LOBETUM, el otro Estado ibérico dentro del ámbito del Cabriel. Javier Jordá Sánchez

05.12.2017 16:02

LOBETUM

Lobetum, la ciudad de los lobetani. Claudio Ptlomeo (S II d. C.) la sitúa al oeste del Sistema Ibérico (Mons Orospeda), hacia la mitad de éste; al norte la ciudad bastitana de Pucialia; al este de la ciudad celtíbera de Valeria; y al sur de la ciudad celtíbera de Laxta.

Algo que la diferencia con otras ciudades hispanorromanas de la Geographia de Ptolomeo, es que si bien todas eran adscritas a una región, como los edetani al noreste, los bastitani al sur-sureste y los celtiberi al noroeste y suroeste, en cambio Lobetum no lo fue.

El porqué de esta situación no es fácilmente explicable, ya que bien podría ser un fallo de transcripción de los datos aportados por el autor, como hemos visto que ha ocurrido en algunas ciudades hispanas del norte. Pero también podría ser que en la idiosincrasia de los lobetani hubiera sido en algún aspecto diferente al resto.

Buscando Lobetum

Para llegar a conclusiones sobre este tema, nos basamos en los datos de los que somos conocedores. Pero estamos abiertos a variarlas en el caso de que nos llegasen datos más aclaratorios de los que disponemos actualmente...

Teniendo como referentes a los oppidum hispanos citados por Ptolomeo en el S II d.C., la ciudad buscada debería seguir existiendo hacia esa época, aunque si fue una ciudad ibérica y posteriormente fue  romana, varió a lo largo del tiempo. Por tanto debemos buscar o bien una ciudad que fue ibera y también romana, o bien que fue ibérica en un lugar y fue romana en otro no muy lejano.

Observando otras ciudades ibéricas de igual relevancia, ésta debería tener una amplia superficie, de unas 6 hectáreas en adelante, podría situarse en un cerro amplio en altura o bien en una zona más llana, podría tener restos de hábitat desde la Edad del Bronce hasta la actualidad, podría haber sido creada en la primera edad ibérica y finalizar en la última o en la romana, o podría haber sido trasladada desde una primera ciudad ibérica hacia una nueva de ámbito romanizada.

Tendríamos que encontrar un contexto entorno a él que diese explicación a porqué se situó ahí.

Deberemos tener en cuenta también lo que nos relatan las Fuentes Antiguas, que en este caso es, como hemos mencionado, la Geographia de Claudio Ptolomeo (S II d. C)

Así mismo, son importantes las fuentes arqueológicas. Deberían aportarnos datos sobre la zona que estamos investigando, y acercarnos a conclusiones mejor certificadas. Estas fuentes arqueológicas las debemos buscar por donde nos indican las Fuentes Antiguas escritas, en este caso Ptolomeo.

Localizando Lobetum

El que estemos buscando Lobetum no quiere decir que, si hallamos una posible localización, ésta sea la definitiva. Sin datos tangibles y certeros al 100%, nunca se puede asegurar nada. Pero si podemos acercarnos lo bastante para ir completando un puzzle hasta que encajen las piezas.

En primer lugar vamos a localizar Lobetum y los lobetani según las coordenadas de la Geographia de Ptolomeo.

Lobetum y los lobetani, plasmados en un mapa según las coordenadas de Ptolomeo S II d.C.

Orográficamente los lobetani se sitúan al oeste de los Mons Idúbeda (Sistema Ibérico), hacia la mitad de estos montes, y al norte del final de los Mons Orospeda (Sistema Bético).

Respecto a otras ciudades del mapa de Ptolomeo se sitúa al norte de Pucialia (término de Enguídanos, CU), al este de Valeria (Valera, CU), al oeste de Osicerde (Cerro de las Majadas, El Castellar, TE), y al sur de Laxta (no localizada)

Lobetum, entre Osicerda, Putea (Pucialia) y Valeria en un mapa actual. Observamos la similitud de las ubicaciones con el mapa de Ptolomeo.

Si aplicásemos en un mapa actual las proyecciones de las coordenadas de Ptolomeo, Lobetum se encontraría en ese triángulo geográfico que queda entre Valeria, Osicerda y Pucialia (Putea), abarcando un territorio que se situaría al sureste de la Serranía de Cuenca, aproximadamente por La Serranía Media y Baja de Cuenca.

Si nos fijamos en los límites orográficos que circundan esta comarca, por el noreste claramente hay unos delimitadores importantes que son el río Turia y las montañas del Sistema Ibérico, a su paso por el Rincón de Ademuz, donde existen numerosos poblados y atalayas fortificados en altura iberos. Por el sureste otro delimitador sería el río Mira y las estribaciones que separan la pequeña meseta de la Tierra del Cabriel y el Magro, a la altura del Pico de Ranera, donde vigilan el territorio los potentes poblados fortificados en altura iberos de Sobrarias (Aliaguilla) y Molón (Camporrobles). Por el sur la confluencia de los ríos Mira, Guadazón y Cabriel, a la altura de donde se juntan los tres ríos, sería otra zona delimitadora. Allí encontramos vigilando el territorio al imponente poblado fortificado en altura de Cabeza de Moya (Enguídanos). Por el oeste hay dos posibles delimitadores que son el río Cabriel y el río Guadazón, entre los que quizás nos decantaríamos por el primero, debido a que su distancia desde la ciudad principal, según un territorio típico ibero, es más acertada, y a que éste produce una orografía complicada de superar, lo que indica un límite adecuado a una frontera natural.

Con esta información, y añadiendo unos kilómetros al diámetro de donde habríamos ubicado la posible localización de Lobetum para no quedarnos cortos, ahora debemos buscar un lugar arqueológico donde encontremos un oppidum de las características que hemos pedido anteriormente.

Así pues, dentro de un área comprendida entre los alrededores de los municipios de Mira, Talayuelas, Ademuz, Cañete y Cardenete sólo hemos encontrado un oppidum de estas características. En cambio, fuera y entorno a estos límites, equidistantes, localizamos varios de ellos.

Este oppidum del que hablamos está dentro del término de Moya, pero no es el cerro de Moya. (Según nos piden desde la administración, no indicamos la localización para protegerlo de los furtivos, aunque ellos saben de este sitio mucho antes que nosotros). Nada más observarlo desde las inmediaciones se percibe que fue habitado por los antiguos pueblos prerromanos, pues tiene las características de conocidos oppidum ibéricos como Asso, en Tolmo de Minateda (Hellín), o La Villa (Requena), o Saiti, en Játiva, o Saguntum, o Ilunum en Castillico de Villares (Elche de la Sierra), o Arcilacis en Molata de Casa Vieja (Puebla de Don Fadrique), o Begastri en Los Villaricos (Caravaca de la Cruz), o Basti en Cerro Cepero (Baza), u Oretum en Alarcos (Ciudad Real), o Parietinis en Peña del Castillo (Peñas de San Pedro), o Aras en Cerro Meca (Ayora).

Aunque no debemos olvidar que no todas las ciudades nombradas en Ptolomeo tuvieron esta tipología en cerro ni la extensión de estos oppidum, también debemos constatar que si existieron numerosos oppidum semejantes a ellos.

Al igual que los cerros oppidum homólogos citados, éste de Lobetum reúne las características ideales para ser una importante ciudad ibérica.

Diversos tipos de oppidum semejantes al del cerro de Lobetum

Características del cerro que le hacen candidato para ser el oppidum de Lobetum

-Es un cerro amesetado situado en el centro de una zona llana, por lo tanto es accesible para las rutas y sus habitantes, pero defendible en caso de ataque.

-Es el cerro con mejores condiciones naturales de su entorno para poder construir una ciudad bastante poblada, pues sobre él se extiende una planicie  extensa, de entre 7 y 8 hectáreas. Superficie similar a otros oppidum nombrados en Ptolomeo, e incluso está entre los de mayor tamaño de su tipología de cerro amesetado.

-A su alrededor podemos encontrar numerosos cerros medianos y pequeños fortificados en altura, y atalayas defensivas. Son todas menores que el cerro nombrado, y la encierran dentro de un territorio que lo circunda.

-Arqueológicamente, a pesar de no haber sido prospectado el yacimiento, se observa en superficie muchos restos de estructuras de construcciones iberas. A simple vista hemos podido observar dos torres, un foso y decenas de líneas de muros pertenecientes a viviendas y fortificaciones, algunos de los cuales de bastante longitud.

-Por su situación podríamos afirmar que estaría incluida en una ruta antigua que nombran las fuentes, como es el caso del Itinerario de Antonino número 31, que cruza desde Saltici (Chinchilla de Montearagón) hasta Ad Putea (hacia Putea) en un cruce de caminos cercano al río Cabriel en la comarca de la Tierra del Cabriel y el Magro. Desde ahí seguiría paralelo al río Cabriel, bordeando el río Mira u Ojos de Moya o Algarra, que pasa muy cerca del oppidum al que nos referimos. Y continuaría por el rincón de Ademuz, por donde podríamos ubicar la posterior población hispano-romana de Valeponga, hasta llegar al entorno de Teruel.

Esta misma ruta fue descrita en el S X, en época medieval islámica, por el cronista Ibn Sahih al Salath, siguiendo el viaje de Abderramán III desde Córdoba a Zaragoza. Se refiere a las acampadas que hizo su ejército a lo largo del trayecto, que enumeramos a continuación, partiendo desde Castulon:

Ruta de Abderramán III desde Castulon a Saraqusta

La ruta de Abderramán III (S X d.C.) y la de Antonino (S III d.C.) coinciden en su recorrido, aunque los lugares y poblaciones citados coinciden algunas veces, y otras son tan sólo cercanos. De tal manera que ambas rutas representadas sobre un mapa se superponen, como podemos ver en la siguiente imagen.

En verde las localidades del itinerario 31 de Antonino. En rojo los lugares de acampada de la ruta de Abderramán III.

La descripción que hacemos de estas rutas, nos sirve para averiguar que este oppidum ibérico del término de Moya estaba situado dentro de los límites que recorría la ruta 31 de Antonino desde Ad Putea (hacia Putea) hasta Valeponga (en el entorno del Rincón de Ademuz), lo cual le da una identidad geográfica.

Ahora bien, fue un oppidum que pervivió solamente, al igual que otras urbes ibéricas similares, hasta quizás el último siglo antes de Cristo, pues los restos arqueológicos, cerámica y edificios, así lo muestran. Por lo tanto, un elemento esencial para certificar que aquel cerro ibérico fuera Lobetum debería ser que su población fuera trasladada, como ocurrió en muchos de sus oppidum homólogos, hasta un hábitat próximo donde desarrollar un modelo urbano romanizado en los siguientes siglos. Y por la falta de información arqueológica, este aspecto histórico no hemos logrado documentarlo.

-Un aspecto que nos podría aclarar la funcionalidad del oppidum ibérico del que hablamos es el contexto económico sobre el que debió basarse este pueblo, pues la abundancia de minas de hierro a lo largo del territorio y el encontrar escorias de hierro fundido en el mismo entorno del oppidum, sumándole la aridez del terreno, nos hace pensar que debieron sostenerse con este tipo de minería e industria. Y que incluso podría ser este tipo de labor la que hizo que Lobetum tuviese un cierto renombre en época romana, ya que la densidad de población, a tenor de la no excesiva cantidad y tamaño de yacimientos arqueológicos que conocemos, no debió ser muy elevada. Conocemos de fuentes antiguas que hubo en la zona importantes minas de este metal, sobre todo entre Landete y Talayuelas.

-Otro aspecto que nos puede servir para intentar ubicar al oppidum ibérico de Lobetum nos lo da Estrabón cuando nos describe en su Geografía (III.5) “el individualismo de los iberos, divididos en pequeñas tribus y reinos, que por orgullo no se mezclaban entre sí...”. Arqueológicamente esto lo podemos observar en la distribución geográfica de sus ciudades principales, pues se disponían en una equidistancia proporcional y geométrica entre ellas. En un radio de unos 40 ó 50 kilómetros aproximadamente no existía otra ciudad de su misma importancia política, aunque a veces en territorios muy poblados pudieron incluirse algunas otras también grandes. En el caso del cerro del oppidum del que hablamos, es el único de su envergadura en el entorno que la rodea.

Cerro de Lobetum

Conclusiones

Averiguar dónde pudo estar localizada Lobetum tiene un interés especial para nosotros porque fue una ciudad o ciudad-estado ibérica cuyo territorio fue el vecino del territorio ibérico que ocupó lo que hoy es la comarca de la Tierra del Cabriel y el Magro. Si averiguamos quiénes eran ellos, nos daremos una idea de quiénes fueron los nuestros.

Sabemos que existió una ciudad ibero-romana que se llamaba Lobetum porque lo menciona Claudio Ptolomeo en su obra “Geographia”, del S II d.C. Podemos localizar este oppidum en un área que comprendida en el sureste de la provincia de Cuenca, según sus coordenadas.

En esa área, sólo hemos encontrado un oppidum de gran tamaño que pudiese identificarse con la tipología que reúnen los de época ibérica de su misma tipología, y se encuentra en el término municipal de Moya (Cuenca). Es un cerro amesetado de unas 8 hectáreas de superficie poblada, aunque no existen datos de excavaciones arqueológicas que nos puedan aclarar sus rastros históricos. Aun así, en superficie se ven restos cerámicos de varias épocas ibéricas, aunque no de cerámica romana, por lo cual no nos atrevemos a datarlo, pero sí a percibir que fue abandonado antes de ser nombrada en el S II d.C. por Ptolomeo.

Para que un oppidum haya sido citado por Ptolomeo debe haber llegado como un conjunto urbano hasta el S II d.C., y en estos momentos, desconocemos dónde pudo ubicarse esa población romana, pues no hay datos arqueológicos que nos la muestren. Este conjunto urbano, según hemos visto en otros ejemplos similares, debería haber sido trasladado a no mucha distancia del cerro del que hablamos.

Así que elegimos como localización más probable del Lobetum ibérico a este cerro del término municipal de Moya, y pensamos que el Lobetum hispano-romano no debe andar muy lejos. Su territorio ejercería de vecino noroeste del ibérico sobre el que se superpone hoy en día la Tierra del Cabriel y el Magro.

Vista aérea del oppidum del posible oppidum ibérico de Lobetum

*Yacimientos celtiberos del valle del rio Cabriel, desde Salvacañete a Villar del Humo. Mariano López Marín

*Un itinerario de Córdoba a Zaragoza en el S X, Jesús Zanón.

*(Agradeceríamos que quienes utilicen esta información para sus trabajos propios, nos citen como referencia, si no es molestia)

Autor: Javier Jordá Sánchez

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