Trazando los límites de nuestro Estado Ibérico, por Javier Jordá Sánchez. Requena y la Meseta del Cabriel.

08.06.2015 16:34

NUESTRO  ESTADO  IBÉRICO.  Requena  y  la  meseta del  Cabriel.

Capítulo 1

IBEROS, CELTAS, CELTÍBEROS. ¿QUÉ FUIMOS EN REQUENA Y LA MESETA DEL CABRIEL?

  En principio, los iberos han sido tal desde que antiguos escritores, las “fuentes” históricas, los nombraron así para distinguirlos de los pueblos del interior de la Península Ibérica. Heródoto nombra en S V a.C. a Iberia, refiriéndose a la zona de Huelva. Para Polibio en S II a.C. Iberia era la parte costera mediterránea. Para Estrabón en S I a.C. Iberia era toda la península. Rufo Festo Avieno en S IV d.C. dice que “era llamada ahora Hispania en lugar de Iberia por algunos”. Tito Livio en S I a.C. nombra a la península como Hispania.

  Estos autores nombran a distintos pueblos iberos variando sus topónimos según época y autor como: celtíberos, carpetanos, olcades, lusitanos, beribraces, vascones, ceretanos, castellani, astures, edetanos, contestanos, turdetanos, turbuletes, ausetanos, vacceos, ilergetes, ilercavones, pelendones, belos, titos….Pero cuanto más antigua es la “fuente”  parece referirse más a ciudades que a regiones, como Helmántica, Munda, Astagi, Carteia, Segeda, Numantia, Saguntum, Turdam, etc… E  incluso las únicas referencias toponímicas iberas que han llegado hasta nosotros grabadas por ellos y en su propia época, son las monedas. Al correr el tiempo tendremos referencias latinas de ellos, pero, en epigrafía ibérica, del S IV, III, II y I a.C., principalmente las monedas, pues sobre otras superficies materiales son escasas y aún no aclaradas. Las primeras monedas iberas fueron acuñadas a imitación de las dracmas griegas en Emporiton (Ampurias, Gerona) entre 450-425 a.C. en escritura griega, y en el sur en escritura púnica, y las acuñaciones en signatario ibérico no se dieron hasta finales del S III a.C. (215-210 a.C.), con la 2ª guerra púnica. Pero sobre todo, las acuñaciones en signatario ibérico se dieron en la 1ª mitad del S I a.C., en plena ocupación del imperio romano en la península. En S I a.C., las ciudades iberas aún perduraban, la política y costumbres romanas se habían impuesto, pero los hábitos y las tradiciones iberas no habían desaparecido. Estas monedas pudieron hacer referencia a las “regiones” que nombran las fuentes históricas citadas, pero no es así, las cecas que aparecen grabadas en signatario ibérico no hacen relación a las grandes regiones nombradas por Claudio Ptolomeo en su Geographia en el S II d.C. o Avieno en S IV d.C. , sino a ciudades (o ciudades-estado´), que sí nombran como tales muchas veces estos autores, como Secobirices(Segóbriga), Orosis, Secaisa, Arse, Iltircesgen, Bilbili, Beligiom, Turiasu, Barscunes, Bencota, Bolscan, Emporion, Icalosgen, Saiti, Alagun, Ildugoite, Celse, Lacine, Setei, Usecerte (Osicerda), Ercávica, Damaniu, Contebacom Carpica, Kelin, Gili, Icesancom, Belaiscom, Arecoraticos, Caisesa, Bornescom, Arcailicos, Coloniuocu, Loutiscos, Secotias, Teitiacos, Usamus, Ecualacos, Ocalacom, Segisanos, Tabaniu, Caiscata, Calacoricos, Caralus, Cueliocos, Letaisama, Oilaunicos, Olcairun, Titiacos, Varacos, Virivias, Ildiraca, Laiesgen, Castele, Launi, Tanusia, Urcesgen, Ildurir, Unticesgen, Baitolo, Ilduro, Lauro, Eso, Iltirta, Abarildur, Cesse, Masonsa, Caio, Araticos, Bursau, Nertobis, Samale, Tertacom, Nerongen, Ebora , (74).

  Para mí, ¿qué quiere decir todo esto? Pues que la distribución geográfica-política del mundo ibero estuvo más relacionada con el ámbito de las ciudades-estado que a la pertenencia a un grupo “regional”, hecho que se dio después, rigiendo los destinos de Iberia los estrategas romanos. El hecho de que hasta casi el cambio de milenio en el S I a.C., según comprobamos en las leyendas de las monedas ibéricas, la referencia a topónimos geográfico-políticos sea hacia ciudades, que representan a unos linajes o grupos sociales, y que conformaban un área suficiente para mantener una economía, un ejército, un poder político, una entidad propia, una identidad, es decir, un “pequeño Estado”.

  Con todo esto, se puede hacer un compendio para auscultar qué tipo de entidad político-geográfica pudo comprender Requena y la Meseta del Cabriel.

  Primero, a la típica pregunta de si fuimos iberos, celtas o celtíberos, habría que responder que depende. El hecho no es tan definitorio, pues esas denominaciones fueron incorporadas por fuentes históricas exteriores antiguas, mientras que la realidad interna decía otra cosa. La realidad de una continuidad de habitabilidad en los mismos lugares desde el II milenio a.C. hasta el S I a.C., de unas poblaciones fijas, de unos mismos linajes ancestrales. Tuvieron su propia denominación, que los colonizadores e invasores foráneos generalizaron llamando iberos o celtas. Y también incorporaron otras denominaciones “regionales” que, esta vez sí, están más implicadas toponímicamente con la realidad de esa sociedad nativa propia. Por ejemplo, la Edetania fue llamada así porque la “caput” (palabra latina que para mí, en este contexto, significaría “ciudad límite más lejos de Roma”) de esta región fue el oppidum (ciudad fortificada) de Edeta (Cerro de San Miguel, Liria, Valencia); la Bastitania, que por la misma razón su “caput” fue Basti (Cerro Cepero, Baza, Granada); o la  Celtiberia, a la que debieron llamar así porque sus tierras limitaban con la Iberia primeramente romanizada (finales de S III a.C. a 1ª mitad del S II a.C. ), cuyo linde era aproximadamente la Cordillera Ibérica (Idubeda) al Este, y con los pueblos más celtizados de la franja de la Cordillera Cantábrica (Vindius) al Norte, igualmente caput se da en los ausetanos (Ausa), oretanos (Oretum), Ilergetes (Ilerda). Y otros, laietanos, vacceos, lusitanos, pelendones, vascones, ceretanos…  cuya derivación toponímica es menos clara.

Mapa de Ptolomeo de Hispania y sus ciudades S II d.C. (realizado por Javier Jordá Sánchez)

 

Capítulo 2

VISIÓN EXTERNA E INTERIOR DEL ESTADO IBÉRICO. REQUENA Y LA MESETA DEL CABRIEL.

Las ciudades como núcleo de los territorios-estado ibéricos.

  Para confirmar lo planteado en el capítulo anterior, debemos hacer uso tanto de la arqueología como de las fuentes históricas. Empezando por estas últimas, todos los autores que relatan los acontecimientos de la 2ª Guerra Púnica hablan de ciudades ibéricas relacionadas con diversos sucesos históricos. Mi preferido, Tito Livio -autor contemporáneo a César Augusto(S I a.C.),  que consultó a autores que vivieron algunos de estos acontecimientos, como Polibio(S II a.C.), no se refiere a los territorios nativos como estas regiones antes mencionadas con fronteras o límites, sino como gentilidades, o ciudades. O también gentes dependientes de  líderes como Andobeles y Mandonio (reunieron guerreros ilergetes y ausetanos), o Culcas (consiguió ser jefe de 28 oppidum de Beturia, zona celtizada del sur, alcanzando el mayor número de ciudades bajo un solo mando), o Luxinio (jefe de las ciudades de Carmo y Bardo), o Attenes (jefe de los turdetanos mercenarios de los romanos, que huyeron hacia sus tierras del norte abandonando a estos a su suerte ante los cartaginenses), o Budar y Besadines (jefes de un ejército ibero que luchó contra Quinto Minucio junto a la ciudad de Turda), o Cerdubeles (régulo de Cástulo), u Orison (régulo de los oretanos, de la ciudad de Oretum), o Edecon (régulo de los edetanos, según parece del oppidum de Edeta). En estos dos últimos casos es relevante que el nombre de los régulos sea una prolongación del topónimo de su ciudad, o a la inversa.

  Por su parte, la arqueología ha podido rescatar algunas de aquellas antiguas ciudades, que fueron cabeza de unos territorios con peculiaridades económicas, religiosas y políticas, que tendrían sus costumbres particulares e, incluso, pudieron formar sus propios ejércitos. Aquí cerca tenemos algunos ejemplos de ciudades que han visto la luz de nuevo a través de la arqueología: el Cerro Meca de Ayora, el Tolmo de Minateda de Hellín, Saguntum-Edeta de Sagunto y Liria, etc.; y alejándonos del territorio estrictamente ibérico, otros como Segeda, Numantia (Garray, Soria), Pallantia (Palencia), etc…

 

La Meseta del Cabriel en época ibérica: el poblamiento de las zonas centrales

A partir de esa visión general,de la que deducimos una estructuración del territorio durante la época de la Edad del Hierro basada en ciudades con territorios dependientes en torno a ellas, podemos plantearnos si la Meseta del Cabriel y sus tierras aledaños configuraron algún tipo de organización territorial de ese tipo.Observando los yacimientos arqueológicos y el territorio donde se ubican, y estudiando las fuentes históricas, podremos llegar a algunas conclusiones.

  Lo primero que detectamos es el elevado número de poblamientos y hábitats de la Edad del Hierro en las zonas centrales y poco elevadas de la comarca, desde la sierra de la Bicuerca hasta las ramblas de los Duques y los llanos de Campo Arcís, pasando por los parajes de las Muelas de los Isidros, la vega del Magro y las vaguadas de Rebollar, donde encontramos varias grandes poblaciones iberas de las que disponemos pocos datos.

  El único yacimiento que ha sido algo más estudiado es el de los Villares de Caudete de las Fuentes, de unas 10 hectáreas de extensión, que fue habitado hasta las guerras sertorianas - primera mitad del S I a.C.-. Su oppidum fue arrasado varias veces, gracias a lo cual se han encontrado numerosos restos ocultos, con importante información histórica, como plomos con escritura ibérica, vasijas con dibujos excepcionales, monedas, un casco de plata, etc.

   Otros poblados de considerables dimensiones, pero poco estudiados son: La Villa (Requena), de unas 7 hectáreas; El Moral (Rebollar, Requena) con 7 hectáreas de dispersión cerámica; y la Muela de Arriba (los Isidros, Requena), de un número de hectáreas no seguro, pero cuyo área de dispersión cerámica ronda las 25 hectáreas. Junto a ellos existen en este mismo entorno numerosos puntos arqueológicos, como los existentes en el extenso llano de campo Arcís, con diversos yacimientos sin estudiar. Todo ello denota la gran densidad de población que existió en época ibérica, aún más que en la romana.

Gran poblado ibérico de Cerro Meca (Ayora), centro comercial y político de su territorio.  El área territorial de su Estado ibérico fue lindante con la que hubo en la Meseta del Cabriel.  En la foto carrileras labradas en la piedra para poder subir los carros a lo alto del cerro.

 

Capítulo 3

TRAZANDO LOS LÍMITES DEL ESTADO IBÉRICO. REQUENA Y MESETA DEL CABRIEL

Límite norte

   Importante también es observar que alrededor de estas zonas llanas, en época ibérica (y del Bronce) hubo unos poblados en altura de una cierta relevancia, de fuertes muros y con una visibilidad que le permitía una perfecta vigilancia. Eran poblados que yo llamaría de “frontera débil”, que por su situación no impedían el paso en sí de los visitantes, pero vigilaban todas las circunstancias que discurrían a sus pies, entre otras el permiso de atravesar mercancías de unos “estados” a otros, y que enlazados entre sí por una línea visual imaginaria, trazaban esta “frontera débil” que  bordeaba en círculo el río Turia, el río Cabriel desde su confluencia con el río Mira, hasta la confluencia del río Magro con el río Mijares, y desde allí sube hacia el Norte por las Sierras de Siete Aguas hasta el enlace del río Reatillo con el río Turia. Debieron existir unos tratados ya ancestrales ya cambiantes, entre ellos, a través de los cuales mantuvieron unos lazos especiales ante los que aún estando separados, eran la misma “gente”. De este tipo de poblados en altura  podemos observar, dentro de Requena y la Meseta del Cabriel, hacia sus cuatro puntos cardinales. En el límite norte estuvo el impresionante poblado ibérico en altura de “ La Atalaya” de unas 2 hectáreas de superficie, cerca de Villar de Tejas y Benagéber, entre los ríos Reatillo y Turia. Su misión, controlar el valle del Turia y las estribaciones del Sistema Ibérico, lo que hoy sería la zona sur de la comarca de Los Serranos. Siguiendo una hipotética línea imaginaria hacia el oeste paralela al cauce del Turia, en su lado sur, a unos 6 kilómetros encontramos el poblado en altura de Punto de Agua en Benagéber, y a otros 6 de éste otro similar, Los Castillejos, que nos indicaría la delimitación fronteriza en el río Regajo, sobre el que está situado. Y a unos 6 kilómetros hacia el sur llegaríamos a los cerros “gemelos” de San Cristóbal y Cerro Carpio en Sinarcas, con sendos poblados fuertemente fortificados sobre ellos, foso incluido, el primero de unas 1,5 hectáreas y el segundo de unas 0,7 hectáreas, que por su posición hacían el efecto de un gran pórtico natural de vigía y defensa del llano de Sinarcas-Casillas de Ranera, zona de cultivos e industria en época ibérica, frente al camino que discurría entre ellos y se adentraba hacia la Meseta del Cabriel. Y aquí, en este llano es donde apareció la gran pieza ibérica de la comarca, la famosa “Estela de Sinarcas”, que es una magnífica losa pétrea semicircular alargada, que  conserva en buen estado un escrito en signatario ibérico. De ella se ha dicho que perteneció a una necrópolis o un enterramiento, pero no existe tal en el sitio donde se halló, el “Pozo Viejo o Concejil” en la salida de Sinarcas hacia el noroeste, y sí al otro lado del pueblo, al sur, bajo los “cerros gemelos” ibéricos, hacia Los Chotiles y la “Cañada del Pozuelo”, donde aparecieron dos lápidas funerarias latinas, una de ellas con un gentilicio ibérico, “F. Viseradin”. En mi opinión esta estela pudo ser un hito o mojón indicativo de límites entre poblaciones iberas, y en el que parece expresar un acuerdo de derecho de paso de transportes comerciales por el territorio.

  Continuando hacia el oeste, en el término de Aliaguilla, a 9 kilómetros en línea recta, cruzando el llano de Sinarcas y tras la línea de la sierra que empieza en La Relamina, encontramos otro imponente poblado ibérico en altura de fuertes murallas e importante extensión, Sobrarias. Al igual que sus homólogos, su línea de visión sobre sus alrededores es amplia. Sobre éste, mi duda es si perteneció a nuestro Estado ibérico o al Estado ibérico vecino del oeste, pero su función en este sentido parece clara. El caso es que a unos cientos de metros de él hacia el este, se conserva un morrón de defensa o torre que vigila impertérrita la llanura de los “cerros gemelos” de San Cristóbal y Cerro Carpio de Sinarcas. Vigilancia y defensa.

  Y desde estos límites, desplazándonos hacia el suroeste en dirección hacia el río Cabriel, nos encontramos con otros dos poblados ibéricos en altura Los Castellares (Mira) y El Molón (Camporrobles). Este último muy bien estudiado, excavado y puesto en valor por el equipo de A.J. Lorrio. En él podemos ver la restauración de unas potentes murallas y la típica torre de cerramiento del poblado ibérico en su extremo, ante el foso-cantera. Es otro ejemplo de poblado defensivo y de vigilancia, con una gran visibilidad sobre las sierras que bajan hacia el Cabriel y hacia Sobrarias-Sinarcas. Fue por tanto un poblado ibérico de control de límites, de un cierto tamaño, comparable a sus homólogos antes citados.

  Desde El Molón, a 7´5 kilómetros en línea recta hacia el oeste llegamos hasta Los Castellares (Mira), y desde aquí, a otros 4 kilómetros en la misma dirección llegamos hasta el cauce del río Mira u Ojos de Moya. Este río parece hacer de límite geográfico, pues discurre paralelo a estos poblados en altura desde Sobrarias hasta su confluencia con el río Cabriel a la altura de Enguídanos, y en un puntal de esta confluencia, en lo alto de un meandro, se sitúa un altivo poblado ibérico, que ocupa un punto crucial en ramales viarios y en límites fronterizos, Cabeza de Moya (Enguídanos). Su visión sobre los 4 puntos cardinales es muy extensa, y vigilaba al Estado vecino ibérico, aunque no me atrevería a asegurar si al del lado oeste del río Cabriel o del este del río Mira. Cabeza de Moya debió ser un punto importante de referencia entre límites de Estados ibéricos.

  Límites naturales y a su vez límites políticos suelen ser los accidentes geográficos, principalmente los ríos, entre otros varios. Y éste es el lugar desde donde comenzaría la línea divisoria natural de las vertientes del río Cabriel, cuyo curso representaría la mayor parte de línea divisoria del hipotético Estado ibérico de la Meseta del Cabriel.

Desde el cerro de La Atalaya (poblado ibérico en altura), mirando hacia el norte, se vigila toda la vertiente del río Turia, y hacia el sur se ubica nuestro Estado ibérico.

 

Capítulo 4

TRAZANDO LOS LÍMITES DEL ESTADO IBÉRICO. REQUENA Y MESETA DEL CABRIEL

Límite oeste, desde la confluencia de los ríos Mira y Cabriel, hasta la confluencia del Cabriel y el Júcar.

 

  Recorriendo el curso del Cabriel hacia el sur, a unos 13´5 kilómetros en línea recta, llegaríamos al poblado ibérico de Contreras (Minglanilla), un poblado en altura situado en el viario natural de paso entre la Meseta Castellana y la Meseta del Cabriel, el paso de Contreras. Un punto esencial de comunicaciones viarias desde siempre para cruzar el río Cabriel.

  Desde el poblado entre cruces de caminos de Contreras, descendiendo hacia el sur, se bifurcan dos vertientes. Hacia el Oeste baja el serpenteante río Cabriel, y hacia el este la Sierra del Rubial y el pico del Moluengo. Las dos vertientes se separan en una franja que corresponde a la pendiente que desde la meseta baja hacia el cauce del río, de unos 8 kilómetros  de anchura de media, en la que no aparecen yacimientos arqueológicos, allí no hubo poblamiento ibérico apenas. Los poblados tan sólo empiezan a darse o en el mismo cauce del río o en la continuación de la Sierra del Rubial hasta la confluencia de las ramblas de Alcantarilla, Los Morenos y Albosa.

  En los siguientes 52 kilómetros (en línea recta) del curso del río Cabriel, aparecen una serie de pequeños poblamientos en llano, sin utilidad defensiva, sino más bien, explotaciones económicas, situados generalmente en vados, por lo que quizás estuvieran relacionados con las rutas viarias del sur (Fuenseca, Vadocañas, Rincón del Ramo, Tamayo, Villatoya, Casas de Caballero, Taray, Telezna). El caso es que da la impresión que las zonas sur, sur-oeste de este Estado ibérico no necesitasen un sistema defensivo como el que podemos observar en las zonas noroeste, norte, noreste, este y sureste. (*Aún no le encuentro explicación a esto, pero observando la Geographia de Ptolomeo, las zonas defendidas lindarían con Celtiberi, Lobetum, Edetani y Contestani; y la zona no defendida, lindaría con Bastetani, a la que según este autor pertenecería nuestro Estado ibérico).

  Y los poblados que parten desde la Sierra del Rubial son numerosos y bien habitados a lo largo de unos 35 kms  (línea recta). Encontramos a 8 kilómetros de Contreras otro poblado ibérico en altura, el de Moluengo. Se diría que es el último poblado ibérico con función de vigilancia territorial en la zona sur de la Meseta del Cabriel. Cerca de él el santuario ibérico de Cueva Santa y la vereda de Vadocañas.

  A partir de él empezamos a encontrar en primera línea del territorio ibérico poblamientos o hábitats en zonas más bajas o llanos, coincidiendo en paralelo con las franjas sin poblamiento de las que hablábamos anteriormente. A 2 kilómetros, el centro de producción cerámica ibérico de Casillas del Cura, y después aparecen una serie de poblamientos que parecen relacionados con explotaciones agrícolas, a lo largo del descenso de la rambla de Albosa hacia su unión con las otras dos ramblas hermanas de Los Morenos y Alcantarilla, como son Fuente de la Reina (Venta del Moro), Hermanillo y Los Vallejos (Casas de Pradas), El Zoquete y El Campamento (Los Cojos), Los Olmillos y El Relame (Los Isidros). Y a continuación la misma rambla Albosa nos conduce hasta la confluencia de las tres ramblas, donde encontramos otros poblamientos ibéricos en llano, el más sureño el de Solana de Cantos, zona de concentración de producción y explotación económica de la época.

  Y seguimos a lo largo de 9 kilómetros (línea recta) sin hábitats conocidos, hasta llegar al Carrascalejo, otro poblamiento ibérico en llano, justo donde nos cruzamos con la antigua Vereda Real que discurre bordeando la mayor parte de las zonas más pobladas del territorio ibérico. Y 1 kilómetro más al sur descubrimos, después de unos 52 kilómetros, el primer poblamiento en altura de vigilancia del territorio, de pequeño tamaño, Peñas Claras. Su función es perceptible, ya que en este lugar coinciden dos aspectos: 1º/ que es donde el río Cabriel gira hacia el sur, para en 10 kilómetros confluir con el río Júcar en Cofrentes, y perderse; y 2º/ que cerca pasa la Vereda Real llegando desde territorios lindantes.

  Por lo tanto hemos llegado a un punto neurálgico relevante. Si lo analizamos geográficamente, hasta él llegan, desde el oeste el río Cabriel, zona de lindes; desde el sur un viario natural desde Ayora, donde se ubica el cerro Meca, importante centro económico ibérico territorial; desde el este el que viene de la Muela de Cortes y la Sierra Martés, y también la vía de comunicación del valle de Hortunas, con el río Magro de referencia de viario hasta el Mediterráneo; y desde el norte el que venía desde el centro del territorio propio, la zona más poblada, ya desde el Llano de Campo Arcís por La Portera, ya desde la vaguada de Rebollar-Requena por los cortados del río Magro. Si lo miráramos en un mapa según la Geographia de Ptolomeo del S II d.C., estaría en la esquina noreste de Bastetania lindando con noroeste de Contestania; pero ya digo, en S II d.C.

Siguiendo el curso del Cabriel, de estos poblamientos en llano que hemos estado viendo a lo largo de él en esta zona sur, los dos últimos están en Casas del Río, Telezna y Terraza de Conejeras. En este punto, la franja despoblada de la que hemos estado hablando anteriormente, se acaba, y empiezan a darse poblamientos ibéricos que bajan hasta acercarse. A unos 5 y 3 kilómetros de estos poblados, se sitúan, en sendos puntales, 2 poblamientos de pequeño tamaño tipo atalaya de vigilancia del territorio, que se sitúan paralelas al corredor de Los Pedrones, la vía natural de paso desde el Valle de Cofrentes hacia la Meseta del Cabriel, y por cuyo seno discurre la Vereda Real, un muy antiguo camino. Este paso natural de Los Pedrones y La Portera recorre de norte a sur una franja de entre 4 y 6 kilómetros de anchura, y unos 12 kilómetros de longitud, entre los que no hay restos de poblamiento ibérico. Y volvemos a encontrar restos de poblados ibéricos es al otro lado de esta franja, en el  este, junto a Los Pedrones, Casas de Soto y La Cabezuela, todos ellos de entre 1 y 2 hectáreas de extensión. Da la impresión de que hubieran dejado esta franja vacía por alguna razón, quizás viaria.

Los “Cuchillos” del río Cabriel. A partir de aquí se acaban los poblados ibéricos en altura vigilantes de los límites territoriales de nuestro “Estado ibérico” y, siguiendo el curso del río, no se retoman hasta 52 kilómetros después. El sur estaba libre.

 

Capítulo 5

TRAZANDO LOS LÍMITES DEL ESTADO IBÉRICO. REQUENA Y MESETA DEL CABRIEL

El Pico de los Ajos, extremo suroeste de nuestro “Estado” ibérico.

 

  El poblamiento ibérico de La Cabezuela, “Rincón de Mira”, es el situado más al sur de nuestra línea de poblados ibéricos. Frente a él se visualiza, a unos 3,5 kilómetros, el comienzo de la Muela de Albeita, prolegómeno del macizo de la Muela de Cortes, ambas separadas por el río Júcar. Es una lástima que no estén bien estudiados los yacimientos arqueológicos de Cortes de Pallás, pero aún así tenemos información de poblamientos ibéricos o broncíneos en altura, tipo atalaya, en el recorrido desde Rincón de Mira hasta Castilblanques, lo cual implica que volvemos a tener elementos de vigilancia como los que habíamos abandonado entre Contreras y la Sierra del Rubial, unos 60 kilómetros antes. Se nos presenta aquí un elemento geográfico de separación natural que sería la Rambla del Real , la cual recorre la vertiente de la Muela de Albeita, viniendo desde la Rambla Ripia, que pasa por Castilblanques y Viñuelas, a su vez proveniente de la Sierra Martés, donde está ubicado el impresionante poblado ibérico en altura del Pico de los Ajos.

  En el Pico de los Ajos se sitúa un gran poblado ibérico de unas 7 hectáreas de extensión, por cuyos pies transcurre también la Vereda Real. Dispone de una visibilidad amplísima hacia los cuatro puntos cardinales. Es un punto neurálgico en un lugar geográfico diferenciador, porque la Sierra Martés nos separa de la Muela de Cortes al sur; de la bajada a los llanos valencianos al este; y de las estribaciones de las montañas de Siete Aguas que lindan con los llanos de Buñol y de la Meseta del Cabriel al norte.

  Incluso se podría decir que se situaba entre los límites de Edetania al noreste, de la Contestania al sureste y de la Bastetania al oeste; si tenemos en cuenta que estas denominaciones tipo “regionales” serían sólo un indicativo por su relatividad en el tiempo, ya que aparecen así denominados en periodos ya avanzados, en la Geographia de Ptolomeo del S II a.C. Estosería tres siglos después de las guerras sertorianas, guerra civil republicana donde los derechos de los pueblos prerromanos perdieron definitivamente su validez, y las poblaciones en altura  defensivas bajaron definitivamente a los llanos. La “Pax romana”.

El hecho de que el poblado del Pico de los Ajos estuviera en ese punto neurálgico le convierte en un bastión de cruce de caminos, fronterizo y de importancia, quizás por lo cual su superficie fue tan grande. Esto me lleva a cuestionara qué demarcación ibérica o “Estado” ibérico habría que adscribirlo.

En principio, admitiendo la teoría de esos espacios que denomino “Estado-ciudad” ibéricos, tendríamos dos oppidum ibéricos centrales en tierras limítrofes en las que deberíamos fijarnos:

1/ Por el lado este, el importante oppidum ibero-romano de La Carencia de Turís, de unas 8 hectáreas de extensión, de cronología entre S V a.C. a S II d.C. , en cuyo entorno existieron numerosos poblados menores ligados a él, pero cuyo sistema de distribución poblacional parece distinto al que se presenta en la Meseta del Cabriel. Todo gira en torno a una sola gran población situada en un alto cerro en medio de la llanura, mientras que en nuestra meseta se encierran varias grandes poblaciones iberas o ibero-romanas en llano o a baja altura, protegidas exteriormente de otros poblados en altura bien fortificados de mediano tamaño.

2/ Por el noreste, a más distancia, el importante poblado ibérico del Tosal de San Miguel (Liria), que fue la antigua Edeta de Ptolomeo desde el S VI a.C. hasta 76 a.C. (desde entonces desplazado a la actual Liria). Aquí tenemos la misma circunstancia de un poblado ibérico en altura de importante extensión, unas 10 hectáreas, rodeado de poblamientos menores tanto de tipo atalaya de vigilancia como de explotaciones económicas. Aunque habría que tener en cuenta la cercanía de la también importante ciudad ibérica de Saguntum (quizás Arse), de tan sólo 28 kilómetros, lo que indicaría compartir territorio.

El caso es que los territorios de Edeta-Saguntum y La Carencia lindaban sur con norte, y al oeste ambos con el de la Meseta del Cabriel.

  A partir del Pico de los Ajos o Sierra Martés, situado a 1086 metros de altura, hacia el este, la altura sobre el nivel del mar empieza a descender bruscamente hasta los 500-600 metros de altura en tan sólo 3 kilómetros de andadura, donde el cambio de modelo topográfico pasa de montañoso a llanura. Lo cual es motivo  de separación geográfica natural.

  Entonces, el Pico de los Ajos, por su gran tamaño y posición, ¿sería un oppidum independiente o un poblado grande en altura de vigilancia o fronterizo, perteneciente a una u otra demarcación ibérica?

  Para ello deberíamos auscultar su entorno:

  1/ En la línea imaginaria que llevamos trazando desde el Pico de la Atalaya hasta aquí, parece haber una continuidad. Si la trazásemos, el Pico de los Ajos pasaría por ella. Y, como veremos, esa línea giraría sobre su misma ubicación hacia el norte, donde nos iremos encontrando más poblados en altura.

  2/ Geográficamente está más ligado a la Meseta del Cabriel, porque trazando sendas líneas oblicuas con ángulo de 90 º, una hacia el río Cabriel y otra hacia la Sierra del Tejo, el Pico de los Ajos está justo en su vértice. Es decir, coincidiría en el punto exacto del ángulo sureste de esa demarcación o Estado ibérico-

  3/ El yacimiento arqueológico dispone de elementos similares a los de otros de la zona. Sí, pero esto no debería ser determinante, por la gran cantidad de intercambio comercial que se dio en aquella época.

4/ El poblado, como unidad aislada, ¿tendría capacidad suficiente para su pervivencia?. Pues para el tamaño de las áreas de influencia de otros poblamientos importantes de alrededor de 7 hectáreas de dispersión cerámica, cercanos, no. Su zona de explotación económica, sería montañosa y poco productiva. También poco extensa, ya que a sólo 12 kilómetros hacia el noroeste se sitúa el poblado ibérico en altura de Castellar de Hortunas, claramente perteneciente a nuestra demarcación ibérica. Y hacia el norte, a 4´5 ó 5´5 kilómetros,  nos encontramos con el cauce del río Magro, hasta el cual nos lleva una topografía muy accidentada, igualmente difícil de cultivar. Por tanto su área económica sería ínfima, causa para pertenecer a un ente territorial mayor.

Pico de los Ajos, Sierra Martés (Yátova-Venta Gaeta). Gran poblado ibérico en altura en cuyo seno aparecieron varios plomos con escritura ibérica. Punto neurálgico entre varias demarcaciones o “Estados” ibéricos.

 

Capítulo 6º

La franja deshabitada que separa tres Estados ibéricos y la “otra” Kelin.

  Y desde el pico de los Ajos hacia el norte, nos encontraríamos en las montañas que unen dos importantes sistemas de cordilleras de la Península Ibérica, viniendo desde el sur el Sistema Bético, llamado por Ptolomeo “Orospeda mons”, y desde el norte el Sistema Ibérico, llamado por Ptolomeo “Idúbeda mons”. Estos frondosos e irregulares montes, sirven de diferenciador natural de los llanos del este de Valencia con la Meseta del Cabriel, disponiendo tan sólo de una zona llana que sirve de paso natural desde tiempos inmemoriales, el llano de Rebollar-Siete Aguas. Zona ésta que claramente se diferencia por su mayor densidad de población respecto a las zonas montañosas. Siguiendo esta línea imaginaria de unidades poblacionales, desde Pico de los Ajos, a 5´5 kilómetros, justo sobre el curso del río Magro (del que hablaremos), encontramos otros dos poblados ibéricos en altura de vigilancia, Collado del Viudo y Peñón de Mijares, en el término de Yátova, y que sepamos, ningún otro a su alrededor. Haría doble función, de contacto con Pico de los Ajos y otras atalayas, y control de la ruta viaria del Magro.

  Y si seguimos en línea recta hacia el norte, nos encontramos un poblado defensivo en altura que no hemos visitado, el Alto de Cantacucos, pero por lo que sabemos es de la Edad del Bronce, así que de momento no nos sirve, a pesar de estar situado en  el lugar donde esperaríamos que hubiese un puntal ibérico, a 5´5 kilómetros de las anteriores atalayas. Cantacucos está a casi 1000 metros de altura, y en 1 kilómetro se baja hasta los 700 metros de altura, ya en la vaguada de Rebollar-Siete Aguas.

  Hemos llegado a la vaguada o paso natural muy antiguo, de siempre, que rompe con las montañas del sur y del norte que hemos nombrado antes. Este llano estuvo muy poblado en época ibérica, pero parece que se concentra en la zona oeste, hacia Rebollar, donde existe un buen número de yacimientos ibéricos, dedicados la mayoría a explotación comercial, ya industrial (cerámica) ya agrícola, y debieron estar relacionados con el gran poblado ibero-romano del Moral, al pie del Pico de La Cárcama. Mientras que hacia el este, por Siete Aguas, apenas se perciben yacimientos, es como si hubiese un exterior y un interior. Si no contamos con Cantacucos, por pertenecer a la Edad del Bronce, esta vaguada no tiene poblados ibéricos en altura conocidos.

  A partir de ellos, tras la vaguada, se retoma otra franja montañosa de norte a sur, con una anchura de entre 12 y 13 kilómetros de media, en la que no conozco yacimientos ibéricos. Ésta, en dirección de oeste a este, va decayendo en altura, hasta que llegando a Buñol, baja de golpe hasta alrededor de los 400 metros sobre el nivel del mar. Da la impresión de que fue una especie de “zona de nadie”, la cual se prolonga hacia el norte entre la Sierra del Tejo y las sierras del Brugal, de Enmedio y de Los Bosques, hasta llegar a los llanos de Gestalgar, Bugarra y Chulilla, que es por donde pasa el río Turia, río que de natural tuvo que ser límite entre territorios. Esta “zona de nadie”, montañosa y boscosa, tuvo que representar la separación entre el Estado ibérico de Edeta-Saguntum y el Estado ibérico que hubo en el Alto Turia, con el Estado ibérico de la Meseta del Cabriel.

  El viario de nexo entre estos estados debió ser el que transcurría paralelo al río Reatillo, que desemboca en el río Turia, pasando por Chera, Sot de Chera (donde empieza a llamarse río Sot), a mitad de camino entre Gestalgar y La Ermita (Chulilla). Precisamente en puntales de los cortados del río Reatillo podemos encontrar pequeños poblados atalaya ibéricos en altura que vigilaban el vial de esta ruta. Por lo tanto, la ruta del noreste sería esta, y conduciría hasta el cauce del río Turia en la comarca de Los Serranos. Desde allí, siguiendo el curso de este río, se llegaría hasta los llanos del Turia, por Liria y la costa, hasta Sagunto. En época ibérica sería la ruta que conectaba, entre las montañas, nuestro Estado ibérico con el de Edeta (Liria) y Saguntum. Este contacto entre estados, en algún momento, debió provocar rencillas, pues quedó reflejado así en las antiguas fuentes escritas romanas, hacia finales del S III a.C. Topográficamente, esta zona es una encrucijada, ya que se sitúa en las estribaciones del Sistema Ibérico, en la confluencia del río Reatillo con el río Turia, y ambos son delimitaciones naturales habituales separadores de demarcaciones políticas. Y aplicados a la Geographia de Ptolomeo del S II d.C. estos delimitadores geográficos debieron hacerlo entre Edetania, al norte y al noreste, y Bastitania al sur, por lo que este lugar debió ser un importante vértice “fronterizo”.

  Desde el alto de Los Mojones (Cheste) hasta El Raidón (Siete Aguas), existe una franja de 16 kms de anchura sin restos de poblados ibéricos. Es aquí donde tenemos el pico del ángulo de separación entre Estados ibéricos, pues hasta Bugarra, hacia el norte no hay yacimientos explícitos. En cambio, ya en Bugarra, comienzan a concentrarse poblamientos de esta época abundantemente.; y desde allí, tanto hacia el norte como al este y el oeste, paralelos al río Turia. Esta franja despoblada continúa por el oeste paralela al río Turia durante 45 kms desde el pico que formaba el vértice de nuestro Estado ibérico en la zona noreste, subiendo en ángulo de 45º hacia el noroeste, conformando el límite norte.

  Abundan los poblados ibéricos en este recorrido, paralelos en ésta su parte norte (en la comarca de Los Serranos) con los de su parte sur (en la comarca de la Meseta del Cabriel). En Pedralba y Bugarra abundan los poblados ibéricos, algunos en altura y otros en ladera, algunos  de importante extensión, como Pella (Bugarra). También en Losa del Obispo existen varios poblados ibéricos, de los que el más grande es Cerro Gijón. E igual pasa en Calles y Chelva, en cuyo alrededor se dan varios igualmente. Pero de entre ellos debemos destacar uno especialmente por su tamaño y su interés histórico, el situado en la rambla de Arquela, en la partida de Mas de Arquelilla, de unas 9 hectáreas de extensión (inicialmente), en el que se debió ubicar, como su toponimia indica, la ceca de la moneda ibérica de Gelin (Kelin o Celin o Jelin o Xelin), según la transcripción ibérica), y que aparece con el nombre de Xelin en la ubicación de Ahillas (aldea de Chelva a poca distancia del lugar), en un mapa de Texeira de 1634 (cartógrafo portugués de Felipe II). Por lo tanto este sería el oppidum de referencia del Estado ibérico vecino al nuestro, y que correspondería al recorrido norte del cauce del río Turia, en las estribaciones del Sistema Ibérico. Y en el recorrido paralelo al río Turia en dirección noroeste, seguiremos encontrando poblamientos ibéricos. Así, en Tuéjar tenemos el poblado del Castellar, Castillo de Bercolón, La Zagra, pero ya aquí es donde se apartan las zonas paralelas limítrofes entre ambos Estados ibéricos, unos hacia el norte y otros al sur.

  Siendo esta parte de la comarca de Los Serranos el límite sur de ese hipotético Estado ibérico cuya cabeza sería el yacimiento ibérico de Mas de Arquelilla, cuyo topónimo ibero romano sería Gelin, y vista la localización de poblamientos ibéricos paralelos a la parte norte del río Turia; entonces tendríamos a sus equivalentes poblados a unos entre 8 y 13 kilómetros de separación hacia el sur, igualmente siguiendo esa línea trazada por el río Turia, y formando entre ambas esa franja despoblada de la que hemos hablado.

  Cruzando esta franja se perciben dos vías de tránsito entre estos dos Estados, una por el río Reatillo-Sot hacia el Estado de Edeta-Saguntum (Liria-Sagunto), y otro desde el oppidum en altura de La Atalaya, al sur, hasta Chelva, es decir hacia el oppidum ibérico de Gelin.

  Estos poblados del Estado ibérico del sur, equivalentes a sus paralelos del norte, están situados igualmente siguiendo un trazado paralalelo al río Turia, pero esta vez unos kilómetros al sur de éste. Son todos en altura, de vigilancia (salvo casos que no conozcamos). Empezando por Chera, una posible atalaya en el Castillo, y otra en Los Castillejos, ya sobre el río Reatillo. Y subiendo su curso, otra en Peñas Altas y más tarde otras dos atalayas, casi gemelas, a ambos lados de su cauce, en la partida de Villar de Olmos, sobre el cruce de caminos que lleva desde el Pico del Tejo hasta Chelva (El Moral hasta Gelin), y desde La Atalaya en Villar de Tejas, por Villar de olmos y Chera, hasta Liria (Edeta).

   Continuando esa línea que describe el Reatillo hacia el oeste, llegamos a La Caparrota, otro poblado ibérico en altura, de medianos tamaño, donde se controla la visión sobre el cauce del río Turia y el sur de la comarca de Los Serranos, que poseyó murallas y torre defensiva.

  Y más allá, siguiendo la Vereda Real, nos acercaríamos hasta el potente oppidum ibérico de La Atalaya, de unas 2 hectáreas de extensión, de fuertes muros naturales y de fábrica, con torre y foso, que ejerció de poblado principal de la frontera norte de nuestro Estado ibérico.

  Justo aquí, en el punto final, llegamos a donde habíamos iniciado nuestro recorrido, el punto desde el que habíamos partido, y comprobamos como se cierra el círculo.

El sombreado azul delimita lo que hipotéticamente pudo ser la demarcación de nuestro Estado ibérico según lo que hemos escrito en estos 6 capítulos del artículo “Trazando nuestro Estado ibérico. Requena y la Meseta del Cabriel”

 Autor: Javier Jordá Sánchez.

 

*(Dejo abierta la puerta a cambios por nuevos estudios y averiguaciones)

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