esos espacios que denomino “Estado-ciudad” ibéricos, tendríamos dos oppidum ibéricos centrales en tierras limítrofes en las que deberíamos fijarnos:

1/ Por el lado este, el importante oppidum ibero-romano de La Carencia de Turís, de unas 8 hectáreas de extensión, de cronología entre S V a.C. a S II d.C. , en cuyo entorno existieron numerosos poblados menores ligados a él, pero cuyo sistema de distribución poblacional parece distinto al que se presenta en la Meseta del Cabriel. Todo gira en torno a una sola gran población situada en un alto cerro en medio de la llanura, mientras que en nuestra meseta se encierran varias grandes poblaciones iberas o ibero-romanas en llano o a baja altura, protegidas exteriormente de otros poblados en altura bien fortificados de mediano tamaño.

2/ Por el noreste, a más distancia, el importante poblado ibérico del Tosal de San Miguel (Liria), que fue la antigua Edeta de Ptolomeo desde el S VI a.C. hasta 76 a.C. (desde entonces desplazado a la actual Liria). Aquí tenemos la misma circunstancia de un poblado ibérico en altura de importante extensión, unas 10 hectáreas, rodeado de poblamientos menores tanto de tipo atalaya de vigilancia como de explotaciones económicas. Aunque habría que tener en cuenta la cercanía de la también importante ciudad ibérica de Saguntum (quizás Arse), de tan sólo 28 kilómetros, lo que indicaría compartir territorio.

El caso es que los territorios de Edeta-Saguntum y La Carencia lindaban sur con norte, y al oeste ambos con el de la Meseta del Cabriel.

  A partir del Pico de los Ajos o Sierra Martés, situado a 1086 metros de altura, hacia el este, la altura sobre el nivel del mar empieza a descender bruscamente hasta los 500-600 metros de altura en tan sólo 3 kilómetros de andadura, donde el cambio de modelo topográfico pasa de montañoso a llanura. Lo cual es motivo  de separación geográfica natural.

  Entonces, el Pico de los Ajos, por su gran tamaño y posición, ¿sería un oppidum independiente o un poblado grande en altura de vigilancia o fronterizo, perteneciente a una u otra demarcación ibérica?

  Para ello deberíamos auscultar su entorno:

  1/ En la línea imaginaria que llevamos trazando desde el Pico de la Atalaya hasta aquí, parece haber una continuidad. Si la trazásemos, el Pico de los Ajos pasaría por ella. Y, como veremos, esa línea giraría sobre su misma ubicación hacia el norte, donde nos iremos encontrando más poblados en altura.

  2/ Geográficamente está más ligado a la Meseta del Cabriel, porque trazando sendas líneas oblicuas con ángulo de 90 º, una hacia el río Cabriel y otra hacia la Sierra del Tejo, el Pico de los Ajos está justo en su vértice. Es decir, coincidiría en el punto exacto del ángulo sureste de esa demarcación o Estado ibérico-

  3/ El yacimiento arqueológico dispone de elementos similares a los de otros de la zona. Sí, pero esto no debería ser determinante, por la gran cantidad de intercambio comercial que se dio en aquella época.

4/ El poblado, como unidad aislada, ¿tendría capacidad suficiente para su pervivencia?. Pues para el tamaño de las áreas de influencia de otros poblamientos importantes de alrededor de 7 hectáreas de dispersión cerámica, cercanos, no. Su zona de explotación económica, sería montañosa y poco productiva. También poco extensa, ya que a sólo 12 kilómetros hacia el noroeste se sitúa el poblado ibérico en altura de Castellar de Hortunas, claramente perteneciente a nuestra demarcación ibérica. Y hacia el norte, a 4´5 ó 5´5 kilómetros,  nos encontramos con el cauce del río Magro, hasta el cual nos lleva una topografía muy accidentada, igualmente difícil de cultivar. Por tanto su área económica sería ínfima, causa para pertenecer a un ente territorial mayor.

Pico de los Ajos, Sierra Martés (Yátova-Venta Gaeta). Gran poblado ibérico en altura en cuyo seno aparecieron varios plomos con escritura ibérica. Punto neurálgico entre varias demarcaciones o “Estados” ibéricos.

 

Capítulo 6º

La franja deshabitada que separa tres Estados ibéricos y la “otra” Kelin.

  Y desde el pico de los Ajos hacia el norte, nos encontraríamos en las montañas que unen dos importantes sistemas de cordilleras de la Península Ibérica, viniendo desde el sur el Sistema Bético, llamado por Ptolomeo “Orospeda mons”, y desde el norte el Sistema Ibérico, llamado por Ptolomeo “Idúbeda mons”. Estos frondosos e irregulares montes, sirven de diferenciador natural de los llanos del este de Valencia con la Meseta del Cabriel, disponiendo tan sólo de una zona llana que sirve de paso natural desde tiempos inmemoriales, el llano de Rebollar-Siete Aguas. Zona ésta que claramente se diferencia por su mayor densidad de población respecto a las zonas montañosas. Siguiendo esta línea imaginaria de unidades poblacionales, desde Pico de los Ajos, a 5´5 kilómetros, justo sobre el curso del río Magro (del que hablaremos), encontramos otros dos poblados ibéricos en altura de vigilancia, Collado del Viudo y Peñón de Mijares, en el término de Yátova, y que sepamos, ningún otro a su alrededor. Haría doble función, de contacto con Pico de los Ajos y otras atalayas, y control de la ruta viaria del Magro.

  Y si seguimos en línea recta hacia el norte, nos encontramos un poblado defensivo en altura que no hemos visitado, el Alto de Cantacucos, pero por lo que sabemos es de la Edad del Bronce, así que de momento no nos sirve, a pesar de estar situado en  el lugar donde esperaríamos que hubiese un puntal ibérico, a 5´5 kilómetros de las anteriores atalayas. Cantacucos está a casi 1000 metros de altura, y en 1 kilómetro se baja hasta los 700 metros de altura, ya en la vaguada de Rebollar-Siete Aguas.

  Hemos llegado a la vaguada o paso natural muy antiguo, de siempre, que rompe con las montañas del sur y del norte que hemos nombrado antes. Este llano estuvo muy poblado en época ibérica, pero parece que se concentra en la zona oeste, hacia Rebollar, donde existe un buen número de yacimientos ibéricos, dedicados la mayoría a explotación comercial, ya industrial (cerámica) ya agrícola, y debieron estar relacionados con el gran poblado ibero-romano del Moral, al pie del Pico de La Cárcama. Mientras que hacia el este, por Siete Aguas, apenas se perciben yacimientos, es como si hubiese un exterior y un interior. Si no contamos con Cantacucos, por pertenecer a la Edad del Bronce, esta vaguada no tiene poblados ibéricos en altura conocidos.

  A partir de ellos, tras la vaguada, se retoma otra franja montañosa de norte a sur, con una anchura de entre 12 y 13 kilómetros de media, en la que no conozco yacimientos ibéricos. Ésta, en dirección de oeste a este, va decayendo en altura, hasta que llegando a Buñol, baja de golpe hasta alrededor de los 400 metros sobre el nivel del mar. Da la impresión de que fue una especie de “zona de nadie”, la cual se prolonga hacia el norte entre la Sierra del Tejo y las sierras del Brugal, de Enmedio y de Los Bosques, hasta llegar a los llanos de Gestalgar, Bugarra y Chulilla, que es por donde pasa el río Turia, río que de natural tuvo que ser límite entre territorios. Esta “zona de nadie”, montañosa y boscosa, tuvo que representar la separación entre el Estado ibérico de Edeta-Saguntum y el Estado ibérico que hubo en el Alto Turia, con el Estado ibérico de la Meseta del Cabriel.

  El viario de nexo entre estos estados debió ser el que transcurría paralelo al río Reatillo, que desemboca en el río Turia, pasando por Chera, Sot de Chera (donde empieza a llamarse río Sot), a mitad de camino entre Gestalgar y La Ermita (Chulilla). Precisamente en puntales de los cortados del río Reatillo podemos encontrar pequeños poblados atalaya ibéricos en altura que vigilaban el vial de esta ruta. Por lo tanto, la ruta del noreste sería esta, y conduciría hasta el cauce del río Turia en la comarca de Los Serranos. Desde allí, siguiendo el curso de este río, se llegaría hasta los llanos del Turia, por Liria y la costa, hasta Sagunto. En época ibérica sería la ruta que conectaba, entre las montañas, nuestro Estado ibérico con el de Edeta (Liria) y Saguntum. Este contacto entre estados, en algún momento, debió provocar rencillas, pues quedó reflejado así en las antiguas fuentes escritas romanas, hacia finales del S III a.C. Topográficamente, esta zona es una encrucijada, ya que se sitúa en las estribaciones del Sistema Ibérico, en la confluencia del río Reatillo con el río Turia, y ambos son delimitaciones naturales habituales separadores de demarcaciones políticas. Y aplicados a la Geographia de Ptolomeo del S II d.C. estos delimitadores geográficos debieron hacerlo entre Edetania, al norte y al noreste, y Bastitania al sur, por lo que este lugar debió ser un importante vértice “fronterizo”.

  Desde el alto de Los Mojones (Cheste) hasta El Raidón (Siete Aguas), existe una franja de 16 kms de anchura sin restos de poblados ibéricos. Es aquí donde tenemos el pico del ángulo de separación entre Estados ibéricos, pues hasta Bugarra, hacia el norte no hay yacimientos explícitos. En cambio, ya en Bugarra, comienzan a concentrarse poblamientos de esta época abundantemente.; y desde allí, tanto hacia el norte como al este y el oeste, paralelos al río Turia. Esta franja despoblada continúa por el oeste paralela al río Turia durante 45 kms desde el pico que formaba el vértice de nuestro Estado ibérico en la zona noreste, subiendo en ángulo de 45º hacia el noroeste, conformando el límite norte.

  Abundan los poblados ibéricos en este recorrido, paralelos en ésta su parte norte (en la comarca de Los Serranos) con los de su parte sur (en la comarca de la Meseta del Cabriel). En Pedralba y Bugarra abundan los poblados ibéricos, algunos en altura y otros en ladera, algunos  de importante extensión, como Pella (Bugarra). También en Losa del Obispo existen varios poblados ibéricos, de los que el más grande es Cerro Gijón. E igual pasa en Calles y Chelva, en cuyo alrededor se dan varios igualmente. Pero de entre ellos debemos destacar uno especialmente por su tamaño y su interés histórico, el situado en la rambla de Arquela, en la partida de Mas de Arquelilla, de unas 9 hectáreas de extensión (inicialmente), en el que se debió ubicar, como su toponimia indica, la ceca de la moneda ibérica de Gelin (Kelin o Celin o Jelin o Xelin), según la transcripción ibérica), y que aparece con el nombre de Xelin en la ubicación de Ahillas (aldea de Chelva a poca distancia del lugar), en un mapa de Texeira de 1634 (cartógrafo portugués de Felipe II). Por lo tanto este sería el oppidum de referencia del Estado ibérico vecino al nuestro, y que correspondería al recorrido norte del cauce del río Turia, en las estribaciones del Sistema Ibérico. Y en el recorrido paralelo al río Turia en dirección noroeste, seguiremos encontrando poblamientos ibéricos. Así, en Tuéjar tenemos el poblado del Castellar, Castillo de Bercolón, La Zagra, pero ya aquí es donde se apartan las zonas paralelas limítrofes entre ambos Estados ibéricos, unos hacia el norte y otros al sur.

  Siendo esta parte de la comarca de Los Serranos el límite sur de ese hipotético Estado ibérico cuya cabeza sería el yacimiento ibérico de Mas de Arquelilla, cuyo topónimo ibero romano sería Gelin, y vista la localización de poblamientos ibéricos paralelos a la parte norte del río Turia; entonces tendríamos a sus equivalentes poblados a unos entre 8 y 13 kilómetros de separación hacia el sur, igualmente siguiendo esa línea trazada por el río Turia, y formando entre ambas esa franja despoblada de la que hemos hablado.

  Cruzando esta franja se perciben dos vías de tránsito entre estos dos Estados, una por el río Reatillo-Sot hacia el Estado de Edeta-Saguntum (Liria-Sagunto), y otro desde el oppidum en altura de La Atalaya, al sur, hasta Chelva, es decir hacia el oppidum ibérico de Gelin.

  Estos poblados del Estado ibérico del sur, equivalentes a sus paralelos del norte, están situados igualmente siguiendo un trazado paralalelo al río Turia, pero esta vez unos kilómetros al sur de éste. Son todos en altura, de vigilancia (salvo casos que no conozcamos). Empezando por Chera, una posible atalaya en el Castillo, y otra en Los Castillejos, ya sobre el río Reatillo. Y subiendo su curso, otra en Peñas Altas y más tarde otras dos atalayas, casi gemelas, a ambos lados de su cauce, en la partida de Villar de Olmos, sobre el cruce de caminos que lleva desde el Pico del Tejo hasta Chelva (El Moral hasta Gelin), y desde La Atalaya en Villar de Tejas, por Villar de olmos y Chera, hasta Liria (Edeta).

   Continuando esa línea que describe el Reatillo hacia el oeste, llegamos a La Caparrota, otro poblado ibérico en altura, de medianos tamaño, donde se controla la visión sobre el cauce del río Turia y el sur de la comarca de Los Serranos, que poseyó murallas y torre defensiva.

  Y más allá, siguiendo la Vereda Real, nos acercaríamos hasta el potente oppidum ibérico de La Atalaya, de unas 2 hectáreas de extensión, de fuertes muros naturales y de fábrica, con torre y foso, que ejerció de poblado principal de la frontera norte de nuestro Estado ibérico.

  Justo aquí, en el punto final, llegamos a donde habíamos iniciado nuestro recorrido, el punto desde el que habíamos partido, y comprobamos como se cierra el círculo.

El sombreado azul delimita lo que hipotéticamente pudo ser la demarcación de nuestro Estado ibérico según lo que hemos escrito en estos 6 capítulos del artículo “Trazando nuestro Estado ibérico. Requena y la Meseta del Cabriel”

 Autor: Javier Jordá Sánchez.

 

*(Dejo abierta la puerta a cambios por nuevos estudios y averiguaciones)

04.01.2015 12:36

   La escasa datación sobre el mundo calcolítico, broncíneo, pre-romano e ibero-romano en la Meseta del Cabriel relega la información de esta época de “historia” a “elucubración”, lo cual hace más interesante su saber, ya que es una labor de investigación antes que de narración.

   Aún así, existen elementos de gran importancia, algunos con un excelente trabajo de estudio y otros con una relevante aunque superficial información sobre el tema.             

   Trabajos arqueológicos importantes y con continuación se han hecho en Los Villares (Caudete de las Fuentes), El Molón (Camporrobles) o Las Pilillas (Requena), y de menor relevancia y algunas sin continuación (incluso abandono) en La Calerilla (Hortunas), Cerro Hueco (Campo Arcís), Casillas del Cura (Venta del Moro), Peladilla (Derramador), La Muela (Casas de Cuadra), Cerro y Casa de la Cabeza (Los Duques), Castillejo (Requena), Castellar (Hortunas), La Mazorra (Utiel), San Cristóbal (Sinarcas), Cueva Santa (Mira-Villargordo del Cabriel), Pico de los Ajos (Yátova-Venta Gaeta), etc…

   Piezas ibéricas encontradas en la Meseta del Cabriel o en su “Estado ibérico” aledaño,  de gran interés para el mundo ibérico son la “Estela de Sinarcas” (magnífica pieza pétrea que incluye un interesante texto en ibérico nororiental), los plomos con escritura ibérica nororiental del “Pico de los Ajos” en la Sierra Martés (grupo de plomos de este tipo más extenso encontrados), plomos del mismo tipo, vasijas decoradas con dibujos antropomorfos de “Los Villares”, casco de plata, etc..encontrados en “Los Villares” de Caudete de las Fuentes (también de gran valor histórico), falcatas y cuchillos en “El Molón “ de Camporrobles, “Guerrero del Ardal” cerca del Pontón (cabeza de guerrero ibérico grabado en piedra). Y eso que sepamos.

    Un excelente trabajo de campo se ha hecho en el Plan General de ordenación Urbana de Requena por el equipo del arqueólogo Enrique Díes Cusí, para identificar los cerca de 400 yacimientos arqueológicos, de todas las épocas, existentes en el término municipal. Entre ellos, muchos de la época ibérica antigua, plena y tardía. Pocos municipios he visto en los que se haya realizado un esfuerzo tan importante de catalogación patrimonial. Y esto es un elemento muy importante para el estudio histórico.

   Existen varios equipos de arqueología interesados en el estudio de la época ibérica en la Meseta del Cabriel, aunque divididos y sin elaborar un trabajo en común contrastado que ejerza sinergias positivas en la investigación. Se han elaborado interesantes trabajos sobre el contexto comarcal entre los que destacaríamos los de Alberto Lorrio (El Molón de Camporrobles,..), Consuelo Mata (Los Villares de Caudete…), José Manuel Martínez (La Villa de Requena…), David Quixal (Río Magro, Pico de los Ajos, Casa de la Cabeza)..y otros.

    Y nos faltan las “fuentes históricas”, sobre las que no hay estudios reflejados, pero de donde seguro que podemos sacar importantes datos. Porque, al fin y al cabo no sabemos nada concreto sobre quienes eran aquellos iberos que habitaban este “Estado ibérico”. Sí, los expertos dicen que el oppidum ibérico de Los Villares de Caudete de las Fuentes se llamaba Kelin en época ibérica. Se llegó a esta conclusión después de haber recibido la información por parte de aquellas personas que encontraron múltiples monedas de cecas ibéricas en aquel terreno, según dijeron. De entre estas monedas un porcentaje cercano al 30% eran de la ceca de Kelin, y al ser el lugar donde más monedas de este tipo se encontraron, se pensó que su ubicación fue Los Villares. Y quizás sea así.

   Dicho esto, los yacimientos ibéricos de la Meseta del Cabriel son muy numerosos, lo cual indica que estuvo muy poblada, lo cual indica que debió tener una cierta relevancia histórica, lo cual nos lleva a interesarnos hasta qué nivel llegó.

  MAPA DE LOS POBLADOS IBÉRICOS DE LA MESETA DEL CABRIEL. Los círculos multicolor de tamaño grande, mediano y pequeño indican poblados según sus dimensiones; los marrones, necrópolis; y los verdes, santuarios.

    Elaboración del autor.


 

 

19.05.2014 22:16

TURDAM   OPPIDUM  :  CIUDAD ESTADO

“Fontes Hispaniae”, es decir, a los autores de época romana cuyas obras han llegado hasta nuestros días Para realizar estos estudios hemos ido directamente a la lectura de éstas. De ellos podemos leer datos directamente de lo que pasó hace alrededor de 2200 años en su mundo. El ir directamente a las fuentes es para evitar contaminaciones de traductores e intérpretes de estas obras que podrían oscurecer los datos más fieles, transformándolos en otros subjetivos, y por tanto menos ciertos.

     Estas fuentes son:

a/  Polibio (nacido en Megalópolis (Grecia) en 200 a.C. y fallecido en 118 a.C.). 

b/ Tito Livio (Titus Livius Patavinus, nacido en Patavium (Italia), 59 a.C. y fallecido en 17 a.C.).  

c/  Apiano (nacido en Alejandría (Egipto) en 95 d.C. y fallecido 165 d.C.).

d/  Claudio Ptlomeo (nacido en Tolemaida (Grecia) en 100 d.C. y fallecido en 170 d.C.). De su obra “Geographia”.

 

     Es importante la cronología, los años en los que vivieron y realizaron sus obras estos historiadores. Nos puede clarificar los datos vamos a estudiar:

a/  Polibio es el autor más antiguo, su estancia en la península ibérica durante las Guerras Celtíberas, le sirvió para estudiar la geografía, los pueblos y las costumbres de Hispania. Debemos tener en cuenta que la 2ª guerra púnica entre Hannibal (Cartago) y Roma, transcurrida en gran parte en Hispania, se desenvolvió en ella entre 218 a.C. y 205 a.C. , y el resto de hechos que tratamos llega hasta 195 a.C. . Es decir, que éste fue un historiador que escribió sobre la historia reciente de Roma en su época, tuvo contacto directo con quienes estuvieron allí.

b/  Le sigue Tito Livio, que realizó su obra alrededor de un siglo después de Polibio, el cual fue una de sus fuentes, además de otros autores como Quinto Claudio Cuadrigario, Valerio Antias, Antípatro, Catón el viejo y Posidonio.

c/  Apiano de Alejandría y Claudio Ptolomeo, coincidieron en época, y ambos realizaron su obra en el S II d.C. , es decir 1 siglo después de Tito Livio y 2 siglos después de Polibio.

     Como digo, la cronología de estos autores es importante, porque con 200 años de diferencia entre el más antiguo los últimos, hubo ciertos cambios en los topónimos, adecuándose cada uno a su tiempo.

     A continuación voy a exponer los textos que he sacado de las fuentes en los que se nombra los hechos que vamos a estudiar, que están referidos a una gens cuya ciudad es llamada por Tito Livio “Turdam oppidum” :

  • Los primeros textos extraídos se refieren a un hecho acontecido en 218 a.C. , pero previamente voy a contar los acontecimientos que nos llevan a este momento, según las fuentes:

1/  Está latente la tensión entre Hannibal Barca (nuevo general cartaginés) y sus odiados enemigos, los romanos. El padre de Hannibal, el general Amílcar Barca había penetrado en la península conquistando varios pueblos hispanos, hasta que los oretanos le dieron muerte. Fue nombrado su sucesor, su yerno Asdrúbal, que así mismo cayó muerto bajo las armas hispanas en 221 a.C. , fecha en que fue nombrado su sucesor como jefe supremo Hannibal Barca.

     Dice Tito Livio,. “…[21.5] Desde el día en que fue proclamado jefe supremo, pareció considerar Italia la provincia que se le había asignado y a la guerra con Roma como su obligación. Sintiendo que no debía retrasar las operaciones, no fuera que algún accidente le sorprendiera como pasó a su padre y después a Asdrúbal, decidió atacar a los saguntinos. Como un ataque contra ellos pondría en marcha inevitable las armas romanas, empezó por invadir a los olcades, una tribu que estaba dentro de las fronteras, pero no bajo el dominio, de Cartago. Quiso hacer creer que Sagunto no era su objetivo inmediato, sino que se vio obligado a una guerra con ella por la fuerza de las circunstancias: es decir, por la conquista de todos sus vecinos y la anexión de sus territorios. Cartala, una ciudad rica y capital de la tribu, fue tomada por asalto y saqueada-221 a.C.-; las ciudades más pequeñas, temiendo una suerte similar, capitularon y aceptaron pagar un tributo.” , y “No quedó parte del país más allá del Ebro [claro está que desde el punto de vista romano para el cual, y tomando como dirección aquella que seguía la costa desde Roma hacia la península Ibérica, situaba el norte del Ebro "más acá del Ebro" y lo que hubiere al otro lado "más allá del Ebro".- N. del T.] que no perteneciera a los cartagineses, con excepción de Sagunto.

         2/ Una vez Hannibal preparó el contexto, como argumenta Tito Livio, se dedicó a la intervención en Sagunto, ciudad-estado ibérica, con ancestrales lazos griegos, y aliada de Roma. El senado cartaginés no era proclive a una nueva guerra con Roma, más por temor que por no desearla. Hannibal era jefe supremo del ejército cartaginés, pero necesitaba la aprobación de su senado para poder realizar este tipo de acciones. Entonces preparó, maquinó la excusa para que éste no tuviese otra salida más que aprobar la guerra con Roma. Esta excusa fue Sagunto. Una vez todos los territorios de alrededor eran controlados por Cartago, ya como conquistados, ya como aliados o protegidos, la llevó a práctica. El tipo de distribución político-geográfica hispana entonces era de pequeño estado formado por poblaciones de varios tamaños e importancia, oppidum grandes, medianos, pequeños, atalayas, villas rurales, de unos 2000-3000 kms cuadrados. No eran estados burocráticos, pero sí conformaban un espíritu de pueblo o gens en común, con un régulo que les mandaba, y que les diferenciaba de unos vecinos o bien les unía a otros con lazos ancestrales.

     Así, Sagunto era un estado de este tipo con un territorio a su alrededor donde convivían otras poblaciones, entre ellas Edeta, y ésta era limítrofe con otros estados similares. Al sur un estado alrededor del río Júcar (Sucronis), del que tenemos la referencia de una importante población de 8 hectáreas en el yacimiento ibérico de La Carencia (Turís). Al oeste, al interior, un gran estado de unos 3000 kms cuadrados comprendido entre el río Turia y el río Cabriel, con varias poblaciones importantes de entre 7 y 20 hectáreas,(Los Villares) en Caudete de las Fuentes y (La Villa, El Moral y Muela de Arriba) Requena, varias medianas de más de 1 hectárea como La Atalaya (Chelva), Pico de Los Ajos (Yátova), El Molón (Camporrobles), Cerros de San Cristóbal y Carpio (Sinarcas), Castellar (Hortunas), La Muela (Los Isidros), El Nevero (Siete Aguas),  etc..  Al norte de Sagunto otros estados similares.

 

A/    Todos estos estados al sur del Ebro estaban controlados por Hannibal, menos el de Sagunto. Y entonces éste aplicó su plan, narrado así por estas tres fuentes:

   A.1/ Polibio de Megalópolis en el capítulo IV dice : “Expediciones de Aníbal por España.- Pretextos con que procura equivocar a la embajada de los romanos.- Sitio y toma de Sagunto.”

Estos le declararon que no tocase a Sagunto, pues estaba bajo su amparo, ni pasase el Ebro, según el tratado concluido con Asdrúbal. Aníbal, joven entonces, lleno de ardor militar, afortunado en sus propósitos y estimulado de un inveterado odio contra los romanos, como si hubiese tomado por su cuenta la protección de Sagunto, se quejó a los embajadores: de que originada poco antes una sedición en Sagunto, los vecinos habían tomado por árbitros de la disputa a los romanos, y éstos habían quitado la vida injustamente a algunos de los principales; que esta perfidia no la podía dejar él impune, pues los cartagineses tenían por costumbre, recibida de sus mayores, no permitir se hiciesen injurias. Pero al mismo tiempo envió a Cartago para saber cómo se portaría con los saguntinos que, validos de la alianza de los romanos, maltrataban algunos pueblos de su dominio.”

     A.2/ Tito Livio dice en “(21,6) Cuando la guerra de los saguntinos aún no existía pero ya la causa de la guerra estaba siendo la contienda con los vecinos, sobre todo con los turdetanos. Dado que el objetivo de quien había sembrado la discordia no era, simplemente, arbitrar en el conflicto, sino instigar y provocar los disturbios, los saguntinos enviaron una delegación a Roma para pedir ayuda ante una guerra que se aproximaba inevitablemente.

     A.3/ Apiano de Alejandría dice sobre Iberia en “La 2ª guerra púnica”- “La geografía de Iberia”- “Sagunto,7” : “Los saguntinos, colonos oriundos de Zacinto, que viven a mitad de camino entre los Pirineos y el río Ebro y todos los restantes griegos que habitaban en las proximidades del llamado Emporion y en cualquier otro lugar de Iberia, temiendo por su seguridad personal, enviaron embajadores a Roma.”. “10¬. "Y presumiendo que sería un inicio brillante el cruzar el Ebro, convenció a los turbuletes, que eran vecinos de los de Sagunto, a quejarse ante él de estos últimos sobre la base de que hacían incursiones contra su territorio y les causaban muchos ultrajes. Y ellos le obedecieron. Entonces, Aníbal envió embajadores de éstos a Cartago, en tanto que él, en misivas privadas, expuso que los romanos trataban de convencer a la parte de Iberia sometida a Cartago para que hiciera defección de ésta, y que los saguntinos cooperaban en ello con los romanos. Y en absoluto desistía de su engaño, enviando muchos mensajes en tal sentido, hasta que el consejo le autorizó a actuar con relación a los saguntinos del modo que juzgara oportuno. Y tan pronto tuvo ocasión, hizo que, de nuevo, los turbuletes se presentaran ante él para quejarse de los saguntinos y mandó venir embajadores de éstos. Se presentaron los embajadores saguntinos y, al exhortarles Aníbal a que cada uno expusiera en su presencia los motivos de sus diferencias, estos últimos manifestaron que remitirían el juicio a Roma. Al decirle esto, los hizo salir del campamento y a la noche siguiente, habiendo cruzado el Ebro con todo su ejército devastó el territorio y apostó sus máquinas contra la ciudad.”

B/  Como decíamos, Hannibal ideo un plan para que el senado de Cartago aprobase el ataque a Sagunto, y que esto provocara la declaración de guerra entre Roma y Cartago.

     B.1/  Según Polibio, el autor más antiguo, Asdrúbal inventó varios “pretextos con que procura equivocar a la embajada de los romanos” y estos fueron : a/ el juicio por parte de los romanos de una sedición ocurrida en Sagunto, cuya consecuencia fue el ajusticiamiento de los acusado y b/ la acusación de Hannibal de que los saguntinos “maltrataban algunos pueblos de su dominio

     B.2/  Según Tito Livio, que le sucede cronológicamente, igualmente Hannibal, tenía como objetivos “instigar y provocar los disturbios” y dice que “Cuando la guerra de los saguntinos aún no existía, pero ya la causa de la guerra estaba siendo la contienda con los vecinos, sobre todo con los turdetanos”, como la principal de las excusas de Hannibal.

     B.3/  Apiano de Alejandría está más lejano en el tiempo, y se nota que no visitó la península, sus datos son más bien referencias. En principio, al contrario que los 2 autores anteriores sitúa Sagunto al norte del Ebro, : “…que viven a mitad de camino entre los Pirineos y el Ebro”. Coincide con los dos anteriores en que los vecinos de los saguntinos fueron utilizados por Hannibal como excusa para el ataque a Sagunto, pero él les llama turbuletes, y dice que Hannibal hizo que “los turbuletes se presentaran ante él para quejarse de los saguntinos…”

          Por tanto, coincidimos en que los tres autores nos dan el dato de que Hannibal utiliza a otros pueblos hispanos que están bajo su dominio para provocar el ataque a Sagunto, y los dos últimos coinciden en que éstos eran vecinos de los saguntinos, y su toponimia parecida, pero no idéntica, Tito Livio “turdetanos” y Apiano “turbuletes”, denominación muy similar, prueba de que hablan del mismo pueblo, aunque la diferenciación puede explicarse con la cronología, ya que Tito Livio habla en capítulo posterior de una ciudad llamada Turda, de la que derivaría el gentilicio que él nombra, y en cambio Apiano, 1 siglo después la cambia, quizás a como había evolucionado el topónimo de esta antigua ciudad ibera, pues en la misma época, II d.C. , Claudio Ptolomeo sitúa por esta zona una ciudad llamada Túrbula, que teniendo en cuenta que la desinencia (-ula) en latín implica un diminutivo, traducido sería “la pequeña Turba”, con lo cual tendríamos que el gentilicio de “Túrbula” sería “turbuletes”, y la derivación cronológica de “Turda” habría sido “Turba”.

         Estos turdetani o turbuletes no puden ser los de Andalucía porque las referencias los tratan como vecinos lindantes de los saguntinos.

        Y si tenemos en cuenta la denominación de Apiano de estas gentes, “turbuletes”, no coincide con la de los topónimos que aparecen en Ptolomeo o Estrabón, siempre con (-d) , no con (-b).

C/   Una vez explicado el plan que realizó Hannibal para conseguir excusa de atacar Sagunto nos vamos a lo que ponen las fuentes sobre este sitio de Sagunto. De entre las fuentes que lo nombran, Polibio lo relata, Apiano también, pero la más cumplida es la de Tito Livio, la cuenta casi al detalle: en (21,12) “…El ejército fue llevado en seguida al asalto de la ciudadela; dio comienzo un desesperado combate, con grandes pérdidas por ambas partes, y se capturó una porción de la ciudadela. Se hicieron luego intentos por conseguir la paz, aunque con muy pocas esperanzas de éxito. Dos hombres se encargaron de la misión, Alcón, un saguntino, y Alorco, un hispano. Alcón, pensando que sus ruegos pudieran tener algún efecto, cruzó hacia donde estaba Aníbal por la noche, sin el conocimiento de los saguntinos. Cuando vio que no iba a conseguir nada con sus lágrimas y que las condiciones ofrecidas eran duras y severas, como las de un vencedor exasperado por la resistencia, abandonó el papel de suplicante y desertó al enemigo, alegando que cualquiera que presentase a los sitiados aquellos términos encontraría la muerte. Se pedía que devolvieran los bienes de los turdetanos y que entregaran todo el oro y la plata saliendo de la ciudad con sólo las ropas morando allí en donde los púnicos les ordenaran”

          Pues bien, en este sitio de Sagunto vemos como una importante condición de rendición era la restitución de los bienes robados a los turdetanos. Estos eran pues aquellos vecinos, lindantes a su territorio. Que Hannibal utilizó como excusa para atacarles, y que vemos que siguió como tal, Y da a entender que sí existía una rivalidad real entre ambos estados ibéricos, lo cual implicaría unas defensas entre territorios importante. ¿Cuáles serían esos lindes?, lo veremos. Estos turdetanos tampoco son los de Andalucía. Hay que mirar que proporcionalmente, la confiscación-devolución de esos bienes que los saguntinos robaron a los turdetanos, está descompensada; un territorio tan grande como la Turdetania y los Túrdulos, que ocupaban casi toda Andalucía, con una gran cantidad de ciudades y régulos, no podían estar robándose y devolviéndose bienes tan sencillamente. Y estas ciudades eran independientes unas de otras, aunque algunas tuviesen régulos comunes, tipo Culchas, que dominó 10-20 oppidum. En todo caso hubieran tenido litigio con unas ciudades, no con toda una región. Y además Tito Livio nombra a las gentes de Andalucía como : [23.26] “…Estos desertores habían provocado una revuelta entre la tribu de los Tartesios y habían inducido a rebelarse a varias ciudades, habiendo, de hecho, tomado una de ellas al asalto.” Y en otras ocasiones que nombra a este territorio lo hace en referencia a ciudades o lugares geográficos. Y hace otra referencia de Andalucía en la última batalla, l de Baecula, en que se expulsa definitivamente a los cartaginenses de la península ibérica : (28,15) “…Atene, régulo de los turdetanos, se marchó con un cuerpo considerable de sus compatriotas…” En la misma condición, una región como Andalucía, llena de ciudades-estado, y de tan gra dimensión, es imposible que dispusiera de un único régulo, Atene. Estos turdetanos venían de otro sitio como mercenarios, al igual que los celtíberos, y lucharon al lado de Hannibal de la misma manera. Posteriormente, en 195 a.C. , estos turdetanos contrataron (según Roma) a sus amigos (vecinos) cetíberos para luchar contra Catón.

D/   Después de unos años de combate en Hispania durante la 2ª guerra púnica, tras las batallas de Munda y Auringis, los romanos, con Cneo Escipión a la cabeza, habían derrotado severamente al ejército cartaginense y a sus aliados hispanos. Y a partir de esto, nos dice Tito Livio : (24,42) en 214 a.C.) ”…Como las cosas marchaban tan bien en Hispania, los romanos, finalmente, empezaron a sentirse avergonzados por haber dejado a Sagunto, la causa principal de la guerra, en manos enemigas durante casi 8 años (no debieron ser más de 4 o 5 años). Así, después de expulsar a la guarnición cartaginesa, recuperaron la ciudad y se la devolvieron a aquellos de sus antiguos habitantes que se habían salvado de la guerra. Y los turdetanos, quienes pactaron la guerra con los cartagineses, fueron reducidos por la autoridad, se vendieron como esclavos y su ciudad fue destruida…”

       Estos detalles sólo los da Tito Livio, sigue nombrando a los “turdetanos” :

D.1/ Habla de que “ su ciudad fue destruida” refiriéndose a que provenía de una sola o que fuera la más importante ciudad, por lo tanto no es relacionable a una Turdetania andaluza, por su gran cantidad de ciudades-estado, de similar rango.

D.2/  Dice también que primero combatieron por Andalucía (Munda, Auringis), zonas del contexto de la posible Turdetania andaluza; y cuando vencieron esas batallas se dirigieron a Sagunto, a mucha distancia hacia el norte y la reconquistaron. Y como punto final, se dirigieron hacia los turdetanos (no puede ser que les vencieran antes de ir a Sagunto, después reconquistaron Sagunto, y después volvieron a bajar a Andalucía, montones de kms, a volver a combatir con los vencidos), los vencieron y los destruyeron, de una manera tan simple y rápida, que no puede darse en un territorio tan amplio y denso como la Turdetania andaluza.

D.3/  También dice Tito Livio que (todos) los turdetanos fueron reducidos por la autoridad y vendidos como esclavos, (muy sencillamente), lo cual es utópico para un territorio tan grande.

D.4/ Así mismo dice que (todos) los turdetanos fueron reducidos, cuando la Turdetania andaluza no fue totalmente abandonada por los cartaginenses, siguieron poseyendo parte de ella.

D.5/  Por tanto, el texto se refiere a un estado de turdetanos, de un tamaño reducido (2000-3000 kms 2) aunque comparable al del territorio de Sagunto, pues con él litigaba de tú a tú. Un pueblo “bisagra” muy fácil de manejar mediante pacto por los cartaginenses, situados en la zona media sur de Hispania.

E/  Tito Livio (28,15)  “(28,15) “. Al inicio del conflicto, Atene, régulo de los turdetanos; se marchó con la mayoría de sus compatriotas, siguiendo a esto la entrega de dos ciudades fortificadas con sus guarniciones a los romanos. Temiendo la propagación del aquel mal y la extensión del descontento, Asdrúbal  levantó en silencio su campamento la noche siguiente…”  en la batalla de Baecula, donde se expulsó a Carthago de Hispania.

 

F/    Después de haber hecho una buena campaña en Hispania, los romanos al mando de los hermanos Escipión, y gracias a ello haber reconquistado Sagunto, y con ello devastado a los turdetanos; los cartaginenses vuelven a vencer batallas, hasta el punto de caer en batalla los dos hermanos Escipión, Publio y Cneo (211 a.C.). De tal manera perdieron que tuvo que retirarse lo que quedó del ejército romano hasta un campamento de empalizada al norte del Ebro, todo lo demás fue perdido. Como consecuencia, tanto Sagunto como sus vecinos turdetanos volvieron a manos cartaginesas, con lo cual se volvieron las tornas, siendo castigados los saguntinos y apoyados los turdetanos, sus vecinos y disputantes (211 a. C.) Unos años después (205 a.C.), los romanos, a las órdenes de Publio Escipión el joven, consiguieron echar definitivamente a Cartago de la península, y volvieron los saguntinos a ser apoyados, y sus vecinos turdetanos a ser arrasados, por 2ª vez.

      Tito Livio (28,39) lo resume así : relata cómo una vez terminada la contienda, una delegación de Sagunto habla ante la cámara del Senado en Roma, de cómo transcurrió la suerte de Sagunto durante la 2ª guerra púnica : ”…Aún teniendo en el corazón de Italia tan terrible guerra y a un enemigo como Hannibal, enviasteis a Hispania un cónsul con su ejército para reunir, para así decir, los restos de un naufragio. Desde el día en que los dos Escipiones, Publio y Cneo Cornelio, entraron en la provincia, en ningún momento dejaron de hacernos el bien y perjudicar a nuestros enemigos. En primer lugar, nos devolvieron nuestra ciudad y enviaron hombres por toda Hispania para que hallasen a cuántos de nosotros habían sido vendidos como esclavos y devolverles la libertad. Cuando nuestra suerte, de ser absolutamente miserable, se había convertido casi en envidiable, vuestros dos generales, Publio y Cneo Cornelio hallaron la, una pérdida que sentimos aún más amargamente que vosotros. Pareció entonces como si hubiéramos regresado de un lejano exilio a nuestros antiguos hogares, sólo para contemplar por segunda vez nuestra propia ruina y la destrucción de nuestra patria. No hizo falta un general o un ejército cartaginés para ejecutar nuestra aniquilación; los túrdulos, nuestros antiguos enemigos, que fueron la causa principal de nuestra caída, fueron capaces de destruirnos.”

F.1/  El texto en el que hablan los saguntinos, resume la historia que hubo entre los saguntinos y sus antiguos enemigos, los turdetanos, durante la 2ª guerra púnica. Dicen que la 1ª vez los derrotó el ejército de Hannibal (cartaginenses y aliados hispanos) (218 a.C.) ; que después les liberaron los hermanos Escipión (214 a.C.) , y que la 2ª vez que los derrotaron, fueron por sí solos sus antiguos enemigos, los túrdulos (antes los llama turdetanos, siendo esta variación del gentilicio debida a que se aplica a partir de su ciudad, “Turda”, y cada autor del que copia Livio lo denomina subjetivamente), lo cual da a entender que era un pueblo de capacidad similar económica y militar al estado de Sagunto, y que fueron capaces de derrotarles solos cuando la fuerza saguntina era débil.

F.2/  Habla sobre la antigua relación de enemistad (entre vecinos) de turdetanos y saguntinos. Una relación tan directa impide que corresponda a la Turdetania andaluza, por la simple razón que la lejanía lo impide.

F.3/  También dicen que, así como anteriormente Sagunto no pudo ser tomada más que por un poderoso ejército como el de Hannibal, esta vez un ejército menor, el de los túrdulos, sí fue capaz de hacerlo, ya que debía ser tan fuerte como para hacer una gesta así con una ciudad debilitada, pero no tanto como para sitiar una ciudad. Lo cual implica que un numeroso ejército sí podría ser el de la Turdetania andaluza por su extensión y población; pero un ejército mediano correspondería a un estado potente pero limitado (2000-3000 kms cuadrados y 10000-30000 habitantes).

F.4/ Los cartaginenses debieron dejar vía libre a sus aliados, con quienes “pactaron” para arrasar y saquear Sagunto. Era un estado independiente, no conquistado.

G/  Y continúa el relato de la delegación de Sagunto en Tito Livio (28,39) en (206 a.C.) : “…Y justo cuando habíamos perdido toda esperanza, enviasteis de repente a Publio Escipión, al que contemplamos hoy aquí, nosotros, los más afortunados de los saguntinos. Llevaremos de vuelta a nuestro pueblo la noticia de que hemos visto, como vuestro cónsul electo, al único hombre en quien depositamos todas  nuestras esperanzas de auxilio y salvación. Por él ha sido tomada ciudad tras ciudad a vuestros enemigos en toda Hispania, y en cada caso separó a los saguntinos de la masa de prisioneros y los devolvió a casa. Por último, Turdetania, hasta tal punto hostiles a nosotros que aquella gente no podía mantenerse intacta, Sagunto no podía, fue devastada por la guerra para que sólo nosotros, sino – lejos de la palabra odio – ni siquiera nuestros descendientes tuvieron temor, se decidió que la ciudad fuera destruida en gratificación a Sagunto, destruida por Hannibal; fueron tomadas como tributo sus tierras, lo cual no es para nosotros fruto tan placentero como la venganza.”

G.1/  En este párrafo los saguntinos explican al acabar la 2ª guerra púnica en Hispania, ante los vencedores, sus aliados, en Roma; cómo se formó su desgracia, al ser devastados 1º por Hannibal y sus aliados hispanos, y después sólo por sus vecinos, el estado de Turdetania. Hablan del éxodo de su tierra, en huida y esclavizados. Hablan de su gran rivalidad con su vecina Turdetania : “Turdetania, hasta tal punto hostiles a nosotros que…”.

G.2/  Es importante fijarse en la referencia directa que hace hacia la “urbem” (la ciudad), es la ciudad de Turdetania. No son “las ciudades de Turdetania”, hace referencia a la ciudad preponderante, la más importante de Turdetania, dice : “…se decidió que la ciudad fuera destruida en gratificación a Sagunto…”.Esto hace ver que esta Turdetania no es más que un estado ibérico mediano, con pocas ciudades, con una más grande, ésta. La Turdetania andaluza, con gran número de “urbes” (ciudades), que formarían pequeños estados, y conjuntarían una gran extensión; es imposible que reúna estas características. Esta ciudad a la que se refieren es Turda, nombrada por Tito Livio unos capítulos posteriores. Hablan de que destruyendo esa sola ciudad los turdetanos se quedarían sin ninguna fuerza que pudiera amenazarles, toda Turdetania se centraba en el poder de aquella ciudad “Turda”, que fue destruida en 205 a.C., año en que Roma vencía a Cartago en Hispania.

G.3/  El texto habla de que “…fueron tomadas como tributo sus tierras…” (de los turdetanos), lo cual implica que para poder hacerse cargo de éstos, los saguntinos debían disponer de proximidad. ¿Cómo calcularíamos esa proximidad?. Un día de distancia a caballo, o dos andando como mucho. Esto sería entre 2 días a caballo (60-80 kms) o 3 días andando (50-70 kms). Más lejanos, habría unos desplazamientos por los saguntinos demasiado largos para resultar económico explotarlas, a no ser que trasladasen su residencia.

G.4/ El dato de que “la urbe” (ciudad) fuera destruida por los romanos en 205 a.C. es significativo, aunque nos deja en duda, por lo contradictoria. Si fue totalmente destruida, con posterioridad debería haber desaparecido, pero aparece en Tito Livio en el año 195 a.C. como “Turdam oppidum” (la ciudad fortificada de Turda), por lo tanto pervivió. Entonces, esa destrucción debió ser más un “castigo” que una “ aniquilación”. Y además habla sólo de “destrucción” de la ciudad, pero no de su estado, con lo cual, sus gentes siguieron viviendo en sus pueblos y asentamientos, aunque ya subyugados por los conquistadores. El hecho de que esa ciudad, “Turda”, no fuese la única ciudad turdetana, se ve previamente en este dato, ya que su “destrucción” sí que hubiera implicado un desastre tal que no hubiera sido posible la rebelión contra los ejércitos romanos, de tú a tú, en 196-195 a.C. , donde los turdetanos crearon un ejército, e incluso tuvieron riqueza suficiente para costear el mantenimiento de tropas de celtíberos (vecinos y amigos) que vinieron a combatir junto a ellos. Por lo tanto, este estado dispondría de otros oppidum con cierto potencial y una buena cantidad de habitantes. Sería dudoso el que la población de la destruida urbe se hubiera trasladado a otros sitios donde vivir, ya que 10 años después sabemos que estaba en pie.

G.5/  Por la tendencia a descartar lo obvio por el interés de conducir la historia con datos manejados, algunos traductores de Tito Livio, o historiadores, eliminan la palabra “urbem” de este texto en (28,39), con lo cual cambian de raíz su significado, ya que esto implicaría no hacerle coincidir con la idea que ellos tenían como resultado de la traducción, en la que no encajaría destruir una sola ciudad, debería destruirse a los turdetanos en general. También, algunos traductores hablan de “tribu”, cuando el texto latino no lo hace. Una sugerencia : en historia se puede especular, intuir, pero no inventar.

H/          Desde el 205-204  a.C. en que la legación de hombres de pro de Sagunto hicieron una visita al senado de Roma y a Italia en general, se perdieron las referencias que hace Tito Livio a Turdetania y los turdetanos hasta 196-195 a.C. , es decir, 10 años pasaron en blanco. ¿Qué pasó en ellos?. Pues, imaginémonoslo según nos ha relatado Tito Livio : en 205 a.C. el ejército romano entra de improviso en territorio turdetano, y sin oposición, llega hasta su ciudad, “Turda”, y la castiga, la devasta de tal manera que jamás se les olvide a sus habitantes. Y después, resarce a los saguntinos regalándoles las tierras turdetanas, sus posesiones. Los turdetanos no quedarían muy contentos con esto, pero el mandato de Roma los dejó subyugados, y en principio tuvieron que obedecer por miedo, lo que les había sucedido, la devastación de su “urbe”, les había marcado. En los años siguientes vieron como sus odiados vecinos, los saguntinos, ocupaban sus tierras, pero su producción iría a enriquecer a sus amos de Sagunto. Esta situación era un reflejo particular de lo que estaba pasando en otros antiguos ciudades-estados hispanos de la Hispania Citerior, ahora Roma intentaba adueñarse de sus propiedades e imponer sus leyes, pasando por encima de todo lo que tenían anteriormente los hispanos. Ya en el mismo momento de la victoria de Escipión en Hispania en 205 a.C. , mientras lo celebraba en Carthago Nova, dos jefes ilergetes : Andobeles y Mandonio, se rebelaron (los ilergetes ocupaban parte de la provincia de Huesca y alrededor), y este mismo general tuvo que realizar una campaña para aniquilarlos. A partir de entonces, eligieron los romanos 2 procónsules para la península : Léntulo y Acidinio, que explicará porqué ha de organizar en 2 provincias, una en la costa del Mediterráneo y otra en el estrecho y el valle del Guadalquivir (Betis). La primera, que luego se llamó Citerior era un poco más que una franja costera, que se extendía de Ampurias a Tarragona, Sagunto y Carthago Nova, con algunas colonias griegas en un país ibérico, que limitaba con los celtíberos de Aragón (Historia de la Hispania Antigua, A.Tóvar y J.M. Blázquez). Por el valle del Ebro la influencia romana, por las relaciones de los ilergetes, se extendía hasta Lérida y Huesca. La 2ª se llamó Ulterior. Estos nuevos generales se encuentran con otra sublevación (de ilergetes y otros estado de la zona catalana), pues se sentían obligados con Escipión, pero no con estos nuevos generales. Se enfrentaron a una amplia alianza hispana, bajo el mando otra vez de Andobeles y Mandonio, a los cuales derrotaron y sometieron, bajo el pago de tributos. Siguen unos años de paz hasta 201 a.C. , aún bajo el mando de Léntulo y Acidinio, en el cual, los saguntinos apresan y llevan a Roma a unos emisarios cartagineneses que pretendían, sin reconocer la soberanía romana, reclutar mercenarios en Hispania (Liv XXX , Tóvar y Blázquez). Todavía en la batalla de Medjerda, la desesperada actuación de los celtíberos salvó a los cartaginenses (Polib XIV 7,5 , Tóvar y Blázquez). En 200 a.C. , el nuevo procónsul C.Cornelio Cetego vence una sublevación en la región de los edetanos (Liv. XXXI 49,7 , Tóvar y Blázquez). Entre los años 199 y 198 a.C. , consta que los procónsules Blasión y Estertino, llevaron a Roma enormes cantidades de plata y oro, lo cual explicaría el porqué de las sublevaciones indígenas del año siguiente, 197 a.C. (Tóvar y Blazquez). Es entonces cuando toma forma la división de Hispania en 2 provincias . Citerior y Ulterior, concedidas a los pretores respectivos Tuditano y Helvio, en 197 a.C. , con sendos ejércitos nuevos, con órdenes de establecer los límites de la doble provincia- Quizás ésta fue la causa de la sublevación de Hispania en 197 a.C. Este año (Liv XXX 21,6) , dice que  “…se hallaron (Roma) ante la nueva sublevación en sus dominios de la Península. Ahora no son sólo los belicosos pueblos de la Citerior, sino también en el valle del Guadalquivir, en la Ulterior, donde estaba el pretor M. Helvio. El rey Culchas, que había sido aliado de P.Cornelio Escipión en la batalla de Ilipa, se levanta en “Andalucía” ¿ , apoyado por otro caudillo, Luxinio. Livio cita a Carmo , Sexi, Malacca y la región de Bastetania como focos de la rebelión, que puede interpretarse como de indígenas y fenicios unidos, “ . por otro lado, en la Citerior, el procónsul Tuditano quedó en desesperada situación ante la sublevación de pueblos que desconocemos, y sufrió una derrota, en la que murió (Liv XXXIII 25,8 ,Tóvar y Blázquez).

I/      Debió ser por los pretores del año siguiente, 196 a.C. , Quinto Fabio Buteón (Ulterior) y Quinto Minucio termo (Citerior) reciben cada uno una nueva legión y otras tantas fuerzas de latinos e itálicos (Liv. 33,43) “El idus (15) de marzo de 195 a.C., el día en que tomaron posesión del cargo los nuevos cónsules presentaron a discusión en el Senado la asignación de las provincias. El Senado decidió que, ya que en la guerra de Hispania se estaba extendiendo de manera tan grave como para requerir la presencia de un cónsul y un ejército consular, Hispania Citerior debería ser una de las 2 provincias consulares…. A Catón correspondió Hispania y a Valerio, Italia. Después, los pretores sortearon sus provincias; Cayo Fabricio Luscinio recibió la jurisdicción urbana y Cayo Atinio Labeón la jurisdicción peregrina; a Ceno Manlio Volsón correspondió Sicilia; a Apio Claudio Nerón, la Hispania Ulterior; a Publio Porcio Leca, Pisa, para amenazar a los ligures por su retaguardia. Publio Manlio fue asignado al cónsul para auxiliar en Hispania Citerior ,la legión que había servido bajo el pretor Quinto Minucio le fue otorgada.

i.1/ El texto dice que la guerra en Hispania se estaba extendiendo de manera grave, y por eso tuvieron que hacer de “Hispania Citerior una de las dos provincias consulares”, y para ello requerirían un cónsul y un ejército consular. Este cónsul nombrado para Hispania fue Catón. Dice claramente que las rebeliones de hispanos se estaban dando en Hispania Citerior sólo. Esto es importante, como veremos, ya que las guerras en Hispania que tuvieron lugar bajo los mandos de Quinto Minucio, Publio Manlio y Catón, al ser pretores y cónsul de la Citerior exclusivamente, tuvieron necesariamente que desarrollarse en esta provincia, Lo cual descartaría las hipotéticas incursiones de Catón en una Turdetania andaluza, zona muy alejada de sus zonas de mando. Es más, sobre los pretorados sucesivos de Quinto Fabio Buteo y Apio Claudio Nerón en la Ulterior, a éstos no se les atribuye ninguna batalla o guerra, lo que implica que esta provincia que incluye Andalucía, estaba en paz.

i.2/  “Publio Manlio”, sucesor de Quinto Minucio como pretor de Hispania Citerior, fue asignado al cónsul Catón para auxiliarle en Hispania Citerior. Está claro que excluyen Hispania Ulterior, sólo iban a luchar en la Citerior. Esto descarta Turdetania andaluza.

i.3/  El texto aclara que Publio Manlio sucedió a Quinto Minucio como pretor de la Citerior, pues dice “(33,43) El mismo número de soldados de infantería y caballería se asignó a Publio Manlio,  en la Hispania Citerior, y la legión que había servido bajo el pretor Quinto Minucio, le fue otorgada.” Esto da orden cronológico a los hechos, y reafirma que los soldados dados a Publio Manlio son para utilizarlos en Hispania Citerior exclusivamente. Este orden  da a entender que los hechos se dieron en 2 – 3 años, empezaron con el pretorado de Quinto Minucio (desde idus de marzo de 196 a.C. hasta idus de marzo de 195 a.C.), y continuaron en 195 a.C. con el nombramiento de Catón y Publio Manlio.

 “Está claro que excluyen Hispania Ulterior, sólo iban a luchar en la Citerior. Esto descarta la Turdetania andaluza.

J/   Tito Livio en  [33.44] : “Tal fue la distribución de las provincias. Antes de que los cónsules dejaran la Ciudad se les requirió, de acuerdo con un decreto de los pontífices, para que proclamasen una primavera sagrada[durante la que se ofrecían las primicias de las cosechas a los dioses y sacrificios humanos que, más tarde, se cambiaron por sacrificios animales. Ya se sorprendían los hombres en general de la negligencia en la guerra que estalló en Hispania. Una carta de Quinto Minucio citó hacia la ciudad de Turda  (oppidum) cuando enfrentaron los estandartes con los generales hispanos Budar y Besadín, luchó con éxito: doce mil enemigos cayeron, el general Budar capturado, los otros diseminados y puestos en fuga. Una vez leída la carta disminuyó el terror que había por los hispanos, desde donde había expectativas de una gran guerra.”

j.1/  El momento exacto al que se refiere el texto es, nada más nombrar al cónsul Catón y al pretor  Publio Manlio; y a los otros, el 15 de marzo de 195 a.C. , mientras celebran los sacrificios de la primavera sagrada. Es entonces cuando llega una carta del hasta entonces pretor de la Citerior, Quinto Minucio, en las que relata como poco antes acaba de celebrar batalla (en 195 a.C. , antes del idus de marzo, 15) cerca de TURDA con los generales hispanos Budar y Besadín. Es su última acción, pues ya ha sido nombrada su sucesión, por el cónsul Catón y el pretor Publio Manlio (La caída de 12000 hispanos parece bastante exagerada, ya que una batalla así sería mucho más renombrada, y apenas se la menciona).

j.2/  Los traductores obvian el nombramiento del “Turdam oppidum” (ciudad de Turda) cuando viene así en las fuentes en latín. Esto es por la no conveniencia de que aparezca una ciudad llamada Turda, que para ellos no existe ninguna ciudad llamada Turda. En cambio, esta ciudad, Turda, podría ser de donde derivaran los gentilicios de turdetani, turduli y Turdetaniam nombrada en las fuentes latinas referentes a los años entre 220 a.C. y 195 a.C. Y esto, aderezado con lo que hemos hablado antes de que el cónsul y los dos pretores, nombrados para la Citerior, desarrollaron sus guerras en ésta, eliminaría totalmente la teoría de que esta Turdetania aquí nombrada sea la andaluza.

j.3/   “Una vez leída la carta disminuyó el terror que había por los hispanos, desde donde había expectativas de una gran guerra.” El traductor anterior de este texto traduce “disminuyó la inquietud sobre las dos Hispanias” (sobre el texto latino “minus terroris ab Hispanis erat), cuando este texto en absoluto nombra “dos Hispanias”, sino “Hispanis”. Es visible la intencionalidad de implicar a la Ulterior dentro de estas lides del cónsul catón, como para justificar lo que ellos (los especialistas) dicen que es la historia. Pero la historia no es como quieren que sea, sino que es como sucedió. El texto da a entender que una importante rebelión hispana se estaba dando en la Hispania Citerior, de tal magnitud que veían difícil controlarla.

j.4/  El enfrentamiento contra dos generales hispanos (imperatoribus, jefe supremo del ejército), quiere decir que era un ejército conformado por al menos 2 facciones, y esto hace pensar que había reunido por lo menos a 2 estados ibéricos. Seguramente, al igual que pasó en Numancia, que al recibir a los refugiados de Segeda y otras ciudades, nombraron como general a un segedense. Aquí, de todos los estados ibéricos que se reunieron para combatir a los romanos, nombraron a 2 imperatoribus o jefes supremos, que mandaban sobre todos los estados. De este modo se concibe que la batalla pudiera reunir una cantidad tan grande de soldados (murieron 12000 hispanos), aunque también se debe tener en cuenta que el pretor Minucio exageraría el número de vencidos para luego su vanagloria a la entrada en Roma, y para ser premiado monetariamente.

j.5/  Sobre la derrota en la batalla de los hispanos, no se dice que fuera definitoria, es más, habla de la captura de Budar, pero dice que el resto huyó. Como hecho curioso en la exageración de cantidades, ¿cuál sería el número de hispanos si murieron 12000 y no se cuentan los heridos y los huidos?, ¿20000, 30000?. ¿Es la mayor batalla de la historia?. No.

 

K/    Tito Livio trata sobre el año 195 a.C. en (34,17) “Mientras tanto, el pretor Publio Manlio, con el veterano ejército de Quinto Minucio, a quien sucedió, recibió y añadió igualmente al veterano ejercito de Apio Claudio desde Hispania Ulterior, marchó para Turdetania. De todos los hispanos, los turdetanos eran los más ineptos para la guerra, sin embargo, confiados en su gran número, fueron al encuentro del ejército romano. La caballería fue enviada contra los agitadores, inmediatamente la tropa fue formada en orden de batalla. El combate a pie fue casi nulo en la batalla: los soldados veteranos, conocedores de las tácticas del enemigo no dejaron dudas en el combate. Aún así, aquella batalla no puso fin a la guerra. Diez mil celtíberos mercenarios y con armas extranjeras se dispusieron a la guerra.  El cónsul, alarmado por la rebelión de los bersgitanos, y como el resto de ciudades pensaría tener la misma oportunidad, eliminó el derecho de hacer armas a la parte de acá del Ebro. “  

k.1/  (195 a.C.) Quien dirigió este ejército fue el pretor de Hispania Citerior, Publio Manlio. Y éste estuvo formado por el ejército de la Citerior que el año anterior estuvo mandado por el anterior pretor de la Citerior, Quinto Minucio, a quien Publio “sucedió”. Este ejército era ya “veterano”. Debido a los problemas de rebeliones en la Citerior, a este ejército se le añadió el ejército de Hispania Ulterior, a cuyo mando estaba el pretor de la Ulterior Apio Claudio Nerón. Una vez estuvieron reunidos los 2 ejércitos de Citerior y Ulterior (se reunieron en algún lugar de Citerior y Ulterior, ya que la frase dice que el ejército de Publio Manlio, pretor de la Citerior, se le “añadió también el veterano ejército de Apio Claudio desde Hispania Ulterior”.

k.2/  Una vez reunidos los 2 ejércitos, el texto dice que “marchó para Turdetania”. Por distancia geográfica, traer un ejército desde la Ulterior (Turdetania andaluza) hasta la Citerior, y una vez allí, marchar hasta Turdetania con los dos ejércitos unidos, no tiene sentido kilométrico , ya que el viaje sería desde Turdetania andaluza hasta Citerior y vuelta otra vez a Turdetania andaluza en la Ulterior. Por lo tanto, esa Turdetania a la que van a combatir debe estar localizada en la Citerior.

k.3/  A parte, la batalla del año anterior celebrada por Quinto Minucio, pretor de la Citerior, con su propio ejército, que sólo utilizaría en su protectorado de Citerior, se dio junto a Turda. Las rebeliones que hasta ahora teníamos como referencia discurrían en la Citerior.

k.4/  Hacía unos meses, durante el final del pretorado en la Citerior de Quinto Minucio, a principios de 195 a.C. , se acababa de celebrar la “batalla de Turda”. En ella habían participado soldados de varios estados hispanos, habían perdido, y los restos de su ejército habían huido. De sus 2 generales, Budar había sido capturado, y Besadín había huido con restos de su ejército. En estos momentos, después del idus de marzo de 195 a.C. , este ejército se había reagrupado y reclutado nuevos hombres. La rebelión se localizaba desde Turdetania (el estado de la ciudad de Turda), donde había estado luchando Quinto Minucio hace unos meses, antes de ser sustituido en su cargo de pretor de la Citerior por su sucesor Publio Manlio. Continuaba la rebelión “desde” Turdetania, representada por los turdetanos, pero ayudados por los estados vecinos.

k.5/  Según el texto, “los turdetanos eran los más ineptos para la guerra, sin embargo, confiados en su gran número, fueron al encuentro del ejército romano”. Si eran tan malos guerreros, ¿cómo, ellos sólos se atrevieron contra los ejércitos romanos de la Citerior y de la Ulterior, y del cónsul Catón?. La respuesta la dan los textos : si hace unos meses habían batallado cerca de Turda con un ejército formado por soldados de varios estados, y los sobrevivientes se habían replegado bajo el mando de Besadín, el general hispano que se había salvado; estos mismos se habían vuelto a organizar, y reclutaron más hombres. Por esto, aunque los turdetanos eran malos guerreros, al verse arropados por tantos vecinos hispanos, se avalentonaron, y “fueron al encuentro del ejército romano”.

k.6/  El texto dice. “..El combate a pie fue casi nulo en la batalla: los soldados veteranos, conocedores de las tácticas del enemigo no dejaron dudas en el combate.” Ya estos legionarios habían combatido hace unos meses con estos mismos hispanos en la “batalla de Turda”.

k.7/ El texto dice así : “..Aún así, aquella batalla no puso fin a la guerra. Diez mil celtíberos mercenarios y con armas extranjeras se dispusieron a la guerra. Esto implica que en este momento los celtíberos no estaban dominados por los romanos, salvo quizás algunas zonas de Aragón, pero no los del interior. Y los turduli pagaron a los celtíberos para que vinieran a luchar. Pagar a 10000 mercenarios lo puede hacer un pueblo con cierta riqueza y cuya población no sea inferior a varias decenas de miles de habitantes.

L/    Tito Livio (34,19)  “La difícil guerra en Turdetania del pretor Publio Manlio con los celtíberos mercenarios provocada por el enemigo, hizo que se diera la orden;  por lo tanto el cónsul pidió en una carta a los pretores que condujeran las legiones. Cuando llegaron a allí, estaban separados el campamento celtíbero y el turdetano. Entonces, los turdetanos inmediatamente se animaron a hacer incursiones de combate sobre los puestos avanzados (romanos) y siempre vencieron por mucho que se empeñaran en el combate. Para los celtíberos, el cónsul envió a una conferencia a los tribunos militares y ordenó ofrecer a aquellos tres condiciones a elegir: primera, pasarse a los romanos y doblar la paga que iban a recibir de los turdetanos; otra, marcharse a sus casas bajo garantías públicas de que no sufrirían represalias futuras por haberse unido a los enemigos de los romanos, tercera, si se decidían en cualquier caso por la guerra, fijar momento y lugar donde se pudiera decidir la cuestión por las armas. Los celtíberos pidieron un día para consultarlo.” (195 a.C.)

L.1/   Tito Livio habla de mercenarios celtíberos que lucharon a favor de los turdetanos a cambio de un sueldo. Esto implica : a/ capacidad de Turdetania, económica, para costear los sueldos celtíberos, por lo tanto debía ser un estado potencialmente rico, y habitado.   b/  no ser un estado lo suficientemente grande y potente para luchar por sí sólo contra los romanos, pero con los mercenarios celtíberos tuvieron fuerza suficiente para tratar de tú a tú al ejército romano.

L.2/  Livio habla del ofrecimiento de Catón a los celtíberos para que abandonasen a los turdetanos, les ofreció “doblar su paga y luchar con él, permitirles regresar a sus casas sin represalias o entrar en batalla”. Los celtíberos no accedieron a las condiciones romanas a pesar de las ventajas. Lo que parece es que prefirieron luchar en peores condiciones con los turdetanos, y esto sólo tiene razón de que no sólo les unieran motivos económicos, más bien parece que tuvieron fuertes lazos de amistad que emotivamente les hicieran guardar fidelidad a los turdetanos, aún a riesgo de sus vidas. ¿Qué lazos hubo entre turdetanos y celtíberos?, ¿de vecindad, de hermandad…?

L.3/ Livio explica, haciéndonos intuir la obviedad de la cercanía de Turdetania y Celtiberia, como, mientras están los ejércitos romanos esperando la batalla frente a los campamentos turdetanos y celtíberos, en Turdetania, “..obtenían sus suministros de los campos y pueblos fortificados del enemigo (celtíberos), como en tiempo de paz….” Esto era porque la Celtiberia era grande, y el que unos mercenarios de algunos lugares de la Celtiberia estuvieran en guerra en su contra, no implicaba que toda Celtiberia lo estuviese, es más, la Celtiberia más al Este, la del Sistema Ibérico (Idubeda), era limítrofe con zonas más romanizadas, y tenía más contactos e intercambios con los romanos. Entonces, para provocar a los mercenarios celtíberos, aliados de los turdetanos, a entrar en combate, catón, de su ejército que acampaba frente a Turdetania, “…envió algunas de sus cohortes armadas a la ligera bajo la norma de saquear todo el campo de la región…” (Celtiberia próxima). Lo cual implica la proximidad a Celtiberia.

L.4/   Como en el resto de las traducciones , los errores semiforzados, cambian totalmente el sentido del evento histórico estudiado. Algunos han hecho de este párrafo esta traducción : “..A continuación, se dirigió a Segontia con el fin de atacarla, pues se enteró de que toda la impedimenta y pertenencias personales de los celtíberos había quedado allí. Sin embargo, nada pudo hacer para moverlo y regresó con 7 cohortes al Ebro, después de pagar los sueldos de sus propios hombres así como los del ejército del pretor. El resto de su ejército se quedó en el campamento del pretor…” cuando la verdadera traducción es así : “Como el cónsul no lograba inducir al enemigo a combatir, envió a algunas de sus cohortes armadas a la ligera bajo la norma de saquear todo el campo de la región, entonces, al oír a los celtíberos de Seguntia dónde habían dejado todos los equipajes y las impedimentas, procedió a conducir el ataque.” Desde luego las dos traducciones son como la noche y el día, la 1ª está hecha a grandes rasgos, según convenía que fuera históricamente, y con ella llegaron a la conclusión, de que, sin nada de lógica, los celtíberos, que vendrían cada uno de un sitio distinto, habían decidido dejar su equipaje, el cual necesitaban cerca de ellos, en su propio campamento, para pertrecharse, nada menos que a 800 kms de esa hipotética Turdetania andaluza o a 300-400 kms de una Turdetania al sur de Celtiberia, en la ciudad de Segontia; hay por lo menos 2 en Celtiberia, la de los arévacos “Segontia Lanca” (Sigüenza) y otra junto a Caesar Augusta, “Segontia”, según el Itinerario de Antonino, y otra Saguntia en Cádiz, un poquito lejos para ir a dejar un equipaje. La traducción correcta lo explica todo : algún espía (habituales en los ejércitos romanos) oyó a unos mercenarios celtíberos oriundos de Segontia, (que debería ser la Segontia al sur de Caesar Augusta) “..dónde habían dejado todos los equipajes y los impedimentos”, que por pura lógica estarían muy próximos a ellos, en su campamento, para poder utilizarlos, pues si no ¿para qué sirven?, y decidió atacarlos para provocarlos a la batalla. Pero tampoco se movieron. Y como Catón se cansó, ya no dándole importancia al litigio, decidió volverse tranquilamente “hacia el Ebro” con sólo 7 cohortes, y dejando el ejército enfrente de Turdetania, al mando del pretor de la Citerior, Publio Manlio. Su pacífica vuelta con sólo 7 cohortes implica que no necesitaba protección porque iba a pasar por territorios pacíficos, lo cual no sería posible si Turdetania andaluza estuviera en guerra y tuviese que cruzarla hasta el Ebro, cerca de 1000 kms. Es más fácil que hiciera un trayecto corto por zonas romanizadas, es decir, el Levante hispano, y con la tranquilidad de que si tuviera que volver a intervenir, no estuviese muy lejos.

L.5/  1/ El traductor hablaba de los 2 pretores, pero el texto habla sólo de que el cónsul (Catón) mandó una carta al pretor (praetoris) para que condujera las legiones. Por tanto este único pretor debió ser Publio Manlio, nombrado al principio de este texto.

2/ El texto habla de la gran emotividad que se produjo en el consejo en el que se tenía que decidir qué iban a hacer los Celtíberos. En él se “mezclaron” los Celtíberos y los Turdetanos, y en esta gran emotividad hay que tener en cuenta los lazos de unión que debían existir entre estos pueblos.

3/ Esta guerra da impresión tanto de paridad entre los dos ejércitos, como de respeto mutuo, como de que los problemas entre ambos no eran tan profundos. Los romanos intentaron vencer con sus intrigas, pero no se molestaron mucho de  que no funcionaran, incluso comerciaban con las pequeñas poblaciones y campos de la región Turdetana y aledaños. Los hispanos tampoco estaban muy convencidos de batallar. Los romanos querían una victoria fácil o simplemente hacerse respetar.

4/ La región disponía de “pueblos fortificados”, es decir, cerros defensivos.

5/ Importante. Los traductores habían leído “Seguntia Celtiberum” como que los Celtíberos habían dejado sus equipajes en Seguntia (Cádiz). La traducción literal de toda la frase es “…al oir a los Celtíberos de Seguntia dónde habían dejado sus equipajes…”. Esta frase es relevante porque elimina la posibilidad de que los celtíberos mercenarios fueran hasta Seguntia (Cádiz) en Turdetania andaluza y allí dejaran sus equipajes para ir a guerrear. Y tampoco que Catón dejase el campo de batalla y se fuese a destruir unos equipajes, que tampoco serían tan importantes. Es más lógico que, en el mismo entorno del campo de batalla Turdetano, oyeran, de boca de los Celtíberos de Seguntia, el lugar donde tenían sus equipamentos e hicieran un ataque hacia ese lugar a destruírselos. Al parecer no tuvo éxito, se cansó por no conseguir avances, y quitando importancia al asunto, dejó allí a Publio Manlio, su pretor, y se volvió a su campamento fijo por encima del Ebro (lo cual quiere decir, que esta Turdetania estaba por debajo del Ebro).

 

M /   Tito Livio  (34,20) “Por tan exiguo ataque para apoderarse de la ciudad, se ofreció para los sedetanos, ausetanos y suessetanos. Los lacetanos, gentes insensatas y salvajes, que se mantenían unidos con su insensata ferocidad por las armas, conscientes entonces de que, mientras el cónsul y su ejército estaban ocupados en la guerra de los túrdulos, devastaron con incursiones imprevistas a sus aliados. Así pues, hacia la ciudad que fue asediada por el cónsul, hizo llevar no sólo a las cohortes romanas, sino también a jóvenes guerreros que fueron a la invasión como los aliados.”

m.1/  Livio vuelve a nominarlos túrdulos en vez de turdetanos.

 

 

OTROS :

  • Tito Livio no nombra a otros turdetanos en su obra a parte de estos párrafos que hemos comentado. Además, nombra a los Tartessos, en teoría los antecesores de los turdetanos (Livio 23,26)  : “..una revuelta entre la tribu de los tartesios y había inducido a rebelarse a varias ciudades..” , habla de tartesios, no de turdetanos.

                  autor: Javier Jordá Sánchez, Requena, 19-5-2014

A CONTINUACIÓN , ALBÚM DE FOTOS DE POBLADOS IBÉRICOS DE ESTE ESTADO IBÉRICO DE www.flickr.com/photos/125916812@N08/sets/

20.05.2014 23:20

Estrabón (Στράβων, Amasia, Ponto, 64 o 63 a. C.19 o 24 d. C.) fue un geógrafo e historiador griego conocido principalmente por su obra Geografía.

Biografía

Fue un gran viajero que, aprovechando la paz romana, recorrió casi todas las tierras de la ecúmene, llegando a Armenia en oriente, hasta Cerdeña en occidente, y desde el Mar Euxino (Mar Negro) en el norte hasta los límites de Etiopía en el sur. Recorrió el Nilo hasta Asuán en una expedición dirigida por Elio Galo, prefecto romano de Egipto.

De él se conservan únicamente algunos fragmentos de su trabajo histórico, sus Memorias históricas, en 43 libros, complemento de la historia del griego Polibio. En cambio sí se recoge casi por completo su magna obra Geográfica (Geografía), la cual se fecha entre los años 29 a. C., en que da comienzo su periplo, hasta el año 7. Consta de 17 volúmenes de una descripción detallada del mundo tal como se conoció en la antigüedad y poseen un gran valor, sobre todo como informe, por sus propias y extensas observaciones. Interesa señalar que el tercero de ellos lo dedica a Iberia y lo que en él se dice fue recopilado de otras fuentes, sobre todo de Posidonio, ya que Estrabón nunca estuvo en la Península Ibérica. En la Geografía puede verse un mapa de Europa.

Como geógrafo descriptivo rechazó la obra de los geógrafos matemáticos como Eratóstenes de Cirene o Hiparco de Nicea por su carácter puramente astronómico o cartográfico. Esto le llevó a una despreocupación por las causas físicas de los fenómenos naturales, centrándose en los aspectos humanos, la historia y los mitos para componer un retrato de las gentes y los países que estudiaba.

20.05.2014 23:05

Claudio Ptolomeo (Ptolemaida, Tebaida, c. 100Cánope, c. 170) fue un astrónomo, astrólogo, químico, geógrafo y matemático greco-egipcio.

Llamado comúnmente en español Ptolomeo o Tolomeo, su nombre en griego es Κλαύδιος Πτολεμαῖος (Klaudios Ptolemaios) y, en latín, Claudius Ptolomaeus.

Biografía

Nació en el año 100 d. C. Falleció el año 170 d. C. a los 70 años. Klaudios Ptolemaios fue su nombre en griego. Vivió y trabajó en Egipto (se cree que en la famosa Biblioteca de Alejandría), donde destacó entre los años 127 y 145 d. C. Fue astrólogo y astrónomo, actividades que en esa época estaban íntimamente ligadas; también geógrafo y matemático. Divulgador de la ciencia astronómica de la Antigüedad, se dedicó a la observación astronómica en Alejandría en época de los emperadores Adriano y Antonino Pío.

Actividad científica

Ptolomeo realizó aportes en diversas áreas científicas como:

Astronomía

Fue autor del tratado astronómico conocido como Almagesto (en griego Hè Megalè Syntaxis, El gran tratado). Se preservó, como todos los tratados griegos clásicos de ciencia, en manuscritos árabes (de ahí su nombre) y sólo está disponible en la traducción en latín de Gerardo de Cremona, realizada en el siglo XII.

Heredero de la concepción del Universo dada por Platón y Aristóteles, su método de trabajo difirió notablemente del de éstos, pues mientras Platón y Aristóteles dan una cosmovisión del Universo, Ptolomeo fue un empirista. Su trabajo consistió en estudiar la gran cantidad de datos existentes sobre el movimiento de los planetas con el fin de construir un modelo geométrico que explicase dichas posiciones en el pasado y fuese capaz de predecir sus posiciones futuras.

La ciencia griega tenía dos posibilidades en su intento de explicar la naturaleza: la explicación realista, que consistiría en expresar de forma rigurosa y racional lo que realmente se da en la naturaleza, y la explicación positivista, que radicaría en expresar de forma racional lo aparente, sin preocuparse de la relación entre lo que se ve y lo que en realidad es. Ptolomeo afirma explícitamente que su sistema no pretende descubrir la realidad, y que es sólo un método de cálculo. Es lógico que adoptara un esquema positivista, pues su teoría geocéntrica se opone flagrantemente a la física aristotélica: por ejemplo, las órbitas de su sistema son excéntricas, en contraposición a las circulares y perfectas de Platón y Aristóteles.

Aunque no perduró ninguna carta de Ptolomeo, en el Renacimiento se reconstruían Mapa Mundi a partir de la Geographia de Ptolomeo. Esta carta es una copia de Johannes de Armsshein, Ulm, en 1482.

El Almagesto contiene un catálogo de estrellas que Ptolomeo tomó de una obra perdida de Hiparco de Nicea. Aunque Ptolomeo afirmó que observó el catálogo, se desprende de múltiples líneas de evidencia el hecho de que el catálogo fue obra de Hiparco. El Almagesto también estableció criterios para predecir eclipses.

Modelo de universo geocéntrico

Su aportación fundamental fue su modelo del Universo: creía que la Tierra estaba inmóvil y ocupaba el centro del Universo, y que el Sol, la Luna, los planetas y las estrellas giraban a su alrededor. A pesar de ello, mediante el modelo del epiciclo-deferente, cuya invención se atribuye a Apolonio, trató de resolver geométricamente los dos grandes problemas del movimiento planetario:

Sus teorías astronómicas geocéntricas tuvieron gran éxito e influyeron en el pensamiento de astrónomos y matemáticos hasta el siglo XVI.

Astrología

También aplicó el estudio de la astronomía al de la astrología, pues creó los horóscopos. Todas estas teorías y estudios están escritos en su obra Tetrabiblos.1

Óptica

En el campo de la óptica exploró las propiedades de la luz, sobre todo de la refracción y la reflexión. Su obra Óptica es un tratado sobre la teoría matemática de las propiedades de la luz.

Geografía

Otra gran obra suya es la Geographia, en que describe el mundo de su época. Utiliza un sistema de latitud y longitud que sirvió de ejemplo a los cartógrafos durante muchos años. Una de las ciudades descrita en esta obra es La Meca, en la Península Arábiga, a la que llama Makoraba. Esta obra contenía graves errores en cuanto a distancias, de hecho, se piensa que Colón terminó descubriendo América producto de que en el mapa de Ptolomeo las Indias se encontraba notablemente más cercanas al navegar en esa dirección.

Música

El mundo de la música tampoco fue ignorado por Ptolomeo. Escribió un tratado de teoría musical llamado Harmónicos. Pensaba que las leyes matemáticas subyacían tanto en los sistemas musicales como en los cuerpos celestes, y que ciertos modos y aun ciertas notas correspondían a planetas específicos, las distancias entre estos y sus movimientos. La idea había sido propuesta por Platón en el mito de la música de las esferas, que es la música no escuchada producida por la revolución de los planetas.2

La unión de la música y la poesía es otra concepción griega sobre el género musical. Eran prácticamente sinónimos.

Otros

También aplicó sus conocimientos de trigonometría a la construcción de astrolabios y relojes de so

Elementos: 1 - 25 de 28
1 | 2 >>

Contacto

ÉPOCA IBÉRICA, TURDAM historiaderequena@gmail.com